Camarilla de fernando vii

EL REINADO DE FERNANDO VII: SUS ETAPAS

Sexenio absolutista (1814-1820). Tras el Tratado de Valençay (diciembre de 1813), la vuelta Fernando VII coincidió con la publicación del Manifiesto de los Persas, firmado por 69 diputados absolutistas. En mayo de 1814 promulgó el decreto de Valencia donde restauró el poder absoluto del monarca y abolió la legislación de las Cortes de Cádiz. Su política consistió en una vuelta al pasado: restauró la Inquisición, los consejos, los gremios, el régimen señorial, se devolvieron los bienes desamortizados…

En estos momentos decisivos en la historia de España, la Hacienda real, que estaba en ruina por la vuelta al antiguo sistema fiscal, tuvo que adoptar medidas propias de los liberales. Algunos ministros, como Garay, intentaron remedir la crisis mediante un sistema de contribución único y proporcional a los ingresos, pero los privilegiados absolutistas se opusieron. Esta ruina además se debió al gasto militar contra América. La lucha por la independencia de las colonias españolas en América se inició en 1810, mientras que en España  se desarrollaba la guerra contra la invasión francesa. Al igual que en España, se formaron juntas debido al vacío legal. Siguiendo el idealismo de las revoluciones americana y francesa, las juntas de Caracas, Buenos Aires y Santa Fe de Bogotá proclamaron su intención de separarse de España. A pesar de las reformas de las Cortes de Cádiz, con diputados americanos, la rebelión no se detuvo. Las proclamas de 1810 contagiaron otros territorios pero con la vuelta e Fernando VII en 1814 se detuvo este proceso.

Se produjo el primer exilio de la España moderna: afrancesados y liberales fueron exiliados a Francia y Reino Unido. La persecución de quienes habían participado en la obra revolucionaria se vio favorecida por el contexto internacional: Napoleón había sido derrotado y la Santa Alianza, formada por casi todas las monarquías europeas, detuvo cualquier brote liberal.
Ante las represiones iniciadas en mayo del 1814, se dieron una serie de levantamientos militares liberales (Porlier, y Espoz y Mina, entre otros) que fracasaron a excepción del de 1820. Rafael del Riego dirigió a un ejército que se sublevó en Las Cabeza de San Juan, Sevilla, y pronto la revolución se extendió por Andalucía y otras ciudades españolas. Fernando VII tuvo que jurar la Constitución de 1812.

Trienio liberal (1820-1823). Fernando VII formó un gobierno integrado por destacados liberales regresados del exilio y se inició una labor legislativa que recuperaba muchos decretos de las Cortes de Cádiz: libertad de los presos políticos, supresión definitiva de la Inquisición, convocatoria de elecciones a Cortes y recuperación de la Milicia Nacional (cuerpo de voluntarios para la defensa del sistema constitucional). Las reformas políticas y económicas se llevaron a cabo gracias a dos vehículos: la prensa (pluralidad ideológica y libertad de expresión) y las sociedades patrióticas (sociedades que debatían sobre la actualidad política y social).

Este hecho dio lugar a la existencia de un doble poder: el del gobierno y el de las juntas. El movimiento liberal dio lugar a dos grandes tendencias: liberales moderados (Martínez de la Rosa, deseaban alcanzar un compromiso con las antiguas clases dominantes y el rey) y liberales exaltados (que pretendía la vuelta a la Constitución de 1812 y planteaban reformas raciales). Los moderados, que tuvieron el poder durante casi todo este periodo, pretendían reformas en sentido conservador la Constitución de 1812. De entre las medidas de este gobierno destacó: eliminación del “ejército de la isla” (el que llevó a cabo el pronunciamiento de Las Cabezas de San Juan), abolición de los gremios y la


desamortización de los bienes de la Iglesia, para así dinamizar la economía nacional y sanear la Hacienda pública. Los gobiernos de esta época estuvieron inmersos en una crisis constante: conspiraciones de los exaltados, la acción de la guerrilla realista, la guerra de independencia de las colonias, la permanente crisis económica y las maniobras internacionales de la Santa Alianza.

En este contexto, el rey de Francia (Luis XVIII), ayudó a las tropas realistas españolas con el ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis (abril 1823) para ocupar el territorio nacional sin apenas resistencia, a diferencia de como había ocurrido en conjuras anteriores (1822). En junio, el gobierno y las Cortes marcharon a Cádiz huyendo del ejército francés. Fernando VII fue declarado mentalmente incapacitado por las Cortes y este restauró su poder absoluto.

Década “ominosa” (1823-1833): uno de los periodos más negros de nuestra historia se inició con la ejecución en Madrid de Rafael del Riego, símbolo de la revolución de 1820.  Los primeros años fueron una acentuada represión política, muchos liberales abandonaron España trasladándose de Reino Unido y Francia, como Argüelles, Martínez de la Rosa, Mendizábal, Mina, Torrijos, Duque de Rivas, conde de Toreno…  (15.000-20.000). El aparato represivo del Estado absolutista se articuló en torno a 4 instrumentos:

-La Superintendencia General de Policía y las comisiones militares (enero de 1824): se ocuparon de la depuración de funcionarios y militares (80.000). -El cuerpo de voluntarios realistas (1823): milicia absolutista opuesta a la Milicia Nacional de los liberales (guerra carlista). El odio social hacia los ricos, identificados con los liberales, fue la base ideológica de


este cuerpo. -Los tribunales de justicia condenaban por “delitos” como el de Mariana Pineda, que fue ejecutada en 1831 por bordar en una bandera española las palabras “libertad, igualdad, ley”. -Las Juntas de Fe, herederas de la Inquisición, actuaron en algunas diócesis.

El monarca fue consciente de que debía modernizarse por lo que firmó un decreto en el Puerto de Santa María (octubre) por el cual restableció las instituciones anteriores a 1820. La independencia de la colonias americanas (1824), proceso inevitable de frenar, supuso un gran problema para la Hacienda. Simón Bolívar y Dan Martín iniciaron una serie de campañas que culminaron en la Conferencia de Guayaquil. Excepto Cuba y Puerto Rico, el resto del territorio independizado se crearon los diversos países que forman actualmente Hispanoamérica. La labor de los gobiernos se centró, además de la labor represiva, en la reforma de la Hacienda y la administración llevada a cabo por Luis López Ballesteros, ministro de Hacienda: creación del consejo de ministros, del Banco de San Fernando (antecedente del Banco de España), de la bolsa de comercio en Madrid y del ministerio de Fomento. Se extendió la idea entre los absolutistas, incluyendo a su hermano Carlos María Isidro, de que el rey era liberal. Fruto de este clima fueron las sucesivas insurrecciones carlistas, la más importante fue la guerra de los agraviados (Cataluña, 1827), donde se reclamaba a Carlos María Isidro como rey, restauración de la Inquisición, y supresión de la policía.

El rey quería asegurar la sucesión ya que no tenía descendencia tras su cuarto matrimonio. Publicó la Pragmática Sanción que derogaba la ley Sálica (las mujeres no podían heredar el trono). En octubre de 1830 nació la futura Isabel II. Este acontecimiento radicalizó a la facción carlista. Aprovechando una transitoria crisis de salud, Fernando, un hombre de carácter voluble, fue convencido para firmar la derogación de la pragmática, lo que suponía que su hija no podría reinar. Tras recuperarse, revocó dicho documento dejando como heredera a su hija Isabel. El clima de guerra civil se anunciaba cuando Fernando VII falleció e Isabel II, con solo dos años, fue proclamada reina.

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