El reinado de amadeo de saboya un monarca para un regimen democratico dificultades de la nueva dinastia y una permanente inestabilidad

Tema 7:


Transformaciones agrarias y expansión indutrial en el siglo XIX 1.Las transformaciones de la agricultura La transformación de la agricultura esppañola a lo largo del siglos XIX fue lenta e insuficiente, hecho que explica en buena medida la marginación de España del proceso de industrialización europeo.
1.1

La consolidación de la propiedad privada de la tierra

Los gobiernos liberales del siglo XIX, especialmente los progresistas, partían de una nueva concepción que implicaba la liquidación de las formas propias del Antiguo Régimen (señorío, mayorazgo, bienes comunales, manos muertas) y la consolidación de la propiedad privada de la tierra, como elemento esencial de la nueva organización capitalista. En sus decisiones influyeron los graves problemas agrarios y la necesidad de que los sectores nuevos accediesen a la propiedad y estuvieran interesados en la modernización agraria. Con este fin emprendieron una reforma agraria liberal y cuyo objetivo esencial era liberar la tierra de las trabas y el desarrollo de la propiedad privada y de la economía de mercado. Las principales medidas fueron la abolición de los señoríos y los derechos jurisdiccionales, la desvinculación de la propiedad y la desamortización de las tierras en manos de la Iglesia y los Ayuntamientos. Tras las reformas, la tierra pasó a ser una mercancía que podía ser vendida y comprada libremente. Este marco legal se completó con leyes de cercamiento, fin del privilegio del ganado, libertad arrendamientos..

1.2. Los efectos de la reforma agraria

La abolición de los señoríos no significó la perdida de los derechos sobre la tierra de los antiguos señores. Muchos campesinos pleitearon contra estas resoluciones , pero la mayoría de los tribunales fallaron a favor de la nobleza, considerada propiedad natural. Por tanto, los campesinos quedaron libres de rentas señoriales, pero su situación mejoró poco. Tras la reforma se convirtieron en arrendatarios o asalariados de un propietario privado, y el problema del jornalerismo se hizo aún más grave. La desvinculación de la tierra y las desamortizaciones de Mendizábal en 1836 y Madoz en 1855 comportaron una profunda modificación de la propiedad territorial. Pero la esperanza del liberalismo progresista de que los medianos y pequeños campesinos se convirtieran en propietarios no se consigue , ya que, compraron tierras quienes ya las tenían y quienes contaban con recursos para adquirirlas. De este modo, el hecho de que la mayoría de los compradores no fueran cultivadores directos ha llevado a considerar la desamortización como una de las grandes oportunidades perdidas para realizar una reforma en profundidad de la estructura de la propiedad. Aunque no debe llevar a considerarla un fracaso, ya que cumplió con algunos de sus objetivos: financiar la guerra contra el carlismo, paliar la grave situación d la Hacienda Pública, fomentar la construcción del ferrocarril y se mejoró el rendimiento, más por la expansión del cultivo que por la mejora de las técnicas.

1.3. Los límites del crecimiento agrario

La consecuencia más importante fue el aumento de la roturación de tierras hasta entonces incultas: consiguiendo prescindir de las importaciones de cereales y permitiendo de esta forma un crecimiento sostenido de la población. La mayor expansión de cultivos se produjo en los cereales, que representaba el 80%. El segundo gran protagonista fue la vid, que se convirtió en un producto de exportación. También el maíz y la patata. Mientras la ganadería ovina y, con mayor intensidad, la lanar sufrieron un notable retroceso. Como consecuencia del descenso de las exportaciones de lana, de la supresión de los privilegios de la Mesta y de las nuevas roturaciones. En cambio aumentó la cabaña porcina. Las técnicas de cultivo, continuaron atrasadas con respecto a las innovaciones de Europa. El lento aumento de la productividad, clave del atraso agrícola español, puede atribuirse a orografía, suelo y clima pero sobre todo a una estructura de la propiedad que no fomentaba la mejora técnica. Es el caso del minifundios de la submeseta norte y de Galicia y en el otro extremo, la gran propiedad (latifundio), predominante en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía. Esta situación sumió a la gran masa de campesinos sin tierra en una notable conflictividad campesina a lo largo de todo el siglo XIX.

2.Los cambios en el campo Andaluz durante el siglo XIX 2.1.Las desamortizaciones en Andalucía

La estructura latifundista, dominante en Andalucía, era una realidad preexistente a las desamortizaciones. No obstante, tierra desamortizada no significa lo mismo que tierra vendida. La transferencia de fincas durante todo el siglo XIX afectó aproximadamente una quinta parte de la extención de Andalucía. Con respecto a la propiedad de la tierra, por una parte se consolidó la concentración en la Baja Andalucía (campiñas de Sevilla, Córdoba y Cádiz) y por otra, se reforzó la mediana y pequeña propiedad en la Alta Andalucía. Aumentó la producción porque se incrementó la superficie cultivada en un 5% a escala regional, pero los sistemas de aprovechamiento tradicionales pervivieron. El sistema permitía a los propietarios obtener grandes beneficios sin riesgo y con el menor costo de inversión posible. Sin embargo algunas comarcas, la zona vitivinícola de Jerez, por ejemplo donde la productividad aumentó debido a las inversiones que se llevaron a cabo. Un balance de beneficiados y perjudicados es una cuestión matizinable según el área geográfica. No obstante, la nobleza se integró en la burguesía agraria formada por: antiguos rentistas, nobleza, Iglesia, comerciales, profesiones liberales o incluso del sector industrial, que accedieron entonces a la propiedad de la tierra. Si bien es cierto que muchos colonos pudieron acceder a la condición de propietarios, para muchos jornaleros y campesinos el despojo de las tierras comunales los abocó a convertirse en asalariados o a perder parte del complemento que encontraba en aquellas tierras.

2.2.Crisis agraria y modernización

Los efectos de las crisis afectaron en buena parte de Europa al sector agrario comenzaron a presentirse en Andalucía desde 1868, manifestándose de forma aguda a comienzos de la década de 1860 y prolongando sus efectos hasta entrado del siglo XX. La primera crisis fue la del cereal, ligada a la llegada masiva de granod procedentes de América yAustralia. La respuesta fue la acción protectora del Estado y la utilización de mano de obra abundante y barata. La filoxera, entró en España por Málaga en 1798, se extendió por Andalucía en las dos décadas siguientes, y hundió la producción y exportación de pasas y vinos malagueños. Jerez logró con esfuerzo superar la crisis. Un tercer cultivo, el olivar, protagonizó desde 1880 un nuevo impulso a cargo del retroceso de la viña, que tras el estallido de la Primera Guerra Mundial perdió sus mercados internacionales. Las repercuciones económicas de estas crisis están, en buena medida, en la base de la intensa conflictividad social que vivió Andalucía a partir de estos momentos. El 70% de la población activa andaluza trabajaba en el campo y vivía de lo que producía el sector primario, rasgo característico de una sociedad aún profundamente ruralizada.

1.Las causas de la Revolución 1.1 La crisis económica


El último período del reinado de Isabel II estuvo caracterizado por una fase de expansión económica, pero en 1866 se hizo patente el inicio de una importante crisis económica y constituyó la primera gran crisis del sistema capitalista a nivel internacional. La crisis financiera se originó a raíz de la crisis de los ferrocarriles: la explotación de las líneas, su rendimiento económico fue menor del esperado. El escaso desarrollo industrial español no fue suficiente para que el transporte de mercancías y viajeros tuviese una gran demanda, y el valor de las acciones se desplomó. La crisis financiera coincidió con una crisis industrial, obre todo en Cataluña. La industria textil se abastecía en gran parte con algodón importado de Estados Unidos, pero la Guerra de Secesión americana encareció esta materia prima y provocó un período de “hambre de algodón”. Muchas pequeñas industrias no pudieron afrontar el alza de precios en un momento en el que descendía la demanda debido a la crisis económica general. La crisis de subsistencias se inició en 1866 y la causó una serie de malas cosechas que dieron como resultado una escasez de trigo. Inmediatamente, los precios empezaron a subir. El coste del pan sufrió el consiguiente aumento, y lo mismo ocurrió con el arroz, el bacalao. En el campo, el hambre condujo a un clima de fuerte violencia social. En las ciudades, la consecuencia fue una oleada de paro.

1.2.El deterioro político

Los grandes negociantes reclamaban un gobierno que tomase medidas para salvar sus inversiones en Bolsa, los industriales exigían proteccionismo, y los obreros y campesinos denunciaban su miseria. Después de la revuelta de sargentos del cuartel de San Gil y de su dura represión, el Partido Moderado gobernando por decreto, cerraron las Cortes e hicieron oídos sordos a los problemas del país. Ante la imposibilidad de acceder al poder por los mecanismos constitucionales, el Partido Progresista, dirigido por Prim defendió la conspiración como único medio para poder gobernar. En la misma posición se situaba el Partido Demócrata, de modo que ambos partidos firmaron el Pacto de Ostende en 1867 en esta ciudad belga, para acabar con el moderantismo en el poder. El compromiso prponía el fin de la monarquía isabelina y el sufragio universal. A dicho pacto se adhirieron los unionistas de Serrano que aportaron una buena parte de la cúspide del ejército, dado que contaban con muchos de sus altos mandos. Pero, el carácter conservador de los unionistas redujo el levantamiento de 1868 a un simple pronunciamiento militar, por mucho que las proclamas hablaran de revolución. La revolución de septiembre de 1868 2.1 La revolución del 68 y el Gobierno provisional

El 19 de septiembre de 1868, la escuadra concentrada en la bahía de Cádiz, al mando del brigadier Topete, protagonizó un alzamiento militar contra el gobierno de Isabel II. Prim, exiliado en Londres, y Serrano, desterrado en Canarias, se reunieron con los sublevados y rápidamente cosiguieron el apoyo de la población tras la publicación de un manifiesto que termian con el lema “¡Viva España con honra!”. El gobierno de la reina Isabel II se aprestó a defender el trono con las armas. Ambas fuerzas se encontraron en Puente de Alcolea, cerca de Córdoba, donde el día 28 de septiembre se libró una batalla que dio la victoria a la revolución y la reina no tuvo más remedio que exiliarse a Francia donde fue acogida por el emperador Napoleón III. Además del pronunciamiento militar tuvieron que un gran protagonismo las fuerzas populares: en muchas ciudades españolas se constituyeron Juntas revolucionarias. El general Serrano fue proclamado regente, y el general Prim, presidente de gobierno.

2.2.La Constitución de 1869 y la regencia

El nuevo Gobierno provisional promulgó una serie de decretos; libertad de imprenta, derecho de reunión y asociación, sufragio universal… y convocó elecciones a Cortes constituyentes. Los comicios, fueron los primeros en España que reconocieron el sufragio universal masculino (sólo para varones mayores de 25 años). Dieron la victoria a la coalición gubernamental (progresistas, unionistas y demócratas) pero aparecieron dos importantes minorías: la carlista y la republicana. Las Cortes fueron las encargadas de redactar una nueva Constitución. La Constitución de 1869, estableció un amplio régimen de derechos y libertades y reconocía la libertad de profesar cualquier religión, aunque el Estado debía mantener el culto católico. El estado de declaraba monárquico, pero la potestad de hacer las leyes residía exclusivamente en las Cortes: las cortes se componían de un Congreso y un Senado. Las provincias de ultramar, Cuba y Puerto Rico, gozaban de los mismos derechos que las peninsulares, mientras Filipinas quedaba gobernada por una ley especial. Proclamada la Constitución, los republicanos mostraban su descontento con la nueva situación, los carlistas volvían a la actividad insurreccional, la situación económica era grave y, además, había que encontrar un monarca para la Corona española.

2.2.El intento de renovación económica

Uno de los objetivos de la “Gloriosa”, era reorientar la política económica. Se pretendía establecer una legislación que proteguiera los intereses económicos de la burguesía nacional y de los inversores extranjeros. Por ello, la política se caracterizó por la apertura del mercado español a la entrada del capital extranjero. Se estableció la peseta como unidad monetaria, equivalente a cuatro de los antiguos reales, en un intento de unificar y racionalizar el sistema monetario. La Ley de Minas de 1871 ofrecía facilidades a la entrada de capitales exteriores. La última gran acción sobre la economía fue la liberalización de los intercambios exteriores, aprobada en julio de 1869 que ponía fin a la tradición proteccionista de la economía española.

2.3.La frustación de las aspiraciones populares

Durante el período hubo una fuerte conflictividad social: el campesinado demandaba un mejor reparto de la tierra; mientras las revueltas urbanas protestaban contra los consumos, las quintas y el aumento de los precios. De igual modo, el incipiente movimiento obrero sufrió un proceso de radicalización en demanda de la mejora de las condiciones salariales y de trabajo. En un primer momento, los republicanos encarnaron gran parte de ese descontento, pero a partir de 1868, la expansión de las ideas vinculadas a la Primera Internacional (anarquismo y socialismo) abrió una nueva etapa y condujo a la organización del proletariado y del campesinado.

3.El reinado de Amadeo de Saboya ( 1871-1873)

La Constitución de 1869 establecía, una monarquía democrática: por tanto, la principal tarea institucional consistió en encontrar un monarca que sustituyese a los desacreditados Borbones.

3.1 Un monarca para un régimen democrático

Prim fue el encargado de llevar a cabo las negociaciones necesarias para establecer un consenso internacional sobre el candidato más idóneo para el vacante trono español. Consiguió imponerse Amadeo de Saboya, miembro de una dinastía que gozaba de de gran popularidad por haber sido la artífice de la unificación de Italia. Con sólo 26 años de edad, fue elegido rey de España por las Cortes en noviembre de 1870, y llegó al país por el puerto de Cartagena el 30 de diciembre. Tres días antes había asesinado al general Prim, consejero más fiel.

3.2. Las dificultades de la nueva dinastía

Pero la nueva dinastía contaba con escasos apoyos. Satisfacía a progresistas y unionistas pero con la clara oposición de la aristocracia, de la época de Isabel II. Asimismo, una parte del ejército mostró su resistencia lo que fue especialmente grave cuando se desencadenó el conflicto carlista o se inició la guerra en Cuba. Los años del reinado de Amadeo de Saboya se vieron marcados por dificultades constantes: hubo de recurrir a la emisión de más deuda pública, la revitalización del conflicto carlista, la guerra de Cuba y de las insurrecciones republicanas. Los moderados, conscientes de la impopularidad de Isabel II, empezaron a organizar la restauración borbónica en la persona del príncipe Alfonso, hijo de la reina. Cánovas del Castillo fue el principal dirigente de este grupo esta opción contó con los apoyos de la Iglesia y la élite del dinero, opuesta a la abolición de la esclavitud en Cuba, la regulación del trabajo infantil. Los carlistas se sublevaron animados por las posibles expectativas de sentar en el trono a su candidato, Carlos VII. Ese mismo año en 1872 se produjeron nuevas insurrecciones de carácter federalista, con la influencia de las ideas internacionalistas, especialmente de carácter anarquista. Asimismo, en 1868 se inició, con el llamado “grito de Yara”, un conflicto en la isla de Cuba (Guerra de los Diez Años). Aunque el gobierno se mostró partidario de conceder reformas políticas a la isla, la negativa de los sectores económicos españoles con intereses en Cuba frustró la posibilidad de una solución pacífica al conflicto. Ahora bien, la crisis final del reinado de Amadeo de Saboya fue resultado de la desintegración de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y demócratas). Finalmente, privado de todo apoyo, el 11 de febrero de 1873, Amadeo de Saboya presentó su renuncia al trono y abandonó España dejando una impresión de país ingobernable y contrario a una monarquía democrática.

4.Las fuerzas políticas: El auge del republicanismo

En la España del Sexenio Democrático, la opinión política quedó polarizada entre las dos grandes opciones, monarquía o república. La tendencia republicana, creció de forma imparable después del destronamiento de los Borbones.

4.1.El nuevo panorama político

A partir de 1868, el panorama político estuvo dominado por cuatro grandes tendencias. En la derecha se situaban los carlistas y los moderados, que se mantuvieron mayoritariamente fieles a Isabel II y reclamaron su vuelta al trono; tenían el apoyo de la burguesía agraria y entre sus líderes empezó a destacar Antonio Cánovas del Castillo. El centro agrupaba a diputados unionistas, progresistas en torno a Prim, Sagasta y a monárquicos. Defendían una forma de gobierno monárquica, pero subordinada a la soberanía nacional, contaban con el apoyo de la burguesía financiera e industrial, de las clases medias urbanas, del ejército y de numerosos intelectuales y profesionales liberales. A la izquierda se situaba el Partido Republicano Federal dirigido por Pi y Margall y Figueras. No eran un bloque ideológicamente homogéneo; existían dos tendencias: los benévolos y los intransigentes. Por último, un sector de los republicanos encabezados por Castelar y defendían una república unitaria conservadora.

4.2.El republicanismo federal

El republicanismo contaba con el apoyo de la pequeña burguesía, de als clases populares urbanas y de parte del movimiento obrero y campesino, antes de que éste fuera atraído por las ideas anarquistas y socialistas. Los primeros levantamientos al grito de “¡República federal o muerte!” se produjeron en Cádiz, en diciembre de 1868.

5.La Primera República Española (1873-1874)


5.1.La proclamación de la República

La proclamación de la Primera República española fue la salida más fácil ante la renuncia de Amadeo de Saboya. Las Cortes, decidieron someter a votación la proclamación de una república, que fue aprobada el 11 de febrero de 1873. Para presidir el gobierno fue elegido Figueras. Ahora bien, gran parte de la cámara era monárquica, y su voto republicano fue una estrategia para ganar tiempo y organizar el retorno de los Borbones al trono español. Así pues, la República nació con escasas posibilidades de éxito salvo Estado Unidos y Suiza, ninguna potencia reconoció la República española, a la que veían como un régimen revolucionario que podía poner en peligro la estabilidad de una Europa mayoritariamente burguesa y conservadora. A pesar de todo, la República fue recibida con entusiasmo por las clases populares, que creyeron que había llegado el momento de cumplir sus aspiraciones. Sin embargo, los dirigentes del republicanismo estaban lejos de las aspiraciones revolucionarias de las bases de su propio partido, esto se exteriorizó en la represión de las revueltas populares. Pacificado el panorama, se convocaron elecciones a Cortes constituyentes, que ganaron ampliamente los republicanos.

5.2.El intento de instaurar una República federal

Figueras dimitió al cabo de unos días y el gobierno pasó a manos de Pi y Margall cuyo propósito era emprender grandes reformas: la elaboración de una constitución federal, la separación de la Iglesia y el Estado, la concesión de la independencia de las colonias, la restauración de la disciplina en el ejército y la elaboración de una serie de leyes sociales (enseñanza, trabajo, quintas)

5.3.El proyecto de Constitución federal

El julio se presentó en las Cortes el proyecto de la nueva Constitución, pero tampoco fue aprobado. La propuesta de la Constitución Republicana Federal de 1873 declaraba la libertad de culto y la separación de la Iglesia del Estado. El aspecto más novedoso era la estructura del Estado. Se establecía que la Nación española estaba compuesta por diecisiete Estados, entre ellos Cuba,y declarada que el poder emanaba de tres niveles; municipios, Estados regionales y Estado federal. Los Estados regionales tendrían autonomía económica, administrativa y política, “compatible con la existencia de la Nación”, y elaborarían sus propias constituciones, también compatibles con la del Estado federal. Planteba, por primera vez un Estado no centralista origen de las futuras propuestas nacionalistas.

5.4.Los conflictos armados

La Primera República tuvo que enfrentarse a graves problemas que paralizaron la acción de gobierno: al estallido de la insurrección carlista y a la guerra en Cuba se añadió el obstruccionismo de los partidos monárquicos y las divisiones entre los propios republicanos.

5.5.La sublevación cantonal

La sublevación cantonal provocó la mayor crisis para el gobierno. El cantonalismo era un fenómeno complejo en el que se mezclaban la estructura federal y el deseo de avanzar en las reformas sociales. A lo largo del mes de julio se proclamaron los contones de Cartagena, Sevilla, Cádiz….. Pi y Margall se opuso a sofocar la revuelta por las armas y dimitió, siendo sustituido por Salmerón, quien inició una acción militar contra el movimiento cantonalista. Excepto en Cartagena, la intervención militar acabó rápidamente con la insurrección, Salmerón dimitió al sentirse moralmente incapaz de firmar las penas de muerte contra activistas cantonalistas. La presencia recayó entonces en Castelar, mucho más conservador.

5.6.El fin de la experiencia republicana

Desde septiembre de 1873, la República dio un claro vuelco conservador con Castelar, y gobernó autoritariamente, respaldando a los sectores más conservadores y concediendo amplias atribuciones a los jefes militares para que mantuvieran el orden público. Ante esta situación, un sector importante de los diputados llegaron al acuerdo de plantear una moción de censura y el gobierno de Castelar fue derrotado. El poder pasó a manos del general Serrano. El 29 de diciembre de 1874, el pronunciamiento, militar de Martínez Campos en Segunto proclamó rey de España a Alfonso XII. Anteriormente, Isabel II ya había abdicado en su hijo. El príncipe Alfonso de Borbón había firmado el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas del Castillo, que sintetizaba el programa de la nueva monarquía Alfonsina; un régimen de signo conservador y católico que garantizaría el funcionamiento del sistema político liberal y restablecería la estabilidad política y el orden social.

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