La guerra civil: la dimension politica e internacional del conflicto. las consecuencias de la guerra

TEMA : 14.3


LA GUERRA CIVIL: LA DIMENSIÓN POLÍTICA E INTERNACIONAL DEL CONFLICTO. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA.

LA DIMENSIÓN POLÍTICA E INTERNACIONAL DEL CONFLICTO.

La dimensión internacional de la guerra civil española. La Guerra Civil dejó de ser rápidamente un conflicto interno para adquirir dimensiones internacionales. Una vez que se consolidó el alzamiento militar y el territorio español quedó partido en dos, el extranjero se fija en España consciente de que la guerra de España se dirimía algo más que una cuestión de poder nacional. Sobre nuestro suelo se decidía la gran cuestión mundial

la lucha y prevalencia de los valores democráticos sobre el totalitarismo en auge. Era, en definitiva, el anticipo del gran dilema que desembocaría en el mayor conflicto que vieron los siglos: la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría posterior. Así cada uno de los dos bandos en guerra tuvo sus propios patrocinadores, que asumen como propia la ideología de los bandos combatientes, y su modelo de estado y sociedad, a pesar de las recomendaciones del Comité de No Intervención

. LOS APOYOS DEL FRENTE POPULAREl Gobierno de la República contó desde el principio con el apoyo de

México, poco efectivo en realidad, con el de
Francia, donde a la sazón gobernaba también el Frente Popular de León Blum, y el de la
Unión Soviética, que propugnó la formación de las
Brigadas InternacionalesLa ayuda francesano fue todo lo leal que cabía esperar de quién debería temer el triunfo del fascismo en su flanco sur. La ayuda dependió además de los cambios políticos en Francia; más efectiva cuando había gobiernos de izquierda y más retraída si lo eran de derecha, pero en cualquier caso con la exigencia del pago inmediato. En cualquier caso dentro de la No IntervenciónLa ayuda soviética fue mucho más efectiva y de mayor trascendencia. Más efectiva porque, a pesar de que fue escasa en hombres, fue en cambio abundante en material de guerra: carros de combate y aviones especialmente. No obstante, la Unión Soviética fue todavía menos generosa que Francia a la hora de establecer las contrapartidas económicas, que las exigía inmediatamente. Por esta causa el Tesoro del Banco de España fue trasladado en septiembre a Cartagena para ser embarcado en buque soviético que lo llevó hasta Odessa, en el Mar Negro. Llegado allí , el tesoro se trasladó hasta Moscú. Con ello la Unión Soviética se había cobrado por adelantado el material enviado, cuyo valor, al decir de algunos historiadores, se aproximaba al oro enviado.Las Brigadas Internacionales fueron un elemento más propagandístico que efectivo de la ayuda extranjera a la República. Aunque fueron directamente organizadas por la Unión Soviética, (a través de la Komintern ), no todos los combatientes voluntarios, unos 40.000 aproximadamente, eran comunistas, aunque lo fuera la mayoría de ellos. Tras su llegada a España, las Brigadas Internacionales fueron entrenadas en Albacete y participaron en los diversos frentes (especialmente en la zona Centro, Batalla del Jarama y defensa de Madrid).Las purgas que llevaba a cabo Stalin en la Unión Soviética tuvieron su reflejo en las Brigadas Internacionales, algunas de cuyas unidades quedaron diezmadas y en gran parte desmoralizadas por las purgas que se hicieron entre los brigadistas, especialmente trotskistas y anarquistas, durante su entrenamiento en Albacete.LOS APOYOS AL BANDO NACIONALAquí la ayuda fue menos espectacular aunque más efectiva. La Italia fascista y la Alemania nazi no escatimaron su ayuda al bando alzado

Italia: La ayuda más importante fue el envío de 70.000 hombres encuadrados en unidades militares voluntarias, no siempre eficaces en el campo de batalla, tal como se puso de manifiesto en la batalla de Guadalajara, saldada a favor de la República. No obstante, la ayuda en material de guerra fue también muy importante, aunque menor que la alemana.Alemania: envió escaso personal combatiente (no más de 5.000 personas), pero sus instructores militares llevaron a cabo la importante labor de formar militarmente a los mandos bajos e intermedios improvisados. La ayuda alemana en material de guerra fue decisiva para cambiar en favorable a Franco la adversa situación en los momentos iniciales del alzamiento. Otros países como Irlanda o Portugal enviaron pequeños contingentes de soldados, sin demasiada relevancia. A pesar de que la ayuda recibida por uno u otro bando fuera similar, cabe no obstante hacer algunas consideraciones

La ayuda italiana y alemana fue más rápida y decidida, además de generosa: las potencias fascistas no exigieron el pago inmediato, y mucho menos por adelantado, del material suministrado.A pesar de que la ayuda recibida por uno u otro bando fuera similar, lo cierto es que la ventaja estratégica inicial de la República fue desapareciendo hasta trocarse en desfavorable antes de concluir el año de 1937 (el paso del Estrecho por el Ejército de África, por ejemplo, no hubiera sido posible sin el concurso de los barcos y aviones proporcionados por Alemania).La ayuda militar a las dos partes contribuyó a la prolongación de la guerra, al incremento de las destrucciones económicas y a las pérdida de vidas humanas (cerca de 300.000 en las operaciones militares y casi el doble si se suman los muertos habidos en las respectivas retaguardia)


LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL.

Consecuencias demográficas

El fin del conflicto se caracteriza por el enorme número de población que sufre traslados por campos y ciudades en condiciones de miseria, especialmente sentida en las grandes urbes, como Madrid, donde Auxilio Social distribuye 700.000 raciones de comida al día. Merece crédito la cifra de 560.000 muertos ocasionados por la guerra, ya en combate o a causa de bombardeos sobre la población civil, represión, inanición o enfermedad. La mayoría de ellos son jóvenes en edad de procrear, por lo que su muerte hace descender las tasas de natalidad hasta un mínimo del 16,5% en 1939.A esta cifra han de sumarse los 300.000 republicanos que cruzan la frontera en las semanas inmediatas al final de la contienda, por lo que no parece exagerado, a la hora de hacer un balance final, fijar en 800.000 el número de ciudadanos que pierde España a causa del conflicto.

Consecuencias económicas

A la desaparición de una gran parte de la población activa española hay que añadir las cuantiosas pérdidas materiales que a lo largo de tres años se han producido.Se calcula en más de 300.000 las casas destruidas en ciudades que son arrasadas, como Guernica, o que quedan muy afectadas, como Madrid, Teruel, Málaga y Barcelona. A la destrucción en las ciudades hay que añadir la de cientos de pueblos, como Brunete, que tienen que acometer su reconstrucción.
Los transportes quedan seriamente dañados: el 75% de los puentes han de ser reparados, y el 41% de las locomotoras, el 40% de los vagones y el 71% de los autobuses de viajeros están inservibles. La producción de trigo acusa una reducción del 30% en 1939 respecto a la de 1935; la de cebada, un 35%, y la de remolacha, un 65%.La ganadería sufre un descenso muy fuerte, al desaparecer el 40% de los caballos y el 25% del ganado mular y bovino. A pesar de que las fábricas y las minas no han sido especialmente dañadas, en la cornisa cantábrica se produce una reducción del 50% en la producción de acero y de hierro fundido con respecto a 1929. España soporta, además, la deuda contraida por el régimen franquista con Alemania e Italia, a lo que hay que sumar las deudas con las compañías petroleras norteamericanas. Asimismo hay que añadir la desaparición de 510 toneladas de oro del Banco de España por pago de armamento y víveres efectuados por el gobierno republicano a la URSS y México. La imagen de la posguerra es la de una población con falta de casi todo. Se raciona el pan, el aceite, la carne, el arroz, las patatas….. El mercado negro acrecienta la fortuna de unos pocos a costa de la miseria de la mayoría.

El exilio y la represió

Con el final de la guerra se abre un período de exilio para miles de familias que deciden salvar sus vidas al otro lado de la frontera. Son militares y funcionarios republicanos, médicos, profesores, intelectuales y obreros cualificados. La mayor parte de ellos terminan hacinados en campos de refugiados franceses, donde esperan embarcar para América; allí contribuirán al desarrollo cultural de los países latinoamericanos. En un México gobernado por Lázaro Cárdenas y especialmente hospitalario se instalan el Gobierno y las Cortes de la República. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Francia por las tropas de la Wehrmacht (ejército alemán), miles de españoles republicanos se enrolan en el ejército y en la resistencia francesa. Muchos otros son entregados a los alemanes por las autoridades del régimen colaboracionista de Vichy y recluidos en campos de concentración como Dacha, Treblinka, Mauthausen y Oraniemburg, donde termina confinado Largo Caballero. Lluís Companys, presidente del gobierno catalán, es entregado a las autoridades franquistas, que lo fusilan de forma inmediata. En el interior de España, el estado de guerra continúa hasta 1948. La promulgación de la Ley de Responsabilidades políticas de febrero de 1939 abre la vía para la represión de quienes han prestado apoyo activo a la República. Se improvisan campos de concentración, cárceles en las plazas de toros y en los campos de fútbol para internar, en condiciones miserables, una población penal de carácter político que en 1939 alcanza la cifra aproximada de 300.000 personas. Miguel Hernández, Julián Besteiro (presidente de las Cortes ) los dos mueren, como tantos otros, en la cárcel y junto a Antonio Buero Vallejo son testigos, entre otros intelectuales, de la miseria moral, en forma de delaciones y venganzas, que se genera al finalizar la guerra.

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