Repoblación del duero

T-16II.- Consecuencias y clases de repoblación

A) Despoblación y repoblación

La Reconquista se realiza mediante la repoblación de los territorios recuperados al Islam. Esa repoblación presupone la previa «despoblación» de aquello que se trata de «repoblar» y puede ser interpretada en un doble sentido. Refiriéndonos a la expansión castellano-leonesa en el valle del Duero zona que representa el paradigma de la actividad repobladora, se ha entendido, de un lado, que allí tuvo lugar un auténtico colapso demográfico que convirtió a esos territorios en un gigantesco yermo donde los cristianos procedieron a asentarse. Desde otras perspectivas, se ha limitado la llamada «despoblación» al hundimiento de la organización administrativa y municipal, al empobrecimiento económico y a una reducción de la población, apreciable pero no absoluta. La práctica despoblación del valle del Duero fue debida a diversas causas concurrentes. De una parte a las propias campañas árabes, que provocaron la huida o elabandono de los primitivos pobladores. De otra, a la rebelión de los bereberes del norte en el siglo VIII, por cuanto ellos, abandonando las tierras que ocupaban en Galicia, marcharon hacia el sur provocándo la devastación y el saqueo. Finalmente y de modo principal, a las campañas del rey cristiano Alfonso I, quien rescató para su reino a los mozárabes hallados en esos territorios. Incluso al hecho mismo de las epidemias y años de hambre coincidentes, en la mitad del siglo VIII, con el reinado de ese monarca astur. Todo ello habría dado lugar a que la amplia zona del Duero, divisoria entre Al-Ándalus y la pequeña monarquía de Oviedo, quedara de hecho asolada.

B) Clases de repoblación


 La repoblación fue en principio consecuencia de la actividad expansiva de los núcleos de resistencia, y más adelante de las conquistas a gran escala de los reinos cristianos. En este proceso la monarquía astur desempeñó un papel de vanguardia, seguida luego por las unidades políticas pirenaicas en sus respectivos ámbitos de acción, y en último término por los condados y reinos subsiguientes que llevan a cabo una repoblación más compleja que incorpora nuevos territorios y ciudades.

L.- La repoblación primitiva del norte de la Meseta


  La amplia franja del norte quedó devastada por las incursiones y campañas militares de musulmanes y cristianos. En ese inmenso yermo crecíó el reino asturleonés, repoblándose por el Occidente la baja Galicia y el norte de Portugal, y por el Oriente las comarcas de la Rioja y Burgos donde tuvo lugar el nacimiento de Castilla. El Duero es en el Siglo X la frontera con Al-Ándalus, y la acción colonizadora se proyecta sobre la ribera superior en tierras de Toro, Zamora y Sahagún.

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EPOBLACIÓN OFICIAL:


fue dirigida por el propio monarca o por los condes que estaban al frente de los distritos territoriales. En todo caso se efectuó por orden del rey, mediante cierta planificación de la tarea colonizadora y el acompañamiento de determinadas solemnidades y ceremonias. Dirigidos por quienes estuvieran al frente de la expedición, los repobladores llegaban a su destino y ocupaban los campos, mientras era alzado el estandarte regio como símbolo de la nueva autoridad. Con el reparto de tierras y el señalamiento o fortificación de los límites, queda acotado el lugar, cuya ordenación jurídica se plasma en una cartapuebla o carta de población, texto que recoge el derecho, privilegios y exenciones de los nuevos pobladores.  REPOBLACIÓN PRIVADA:
surgíó otra espontánea y popular, fruto del dinamismo de la propia sociedad. Ambiciones espirituales, necesidades económicas o impulsos de superar el terruño localista y asegurar nuevos horizontes, empujaron a las gentes a abandonar su antiguo solar para establecerse en inéditos lugares.
Carente de tutela oficial, esa repoblación privada fue estrictamente familiar e inorgánica, o se realizó al amparo de las pequeñas iglesias y monasterios fundados en tierra de nadie. En el primer caso, una o varias familias se instalaban en el yermo, ocupaban y roturaban la tierra, construyendo luego las casas hasta formar una aldea cuyo nombre recordará la ascendencia de sus primitivos fundadores. La repoblación monástica cobró a su vez extraordinario auge. Alrededor de iglesias y monasterios, muchas gentes habrían ocupado las tierras, constituyendo pequeños núcleos de población bajo el patrocinio espiritual de la iglesia que les dio acogida.

2.- La repoblación en la zona sur:


 Desde mediados del Siglo XI la acción repobladora alcanza la Castilla meridional, el valle del Guadalquivir, la nueva Cataluña,el valle del Ebro, Levante y el sur de Portugal. Al compás de los éxitos militares, la repoblación se plantea ahora con arreglo a nuevas necesidades. Ya no se trata de ocupar páramos sino de integrar zonas pobladas y asegurar el efectivo dominio en las ciudades que se conquistan. Por medio de minorías cristianas debe mantenerse el control sobre las importantes urbes -Toledo, Zaragoza, Tarragona rescatadas a la España musulmana. PAPEL DE LOS CONCEJOS Y DE LAS Ó

RDENES


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ILITARES


Los concejos de localidades situadas entre el Duero y el Tajo organizaron los asentamientos de población en sus dilatados alfoces, partiendo la tierra entre vecinos y nuevos pobladores. Las elementales cartas pueblas dan paso a fueros más amplios, cuyo otorgamiento resulta también un poderoso reclamo para quienes allí quieran instalarse.
Las tierras del alfoz se dividen a veces en seis partes, sesmos, y cada una de ellas en lotes de tierras llamados veintenas, de cuya adjudicación se encargan los funcionarios concejiles del mismo nombre, sesmeros y veintenarios. Las Ordenes Militares, nacidas en el Siglo XII, cuidaron de la defensa del territorio comprendido entre el Tajo y el Guadiana, convirtiéndose asimismo en factores decisivos del proceso colonizador. Sus grandes posesiones o «maestrazgos» fueron poblados por colonos en un régimen de naturaleza señorial.

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OS REPARTIMIENTOS


En amplias zonas de Andalucía, Murcia, Mallorca y Valencia, reconquistadas a partir del Siglo XII, fue frecuente arbitrar un sistema de reparto de tierras y casas entre los conquistadores. Ciertamente era inviable ya cualquier tipo de ocupación directa de las tierras, y el mismo régimen de cartas de población y fueros municipales resultó lento e impropio. El conjunto de operaciones de partición de heredades, fincas, casas del centro urbano y mansiones rurales, fue recogido en los llamados Libros del «Repartimiento”
. No se trata desde luego de las episódicas y circunstanciales retribuciones propias de cualquier botín de guerra, sino de una concesión real que facilita el asentamiento fijo y que en consecuencia genera derechos permanentes mediante títulos individuales de propiedad.

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