Transformaciones económicas. Proceso de desamortización y cambios agrarios. Las peculiaridades de la incorporación de España a la revolución industrial. Modernización de las infraestructuras: el impacto ferrocarril

Procesos de desamortización y cambios agrarios


Con la abolición del régimen señorial, se suprimen los derechos de las clases privilegiadas y, entre ellos, la amortización o vinculación. A partir de ahora, las tierras y propiedades de la nobleza y el clero podrían ser repartidos, vendidos, embargados…Destacamos dos leyes de desamortización a lo largo del siglo: la primera, llevada a cabo por Mendizábal en 1837, conocida como eclesiástica porque únicamente afectó a tierras y algunas propiedades del clero. La segunda, en 1855, realizada por Pascual Madoz, fue una desamortización general, ya que incluía todo tipo de tierras y bienes de la Iglesia, nobleza, municipios…Estas desamortizaciones sirvieron para sanear la Hacienda, financiar una guerra (guerras carlistas)… Consistían en la expropiación de bienes de las clases privilegiadas, por parte del Estado, que las vendía en subasta pública o se las quedaba en propiedad. La burguésía se incorporaba así, a la propiedad de la tierra. En la agricultura se produce un aumento de la superficie de cultivo (hasta 4 millones de ha.), para satisfacer a la demanda creciente de alimentos, derivada del aumento de población. Existe una especialización de cultivos: cereales en el Centro y Sur; patata y maíz en el Norte y vino en Galicia y el Mediterráneo. Sigue prevaleciendo la trilogía mediterránea (cereales -trigo-, vid y olivo). En esta época surgen nuevas regiones productoras de vino, como La Rioja, la Mancha y Andalucía. El vino español se convirtió en líder del mercado mundial (los viñedos franceses sufrieron desde 1868 la enfermedad de la filoxera).

-Las peculiaridades de la incorporación de España a la Revolución Industrial:

la incorporación de España a la industrialización es lenta, aunque sobresale la consolidación de dos industrias principales: la textil algodonera en Cataluña y la siderúrgica en Asturias y País Vasco. La industria textil en Cataluña se desarrolla gracias a la iniciativa empresarial de la burguésía catalana, que aportó el capital necesario para la compra de nuevas máquinas y la introducción de nuevas técnicas de producción. Es una industria donde el algodón toma el relevo al sector lanero, más propio de Castilla durante la etapa del Antiguo Régimen. Ahora las industrias modernas se concentran en Terrasa, Sabadell, cuya proximidad a Barcelona le ofrecía ciertas ventajas (puerto marítimo, desarrollo crediticio y comercial de la ciudad de Barcelona, mano de obra…). La protección arancelaria del algodón frente a la competencia inglesa, facilitó el desarrollo de esta industria. La industria siderúrgica tuvo una etapa inicial andaluza (Málaga), donde se explotaba el hierro. Posteriormente, la etapa asturiana en torno a las cuencas carbóníferas de Mieres y Langreo. La etapa vizcaína traerá más adelante la formación de la sociedad llamada Altos hornos de Vizcaya. El eje comercial Bilbao-Cardiff (Gales) fue la clave del éxito (Bilbao exportaba hierro y compraba carbón galés). Esta industria estuvo ligada a la industria naval y a la construcción del ferrocarril.
Por último, la minería se desarrolló principalmente en el último cuarto de siglo. España era rica en reservas de hierro, plomo, cobre, Mercurio y cinc; además gozaba de otra ventaja, la proximidad de los yacimientos a las zonas portuarias, lo que facilitaba el transporte y la exportación de los minerales. España tuvo un desarrollo industrial limitado y no llegó a vivir una Revolución Industrial: escasa capacidad competitiva de las manufacturas, la inexistencia de un mercado nacional con buenas comunicaciones, la escasez de capitales españoles, una política proteccionista, son aspectos que lo impidieron. –

Modernización de las infraestructuras: el impacto del ferrocarril

Desde 1840 se inició un programa de construcción de carreteras que facilitó el transporte terrestre. Pero la auténtica revolución de los transportes terrestres, vinculada a los avances científicos y tecnológicos de la revolución industrial, fue el ferrocarril. En la etapa de Bravo Murillo como Ministro de Obras Públicas (Década Moderada del reinado de Isabel II), se inicia la construcción de las primeras líneas de ferrocarril: Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851) y Gijón-Langreo (1854). En el Bienio Progresista (1854-56), con la Ley General de Ferrocarriles de 1855 se impulsó la construcción de una importante red ferroviaria concebida como red radial, con Madrid como centro de la misma. Las ventajas del ferrocarril frente a otros medios de transporte tradicionales son considerables: capacidad de carga, velocidad y seguridad muy superiores, disminución de tiempos y costes… Muchas compañías estaban financiadas con capital extranjero (Ferrocarril del Norte…) pero en otras predominaba el capital español (Barcelona-Tarragona-Francia…). Con la crisis financiera de 1866 la fiebre constructora se interrumpíó. Ya en la Restauración Borbónica, con el desarrollo de la minería se vivíó un nuevo impulso constructor. -Otros aspectos: en 1845 se reforma la Hacienda (Reforma de Mon-Santillán), buscando aplicar el principio liberal de igualdad ante la ley. Se introdujo una nueva moneda, la peseta (1868). El camino hacia la Banca Moderna se completará con la creación del Banco de España.

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