La Transformación de Europa en el Siglo XIX: Industria, Clases y Revoluciones

La Expansión de la Revolución Industrial

Con el final de las guerras napoleónicas, los cambios de la Revolución Industrial iniciados en Inglaterra llegaron al resto de Gran Bretaña y a la Europa continental. Bélgica, Francia y amplias áreas de la Confederación Germánica fueron pioneras gracias a su desarrollo agrícola, abundante población, buenas comunicaciones, la llegada de tecnología e inversores británicos y sus condiciones naturales con la presencia de yacimientos de carbón.

A mediados del siglo XIX, la Revolución Industrial no solo había cruzado el canal de la Mancha, sino también el Atlántico, comenzando la industrialización de Estados Unidos. Sin embargo, a excepción de los países citados, el inicio de la industrialización se demoró durante décadas en el resto del mundo. En estas décadas destacaron los avances aplicados a los transportes debido a la necesidad de trasladar los productos agrarios e industriales. En 1829, el británico Stephenson aplicó por primera vez la máquina de vapor a una locomotora. En el mundo de la navegación aparecieron los barcos de vapor, aunque la competencia de veleros rápidos –clippers– retrasó su éxito. No obstante, desde 1869, con la apertura del canal de Suez, los barcos de vapor se generalizaron.

La Revolución Demográfica y los Avances Científicos

A lo largo del siglo XIX se produjeron importantes avances en la ciencia médica. Se descubrieron los gérmenes que provocaban enfermedades mortales como el cólera y la tuberculosis, y también se desarrolló la primera vacuna. El diagnóstico de las dolencias mejoró gracias a instrumental como el termómetro y el estetoscopio para auscultar el pecho, y se logró una mayor higiene hospitalaria.

La conjunción de los avances en la ciencia y los cambios derivados de las revoluciones agrícola e industrial contribuyeron a la disminución de la mortalidad, en especial la infantil, y al aumento de la esperanza de vida. Esto favoreció un mayor desarrollo industrial al suministrar más mano de obra a las fábricas y, a su vez, multiplicó el número de consumidores que demandaban bienes de consumo industriales. Además, incentivó la redistribución de la población: la falta de empleo en el campo y la creación de nuevos puestos de trabajo en las ciudades fomentaron el aumento de la población urbana y el éxodo rural.

De los Estamentos a las Clases Sociales: La Nueva Sociedad Liberal

La sociedad de clases es la forma de estratificación social propia de la época liberal. Las revoluciones liberales sentaron las bases legales para la igualdad jurídica de los ciudadanos, eliminando los estamentos de origen feudal. De forma paralela, se produjo la desarticulación económica del Antiguo Régimen, con la desaparición de privilegios económicos, bienes vinculados, limitaciones de precios y restricciones al comercio. La producción y comercialización de los bienes se organizó a través del libre mercado, donde la ley de la oferta y la demanda determina qué producir, cuánto y a qué precio, con la menor intervención posible de los poderes públicos.

Al quedar abolidos los privilegios que distinguían a la población en grupos sociales diferenciados, la riqueza personal se convirtió en el único criterio de ordenación social. Unas personas debían emplearse como asalariadas de aquellas que eran propietarias de los medios de producción. Inicialmente se distinguieron tres estratos de población en función de la disponibilidad de riqueza, denominados clases sociales: una reducida clase alta, una variada aunque no muy abundante clase media y unas amplias clases trabajadoras empobrecidas. La conjunción de la industrialización y el avance del libre mercado produjeron un crecimiento de la producción y de la riqueza inédito en la historia.

Características de las Nuevas Clases Sociales

La Clase Alta

Estaba formada por la nobleza del Antiguo Régimen y por la alta burguesía. Esta última también era muy adinerada, ya que integraba a banqueros, industriales, comerciantes, especuladores y dueños de compañías de transportes enriquecidos gracias a la industrialización.

Las Clases Medias

Incluían a grupos variados de la burguesía media y pequeña: propietarios agrícolas, funcionarios, profesores, empleados de bancos, empresas y oficinas, comerciantes y artesanos. Además, los avances técnicos y científicos fomentaron las profesiones liberales como abogados, economistas, ingenieros o médicos.

Las Clases Trabajadoras

Las clases trabajadoras incluían a aquellas personas que no tenían nada que vender más que su fuerza de trabajo, o cuya propiedad de bienes era ínfima. A este grupo social se lo denominó también clase obrera y proletariado por la importancia que adquirió el trabajo industrial. Los campesinos siguieron siendo durante décadas mayoritarios en relación con el total de la población. En las ciudades, la Revolución Industrial transformó gradualmente la estructura laboral, por lo que el taller y la fábrica convivieron durante el siglo XIX. En consecuencia, en las urbes, la distribución de la clase trabajadora no era homogénea. Al inicio de la industrialización los artesanos eran mayoritarios. Al mismo tiempo, el número de obreros industriales creció al desarrollarse la industrialización. Eran hombres, mujeres y niños que trabajaban en fábricas con máquinas que no requerían especial habilidad ni fuerza. Sus jornadas eran muy largas, las condiciones sanitarias malas y los salarios, muy bajos.

Las Revoluciones Liberales del Siglo XIX

  • 1820: Se inició en España, donde los liberales gobernaron durante tres años (1820-1823). Afectó también a Grecia, que obtuvo su independencia del Imperio turco otomano en 1829.
  • 1830: En Francia, Carlos X fue derrocado y Luis Felipe de Orleans implantó una monarquía liberal. También vivieron revoluciones Bélgica, que se independizó de los Países Bajos en 1831, y Polonia y algunos Estados italianos, donde la revolución fracasó.
  • 1848: En Francia cayó la monarquía de Luis Felipe de Orleans y se proclamó la Segunda República, cuyo primer presidente fue Luis Napoleón Bonaparte, quien terminó dando un golpe de Estado y proclamando el Segundo Imperio en 1852. La revolución se extendió por las principales ciudades del centro y sur de Europa, pero terminó fracasando.

El Nacimiento del Movimiento Obrero

  • Ludismo: Movimiento espontáneo que llevó a muchos obreros a destruir las máquinas, a las que culpaban de su situación laboral.
  • Cartismo: Movimiento organizado con fines laborales y políticos que logró una gran movilización en Gran Bretaña y pidió al Parlamento una mejora de sus condiciones laborales.
  • Marxismo: Ideología que debe su nombre a uno de sus principales teóricos, Karl Marx, quien junto con Friedrich Engels formuló la teoría de la lucha de clases entre opresores y oprimidos. Marx proponía emprender una revolución para destruir el capitalismo y dar el poder a los trabajadores.
  • Anarquismo: Ideología cuyos principales pensadores fueron Joseph Proudhon y Mijaíl Bakunin. Se oponían a cualquier forma de Estado y aspiraban a sustituirlo por asociaciones voluntarias entre las personas.
  • Internacionales obreras: Organizaciones obreras. La primera, la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), se rompió entre socialistas y anarquistas. En 1889 se fundó la Internacional Socialista (Segunda Internacional).

El Proletariado: Condiciones de Vida y Organización

  • Quiénes lo formaban: Aquellos que solo poseían su fuerza de trabajo y la «vendían» a cambio de un salario, es decir, los obreros.
  • Condiciones de trabajo: Los obreros trabajaban jornadas muy largas (a veces de más de doce horas) sin apenas descanso, en condiciones de escasa o nula salubridad y seguridad, y cobraban salarios muy bajos que apenas les permitían sobrevivir.
  • Forma de vida: Vivían en barrios junto a las fábricas, en casas de escasa calidad, pequeñas, mal ventiladas e iluminadas. Generalmente, disponían de una habitación en el piso bajo, que servía de cocina y de comedor, y otra en el piso alto, donde dormía toda la familia. No tenían agua corriente ni cuarto de baño.
  • Organización y reivindicaciones: Las primeras reacciones contra las malas condiciones laborales fueron espontáneas y muchos obreros destruyeron las máquinas (ludismo). En este tiempo, los obreros solo podían participar en sociedades de socorro mutuo, asociaciones de apoyo a los trabajadores que enfermaban o se quedaban en paro. El derecho de asociación se reconoció por primera vez en Gran Bretaña en 1824. A partir de ese momento nacieron los primeros sindicatos (trade unions), que reclamaban mejoras salariales, reducción de la jornada laboral y supresión del trabajo infantil.

La Restauración y el Congreso de Viena (1814-1815)

El Congreso de Viena fue una reunión de las principales potencias europeas que tuvo lugar en Viena entre 1814 y 1815, durante la época de la Restauración y tras la derrota de Napoleón. Sus objetivos eran resolver los problemas internacionales, garantizar una paz duradera y evitar nuevas revoluciones. Durante las reuniones se remodeló el mapa de Europa: Francia volvió a las fronteras anteriores a la Revolución, se crearon Estados-tapón (Holanda se quedó con Bélgica, y Piamonte, con Saboya y Génova) y Rusia, Austria y Prusia se repartieron territorios. Sin embargo, no se resolvieron los problemas nacionalistas de Polonia, Italia o Alemania.

Las convulsiones provocadas por las guerras revolucionarias llevaron a una reacción contraria extrema. Así, y por iniciativa del zar de Rusia, se firmó el 26 de septiembre de 1815 la llamada Santa Alianza, que unía a los gobernantes de Rusia (ortodoxo), Austria (católico) y Prusia (protestante) para garantizar que desde ese momento la política internacional tuviese una base moral cristiana. El canciller austriaco Metternich aprovechó para convertirla en una defensa a ultranza del absolutismo monárquico, con la que los soberanos se comprometían a proteger la paz, la religión y la justicia y, en virtud de su responsabilidad ante Dios (son monarcas por la gracia de Dios), asumían el derecho a intervenir militarmente en países inmersos en procesos revolucionarios que atentaran contra los Gobiernos de naturaleza cristiana y patriarcal.

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