El conflicto con el gobierno del partido radical: la ley de contratos de cultivos de 1934

BLOQUE X. LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA Guerra Civil EN UN CONTEXTO DE CRISIS INTERNACIONAL (1931-1939)


La Segunda República: Constitución de 1931 y el bienio reformista (incluyendo la política de reformas y realizaciones culturales)

La Segunda República


El triunfo de las candidaturas republicanas en las grandes ciudades el 14 de Abril de 1931 llevó a la proclamación de la Segunda República, que comenzó en España en una situación internacional marcada por la crisis económica de 1929, las dificultades de la democracia en varios países europeos y el ascenso de los fascismos y del comunismo. Ante el triunfo de los republicanos, el rey Alfonso XIII se exilió a Italia. La Segunda República contaba con el apoyo de la mayoría de los intelectuales, las clases medias y una parte importante del movimiento obrero, pero tenía la desconfianza de los grupos económicos más poderosos y de los pequeños propietarios campesinos. El Comité revolucionario creado en el Pacto de San Sebastián (1930) se convirtió en el primer Gobierno Provisional de la República presidido por Niceto Alcalá Zamora y que estaba compuesto por: republicanos conservadores (Niceto Alcalá Zamora), republicanos de izquierda (Manuel Azaña), republicanos radicales (Alejandro Lerroux), socialistas del PSOE (Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto) y nacionalistas catalanes y gallegos. El gobierno debía dirigir el país hasta que unas nuevas Cortes Constituyentes dieran forma al nuevo régimen. No obstante, tuvo que responder desde un principio al ansia general de reformas. Los primeros decretos aprobados durante la Segunda República reconocieron amplios derechos individuales, proclamaron la amnistía, y sentaron las bases de las reformas agraria, educativa, militar y laboral. Pero el gobierno provisional hubo de afrontar otra cuestión: Francesc Maciá había proclamado el Estat Catalá en Barcelona el mismo 14 de Abril. El problema fue resuelto con la aplicación de una autonomía provisional para Cataluña. Además el impacto de la crisis económica encrespó el ambiente social inmediatamente. A la vez que la CNT promovía una amplia campaña de huelgas, los 2 enfrentamientos entre la Iglesia y el nuevo gobierno fueron inmediatos. El sector más conservador de la Iglesia, encabezado por el Cardenal Segura, puso todo tipo de trabas a la vez que hacía un elogio de la Monarquía. El anticlericalismo afloró de nuevo y en Mayo de 1931 diversas iglesias y conventos fueron asaltados y quemados. La opinión pública católica se alejó desde un primer momento del nuevo régimen republicano.

La Constitución de 1931


El fin primordial del Gobierno Provisional era la reuníón de Cortes Constituyentes, para que dieran al nuevo régimen su soporte jurídico y político. De este modo, se celebraron elecciones el 28 de Junio con una alta participación (70,14%), proporcionando un claro triunfo a la coalición republicano-socialista. El 9 de Diciembre las Cortes aprobaron una nueva Constitución, muy avanzada para su tiempo. Tenía un marcado carácter democrático y progresista. La mayoría parlamentaria republicano-socialista condiciónó los contenidos de la Constitución, que eran los siguientes: • Soberanía popular. Se declaraba al nuevo Estado español una «República democrática de trabajadores de todas clases».


• Se estipuló el sufragio universal –también para las mujeres, por primera vez en España –directo y secreto. Se establecía el voto a los 23 años. • Igualdad de todos los españoles ante la Ley y amplia declaración de derechos y libertades individuales(derecho a la educación, al trabajo, no discriminación por razón de origen, sexo o riqueza, divorcio, equiparación de hijos legítimos e ilegítimos,…). • División de poderes del Estado: el legislativo quedaba en manos de unas Cortes unicamerales; el ejecutivo era compartido por el Presidente de la República (actuaba como moderador del sistema y con escasos poderes) y el Jefe de Gobierno, nombrado por el Presidente, pero que debía contar con la aprobación de las Cortes; por último, el judicial quedaba en manos de los tribunales de justicia, creándose el Tribunal de Garantías Constitucionales. • Se reconoce el derecho de las regiones a establecer Estatutos de Autonomía, por primera vez en la historia de España. • Estado laico. Se establece la separación de la Iglesia y el Estado, la supresión del presupuesto de culto y clero, la prohibición al clero católico de ejercer la docencia y 3 la libertad de conciencia y cultos. Se aprobaría después el matrimonio civil y la secularización de los cementerios.

El Bienio Reformista (1931 – 1933 )


Una vez aprobada la Constitución, las Cortes eligieron presidente de la República a Niceto Alcalá Zamora y a Manuel Azaña como presidente de gobierno. El nuevo gobierno contó con el apoyo de todos los partidos del Gobierno Provisional, excepto de los radicales de Alejandro Lerroux. En un contexto económico desfavorable, marcado por el ascenso del paro, se aplicó un amplio programa de reformas, puesto en marcha por los primeros decretos de Abril de 1931. 1. Reformas sociales y laborales: El socialista Largo Caballero, desde el Ministerio de Trabajo inició una serie de reformas para mejorar las condiciones laborales. Se instituyó la jornada de ocho horas, el derecho a la huelga y los jurados mixtos de arbitraje. La semana de 40 horas, el aumento de los salarios, la negociación colectiva, la creación de seguros sociales. 2. Reforma educativa: Bajo el objetivo de reducir el analfabetismo, se planificó la creación de escuelas, institutos, bibliotecas ambulantes…etc., aunque no pudo llevarse a cabo en su totalidad por las dificultades presupuestarias. Se promovíó una educación liberal y laica, con un modelo de escuela mixta, pública, obligatoria y gratuita. Se suprimíó la religión católica como asignatura y se prohibíó el ejercicio de la enseñanza a las congregaciones religiosas. Ambas decisiones provocaron el rechazo frontal de la derecha y de la Iglesia. En el primer año de República, bajo la dirección de Marcelino Domingo se crearon 7.000 escuelas, que se elevaron hasta 13.500 durante la etapa de Fernando de los Ríos. 3. Reforma agraria Fue la más ambiciosa, ya que intentó resolver las desigualdades en el medio rural, donde existía una enorme concentración de la propiedad, y miles de campesinos sin tierra. En 1932 se aprobó la Ley de Bases de la Reforma Agraria, con la oposición de los terratenientes y de la antigua nobleza, que financiaron el Golpe de Estado del general José Sanjurjo (Agosto de 1932), que no llegó a triunfar. Se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), que se encargó de la expropiación de las tierras, previa indemnización. 4 Los fondos económicos con los que contaban fueron insuficientes y se asentó a menos familias de las previstas, lo cual provocó las protestas de los campesinos y la ocupación de tierras. A partir de la llegada de la derecha al poder, en 1934, la Reforma quedó en suspenso, y en 1936, con el triunfo del Frente Popular, la impaciencia llevó a muchos campesinos a no esperar el reinicio legal de la Reforma, y sí a ocupar ellos las fincas. 4. La reforma del problema regional. En 1932 se aprobó el Estatuto de Cataluña por el cual se reconocía a los catalanes el derecho a tener gobierno autónomo propio (La Generalitat), presidente (Maciá), y parlamento propios (Companys).


La aprobación del Estatuto y la solicitud de otros – País Vasco, Galicia – contó con una fuerte oposición en las Cortes y en la prensa de derechas, a la vez que despertó recelos en los medios militares respecto a la unidad de España. Se encauzaba así el viejo problema del centralismo con una nueva experiencia de Estado descentralizado. 5. Reforma militar Tenía como finalidad modernizar el ejército, mejorar su preparación y efectividad y también asegurar se fidelidad a la Segunda República. Se aprobó la Ley Azaña, que permitía a los generales y oficiales retirarse, incluso con el sueldo íntegro, si no juraban fidelidad a la República, pese a lo cual juraron fidelidad José Sanjurjo, Emilio Mola y Francisco Franco. El número de oficiales retirados fue menor de lo esperado. 6. Política de reformas y realizaciones culturales La República recibíó el apoyo de muchos intelectuales. El lema de cultura para todos se convirtió en un objetivo colectivo. Muchos dirigentes republicanos y socialistas pertenecían al mundo cultural. En 1930 se formó la Agrupación, entre cuyos integrantes se encontraban Ortega, Marañón o López de Ayala. Ortega y Marañón se presentaron a las elecciones de 1931, consiguiendo acta de diputados. Mientras que grandes intelectuales como Miguel de Unamuno y Pío Baroja, integrantes de la generación del 98, se sintieron desplazados, literatos como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Miguel Hernández o el cineasta Luís Buñuel, 5 componentes de la Generación del 27, se sintieron plenamente identificados con el ideal republicano. Formaban un grupo muy compacto vinculado a la Residencia de Estudiantes de Madrid. El Gobierno Provisional diseñó un plan educativo de cuya aplicación se ocuparon Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos, según el modelo de la Institución Libre de Enseñanza –escuela laica, mixta, obligatoria y gratuita. Destaca igualmente el Teatro Itinerante (la compañía teatral universitaria “La Barraca” creada e impulsada por Federico García Lorca y subvencionada por el Ministerio de Instrucción Pública, y el Búho, dirigido por Max Aux). Y las Misiones Pedagógicas creadas en Mayo de 1931, con el objetivo de difundir la cultura general, la orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares. Igualmente destacaron las Universidades Populares y las bibliotecas ambulantes y rurales. La prensa alcanzó un notable desarrollo, en el que se reflejaba un deseo de renovación cultural. Destacan diarios como El Sol, El Debate, ABC, La Vanguardia; publicaciones de organizaciones políticas y sindicales, como El Socialista, o revistas de la época, como Cruz y raya, Leviatán o Ahora. El gobierno republicano-socialista hubo de enfrentarse a huelgas de obreros y campesinos, a ocupaciones de tierras protagonizadas por la CNT, y a hechos violentos como el de Casas Viejas (Cádiz, 1933), un alzamiento anarquista que terminó con más de diez muertos. Los socialistas comenzaron a rechazar un gobierno cuyos instrumentos de represión provocaban la muerte de campesinos. La coalición republicano-socialista entró en crisis y Manuel Azaña dimitíó. El Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora disolvíó las Cortes y convocó elecciones para Noviembre de 1933. La oposición al gobierno republicano-socialista se concretó alrededor de: Una derecha unida: 1. -. Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), dirigida por Gil Robles y apoyada por la Iglesia Católica bajo el lema: Religión, Patria, Familia, Propiedad y Orden. 2. -. Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo, que agrupaba a los monárquicos. 3. -. Falange Española (1933), de inspiración fascista y fundada por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador. 6 Una izquierda fragmentada: -. Partido Radical, dirigido por Alejandro Lerroux. -. Federación Anarquista Ibérica (FAI), ala más radical y revolucionaria de la CNT, que defendía la vía insurreccional y armada. -. Partido Comunista de España (PCE), que iba creciendo entre campesinos y obreros.

La Segunda República: el bienio radical – cedista. La Revolución de 1934. Las elecciones de 1936. Y el Frente Popular

El bienio radical—cedista (Diciembre de 1933 a Diciembre de 1935)


En Noviembre de 1933 se celebraron las segundas elecciones de la Segunda República, que transcurrieron sin violencia. La victoria electoral fue para los partidos de centro-derecha, el más votado fue la CEDA de J.Mª Gil Robles seguido del Partido Radical de Lerroux, al que el presidente Alcalá Zamora encargó la formación del gobierno, que contó con el apoyo de la CEDA. La llamada a la abstención de la CNT hizo que en las zonas obreras se produjese una alta abstención. El gobierno de Lerroux llevó a cabo una política contraria a la que se había realizado durante el Bienio reformista. La reforma agraria quedó paralizada, devolvíéndose las tierras a sus antiguos propietarios y expulsando a los miles de jornaleros que se habían asentado y a los que los terratenientes se negaron a contratar; el clero volvíó a ser financiado por el Estado; se aprobó una ley de amnistía que favorecíó a los militares encarcelados por el fallido Golpe de Estado de 1932; se ralentizó la construcción de escuelas y se bloquearon los Estatutos de Autonomía, quedando paralizado el proyecto vasco presentado por el PNV. En este periodo se produjo una polarización política con la radicalización de las derechas y de las izquierdas. El incremento de la conflictividad social en las zonas industriales y agrarias latifundistas consolidó a la CEDA y sus juventudes participaban activamente en manifestaciones violentas. Lo mismo hizo Falange Española, que se fortalecíó al fusionarse en 1934 con las JONS, practicando también una política de violencia callejera y enfrentamientos con los grupos de izquierda para conseguir sus fines políticos. 7 Los republicanos se agruparon en nuevo partido denominado Izquierda Republicana. El PSOE y la UGT, por temor al fascismo, también se radicalizaron. Todo ello facilitó el comienzo de un movimiento revolucionario, especialmente importante en Asturias y Cataluña. Tras la revolución de Octubre de 1934, comienza la segunda etapa del Bienio radical-cedista. Los incidentes de la revolución motivaron el endurecimiento de la política del gobierno. Además, se suspendíó el Estatuto de Cataluña en represalia por la participación del gobierno catalán en la revolución de Octubre y se aprobó una nueva Ley de Reforma Agraria, que en realidad era una contrarreforma, ya que detuvo el proceso de entrega de tierras y asentamiento de los campesinos. El gobierno se encontraba en situación de inestabilidad por los continuos enfrentamientos entre el Partido Radical y la CEDA; los radicales necesitaban del partido de Gil Robles para gobernar, pero estaban en desacuerdo con muchos de sus planteamientos, como por ejemplo los nombramientos que llevó a cabo Gil Robles desde el Ministerio de la Guerra, colocando a militares con dudoso apoyo a la República, cuando no abiertamente hostiles, en puestos clave como Franco que fue designado Jefe del Estado Mayor, Fanjul como subsecretario del Ministerio y Mola como Jefe del ejército de Marruecos. En Octubre de 1935 el escándalo del estraperlo, autorización de unos juegos de azar (ruleta eléctrica manipulable) mediante el soborno a algunos políticos del Partido Radical, supuso el fin de la colaboración radical-cedista. Lerroux dimitíó como presidente del Consejo de Ministros, disolviendo Alcalá Zamora las Cortes y convocando elecciones para Febrero de 1936.


La Revolución de 1934


En el mes de Octubre de 1934 se produjo el momento más crítico de la Segunda República. El 4 de Octubre de 1934, Lerroux formó un nuevo gobierno, en el que se integraron tres ministros de la CEDA, lo que fue considerado por el PSOE y por Esquerra Republicana de Cataluña como el triunfo de la derecha más radical e incluso del fascismo, ya que Hitler llevaba más de un año en el poder y el partido de Gil Robles no ocultaba su admiración por el nazismo. Se desencadenó así una insurrección que venía preparándose desde que en 1933 la derecha ganara las elecciones. El 5 de Octubre la UGT convocó una huelga general. La prensa de izquierdas animaba a la opinión pública a sumarse a la insurrección, hecho que se produjo el 6 de 8 Octubre de 1934. No obstante, la huelga fracasó en la mayor parte de España por dos motivos: por un lado, no tuvo el seguimiento popular que esperaban las fuerzas revolucionarias y, por otro, el ejército y la Guardia Civil reprimieron a los huelguistas. En Cataluña, la huelga tuvo un carácter político independentista. La noche del 6 de Octubre Lluis Companys, de Esquerra Republicana de Cataluña, proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal española, invitó a luchar contra el gobierno fascista y pidió que Barcelona fuese la sede de un gobierno provisional de la Segunda República. Un día más tarde, tras bombardear el edificio de la Generalitat, el ejército controló la insurrección. Se suspendíó la autonomía catalana y el gobierno catalán fue acusado de rebeldía. Asturias fue el único lugar en el que la insurrección triunfó. Anarquistas, socialistas y comunistas firmaron la Alianza Obrera, que tenía como fin socializar los medios de producción. Miles de obreros armados controlaron durante tres días toda Asturias y proclamaron la República Socialista Asturiana. Para sofocar la insurrección el Gobierno envió unidades de la Legión y de los Regulares estacionadas en Marruecos bajo el mando del general Francisco Franco. El 18 de Octubre la insurrección estaba completamente controlada. El balance fue de más de 1300 muertos, 30.000 encarcelados y 23 penas de muerte, aunque una 21 de ellas fueron conmutadas por la presión de los partidos de izquierda y la decisión del propio presidente Alcalá Zamora.

Las elecciones de 1936 y el Frente Popular


A las elecciones del 16 de Febrero de 1936 el país llegó dividido en dos bloques irreconciliables. Los partidos de izquierda y nacionalistas se agruparon en el llamado Frente Popular, que hizo una campaña electoral con un programa reformista, basado en dos puntos principales: recuperar los grandes cambios del bienio republicano-socialista y conceder la amnistía para los represaliados por la Revolución de Octubre de 1934. El Frente Popular estaba integrado por Izquierda Republicana (Manuel Azaña), Uníón Republicana (Diego Martínez Barrio), PSOE (Largo Caballero e Indalecio Prieto), PCE (Partido Comunista de España: Dolores Ibarruri), Federación Nacional de Juventudes Socialistas, Partido Sindicalista y POUM (Partido Obrero Unificado Marxista). Aunque la CNT no se sumó al Frente Popular, no se mostró beligerante, lo que probablemente motivó que muchos anarquistas que tradicionalmente se abstenían, en esta ocasión sí votaran. 9 En Cataluña los nacionalistas se unieron dando lugar al Front d’Esquerres de Cataluña, liderado por Esquerra Republicana (ERC) de Lluis Companys. Los partidos conservadores y monárquicos también se presentaron unidos en el llamado Frente Nacional Contrarrevolucionario, liderado por la CEDA. Su principal mensaje era identificar al Frente Popular como un pacto bolchevique que acabaría con la República. El resultado de las elecciones dio la victoria en escaños al Frente Popular, aunque los partidos de centro y derecha habían obtenido más votos. La CEDA logró 88 escaños, el PSOE 99 escaños e Izquierda Republicana 87 escaños. Manuel Azaña presidíó el primer gobierno del Frente Popular, que estaba formado por Izquierda Republicana y Uníón Republicana. Sus primeras decisiones fueron decretar una amnistía para todos los represaliados de la Revolución de Octubre del 34, a la vez que se restauró el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Tras su liberación, Lluis Companys volvíó a ser proclamado presidente de la Generalitat. Se aprobó en referéndum el Estatuto de Galicia y se empezó a discutir el del País Vasco en las Cortes. Además se retomó la reforma agraria de 1932, aunque en muchos lugares de Andalucía y Extremadura los jornaleros ocuparon los latifundios. El 7 de Abril el Congreso destituyó a Alcalá Zamora como presidente de la república, eligiendo un mes después a Manuel Azaña. Manuel Azaña quiso contar en el nuevo gobierno con el proyecto de los socialistas moderados de Indalecio Prieto, pero la presión del sector más izquierdista liderado por Largo Caballero se negó a ello. El nuevo gobierno, formado solo por republicanos de izquierda y presidido por el republicano Santiago Casares Quiroga, se formó el 13 de Mayo de 1936 sin la participación del PSOE. Durante la primavera de 1936 la vida política y social española se deterioró y aumentaron el terrorismo y los enfrentamientos violentos entre la izquierda y la derecha. Desde Marzo de 1936 varios generales, bajo la dirección de Emilio Mola venían preparando un Golpe de Estado contra el gobierno del Frente Popular. El general Francisco Franco, que había sido nombrado por el anterior gobierno radical-cedista Jefe del Estado Mayor, supónía igualmente un peligro para la Segunda República. La lucha política en las Cortes llegaba, pues, a la calle y a los cuarteles. El orden público era alterado por enfrentamientos callejeros, la oleada de huelgas parecía 10 incontrolable y la revolución campesina procedía a la ocupación de tierras. Calvo Sotelo denunciaba al Gobierno en las Cortes, mientras él mismo era acusado de provocar con sus protestas una intervención militar .Para prevenir esta posibilidad, el Gobierno alejó a los generales sospechosos: Mola fue enviado a Pamplona; Franco a Canarias y Goded a Baleares. Los últimos días de la Segunda República fueron convulsos y constituyen el preludio de la Guerra Civil. El desencadenante último de la Guerra Civil fueron dos asesinatos: el del teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo, el 12 de Julio de 1936, por extremistas de derechas, y el asesinato del diputado de derechas José Calvo Sotelo, el 14 de Julio de 1936, a manos de varios guardias de asalto. La muerte de este último aceleró la intervención militar, y el 17 de Julio de 1936 las tropas de la Comandancia de Melilla se sublevaron contra el Gobierno.

La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. El desarrollo del conflicto: etapas y evolución de las dos zonas.

La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra


Desde las elecciones de Febrero de 1936, la tensión política y social se había incrementado de forma notable. Los consecutivos asesinatos del teniente Castillo – guardia de Asalto y militante del PSOE- y del político monárquico José Calvo Sotelo fueron la prueba más notable de esa tensión. Un grupo de militares contrarios al gobierno (Sanjurjo, Mola, Goded, Fanjul, Varela o Franco, entre otros), llevaban tiempo preparando un Golpe de Estado. Como jefe de la sublevación se designó al general Sanjurjo, pero murió al estrellarse el avión que le traía a España desde Estoril, Portugal. Por este motivo, el coordinador de toda la trama conspiradora fue, desde Pamplona, el General Mola, conocido como el Director. El General Mola organizó el Golpe de Estado contando con el apoyo de parte del Ejército y de los grupos políticos antirrepublicanos: monárquicos, carlistas y falangistas. Además, contaban con el apoyo económico de banqueros como Juan March y con el apoyo político de los monárquicos, carlistas y falangistas. Este debería realizarse con gran rapidez para evitar la posible reacción del gobierno y los grupos de izquierda. El gobierno sería sustituido por una dictadura provisional. Pese a los constantes rumores de golpe, el gobierno de Casares Quiroga se 11 limitó a alejar a los militares más antigubernamentales, Mola, Franco y Goded, destínándolos a Pamplona, Canarias y Baleares respectivamente. Sin embargo los preparativos de la sublevación habían continuado. Los conspiradores sabían que era difícil que triunfara el Golpe de Estado debido a dos factores: por un lado, la división en el Ejército y en las fuerzas de seguridad (Guardia Civil y Guardia de Asalto) y, por otro lado, la buena organización de las asociaciones obreras y campesinas, dispuestas a defender la República e incluso a aprovechar la situación para organizar una revolución social. El golpe estaba previsto para el 18 de Julio, pero se inició la tarde del 17 en Melilla, a la que siguieron Ceuta y Tetuán. A lo largo del día 18 de Julio, los sublevados alzaron gran parte de la Península –Navarra, Álava, Castilla-León, Galicia y varias regiones de Aragón y Andalucía – además de Marruecos, Canarias y Baleares. Sin embargo, la acción conjunta de militares leales al Gobierno y organizaciones obreras consiguió sofocar la rebelión en las grandes ciudades del país salvo en Sevilla y, por consiguiente, se produjo el fracaso del Golpe de Estado. Los sublevados no se rindieron y organizaron una guerra relámpago para conquistar Madrid, dando comienzo entonces la Guerra Civil. Básicamente, el triunfo o fracaso del golpe se debíó a dos factores: la rapidez y coordinación de los golpistas y la capacidad de reacción de las fuerzas fieles al legítimo gobierno de la república. Tras el Golpe de Estado el país quedó dividido en 2 bandos: a) La República. Económicamente controlaba las zonas industriales y mineras, además de los recursos financieros del Banco de España, especialmente las reservas de oro. Militarmente contaba con el apoyo de la Marina, la Guardia de Asalto y una parte del ejército, aunque sin mandos ya que la mayoría de los oficiales se habían sublevado. El grueso de la las tropas lo formaban milicianos pertenecientes a las organizaciones obreras y campesinas, recién armados y sin ninguna formación militar. B) Los sublevados (que pasaron a llamarse a sí mismos nacionales). Económicamente dominaban las principales zonas cerealísticas, además del carbón leónés y las minas de Riotinto.También dispusieron de numerosos voluntarios de las milicias organizadas por los falangistas y los carlistas (requeté).


El desarrollo del conflicto: etapas y evolución de las dos zonas


El desarrollo de la Guerra Civil puede dividirse en tres etapas:
Primera etapa (Julio 1936-Marzo 1937). El punto clave de esta etapa fue Madrid, cuya conquista era el objetivo primordial de los rebeldes. Por el norte las tropas del General Mola avanzaron desde Navarra y llegaron hasta el Sistema Central, pero fueron detenidas por los milicianos en la Sierra de Guadarrama. Franco tuvo que aerotransportar, con ayuda alemana, el ejército de África hasta Sevilla y, desde allí, tomó Badajoz, pero en lugar de dirigirse directamente a Madrid, se desvió hacia Toledo para liberar a los resistentes del Alcázar tras un sitio de casi dos meses. Ese retraso fue clave para que la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el general Miaja -que se había convertido en la máxima autoridad ya que el gobierno se había marchado a Valencia-, organizase la defensa de la capital. Para este fin Miaja contó, además de los milicianos, con la ayuda de las Brigadas Internacionales y las primeras remesas de armamento soviético. En el otoño del 36, tras durísimos combates, la ofensiva rebelde fue detenida a las afueras de Madrid y aunque la ciudad no fue conquistada quedó cercada al resto de la guerra. Los sublevados (nacionales) intentaron dos maniobras envolventes para tomar Madrid en Febrero y Marzo de 1937 (Batallas del Jarama y Guadalajara), pero ambas fracasaron. Franco, convencido de que Madrid no sería tomada rápidamente, cambió de estrategia. No obstante, el cerco de Madrid continuó durante toda la guerra. Nacieron así las consignas que se hicieron famosas, tales como “No pasarán”; “Madrid será la tumba del fascismo”.
Segunda etapa (Abril 1937-Octubre 1937). Tras el fracaso en la toma de Madrid, Franco decidíó llevar a cabo la “Campaña del norte”. Dos factores actuaron a favor de los atacantes: por un lado, la zona estaba aislada del resto de las regiones controladas por la República y, por otro lado, contaron con la ayuda de las tropas italianas y de la aviación alemana (Legión Cóndor), que el 26 de Abril ensayó en Guernica la destrucción de una ciudad ocupada solo por población civil. La campaña comenzó por el País Vasco, que 13 desorganizado e inferior militarmente fue una presa fácil. Finalmente, el 19 de Julio Bilbao fue tomado por tropas italianas y navarras. En esos momentos muere Mola en un accidente aéreo, el único que podía disputarle a Franco la jefatura del bando sublevado. El General Vicente Rojo – Jefe del Estado Mayor republicano –ordenó una ofensiva sobre Brunete para tratar de aliviar la presión sobre Madrid y obligar a los sublevados (nacionales) a retirar tropas del frente norte. Tras un avance inicial, la situación se estabilizó y las tropas franquistas reanudaron el asalto a Santander, ciudad que conquistaron rápidamente (26 de Agosto), para atacar a continuación Asturias que también sería conquistada en Octubre de 1937, lo que dejó a la República sin la zona del país más rica en recursos minerales y de mayor producción industrial y, por consiguiente, perder sus posibilidades de éxito.
Tercera etapa (Octubre 1937-Abril 1939). Durante esta etapa el centro del conflicto se traslada al este de la Península Ibérica. El General republicano Vicente Rojo lanzó en Diciembre de 1937 un ataque sobre Teruel, conquistando la ciudad. No obstante, dos meses después Franco recupera la ciudad e inició la campaña del Mediterráneo. El objetivo de esta campaña era partir en dos la zona republicana y aislar a Cataluña, lo que se consiguió el 15 de Abril cuando sus tropas alcanzaron el Mediterráneo en Vinaroz. Para evitar el avance de los nacionales sobre Valencia, el general Rojo lanzó la última ofensiva republicana dando lugar a la Batalla del Ebro. Fue la batalla más dura de toda la guerra, con más de 100.000 bajas. El 24 de Julio las tropas republicanas cruzaron el río Ebro por tres puntos, avanzando 30 kilómetros hasta aislar a una parte de las tropas de Franco y lograr la estabilización del frente.


La Guerra Civil: dimensión política e internacional del conflicto. Las consecuencias de la guerra


La Guerra Civil: dimensión política e internacional del conflicto.
Si analizamos su dimensión política, durante la Guerra Civil la zona republicana tuvo tres gobiernos. Tras los sucesos del 18 de Julio y el desconcierto sufrido por el gobierno de Casares Quiroga, éste fue sustituido por el republicano José Giral, que tomó como primera medida la decisión de armar a los obreros, que formaron milicias para enfrentarse a los sublevados. Se crearon así Juntas y Comités revolucionarios, que ante la ausencia de un poder civil organizado, llevaron a cabo una campaña de incontrolada represión contra los que ideológicamente apoyaban el golpe. Por su parte, los anarquistas aprovecharon la falta de autoridad para intentar llevar a cabo una revolución social con la colectivización de tierras en Cataluña y Aragón. Los sublevados consiguieron realizar un gran avance gracias a una confluencia de factores, tales como la escasa preparación militar de los milicianos, la falta de una mando militar único y los desórdenes sociales. Esta situación forzó a que Azaña, en Septiembre de 1936, encargase al dirigente socialista Francisco Largo Caballero la formación de un gobierno de unidad nacional compuesto por republicanos, socialistas, nacionalistas (vascos y catalanes) y anarquistas. Se creó, de esta forma, el Ejército Popular militarizando las milicias obreras y se restauró la legalidad disolviendo los comités revolucionarios. 15 El 1 de Octubre las Cortes aprobaron el Estatuto de autonomía del País Vasco, siendo José Antonio Aguirre el primer lendakari. El asedio de la capital hizo que el gobierno se marchase a Valencia. Los fracasos militares y los sucesos de Mayo del 37 en Barcelona, en los que se produjo un enfrentamiento militar entre los anarquistas y el POUM contra los comunistas debido al intento de acabar con los comités de vigilancia y centralizar la dirección del orden público, provocaron la sustitución de Largo Caballero. Juan Negrín, eminente médico y político socialista, fue el encargado de formar gobierno. Reforzó la disciplina militar y la autoridad del Estado, especialmente frente a los anarquistas. También buscó incrementar la ayuda militar soviética. Fue defensor de resistir hasta el final, pese a las derrotas militares que sufríó la República, ya que pensaba que estallaría un conflicto internacional entre las dictaduras fascistas (Alemania e Italia), que apoyaban a Franco, y las democracias (Francia e Inglaterra), por lo que éstas últimas apoyarían al gobierno republicano. También intentó negociar una rendición sin represalias para los vencidos (Los 13 puntos de Negrín), pero su propuesta fue rechazada por Franco. El Golpe de Estado del coronel Casado puso fin al gobierno de Negrín y aceleró el final de la República. Por su parte, la dimensión política de la zona sublevada presenta una óptica diferente. La muerte del general Sanjurjo, el 20 de Julio de 1936, cuando volaba desde Portugal hacia España, dejó a la insurrección sin un líder claro. El 24 Julio tuvo lugar una reuníón de los generales insurrectos en Burgos. Allí se acordó crear la Junta de Defensa Nacional, que se configuró como órgano provisional de gobierno de la zona nacional. Las medidas que adoptó fueron drásticas: se establecíó el estado de guerra en todo el territorio, se suprimieron todas las libertades y se disolvieron todos los partidos políticos, excepto la Falange y los requetés carlistas. En esos momentos la propaganda nacionalista acababa de elaborar la justificación del golpe militar contra un gobierno democráticamente elegido. Así presentaban la insurrección militar como un Alzamiento Nacional contra una República «marxista» y «antiespañola». La Iglesia Católica, perseguida en la zona republicana, terminó de configurar la guerra como una Cruzada para liberar a España del ateísmo.


Las medidas que se tomaron en el terreno económico fueron encaminadas en una doble dirección, tanto la cancelación de todas las reformas republicanas, siendo el mejor ejemplo la devolución a sus propietarios de las tierras repartidas en la reforma agraria, como la intervención del Estado en la economía siguiendo los principios de la ideología 16 fascista. Así, en 1937, se creó el Servicio Nacional del Trigo que pasó a controlar el abastecimiento de pan de la población. La necesidad de contar con una dirección única era evidente para unos militares educados en la disciplina y la jerarquía. Así el 1 de Octubre 1936 Franco fue designado Jefe del Gobierno del Estado español. Sus éxitos militares, el estar al frente del poderoso Ejército de África y el apoyo de Alemania con la que manténía contactos directos, explican el ascenso al poder de Franco. En adelante, el Caudillo, como le empieza a denominar la maquinaria propagandística del bando nacional, establece una dictadura personal basada en un régimen militar. Una Junta Técnica del Estado, formada por militares, se conforma como órgano consultivo del dictador. En Abril de 1937, se aprobó el Decreto de Unificación. Tanto falangistas como carlistas quedaron unificados en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, conocida como el Movimiento Nacional. El modelo de partido único del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán se impónía en la España franquista. La Ley de la Administración Central del Estado concentró en la figura de Franco los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. La Ley de Prensa establecíó la censura en todo tipo de publicaciones y el Fuero del Trabajo puso fin a la libertad sindical y establecíó el control del estado nacional sobre las organizaciones patronales y obreras. El nuevo régimen establecíó un estado confesional. Volvíó la subvención estatal de la Iglesia, se abolieron el divorcio y el matrimonio civil, gran parte de la educación retornó a manos del clero. Se establecía así lo que se vino a denominar el Nacional-catolicismo. Por último, se creó una legislación que institucionalizó la represión contra los vencidos. En Febrero de 1939 se aprobó la Ley de Responsabilidades Políticas, por la que se designaba «rebeldes» a todos los que se hubieran enfrentado al Movimiento Nacional. Por último, en lo que respecta a la dimensión internacional del conflicto, aunque la Guerra Civil fue una guerra entre españoles, hubo una importante participación extranjera en ambos bandos. Particularmente, los sublevados recibieron más ayuda, ya que contaron con la colaboración de de Alemania, Italia y Portugal, debido a la afinidad ideológica de sus gobernantes con los rebeldes. La primera intervención fue el apoyo aéreo para pasar el Ejército de África a la Península, después Mussolini envió setenta mil soldados italianos, munición y material de guerra; y Hitler mandó la Legión Cóndor, que incrementó de manera decisiva la superioridad aérea de Franco. La colaboración de 17 Portugal, aunque no fue decisiva en el terreno militar, permitíó el libre paso de armas para el ejército de Franco por territorio luso. Por último, hay que señalar las tropas marroquíes integradas en el Ejército franquista y que a menudo fueron utilizadas como fuerzas de choque. La única ayuda que recibíó el bando republicano de las democracias (Gran Bretaña y Francia) fueron las escasas armas enviadas desde Francia en los primeros momentos del conflicto. La ayuda francesa quedó inmediatamente cortada tras la firma del Pacto de No Intervención y la creación del Comité de no Intervención (Agosto 1936). La ayuda soviética comenzó a llegar a tiempo para participar en la defensa de Madrid. Sin embargo, aunque fue importante, resultó más dispersa y de menor calidad que la que recibíó Franco. Las Brigadas Internacionales estuvieron constituidas por grupos de voluntarios reclutados por la Internacional Comunista en muchos países del mundo, aunque no todos eran comunistas. Fueron unos cuarenta mil y tuvieron un papel importante en la defensa de Madrid y en las batallas del Jarama y Teruel.


La pretensión de la política de neutralidad de la “no intervención” fue un fracaso y dejó al gobierno de la República en clara desventaja, ya que Alemania e Italia mantuvieron permanentemente la ayuda a los sublevados.

Las consecuencias de la guerra


La Guerra Civil fue una catástrofe para España desde todos los puntos de vista. Sus consecuencias fueron diversas, terribles y en muchos casos duraderas. Cabe distinguir consecuencias demográficas, económicas y sociopolíticas. Entre las consecuencias demográficas, el fin del conflicto se caracteriza por el movimiento de una ingente cantidad de población que sufre traslados por campos y ciudades en condiciones de miseria, especialmente sentida en las grandes urbes, como Madrid. Ronda la cifra de 560.000 muertos ocasionados por la guerra, ya en combate o a causa de bombardeos sobre la población civil, represión, inanición o enfermedades. La mayoría de ellos son jóvenes en edad de procrear, por lo que dicha cifra hace descender las tasas de natalidad hasta un mínimo del 16,5% en 1939. A esta cantidad han de sumarse los 300.000 republicanos que cruzan la frontera en las semanas inmediatas al final de la contienda, por lo que no parece exagerado, a la 18 hora de hacer un balance final, fijar en 800.000 el número de ciudadanos que pierde España a causa del conflicto. Por su parte, entre las consecuencias económicas hay que analizar la desaparición de una gran parte de la población activa española y las cuantiosas pérdidas materiales que, a lo largo de los tres años de la contienda, se produjeron en las distintas localidades afectadas. Se calcula en más de 300.000 las casas destruidas en ciudades que son arrasadas, como Guernica, o que quedan muy afectadas, como Madrid, Teruel, Málaga y Barcelona. A la destrucción en las ciudades hay que añadir la de cientos de pueblos, como Brunete, que tienen que acometer su reconstrucción. Los transportes quedan seriamente dañados: el 75% de los puentes han de ser reparados, así como el 41% de las locomotoras y el 71% de los autobuses de viajeros quedan inservibles. La producción de trigo acusa una reducción del 30% en 1939 respecto a la de 1935; la de cebada, un 35%, y la de remolacha, un 65%. La ganadería sufre un descenso muy fuerte, al desaparecer el 40% de los caballos y el 25% del ganado mular y bovino. A pesar de que las fábricas y las minas no han sido especialmente dañadas, en la cornisa cantábrica se produce una reducción del 50% en la producción de acero y de hierro fundido con respecto a 1929. España soporta, además, la deuda contraída por el régimen franquista con Alemania e Italia, a lo que hay que sumar las deudas con las compañías petroleras norteamericanas. Asimismo hay que añadir la desaparición de 510 toneladas de oro del Banco de España por pago de armamento y víveres efectuados por el gobierno republicano a Francia, la URSS y México. La imagen de la posguerra es la de una población con falta de “casi todo”. Se raciona el pan, el aceite, la carne, el arroz, las patatas….. El mercado negro acrecienta la fortuna de unos pocos a costa de la miseria de la mayoría. Por último, las consecuencias sociopolíticas son igual de graves. Inmediata fue la imposición de un Estado dictatorial y autoritario, así como el aislamiento internacional por el rechazo a la dictadura militar. La política represiva de la posguerra agravó la división social que se creó durante la guerra, haciendo imposible la reconciliación entre vencedores y vencidos. Además, con 19 el final de la guerra se abre un período de exilio para miles de familias que deciden seguir con sus vidas al otro lado de la frontera. Son militares y funcionarios republicanos, médicos, profesores, intelectuales y obreros cualificados. La mayor parte de ellos terminan hacinados en campos de refugiados franceses, donde esperan embarcar para América, especialmente para México. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de Francia por las tropas de la Wehrmacht (ejército alemán), miles de españoles republicanos se enrolan en el ejército y en la resistencia francesa. Muchos otros son entregados a los alemanes por las autoridades del régimen colaboracionista de Vichy, para luego ser recluidos en campos de concentración, tal es el caso de Largo Caballero. También conocido es el caso de Lluís Companys, presidente del gobierno catalán, quien es entregado a las autoridades franquistas, que lo fusilan de forma inmediata. En el interior de España, el estado de guerra continúa hasta 1948. La promulgación de la Ley de Responsabilidades políticas de Febrero de 1939 abre la vía para la represión de quienes han prestado apoyo activo a la República. Se improvisan campos de concentración y cárceles para internar, en condiciones miserables, una población penal de carácter político, que en 1939 alcanza la cifra aproximada de 300.000 personas. Miguel Hernández, quien fallece encarcelado, o Buero Vallejo son testigos, entre otros intelectuales, de la miseria moral que se generará al finalizar la guerra.

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