Liberales isabelinos grupos sociales

Durante el Sexenio Democrático, Cánovas del Castillo había preparado la restauración borbónica. En 1870 Isabel II había abdicado en su hijo y en Diciembre de 1874, Alfonso XII publicó el Manifiesto de Sandhurst (redactado por Cánovas), en el que declaró su voluntad de ser rey y explicó su proyecto político. Ese mismo mes, el general Martínez Campos protagonizó el pronunciamiento de Sagunto por el cual Alfonso XII pudo regresar a España. El 24 de Diciembre de 1874 Alfonso XII fue proclamado rey y las Cortes comenzaron a elaborar una nueva constitución, aprobada en 1876. Era un documento breve, basado en la Constitución de 1845, que recogía la soberanía compartida, el bicameralismo, la confesionalidad del Estado, los mecanismos necesarios para imponer la ley y una declaración de derechos individuales que satisficiera a los liberales, como la libertad de culto. España se constituyó como una monarquía parlamentaria, donde la figura del rey era inviolable, tenía facultad para designar a un determinado número de senadores y podía deshacer las Cortes. En base a esta Constitución de 1876 y al turnismo político, se establecíó el sistema de la Restauración, el sistema canovista. Con este sistema se alcanzó la estabilidad política, debido a que muchos políticos del sexenio se agruparon en torno a 2 grandes partidos: el Partido Liberal, dirigido por Sagasta, y el Partido Conservador, dirigido por Cánovas. Mientras los conservadores aglutinaron a moderados y unionistas y estaban apoyados por las clases altas, los liberales agruparon a los progresistas y estaban apoyados por las clases medias. Sin embargo, en ambos casos se trataba de partidos elitistas cuyas posiciones eran bastante similares. En base a estos dos partidos se establecíó el turnismo, un sistema de alternancia política en el poder por el que se repartían los escaños previamente a las elecciones mediante el encasillado -y en caso de no funcionar, mediante el pucherazo (fraude electoral)-, gracias al apoyo de los caciques, que ejercían su influencia en la población rural de la zona.
Durante el reinado de Alfonso XII se alcanzó la pacificación del reino. Por un lado, se derrotó al carlismo definitivamente, tras la batalla de Somorrostro (1876), y por otro, se finalizó la Guerra de los Diez Años con Cuba, con la firma de la paz de Zanjón (1878). La prematura muerte de Alfonso XII en 1885 obligó a María Cristina a asumir la regencia hasta 1902 y consolidó el turnismo en España. Además, durante la regencia se realizaron avances hacia la uniformidad jurídica, reduciendo los fueros, y hacia la codificación, aprobando el Código Civil y el de Comercio. Al mismo tiempo, se realizaron mejoras sociales como la Ley de Asociaciones, el sufragio universal masculino, la reducción de la jornada laboral y la prohibición de trabajo a menores de edad. Respecto a la política religiosa, se produjo el fin del anticlericalismo del período revolucionario, garantizando a los disidentes que no serán molestados por sus opiniones religiosas. Poco a poco, aparecieron nuevas fuerzas políticas que no tenían representación. Así, el sistema entró en decadencia y no fue capaz de regenerarse.


La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino. El sistema canovista estaba basado en el turnismo, la alternancia pacífica en el poder del Partido Liberal y el Conservador. En ambos casos, se trataba de partidos elitistas cuyas posiciones eran bastante similares. Así, el sistema de turnos dejó a un lado a amplios sectores de la sociedad, que con el tiempo fueron en aumento. Desde mediados del Siglo XIX aparecieron movimientos regionalistas sobre la base de la existencia de realidades históricas, lingüísticas y culturales propias, que cuestionaron la existencia de una sola nacíón española y el centralismo de la Restauración. En el caso de Galicia (Alfredo Brañas) y Valencia (Llombart), se trató de reivindicaciones culturales y protestas por la mala gestión en la zona, pero no tuvieron fuerza suficiente para reclamar la autonomía. En Cataluña, el regionalismo comenzó como un Renacimiento cultural (Renaixença) pero el desarrollo económico sumó mayores exigencias. Almirall fundó el primer diario en catalán, creó el Centre Català, que fue la primera organización en exigir la autonomía y en 1885 presentaron el Memorial de Agravios al rey, donde reclamaban medidas proteccionistas. Años más tarde se redactaron las Bases de Manresa, un documento que expónía los pilares del catalanismo conservador, como el catolicismo o el federalismo, y que fue el fundamento para la creación de la Lliga Regionalista (1901) de Cambó, el primer partido catalanista, cuyo líder era Prat de la Riba y Cambó. Por su parte, el ideólogo del nacionalismo vasco fue Sabino Arana, que fundó el Consejo Nacional Vasco (Bizkai Buru Batzar), establecido en Vizcaya y origen del PNV. Reivindicó los fueros, rechazó la industrialización, defendíó el catolicismo a ultranza y alegó la superioridad vasca frente a los maketos (manifestaciones racistas). A la muerte de Arana, la actuación nacionalista aumentó, pero en 1918 se produjo una división entre el PNV, más radical y la Comunidad Nacionalista Vasca, mayoritaria y partidaria del colaboracionismo con el Gobierno.Además, en el Sexenio Democrático aparecieron las primeras asociaciones obreras y campesinas, que confiaban en la aplicación de reformas sociales. La Restauración supuso un retroceso de sus aspiraciones y una vez se aprobó la Ley de Asociaciones de 1881, el movimiento obrero se organizó legalmente en torno al socialismo o el anarquismo.El anarquismo consolidó su presencia con la salida de la clandestinidad, sobretodo en Andalucía (anarcocomunismo, en las zonas rurales) y Cataluña (anarcosindicalismo, en las zonas obreras). Defendía una lucha sindical sin la participación en política y por eso, en la década de los 90 protagonizó acciones terroristas para alcanzar sus objetivos, derivando en una represión y persecución,como la muerte de Cánovas del Castillo en 1897. Y de los anarquistas surge un sindicato la CNT  Por su parte, el socialismo cree que debe participar en el sistema para llevar a cabo la revolución desde dentro, no tuvo tanto respaldo social pero poco a poco fue arraigando en Madrid, Castilla la Nueva, Extremadura y las las zonas industriales de Vizcaya y Asturias. El socialismo atravesó dos etapas bien diferenciadas. La primera corresponde a la fundación clandestina del PSOE en 1879 por Pablo Iglesias. Y la segunda, el PSOE fue legalizado y contó con un semanario para expresar sus ideas (El Socialista) y con un sindicato, la UGT (1888). El obrerismo cristiano, fue impulsado por el padre Vicent, quien fundó el primer Círculo Católico Obrero, nace con el objetivo de neutralizar la creciente descristianización de las masas trabajadoras; es decir, con un carácter confesional que explica la ausencia de impulso sindicalista y que, como consecuencia, las masas trabajadoras tendieran a encuadrarse en las otras dos organizaciones. El movimiento obrero católico arraiga en Castilla la Vieja y León, Galicia, Navarra y País Vasco.

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