Austrias menores

LA CRISIS MONÁRQUICA DE LOS AUSTRIAS


Si la monarquía hispánica durante el siglo XVI marcada por los reinados de Carlos V y Felipe II (Austrias Mayores), los Austrias Menores:
Felipe III, Felipe IV y Carlos II en el siglo XVII no pudieron mantener el poderío internacional de sus predecesores, el esfuerzo bélico en los frentes europeos empobreció los reinos hispánicos. La paz de Pirineos (1659) marcó el fin de las pretensiones hegemónicas de la monarquía hispánica, y se propusieron objetivos más acordes con los medios existentes. En cambio, la gran época de las letras y las artes españolas o Siglo de Oro, coincidió con el reinado de los Austrias Menores.

LOS AUSTRIAS MENORES

La crisis de la supremacía castellana en Europa


Poco después de la muerte de Felipe II, morían también sus principales enemigos. Una nueva generación de monarcas se desarrolló en Europa lo que permitió que Castilla mantuviese aún su supremacía en Europa. 1618 se inicia en el Imperio Alemán La Guerra de Los Treinta Años. Comenzó siendo una guerra religiosa entre católicos y protestantes alemanes y acabó siendo una guerra europea en la que la católica Francia del Cardenal Richelieu, aliada a los calvinistas holandeses, luteranos alemanes y suecos acabó venciendo a las dos ramas de la dinastía Austria, la de Madrid y la de Viena.

Cuando en 1659 Felipe IV firmaba la paz de Pirineos con Luis XIV no podía verse la magnitud del desastre ya que las pérdidas territoriales no eran graves; el imperio se mantenía en Europa y América, pero estaba agotado por el esfuerzo de siglo y medio de luchas. Agotamiento de Castilla. Un agotamiento humano y económico.

Agotamiento humano


la población de Francia e Inglaterra aumenta considerablemente durante el siglo XVII, la de Castilla se estanca y desciende en este siglo, de modo que las ciudades y el campo castellano se convierten en auténticos desiertos demográficos. Causas:

Epidemias. Hubo tres grandes epidemias de peste bubónica en la que murio el 15 % de la población

Expulsión de los moriscos. En 1609, Felipe III decretó la expulsión de los moriscos. Ello supuso una crisis económica ya que en muchos lugares, eran una importante mano de obra agrícola, e igualmente dejaron de fabricarse multitud de manufacturas, tradicionalmente en manos de moriscos (alfareros, caldereros, tejedores…) por lo que hubo desabastecimiento.

Muchos castellanos emigraron a América, otros se enrolaron en los tercios y murieron en las batallas europeas y otros ingresaron en órdenes religiosas, lo que frenó la natalidad.

Agotamiento económico


El descenso demográfico supuso menor recaudación de impuestos y por ello el estado tuvo que declararse varias veces en bancarrota. A partir de 1600 el oro y la plata americanas empezaron a descender en producción, la ruta de los galeones castellanos era interceptada por los piratas británicos y arrebataban a los castellanos el oro y la plata. La ruta que desde Castilla llevaba grandes cantidades de lana a Flandes por el mar, comenzó a ser obstaculizada por los Países Bajos y terminó desapareciendo. Devaluaciones monetarias, Felipe III ante la falta de plata comenzó a autorizar acuñar moneda de vellón, es decir, de cobre puro y no con plata, lo que devaluó la moneda y aumentó la inflación. Felipe IV también autorizó varias devaluaciones monetarias.

La crisis económica afectó a todas las clases sociales de Castilla, los campesinos empobrecidos por la crisis se marcharon a América y otros se convirtieron en mendigos y pícaros y emigraron a las ciudades, viviendo de la caridad, la estafa o el juego… Los nobles sufrieron una crisis, su número dejó de crecer pues no hubo tantos éxitos militares, muchos se arruinaron al no haber botines y otros dejaron de acudir a la llamada de armas.

Una crisis política


La monarquía autoritaria, ahora en el siglo XVII llamada absoluta, exigía que el rey tuviera capacidad de gobierno, trabajo y decisión. Carlos V y Felipe II tuvieron esas capacidades, sus descendientes no, fueron unos políticos mediocres. Felipe III, fue un rey abúlico, preocupado por la caza y los actos religiosos. Felipe IV, quizá más brillante no tuvo interés por los asuntos de estado y prefirió las corridas de toros, el juego y las cortesanas. Carlos II,  se le llamó “El Hechizado” ya que era un enfermo con retraso físico y mental. Los tres “fueron gobernados” por influyentes amigos personales, o en el caso de Carlos II, incluso por su propia madre, doña Mariana. Se les llamo validos y ejercieron el validato o privanza. No tenían un cargo concreto, pero dirigían todos los asuntos que competían al monarca, el problema es que estaban más preocupados por su enriquecimiento personal que por el estado. El valido preferido de Felipe III fue el duque de Lerma. El de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares, y el de Carlos II, Juan José de Austria. Solo Olivares que era ambicioso sobresalió como político pero su política fue desafortunada ya que se obstinó por acciones de prestigio cuando los medios humanos y económicos lo imposibilitaban.

EL DERRUMBAMIENTO DE LA HEGEMONÍA CASTELLANA

La Guerra de los Treinta Años y la Guerra con Holanda


En 1618 se inicia la guerra de los treinta años. Guerra entre el emperador católico, Fernando II de Austria y los nobles alemanes protestantes. Felipe III ayudó a su primo austriaco que se impuso con el apoyo de los tercios castellanos. En el mismo momento acabó la llamada “Tregua de los Doce Años” q fue firmada entre España (Felipe III y Lerma) y Holanda, el año 1609, reanudándose las hostilidades. Así, con Felipe IV y Olivares envió tercios mandados por Spinola que obtuvieron la victoria de Breda (1625).

1640. El año de la crisis. Cataluña y Portugal

En plena guerra, Olivares con su política de prestigio intentó centralizar los esfuerzos de los diversos reinos de la monarquía en la “Unión de Armas” de donde había de surgir un ejército de la Corona de Aragón, Portugal e Italia. Aragón y Cataluña se negaron diciendo que la política Austria les había marginado de los botines europeos y americanos. Olivares introdujo un ejército en Cataluña para dominar el principado. Hubo una revuelta campesina (“El Corpus de Sangre de 1640) por los excesos de los tercios de Castilla y Olivares se enfrentó a un ejército formado por la Generalitat y el apoyo francés que venció en Lérida y Montjuic. Cuando Olivares decidió enviar tropas desde Portugal a Cataluña, una sublevación nacionalista eligió como rey de Portugal a Juan IV Braganza, independizándose de la monarquía hispánica con ayuda francesa y holandesa, finalmente, en el tratado de Lisboa de 1668, Carlos II tuvo que reconocer la independencia portuguesa.

Los tercios que quedaban acuartelados en Países Bajos recibieron la temerosa orden de marchar hacia París, siendo derrotados por los franceses en Rocroi (1643). Olivares fue cesado y como los Austrias de Viena fueron derrotados por los protestantes, hubo que pedir la paz.

La paz de Westfalia (1648) representó el fracaso definitivo de la idea Imperial de los Austrias, reconociéndose la independencia de Los Países Bajos. La paz de Pirineos (1659) supuso el fin de las hostilidades con Francia.

La larga decadencia del reinado de Carlos II (1665-1700)


manteniendo la mayoría de sus posesiones, Castilla ya no era una potencia. La ruina castellana y la desmoralización han quedado plasmadas en las novelas picarescas y en las críticas de escritores como Quevedo.

Cuando el enfermizo Carlos II era incapaz de dejar descendencia, los Austrias de Viena, Holanda e Inglaterra empezaron a plantearse la sucesión y el reparto del Imperio. A su muerte estalló una guerra civil en Castilla y Aragón y una guerra europea (1701-1714), la guerra de sucesión donde distintas dinastías europeas se disputaron el trono vacante, apoyando los diversos territorios de la monarquía hispánica a las diversas opciones. Finalmente Felipe V Borbón, nieto de Luis XIV de Francia sera el nuevo rey de España, inaugurando nueva dinastía: los Borbones.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *