Economía y Sociedad en la España Isabelina
Según la doctrina liberal, los individuos tienen como principal derecho natural el de la existencia feliz. Para ello es preciso tener propiedad de bienes, ya que es la manera de asegurar no solo el presente, sino sobre todo el futuro. La propiedad da sentido al interés de cada uno por el trabajo que, al final, se convierte en el sustento de las riquezas de las naciones. La libertad de actuación se convierte en necesaria para que cada uno pugne por lograr su máxima felicidad, lo que significa poder acumular también la máxima propiedad posible.
En el pensamiento liberal había una correlación entre propiedad y libertad.
La Desamortización
La primera tarea fue desvincular los bienes de la nobleza y desamortizar los bienes eclesiásticos y municipales. Pretendían sacar al mercado libre bienes que el Antiguo Régimen había dejado al margen de este. Su objetivo era proporcionar las condiciones necesarias para que aumentara el número de propietarios particulares, creciera su felicidad personal y, con ella, la riqueza nacional.
La desvinculación supuso una doble decisión:
- La primera fue la abolición de los señoríos (acabar con una serie de relaciones de dominio sobre los habitantes de unos determinados territorios y convertir en propiedad particular y libre aquellas tierras).
- La segunda medida fue la supresión de mayorazgos. El mayorazgo había sido la fórmula por la que las casas nobiliarias habían podido mantener una gran parte de sus propiedades. Su abolición suponía que estos bienes eran declarados libres y podían ser vendidos por sus titulares.
La desamortización fue la medida práctica de mayor trascendencia. El hecho de desamortizar los bienes suponía dos momentos bien diferenciados:
- La incautación por parte del Estado de esos bienes, por lo que dejaban de ser de manos muertas para convertirse en bienes nacionales.
- Su puesta en venta.
La Desamortización de Mendizábal (1836-1851)
Dos grandes procesos desamortizadores fueron la desamortización de Mendizábal (1836-1851) y la de Madoz (1855-1924). En este caso hay que destacar la de Mendizábal.
Su puesta en práctica trajo consigo la ruptura de las relaciones diplomáticas con Roma y dividió la opinión pública de tal forma que ha quedado en la historia como la desamortización por antonomasia. Era preciso eliminar la deuda pública.
Ante la mala situación de Hacienda, Mendizábal juzgó que había que recurrir a nuevas fuentes de financiación: los bienes eclesiásticos. El decreto desamortizador, publicado en 1836, puso en venta todos los bienes del clero regular. Se subastaron no solamente tierras, sino casas, monasterios y conventos con todos sus enseres. Al año siguiente, otra ley amplió la acción al sacar a la venta los bienes del clero secular.
Con la desamortización de Mendizábal se pretendía:
- Ganar la guerra carlista.
- Eliminar la deuda pública.
- Atraer a las filas liberales a los principales beneficiarios de la desamortización.
- Poder solicitar nuevos préstamos.
- Cambiar la estructura de la propiedad eclesiástica.
- Reformar y transformar la Iglesia en una institución del Nuevo Régimen (comprometiéndose el Estado a mantener a los clérigos y a subvencionar el correspondiente culto).
No se consiguió sanear la Hacienda, pues el Estado pagó las deudas con bonos.
La Desamortización de Madoz (1855-1924)
El 1 de mayo de 1855, el ministro de Hacienda, Pascual Madoz, sacó a la luz su Ley de Desamortización General. Con ella se ponían en venta todos los bienes de propiedad colectiva: los de los eclesiásticos y los de los pueblos (se llamaban bienes de propios aquellos que proporcionaban una renta al Concejo, en tanto que los comunes no proporcionaban renta y eran utilizados por los vecinos del lugar). La desamortización de bienes de propios y comunes se prolongó hasta 1924.
El procedimiento fue una copia del de Mendizábal, aunque había dos diferencias claras:
- Una era el destino del dinero obtenido, pues fue dedicado a la industrialización del país; más concretamente, a la expansión del ferrocarril.
- La otra diferencia estaba en la propiedad de dicho dinero: el Estado no era el propietario, sino los ayuntamientos.
La burguesía con dinero fue de nuevo la gran beneficiaria.
Resultados de las Desamortizaciones
El proceso de desamortizaciones no sirvió para que las tierras se repartieran entre los menos favorecidos, porque no se intentó hacer ninguna reforma agraria, sino conseguir dinero para los planes del Estado, aunque a medio y largo plazo sí contribuyó a que aumentara el volumen general del producto agrícola.
La desamortización trajo consigo:
- Una expansión de la superficie cultivada y una agricultura algo más productiva.
- El aumento sostenido de la población.
- La salida al mercado de tierras desamortizadas.
- La aparición de un proletariado agrícola o jornaleros (campesinos sin tierra).
- Conformación de una burguesía terrateniente.
- Predominio del latifundismo en el centro y sur del país, y del minifundio en extensas áreas del norte y noroeste.
- El empeoramiento de las condiciones de vida del pequeño campesinado.