Industrialización, Sociedad y Economía en el País Vasco del Siglo XIX y XX

Contexto y Clasificación del Texto: El Intruso de Blasco Ibáñez

El texto que se presenta es un fragmento de la novela El Intruso, de naturaleza histórico-literaria, con contenido sociopolítico y de fuente primaria.

Su autor es Vicente Blasco Ibáñez, y fue redactado en Valencia en 1904. Su finalidad es pública, tratándose de una obra literaria; por lo tanto, su destinatario es colectivo, pudiendo leerlo todo aquel que desee adquirir la obra.

Su redacción tuvo lugar a principios del siglo XX, después del despegue de la industrialización. El desarrollo de esta supuso una serie de consecuencias negativas para los mineros en el ámbito laboral y personal. Blasco Ibáñez, conocido por realizar críticas sobre la situación que vivían mineros, agricultores, entre otros, editó esta obra con el fin de dar a conocer dicha situación.

Ideas Principales y Secundarias de la Obra

La idea principal de este texto es la denuncia de la precaria situación en la que vivían los mineros de Vizcaya a principios del siglo XX.

Las ideas secundarias se recogen a lo largo del fragmento de la obra, que explica las condiciones de las viviendas, la escasa alimentación y la forma de trabajo:

  • En relación con la vivienda, hace referencia a los barracones (casas de peones), que eran utilizados por los mineros como alojamiento bajo alquiler y control de los capataces. El minero se encuentra con una vivienda (a la que denomina como «tabuco» o «cuchitril») en la que, «tras una mala cena de alubias y patatas con un poco de bacalao o tocino», se va a dormir. Las condiciones del «tabuco» (compartido con otros mineros) no son nada higiénicas: duermen con la ropa puesta, el aire es irrespirable, los techos son bajos, los parásitos son omnipresentes y el frío es intenso.
  • A continuación, explica las condiciones del espacio de trabajo: la mina o la cantera, tratada como «el peor enemigo del obrero rebelde». Distingue entre «cantera» y «mina», señalando las primeras como más peligrosas por no requerir ningún aprendizaje al ser a «cielo abierto». Por ello, a las canteras llegaban multitud de «braceros» (especialmente de Castilla) que, una vez acabadas las labores del campo, bien en sus lugares de origen o en otros ajenos, llegaban a la zona minera «empujados por el hambre».

El párrafo termina con una afirmación: la situación en la que viven solo se solucionará cuando deje de llegar gente necesitada de trabajo para comer. Esta idea es muy propia del naciente sindicalismo del momento.

Comentario Histórico y Social sobre la Minería Vizcaína

Las condiciones naturales para la extracción minera en Somorrostro hicieron de este lugar, junto con otros de Vizcaya, el punto clave para la evolución de la industrialización vasca, especialmente a raíz del uso del convertidor Bessemer. Esta situación conllevaba la instalación de empresas dedicadas a su extracción y venta. La Tercera Guerra Carlista supuso un parón en este desarrollo, pero tras su finalización, se reinició con una explotación masiva y la creación de nuevas grandes empresas y fábricas como Altos Hornos de Vizcaya.

En este contexto, se originó una realidad social que evidenciaba grandes desigualdades, siendo los mineros los principales perjudicados con condiciones laborales y de vida degradantes.

La novela del escritor valenciano se enmarca en este contexto. La llegada masiva de personas a las zonas mineras en busca de trabajo se realizó de manera desorganizada, viéndose obligados a instalarse en los barracones que acogían, amontonados, a cientos de peones mineros, o en las precarias viviendas que se ofrecían a los inquilinos. Eran en su gran mayoría inmigrantes procedentes de la mitad norte de España (Guipúzcoa, Álava, Burgos, Cantabria y La Rioja), que llegaban como temporeros (cuando las faenas del campo languidecían o con la idea de retornar tras reunir un dinero).

El hacinamiento habitual en los barrios obreros alcanzó su máxima expresión en la zona minera, donde los patronos construyeron unas instalaciones endebles que podían trasladarse si fuese necesario y en las que, en principio, tenían que vivir obligatoriamente los mineros. Eran recintos con frecuencia sin servicios higiénicos, en los que se agolpaban un centenar o más de camas, cada una para dos o tres obreros.

La misma obligatoriedad tenían los mineros respecto al consumo que debían hacer en las «cantinas» propiedad de la empresa. Con precios muy altos, los alimentos eran de muy baja calidad. El pan era la base de una dieta completada con tocino, tasajo, alubias, garbanzos, patatas y vino.

Las insuficiencias nutritivas explican la indefensión ante las enfermedades y el raquitismo, habituales en las imágenes literarias y periodísticas. Las jornadas laborales eran, al principio, de sol a sol, si el tiempo no impedía el trabajo, en horarios de once o más horas. Era un trabajo agotador en el que no siempre existía el descanso dominical. Esta situación provocó la gran huelga de 1890 en la que, en el papel, se acabó con los barracones y cantinas obligatorios y se implantó la jornada de 10 horas.

Conclusiones sobre la Obra y su Relevancia Histórica

El texto analizado es auténtico y subjetivo. Su redacción, a pesar de ser una obra de uno de los escritores españoles más relevantes de su época, no es un texto fundamental para el estudio de la historia, ya que su edición no supuso un cambio significativo en el desarrollo de los acontecimientos. Es cierto que su publicación conllevaba la difusión de las situaciones en las que vivían los mineros, pudiendo ser utilizado como medio de difusión y crítica social.


Introducción al Discurso de Federico Echevarría: Librecambismo y Proteccionismo

El texto propuesto para analizar se titula «Librecambismo y Proteccionismo», y contiene argumentos propuestos por Federico Echevarría, empresario liberal, quien defiende el proteccionismo en un meeting (reunión) realizado en Bilbao.

Localización y Fuente del Texto

Según la fuente, es un texto histórico primario por haber sido redactado en la misma época en la que sucedieron los hechos. Según la forma, es un discurso circunstancial de contenido político-económico en el que expresa su opinión. El autor es individual: Federico Echevarría, un empresario vasco de la Liga. Su destino es colectivo, con finalidad pública, y fue redactado en Bilbao el 9 de diciembre de 1893.

Análisis del Discurso: La Defensa del Proteccionismo

El tema central del texto es la defensa del proteccionismo en beneficio de la industria vasca. De este se derivan ideas principales como las consecuencias económicas de la supresión de aranceles y del tratado hispano-alemán, además de la petición al gobierno de mantener el proteccionismo. El librecambismo, surgido a raíz de la no intervención del Estado en la economía, pretendía favorecer las relaciones comerciales con el extranjero.

Sin embargo, en este texto, Echevarría defiende la idea de que el librecambismo y la supresión de aranceles empeorarían la economía del país, y en concreto la vizcaína, que se vería afectada en la fabricación de máquinas y en los Altos Hornos de Bilbao, principalmente, aunque otros sectores como la producción de acero, las fundiciones y empresas de material ferroviario también quedarían afectados.

Los proyectos de nuevas fábricas dependientes de la Ley Arancelaria se suspenderían. Alegando todo esto, Echevarría exigirá el mantenimiento tanto del proteccionismo como de los aranceles.

Contexto Histórico: Industrialización Vasca y Políticas Económicas

A mediados del siglo XIX, hubo grandes transformaciones en la hasta entonces sociedad agraria y tradicional. La Revolución Industrial modificó la estructura social. La burguesía dirigió el cambio hacia la modernización, y el éxodo rural creó nuevos partidos y sindicatos. En Bizkaia se dio una situación favorable para la industrialización, a la que se sumó Gipuzkoa, mientras que Álava quedó rezagada. En España, el paso hacia la industrialización se entiende como la Revolución Industrial en Bizkaia a causa del desarrollo económico producido por la siderurgia, hasta entonces frenado por las guerras carlistas y los fueros. Los burgueses eran los propietarios mineros, y un 75% del capital era extranjero; crearon compañías como la Orconera, Martínez Rivas, Hermanos Ibarra, entre otras, basadas en la exportación a Inglaterra. A partir de 1887, la concepción nacional de la economía, apoyada por la Restauración, reestructuró la siderurgia en función del mercado, y la burguesía industrial, encabezada por Víctor Chávarri, creó una legislación proteccionista para evitar la competencia extranjera.

La diversificación de la producción y el ascenso de medidas proteccionistas hicieron que la industria metalúrgica estuviera compuesta por varias sociedades. La metalurgia mediana se rigió por la Ley Arancelaria de 1891 y no se desarrolló hasta la consolidación del mercado español. Tras el fin de la Guerra de Ultramar, hubo una consolidación política y repatriación de capitales que se emplearon para la metalurgia y el negocio naviero, liderados por De la Sota y Aznar, y por Martínez Rodas. Se crearon el Banco de Comercio, la Bolsa de Bilbao, Ferrocarriles y Deusto.

Entre 1898 y 1901, hubo un periodo de crecimiento en el cual aparecieron los Altos Hornos de Bizkaia y los Astilleros del Nervión. El capitalismo vasco, impulsado por la expansión industrial en diferentes sectores, lo convirtió en líder del empresariado español, algo que se consolidaría en 1906 con la Ley Arancelaria de Amós Salvador.

Tras una pequeña crisis, hubo una recuperación causada por la Primera Guerra Mundial. España permaneció neutral y pudo sustentar la gran demanda. El capital se empleó para mejorar y crear nuevas empresas, como la Babcock Wilcox y la Siderurgia del Mediterráneo. Era necesaria gran mano de obra; se estableció la margen derecha para la oligarquía pudiente, en barriadas residenciales, y la margen izquierda, con el proletariado.

El País Vasco, Santander y Asturias eran la base de la siderurgia y el capitalismo. La crisis económica europea provocó una menor demanda, y los capitales autóctonos explotaron las minas, lo que hizo que despegara la siderurgia. En la década de los 60, aumentó la producción, pero se frenó con la Guerra Carlista. La ley librecambista de Figuerola garantizó una explotación regular y creciente. En 1876, la desaparición de los fueros y las guerras carlistas expandió la producción de material exportable; se crearon nuevas compañías, ya que era el mineral más demandado, debido a la disminución de la extracción del mineral inglés.

En Gipuzkoa, la industrialización fue lenta; predominaba la industria papelera en Tolosa, con empresas como La Confianza y La Providencia, y la textil en Bergara, con empresas como la Hilería Muguerza. Tras la Primera Guerra Mundial, hubo un impulso industrializador en el que se creó la papelera «La Esperanza» y el textil se expandió a Hernani y Rentería con «La Algodonera de San Antonio». También había industria de cemento, herramientas y alimentos en Pasaia y Elgoibar, de armamento en Eibar, y de finanzas con el Banco de Gipuzkoa. En Álava, predominaba la agricultura de cereales y vino; posteriormente, se crearon empresas eléctricas y «El Banco de Vitoria». También llegó Heraclio Fournier y creó el primer naipe español.

La Revolución Industrial demandó mano de obra, y la situación obrera estaba en constante problemática debido a las precarias condiciones que causaban constantes sublevaciones para mejorar su situación. El socialismo vasco, a causa de las tensiones internas, cambió de líder, de Facundo Perezagua a Indalecio Prieto; el PNV creó su propio sindicato. Durante la Primera Guerra Mundial, continuaron las luchas sociales con el sindicato metalúrgico, pero los resultados no fueron los esperados. Posteriormente, los conflictos siguieron durante la Dictadura de Primo de Rivera, pero estos cesaron con la Segunda República. Se dio modernización en las ciudades y estructuración social, con la burguesía al frente. A pesar del analfabetismo, hubo un despertar cultural con la prensa, la Generación del 98, entre otros. Se reforzó el estudio del euskera.

Conclusiones sobre el Proteccionismo y la Industria Española

Podemos concluir que, a pesar de los progresos realizados en el siglo XX, la industria española debía regirse por las leyes arancelarias y el proteccionismo para poder competir con Europa. Debido a la importancia del proteccionismo, los burgueses y oligarcas trataron de defenderlo, como Federico Echevarría, quien trató de impedir los Tratados de Comercio, consiguiendo su propósito.

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