1. La Revolución Industrial en España
A. El componente agrario
En España, la estructura de la propiedad no cambió. La mayor parte de las tierras permaneció en manos de grandes propietarios que no impulsaron la innovación agrícola. La abundancia de campesinos mantuvo sus salarios bajos. La agricultura española aumentó la producción mediante la roturación de nuevas tierras.
B. La difícil articulación del mercado y el proteccionismo
Un problema fue la incapacidad de crear un mercado donde los intercambios se realizaran de forma eficiente. Esto se debió a:
- España no disponía de una buena red de transportes para reducir los costes de distribución.
- Escasez de compradores a nivel nacional.
Esto hizo que los empresarios industriales no tuviesen un mercado suficientemente amplio. La baja productividad y los elevados costes de producción hicieron que el sector fuese poco competitivo. Ante esta situación, los empresarios españoles reclamaron al Estado medidas proteccionistas que aumentaran el coste de los productos extranjeros.
C. El déficit de la Hacienda y la escasez de capital
Para aumentar los ingresos de la Hacienda Pública española, se llevó a cabo una reforma fiscal (en 1845) que obligó a los privilegiados del Antiguo Régimen a pagar impuestos. El Estado no aumentó la recaudación en los términos esperados y la Hacienda se mantuvo durante el siglo XIX en permanente déficit, recurriendo a los créditos exteriores y a la emisión de deuda pública. Esta emisión de deuda atrajo a los inversores que, de otro modo, habrían financiado la industria, lo que produjo una escasez de capital inversor que dificultó la innovación y el desarrollo industrial. La escasa productividad industrial y la poca competitividad hicieron que la balanza comercial se mantuviera casi siempre deficitaria durante el siglo XIX. A pesar de todo, España sufrió un atraso relativo en lo que respecta a la industrialización, ya que su situación fue similar a la del resto de países mediterráneos.
2. Población y agricultura
A. Crecimiento demográfico y emigración
España tuvo 11,5 millones de habitantes en 1797 y 18,6 en 1900, lo que supuso un crecimiento moderado. El descenso de la mortalidad y el mantenimiento de una natalidad elevada propiciaron ese crecimiento. La población creció más en las zonas costeras (Cataluña, Murcia, País Vasco y Canarias) que en el interior (con la excepción de Madrid). El crecimiento demográfico estuvo acompañado de movimientos de población. Las migraciones se produjeron en dos direcciones:
- Éxodo rural: abandono de áreas rurales para buscar trabajo en zonas industriales que experimentaron un mayor auge económico, como Barcelona, Bilbao y Madrid, lo que supuso el crecimiento de las ciudades y el inicio de un proceso de urbanización.
- Emigración exterior: se produjo en las últimas décadas del siglo XIX, en busca de mejores oportunidades de empleo. Canarias y Galicia fueron las regiones con mayor emigración.
C. La reforma agraria liberal
Fue un conjunto de reformas que se realizaron en España a partir de la subida al poder de los progresistas en 1836. Estas reformas comportaron la abolición del régimen señorial, la desvinculación de la propiedad y la desamortización de la mayoría de las tierras de la Iglesia y de los ayuntamientos. Estas reformas consolidaron la propiedad privada de la tierra y sentaron las bases de la transformación agraria. ¿Qué fueron las desamortizaciones?
- Supusieron la expropiación y posterior venta en subasta pública de las tierras de la Iglesia y de los ayuntamientos. La mayor parte de las tierras en venta fueron compradas por antiguos propietarios rurales y burgueses.
- El impulso de la industria pretendido por estas desamortizaciones no fue tal, porque los propietarios usaron las tierras adquiridas para arrendarlas y vivir de las rentas que generaban.
- Los grandes perjudicados fueron los campesinos que se vieron privados del acceso a los bienes y derechos comunales.
4. Minería, banca y red ferroviaria
A. La explotación minera
Durante la Revolución Industrial, aumentó la demanda de productos mineros. España contaba con abundantes minas y su explotación sistemática se inició en 1868 con la aprobación de la Ley de Minas. Los recursos más importantes del subsuelo español eran el hierro, el plomo, la hulla y el cinc, así como el cobre y la pirita. La explotación minera impulsó el desarrollo del ferrocarril. El carbón español presentaba problemas: el carbón asturiano tenía escaso poder calorífico y era caro de extraer. La mayoría del mineral se exportaba ante la escasa demanda interior.
C. El ferrocarril
Para impulsar la industrialización española, el Estado dio grandes facilidades a empresas privadas para que construyeran el ferrocarril. No obstante, su papel como impulsor de la industrialización se vio frenado por una mala y rápida planificación y construcción. En 1866, muchas compañías ferroviarias quebraron. Los problemas de la red ferroviaria española fueron:
- Una estructura radial con centro en Madrid, poco efectiva.
- Un ancho de vía diferente al de Europa.
- Se recurrió a la importación de los materiales de construcción, lo cual perjudicó a la naciente industria siderúrgica y metalúrgica española.
La mayor parte de la red se construyó a partir de 1855, con la aprobación de la Ley de Ferrocarriles.
5. Cambio social y sus límites
A. Clases privilegiadas
Durante el siglo XIX se produjo en España el paso de una sociedad estamental a una sociedad de clases. La nobleza, los altos cargos del ejército y la jerarquía eclesiástica mantuvieron su poder e influencia. La burguesía aumentó en el siglo XIX, pero la escasa industrialización española hizo que fuera menos numerosa y tuviera menos poder político. Se dividía en:
- Alta burguesía: compuesta por empresarios industriales, banqueros y grandes comerciantes.
- Mediana y pequeña burguesía: pequeños empresarios, comerciantes, profesionales liberales y funcionariado.
C. El limitado avance de la educación
A mediados del siglo XIX, el acceso a la enseñanza estaba reservado a las clases acomodadas, y la mayoría de la sociedad española no sabía leer ni escribir. La Ley Moyano (1857) intentó cambiar la situación, pero chocó con un escaso presupuesto. Esta legislación estipuló tres niveles de enseñanza y estableció la enseñanza privada y la pública, que debía financiarse con recursos del Estado. Francisco Giner de los Ríos, en 1876, inauguró la Institución Libre de Enseñanza. Esta fomentó un nuevo modelo escolar basado en el conocimiento científico, la libertad de creencias y pensamientos y la formación integral de los estudiantes.