Introducción: El Contexto del Desastre de Annual y el Golpe de 1923
En 1921, España sufrió un nuevo desastre colonial en el Protectorado de Marruecos, territorio otorgado en la Conferencia de Algeciras (1906). El jefe militar de Melilla, el general Silvestre, llevó a cabo una campaña de conquistas que culminó en una emboscada en Annual en julio. La caótica retirada hacia Melilla dejó un saldo de 12.000 muertos en el campo de batalla. Las consecuencias políticas fueron demoledoras en las Cortes, donde se formó una comisión para investigar el desastre, dando origen al célebre Informe Picasso. Este clima de inestabilidad y descontento propició el pronunciamiento del Capitán General de Cataluña, el general Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923.
El Golpe de Estado de 1923: Causas y Justificación
En 1923, el ambiente político estaba marcado por la intención de reformar la Constitución, buscando una democratización del sistema, la reducción del poder de la Iglesia y la limitación de las prerrogativas reales. Estas propuestas generaron una fuerte oposición por parte del propio rey, del ejército y de la Iglesia. El descontento militar, exacerbado por el Expediente Picasso y el deseo de frenar las reformas del gobierno liberal, impulsó al Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, a ejecutar un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923.
El rey Alfonso XIII no detuvo a los militares sublevados, y el Gobierno dimitió. Primo de Rivera justificó su acción en un manifiesto, en el que culpaba a los políticos y partidos tradicionales del mal gobierno. Declaró su intención de:
- Regenerar la política tradicional.
- Acabar con el caciquismo y la corrupción.
- Recuperar el orden público.
- Finalizar la conflictividad obrera.
- Garantizar la unidad nacional.
El golpe contó con el apoyo de la alta burguesía, parte de las clases medias, el ejército y el propio monarca. La población, en general, reaccionó con indiferencia, esperando que el nuevo régimen fuera temporal y capaz de resolver los problemas que el sistema anterior no había logrado solucionar. Por esta razón, la oposición política y social inicial fue mínima.
El Directorio Militar (1923-1925): Represión y Éxitos Iniciales
Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente del Directorio, un gobierno integrado exclusivamente por militares. Sus primeras medidas incluyeron:
- Declaración del estado de guerra.
- Suspensión de la Constitución de 1876.
- Disolución del Parlamento.
- Ilegalización de partidos políticos y organizaciones obreras.
En Cataluña, se implementaron medidas adicionales como la liquidación de la Mancomunidad de Cataluña, la prohibición de símbolos catalanistas y la restricción del uso del catalán al ámbito privado. Se instauró un orden público altamente represivo, especialmente dirigido contra la CNT (Confederación Nacional del Trabajo). Se prohibieron las manifestaciones y huelgas, y se encarceló a numerosos dirigentes obreros. Esta represión logró reducir los conflictos laborales y puso fin a la violencia social y al pistolerismo en las calles.
Para asegurar el apoyo del ejército, se detuvo el proceso de búsqueda de responsabilidades por el desastre de Marruecos. En 1925, los ataques del líder rifeño Abd el-Krim contra el protectorado francés propiciaron la colaboración militar entre España y Francia, culminando en el Desembarco de Alhucemas. Esta operación marcó el fin de la Guerra de Marruecos, lo que generó un notable aumento del prestigio de la dictadura y favoreció el protagonismo de los militares africanistas.
El carácter regeneracionista del régimen se concretó en una serie de medidas sociales y económicas, tales como:
- La regulación del trabajo femenino.
- La construcción de viviendas obreras.
- Grandes inversiones en obras públicas para reducir el desempleo.
Estos éxitos iniciales otorgaron gran popularidad a Primo de Rivera, lo que le llevó a disolver el Directorio Militar para dar paso a una nueva fase de su régimen.
El Directorio Civil (1925-1930): Institucionalización y Política Económica
Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por un gobierno civil, con la clara intención de consolidarse en el poder y construir un régimen inspirado en las dictaduras autoritarias europeas de la época, como la de Mussolini en Italia. Para ello, se creó un gran partido de derechas, la Unión Patriótica (fundada en 1924), que carecía de una ideología definida más allá del apoyo a la dictadura y buscaba generar una base social para el régimen.
En 1927, se convocó una Asamblea Nacional Consultiva con el objetivo de elaborar una nueva Constitución. Esta propuesta de carta magna establecía un régimen autoritario donde el poder legislativo recaería en unas Cortes corporativas y en el monarca. Sin embargo, la fuerte oposición de la opinión pública impidió que fuera aprobada.
La dictadura se benefició de la favorable coyuntura económica internacional de los años 20. Su política económica se basó en el intervencionismo estatal y el aumento de los aranceles para reducir la competencia exterior y fomentar la producción nacional. Se crearon grandes monopolios estatales, como CAMPSA (para la venta de petróleo y gasolina) y la Compañía Telefónica Nacional de España. La realización de ambiciosas obras públicas, como las Confederaciones Hidrográficas, fue muy destacada, aunque incrementó significativamente el gasto público y el endeudamiento del Estado.
Para frenar la conflictividad laboral y controlar el movimiento obrero, se fundó la Organización Corporativa Nacional (OCN). Este organismo, de carácter sindical, buscaba la representación de obreros y empresarios en los comités paritarios. Su misión principal era la reglamentación de salarios y condiciones de trabajo, así como la negociación entre patronos y trabajadores, siempre bajo el estricto control del Estado.
Oposición y Fin de la Dictadura de Primo de Rivera
Aunque inicialmente la dictadura de Primo de Rivera no encontró una oposición significativa, esta fue creciendo progresivamente. Diversos sectores comenzaron a manifestar su descontento:
Oposición Militar y Política Tradicional
- Líderes de los partidos dinásticos criticaron la excesiva duración del régimen y apoyaron conspiraciones militares, como la conocida «Sanjuanada» de 1926, que, sin embargo, fracasó.
- Ese mismo año, estalló un conflicto militar cuando Primo de Rivera promulgó una ley que suprimía los ascensos por antigüedad. Como consecuencia, una parte importante del ejército se distanció tanto de la dictadura como del rey.
Oposición Republicana e Intelectual
- En 1926, los republicanos organizaron la Alianza Republicana, que protagonizó una intensa campaña de desprestigio del régimen a nivel nacional e internacional. Entre sus miembros destacaban figuras como Alejandro Lerroux, Manuel Azaña o antiguos ministros de la monarquía como Niceto Alcalá-Zamora.
- Intelectuales, escritores y periodistas de renombre, como Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset y Vicente Blasco Ibáñez, también se sumaron a la oposición.
- Los estudiantes, agrupados en la FUE (Federación Universitaria Escolar), se movilizaron activamente contra la dictadura con manifestaciones callejeras, denunciando la censura y la falta de libertad de expresión.
Oposición Regionalista y Obrera
- La burguesía catalana se unió a la oposición tras la eliminación de la Mancomunidad y la prohibición del uso público del catalán. Esto incrementó la influencia de grupos nacionalistas radicales, liderados por Francesc Macià desde el exilio.
- La oposición obrera se centró en la CNT y el PCE (Partido Comunista de España). Con el objetivo de incrementar la influencia anarquista en la CNT, en 1927 se constituyó la FAI (Federación Anarquista Ibérica).
- En 1929, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) contactó con los grupos republicanos que buscaban poner fin a la dictadura y sustituir la monarquía por una república.
El creciente aislamiento y la pérdida de apoyos llevaron a Primo de Rivera a presentar su dimisión al rey Alfonso XIII el 28 de enero de 1930, marcando el fin de su dictadura.
La Caída de la Monarquía y la Proclamación de la Segunda República (1930-1931)
Tras la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII encargó la formación de un nuevo gobierno y el retorno a la normalidad constitucional al general Dámaso Berenguer. Este periodo, conocido popularmente como la «Dictablanda», se caracterizó por la lentitud en la recuperación de las libertades, lo que exasperó a la oposición política.
En agosto de 1930, los principales partidos republicanos, junto con nacionalistas catalanes y gallegos, firmaron el Pacto de San Sebastián. Su objetivo primordial era la proclamación de la República. Aunque un intento de golpe militar en Jaca y en la base aérea de Cuatro Vientos (Madrid) fracasó, estos eventos demostraron el creciente auge del republicanismo. Los socialistas, por su parte, acordaron participar en el futuro gobierno de la República.
Un influyente grupo de intelectuales, liderado por José Ortega y Gasset, publicó un manifiesto en apoyo al triunfo de la República, sumando un importante respaldo social e ideológico.
Ante la presión, Berenguer presentó su dimisión y fue sustituido por el almirante Juan Bautista Aznar, quien convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931, con la promesa de que serían seguidas por elecciones generales de carácter constituyente. Republicanos y socialistas se presentaron unidos a estas elecciones municipales. Su rotundo triunfo en las grandes ciudades fue interpretado como un claro rechazo a la monarquía, lo que llevó a la proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril de 1931.