Transformaciones Económicas y Sociales en España: Desamortización, Industrialización y Crisis del Siglo XIX

Desamortización y Cambios Agrarios en el Siglo XIX

El proceso desamortizador fue la primera pieza clave de la transformación agraria del siglo XIX. Se nacionalizaron los bienes de la Iglesia o de los municipios para su posterior venta en pública subasta. Los ingresos de estas ventas se destinaron al saneamiento de la Hacienda Pública.

Etapas del Proceso Desamortizador

  • Primera etapa (1798-1813): Iniciada por Godoy en 1798, afectó a bienes de la Iglesia. Las Cortes de Cádiz aprobaron un decreto en 1813, aunque su aplicación efectiva se limitó al Trienio Liberal.
  • Segunda etapa (1836-1844): Impulsada por las leyes de Juan Álvarez Mendizábal y normativas posteriores. Se extendió hasta 1844, cuando su aplicación fue paralizada por el gobierno de Narváez. La desamortización de Mendizábal afectó inicialmente a los bienes del clero regular y, después de 1841, a los del clero secular. Sus objetivos principales eran sanear la Hacienda en crisis, reducir la deuda pública y crear una «copiosa familia de propietarios».
  • Tercera etapa (1855 en adelante): Se inició en 1855 con la Ley de Desamortización de Pascual Madoz. Afectó tanto a los bienes de la Iglesia como a los municipales y comunales. La venta de estos bienes se prolongó hasta la etapa de la Restauración.

Consecuencias de la Desamortización

  • Los compradores fueron principalmente personas adineradas, enriquecidas por los negocios o que ocupaban altos cargos en la administración, el ejército o la propia Iglesia. La nobleza consolidó su patrimonio y obtuvo la propiedad de tierras y las rentas derivadas.
  • Incrementó el número de grandes terratenientes, lo que significó un cambio en la propiedad de la tierra.
  • Los grandes perdedores fueron los campesinos, la Iglesia y los municipios. Los campesinos, que antes eran usuarios de bienes comunales o tierras de baja renta, se vieron obligados a pagar rentas más elevadas. La Iglesia perdió gran parte de su patrimonio inmobiliario, artístico y documental. Los municipios, por su parte, perdieron su fuente de ingresos al privatizarse los bienes de propios, baldíos y comunales.
  • Permitió poner en cultivo una gran cantidad de tierras abandonadas. La presión demográfica exigía el aumento de tierras cultivadas y de la producción, y la desamortización contribuyó a resolver este problema endémico.

Desarrollo Industrial y Económico en España (Siglo XIX)

La Evolución Textil Catalana

Cataluña se consolidó como el centro de la actividad fabril debido a la abundancia de mano de obra, una mentalidad empresarial proactiva y una política proteccionista. Los industriales catalanes y los terratenientes castellanos se oponían a la libertad de mercado, que amenazaba sus intereses. Hasta 1849, se optó por medidas proteccionistas. Sin embargo, el resultado de estas políticas fue la parálisis del comercio y la escasa mejora de la actividad productiva.

El desarrollo industrial se basó en la introducción, a principios del siglo XIX, de máquinas movidas por ruedas hidráulicas o máquinas de vapor. La evolución estuvo marcada por el contexto histórico, recuperándose la fabricación de hilados en la década de los años treinta.

Se produjo un periodo de recuperación favorecido por el reforzamiento del monopolio mercantil con Cuba y Puerto Rico. No obstante, la independencia de estas islas tuvo efectos demoledores sobre esta industria.

La industria lanera mecanizada se ubicó principalmente en Terrassa y Sabadell, donde a finales de siglo se concentraba el 40% de las máquinas de hilar lana y el 50% de los telares mecánicos de toda España.

La industria de la seda entró en crisis desde comienzos del siglo XIX por diversos motivos.

La industria del lino no supo adaptarse a las nuevas técnicas y acabó por extinguirse.

Minería y Siderurgia

La minería estuvo estancada durante todo el siglo debido a la escasa demanda, el atraso económico y la falta de capitales, lo que frenaba la inversión extranjera.

La Ley de Bases sobre Minas de 1868 favoreció la minería, al mismo tiempo que crecía la demanda por la construcción ferroviaria, la arquitectura de hierro y la mecanización de los procesos industriales. Se apoyó en la inversión extranjera y la desamortización del subsuelo. A partir de 1871, se fundaron más de 20 empresas para explotar el hierro vizcaíno, cántabro y andaluz.

España era, a finales del siglo, el principal exportador de hierro en Europa.

En la siderurgia vasca, la empresa Santa Ana de Bolueta construyó en 1848 el primer alto horno. Conoció una gran expansión con la creación de empresas como la sociedad Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero.

Transporte Ferroviario

En 1844 se iniciaba el primer proyecto ferroviario, que se inauguró en 1848 con la línea Barcelona-Mataró. Esto creó malestar social y fue uno de los argumentos del pronunciamiento de 1854. Se aprobó la Ley General de Ferrocarriles de 1855, que estimuló la construcción de la red viaria básica.

Se crearon más de 20 compañías ferroviarias, como MZA, el Ferrocarril del Norte o la SJC.

La rentabilidad fue escasa y la especulación arrastró la economía a una gran crisis, que ocasionó la quiebra del sistema bancario, la caída de los precios y un déficit presupuestario crónico. A pesar de ello, el ferrocarril movía en la última década del siglo XIX casi 16.000 millones de toneladas métricas.

Sociedad y Movimiento Obrero en el Siglo XIX

Crecimiento Demográfico y Sociedad de Clases

Se dio paso a la sociedad de clases, en la que la posición social dependía de la riqueza. En lo más alto se encontraban las clases altas (la vieja nobleza y la nueva burguesía), que ostentaban el poder político y económico, así como los cargos públicos. Por debajo, existían escasas clases medias y una gran masa con poco poder económico.

El Movimiento Obrero

En 1898 surgió un movimiento obrero organizado, influenciado por la I Internacional. Ya en 1883, se había creado la Comisión de Reformas Sociales para analizar las precarias condiciones de vida de la clase trabajadora, que carecía de higiene y seguridad en el trabajo y padecía enfermedades profesionales.

La dieta más común de la clase obrera estaba constituida por verduras, legumbres, patatas, arroz, arenques y bacalao; apenas consumían carne y el pan era caro. La mayoría de la población empleada en las industrias eran hombres. Las condiciones de trabajo eran muy duras, con jornadas de 12 a 14 horas. La primera reforma legislativa, en 1900, redujo la jornada a 10-12 horas e inauguró las reformas laborales de la primera década del siglo XX, como la fiesta del 1 de mayo, el descanso dominical o la jornada de 8 horas.

Oposición Política y Nacionalismos a Principios del Siglo XX

El Republicanismo

La oposición política más importante era el republicanismo, que representaba la aspiración de los intelectuales y de sectores de las clases medias a una democratización política que identificaban con el régimen republicano.

El impulso regenerador y unificador llegó en 1903 con la formación de Unión Republicana por Alejandro Lerroux y Nicolás Salmerón. El nuevo partido consiguió un éxito electoral, aunque existían divergencias ideológicas y tácticas en su seno:

  • Republicanismo moderado y reformista: Representado por Salmerón y Melquíades Álvarez, apostó por el abandono de la vía insurreccional y optó por la lucha electoral y parlamentaria.
  • Republicanismo radical: Liderado por Lerroux, estaba sólidamente implantado en Cataluña. Era un movimiento republicano democrático con un discurso populista y demagógico, anticlerical y anticatalanista. Su objetivo era integrar las reivindicaciones obreras e implantar la república a través de la insurrección.

Las divergencias en Unión Republicana dividieron al republicanismo. En 1908, se escindió el sector radical liderado por Lerroux, que formó el Partido Radical.

El republicanismo moderado se constituyó en 1912 en el Partido Reformista, dirigido por Melquíades Álvarez. No descartaba aceptar la monarquía si esta emprendía un proceso de democratización efectiva.

Los Nacionalismos Periféricos

El Nacionalismo Catalán

El nacionalismo catalán fue el de mayor relevancia en las primeras décadas del siglo XX. Estuvo dominado por la Lliga Regionalista, liderada por Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó. Consideraban que se debía compatibilizar la regeneración política y la modernización económica con sus reivindicaciones de autonomía para Cataluña.

No contó con el apoyo de las clases obreras debido a la ausencia de un programa de reformas sociales. Practicó una política pactista, colaborando con los partidos del turno. Su creciente conservadurismo llevó a un sector de nacionalistas de izquierda a formar el Centre Nacionalista Republicà. La Ley de Jurisdicciones suscitó un movimiento de protesta generalizado de la sociedad catalana contra el intervencionismo militar. Todas las fuerzas catalanistas formaron un frente común, Solidaridad Catalana, que obtuvo un gran éxito en las elecciones generales de 1907. Este éxito se truncó por el apoyo de Maura. Desde ese momento, el catalanismo fue capitalizado por la Lliga, donde Prat presidió la Mancomunidad de Cataluña.

El Nacionalismo Vasco

El Partido Nacionalista Vasco (PNV) se inició tras la muerte de Sabino Arana, con un duro enfrentamiento entre el sector radical, independentista y defensor de la pureza original de las ideas aranistas, y otro más moderado, liberal y posibilista, que optaba por la autonomía manteniendo los principios de Arana.

Con la nueva estrategia, el nacionalismo vasco se extendió al resto de provincias vascas, se aproximó a la burguesía industrial, amplió sus bases sociales y se consolidó como la fuerza mayoritaria.

La Crisis de 1917 en España

El sistema político español atravesó una de sus situaciones más críticas en 1917, al confluir tres tipos de conflictos:

Crisis Militar

El malestar de los militares se debía al proyecto de reforma militar que pretendía modernizar el ejército mediante una reducción del excesivo número de oficiales. Otro motivo era el sistema de ascensos, que favorecía a los militares que servían en África frente a los peninsulares. El conflicto surgió entre jóvenes oficiales peninsulares de infantería, que exigieron el establecimiento de la escala cerrada. A los objetivos económicos y profesionales se les añadía el deseo de autonomía corporativa frente al favoritismo de los políticos. Presentaron un ultimátum al gobierno, el Manifiesto de las Juntas, logrando imponer sus demandas.

Crisis Política

El lenguaje regeneracionista de las Juntas fue interpretado por catalanistas, reformistas republicanos y socialistas como una señal de la quiebra del régimen y la oportunidad para una reforma. Francesc Cambó tomó la iniciativa y convocó a todos los senadores y diputados españoles a una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona en 1917. La asamblea acordó la formación de un gobierno provisional, la celebración de Cortes Constituyentes que reformasen la Constitución en sentido descentralizador y aprobasen la autonomía para Cataluña. Sin embargo, el reducido apoyo de los grupos políticos y el rechazo de las Juntas permitieron al gobierno disolverla.

Crisis Social

Se añadió un tercer desafío: el del movimiento obrero y su disposición a lanzarse a una huelga general. Las dos organizaciones sindicales rivales, UGT y CNT, convocaron una huelga general. Para los dirigentes socialistas, la huelga debería servir para derrocar al régimen e implantar una república democrática. En agosto de 1917, estalló la huelga general, pero solo tuvo intensidad en los centros industriales de Madrid, Barcelona, el País Vasco y Asturias, donde se produjeron los incidentes más graves. El ejército cumplió la orden de disparar contra los obreros. Los miembros del comité de huelga fueron detenidos y condenados a cadena perpetua, pena que no cumplieron porque al año siguiente salieron elegidos diputados.

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