Derivó en reivindicación política…
El rey necesitaba dinero para mantener su nivel de vida y pagar las deudas del Estado. La situación se hizo crítica en 1788, cuando no pudo pagar ni los intereses ni los préstamos que los banqueros le habían concedido. La única salida era que los privilegiados también pagasen impuestos.
Se aprobó la primera Constitución liberal… Para regular la convivencia entre los ciudadanos, la nueva Asamblea Nacional Constituyente elaboró una Constitución (1791), la primera de la Francia contemporánea y que tendría mucha influencia en las naciones europeas. En ella se fijaban los siguientes aspectos:
- El Estado se organizaba a través de la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), si bien el rey mantenía una prerrogativa: el derecho a vetar las leyes.
- Reconocía la igualdad ante la ley, derechos y libertades y fijaba que la soberanía pertenecía a la nación.
- El ejercicio de esta soberanía quedaba limitado por el sufragio censitario, ya que solo podían votar los hombres mayores de 25 años y con un determinado nivel de riqueza.
- Se inauguraba así la monarquía parlamentaria en Francia y se procedió a la elección de la Asamblea Legislativa.
La nueva Asamblea representativa aprobó una serie de leyes y normas que permitieron avanzar en la configuración de una sociedad liberal: se abolieron los gremios y se implantó la libertad económica y la igualdad de los ciudadanos.
La Iglesia fue obligada a jurar la Constitución civil del clero, sus bienes fueron expropiados (desamortizados) y vendidos a particulares con el objetivo de disminuir su poder y conseguir dinero para las finanzas del Estado. En contrapartida, el Estado aseguraba el mantenimiento del culto y del clero.
Para defender las conquistas de la Revolución frente a los partidarios del absolutismo, se creó un nuevo ejército, la Guardia Nacional.
Las peticiones del Tercer Estado no fueron atendidas, ya que se votaba por estamento y los privilegiados siempre imponían su voluntad al sumar sus dos votos. Por ello, los representantes del Tercer Estado decidieron abandonar la reunión, constituirse en Asamblea Nacional (representantes de toda la nación) y aprobar la votación por persona.
Reunidos en un pabellón de Versalles (Jeu de Paume), decidieron acabar con los privilegios y construir un nuevo sistema político basado en la voluntad soberana de la mayoría, que se comprometieron a mantenerse reunidos hasta aprobar una Constitución.
Los privilegiados amenazaron con usar el ejército y fue entonces cuando intervino el pueblo de París. El 14 de julio asaltó la prisión de la Bastilla, símbolo del absolutismo, y se hizo con las armas de la fortaleza.
Era un hecho insólito, porque mostraba que la monarquía no era invulnerable ante la acción del pueblo. En otras ciudades se produjeron hechos semejantes, y en el campo los campesinos protagonizaron revueltas contra los señores, atacando sus castillos y propiedades. La Revolución rompía las defensas del Antiguo Régimen.
A la instauración del Terror en junio de 1793, los jacobinos, con el apoyo de parte de la burguesía y de los sans-culottes, accedieron al poder e impulsaron las medidas más radicales de la Revolución. Para hacer frente a una situación desesperada ante las amenazas realistas, ejercieron un gobierno dictatorial, que quedó en manos del Comité de Salvación Pública, que concentró todo el poder en la persona de Robespierre.
Su acción fue muy enérgica y llevó a la formación de un nuevo tipo de ejército basado en la incorporación obligatoria de los ciudadanos para defender a la nación (leva en masa), que consiguió frenar la amenaza exterior.
También impulsaron la aprobación de una nueva Constitución y una nueva Declaración de Derechos (1793). Su importancia radicaba en la defensa de lo que ahora llamamos derechos sociales (a la existencia, al trabajo, a la enseñanza, a la asistencia pública…).
Por otra parte, implementaron reformas como la enseñanza obligatoria, la redistribución de la tierra en favor de los campesinos, la fijación de un precio máximo a los productos de primera necesidad y un mínimo salarial, que favorecían a las clases populares.
Sin embargo, suspendieron derechos y libertades, actuaron de forma autoritaria e implantaron un régimen dictatorial que recurrió a la violencia, a menudo arbitraria, para mantenerse. Fue la llamada política del Terror, en la que los tribunales revolucionarios castigaron con prisión o muerte en la guillotina a los sospechosos de oponerse a la Convención (Ley de sospechosos).
Y acabó con la toma del poder por Napoleón. En este contexto de fuertes tensiones sociales y políticas, de inestabilidad e inseguridad, buena parte de la burguesía pensó que el Directorio era ineficaz. Pensaron que el ejército, además de consolidar las conquistas exteriores, podía garantizar el orden social, la estabilidad económica y el control político de la oposición. El objetivo era un nuevo régimen, fuerte, que dominase a los absolutistas y a las clases populares, y consolidase los principios más moderados de la Revolución.
En 1799, un joven general, muy popular por sus éxitos militares, Napoleón Bonaparte, encabezó un nuevo golpe de Estado (golpe de Brumario) que no solo terminó con el Directorio sino que clausuró la Revolución. Se rechazaron definitivamente las reformas igualitarias y democráticas, se acabó con la amenaza absolutista y se consolidó el liberalismo moderado.
Y terminó en un imperio a la conquista de Europa. Napoleón se sentía tan poderoso que se hizo coronar emperador por el Papa. Además, inició la conquista de Europa con un gran ejército que utilizó nuevos y eficaces métodos militares. Su objetivo era la creación de un imperio del que Francia sería el centro.
Así, incorporó directamente algunos de los territorios conquistados, mientras que otros pasaron a ser gobernados por miembros de su familia. Este fue el caso de España, que fue invadida en 1808 y donde José Bonaparte, hermano de Napoleón, fue nombrado rey.
En todos los territorios ocupados por Napoleón se suprimió el absolutismo, se implantaron regímenes constitucionales, lo que inicialmente generó simpatías entre reformistas y liberales. Pero pronto se impuso el rechazo a los reinos vasallos de franceses, ya que, en definitiva, eran invasores y ejercieron su dominio a través de la violencia y la explotación de la población. Estas prácticas activaron las aspiraciones de independencia nacional de los pueblos sometidos.
En 1812, el Imperio había alcanzado su máxima extensión. Desde entonces, empezó su declive ante la imposibilidad de ocupar Rusia, las dificultades que tenía en España y la formación de una nueva coalición europea encabezada por Gran Bretaña, que llegó a ocupar París (1814).
Napoleón fue derrotado definitivamente en la batalla de Waterloo (1815) y fue confinado a la isla de Santa Elena, hasta que murió en 1821.
Del rechazo a la Revolución… Las potencias que vencieron a Napoleón (Austria, Prusia, Rusia y Reino Unido) se reunieron en el Congreso de Viena (1815) para organizar Europa a partir del rechazo a la Revolución francesa. Ello significó restaurar las monarquías absolutistas y acabar con los principios constitucionales, la soberanía nacional y los derechos de la ciudadanía. Por ello, el periodo que va de 1815 a 1848 se conoce como la Restauración absolutista.
El Reino Unido continuó siendo una excepción, porque mantuvo su régimen parlamentario. En Francia, la restauración de los Borbones se asoció a una monarquía que se vio obligada a hacer unas mínimas concesiones que diferenciaban este régimen del absolutismo tradicional. Así, el nuevo rey, Luis XVIII, aprobó una «Carta otorgada» por la que concedía a sus súbditos unas libertades muy restringidas y creaba dos cámaras consultivas.
A la remodelación de Europa. Por otra parte, en Viena se procedió a remodelar el mapa europeo en beneficio de los vencedores, los grandes imperios autocráticos de Austria, Rusia y Turquía. Francia volvía a sus fronteras de 1792 y lo que había sido el Imperio se dividió entre las potencias absolutistas, de acuerdo con sus intereses y sin respetar ni la voluntad ni las aspiraciones de independencia de algunos pueblos. Mientras, el Reino Unido se consolidaba como primera potencia marítima mundial.
También se creó la Santa Alianza, un tratado de ayuda mutua entre los monarcas absolutos que les otorgaba el derecho a intervenir en cualquier país donde el orden absolutista fuese desafiado por una revolución liberal.
Italia estaba dividida en múltiples Estados. En algunos se había desarrollado un movimiento de afirmación nacional (Risorgimento) que preconizaba la necesidad de unir a todos los italianos. Esta perspectiva se había expresado en 1830 y con mayor amplitud en 1848, pero no logró imponerse. Desde 1859, la iniciativa del Piamonte, una rica monarquía constitucional, con el rey Víctor Manuel II de Saboya y el primer ministro Cavour al frente, tuvo la fuerza suficiente para enfrentarse a Francia y a Austria e incorporar los Estados del Norte (1859-1866). En el centro y el Sur, la activa participación de los republicanos de Garibaldi permitió la anexión del reino de las Dos Sicilias en 1860. Tras ella, en 1861, se creó el reino de Italia. En 1866, solo quedaban los Estados Pontificios al margen, que fueron ocupados en 1870, convirtiendo Roma en la capital.
- Sufragio censitario: el derecho al voto se establece en función del nivel de riqueza.
- Sufragio universal: se concede el derecho al voto a todos los ciudadanos sin distinción alguna.