Consolidación de la propiedad territorial agraria y la mano de obra

TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS


1CAMBIOS AGRARIOS


Los gobiernos liberales del Siglo XIX emprendieron una reforma agraria liberal, cuyas principales medidas fueron la abolición de los señoríos y los derechos jurisdiccionales, la desvinculación de la propiedad y la desamortización de las tierras en manos de la Iglesia y los Ayuntamientos. Tras las reformas, la tierra pasó a ser una mercancía que podía ser comprada y vendida libremente. La abolición de los señoríos no significó que los antiguos señores perdieran la propiedad de sus tierras. La mayor parte de las tierras que se pusieron a la venta fueron compradas por quienes ya tenían tierras y por quienes contaban con recursos para adquirirlas (funcionarios, militares, comerciantes). De este modo, el hecho de que la mayoría de los compradores de tierras no fueran cultivadores directos ha llevado a considerar la desamortización de la tierra en el s. XIX como una de las grandes oportunidades perdidas para realizar una reforma en profundidad de la estructura de la propiedad, que crease un buen número de medianos propietarios e incrementase la eficacia de la producción agraria. La consecuencia más importante de la reforma agraria liberal fue el aumento de la roturación de tierras hasta entonces no cultivadas: la superficie agraria pasó en los 60 primeros años del s. XIX de 10 a 16 millones de hectáreas. La mayor expansión de cultivos se produjo en los cereales, que en 1860 representaban el 80% del suelo agrícola español. También se extendíó el cultivo de la vid, el maíz y la patata. Ahora bien, el aumento de la producción agrícola se consiguió gracias al incremento de la superficie cultivada y no como resultado de la modernización de las técnicas de cultivo.

2.- LA INDUSTRIA TEXTIL CATALANA


La supresión de los privilegios gremiales por los gobiernos liberales contribuyó a que a mediados del s. XIX la industria textil catalana fuera la más importante de las industrias españolas (se ha dicho que al igual que entonces Gran Bretaña era la fábrica del mundo, Cataluña era la fábrica de España).
El proceso de mecanización del textil catalán se inició a partir de 1830, cuando se instalaron las primeras máquinas de vapor. La mecanización fue más rápida en la hilatura (máquinas de hilar o husos mecánicos) que en el tejido. Fueron sustituidos los husos manuales por los mecánicos, que requerían menos mano de obra. El proceso de mecanización supuso una notable disminución de los costes y de los precios de venta. Así, el aumento de la demanda favorecíó el de la producción. Esta industria textil catalana del algodón (la gente cada vez compraba menos tejidos de lana) tuvo dos limitaciones importantes: a) la escasez de carbón de la minería catalana; b) y la debilidad del mercado español. Los gobiernos tuvieron que tomar bastantes medidas proteccionistas para hacer frente a la competencia de los tejidos extranjeros.

3.- INDUSTRIA SIDERÚRGICA Y PRODUCCIÓN MINERA


La siderurgia fue el sector industrial que, en la segunda mitad del s. XIX, acompañó al textil en el desarrollo de la industria moderna. Los primeros intentos de crear una siderurgia moderna se desarrollaron en Andalucía a partir de 1826 aprovechando el hierro de Ojén (Málaga). Después de treinta años de auge, la siderurgia malagueña entró en decadencia por la escasez en la zona de carbón mineral. Al ser éste más abundante en Asturias, esta regíón se convirtió en el centro siderúrgico de España entre 1864 y 1879. Pero fue a partir de 1876, con la llegada de carbón de coque galés a Bilbao, cuando se consolidó la industria siderúrgica en el País Vasco. La consolidación del eje comercial entre Bilbao y Cardiff, basado en la exportación de mineral de hierro a Gran Bretaña y la importación de carbón galés para los altos hornos vascos, desempeñó un papel de primer orden en la industrialización del País Vasco. En las últimas décadas del s. XIX se crearon las grandes empresas siderúrgicas vascas (como Altos Hornos de Vizcaya) que fueron las dominantes a finales de siglo en la producción del hierro y el acero.  La industria agroalimentaria tuvo un papel muy importante durante todo el s. XIX. Y tuvieron un desarrollo menor otras industrias, como el calzado, la madera, la química, la harinera (en Aragón), la tipográfica y editorial (Madrid) y la del gas. La producción minera más importante fue la del carbón (en Asturias) y la del hierro del País Vasco (la escasa demanda interior hizo que la mayor parte de la producción fuera exportada). España se convirtió en el principal exportador de mineral de hierro de Europa.

4.- FERROCARRIL Y MERCADO


La construcción de la red ferroviaria en España se inició en 1855 con la aprobación de la Ley General de Ferrocarriles. La primera gran expansión del trazado se realizó entre 1855 y 1866 e intervinieron en ella de forma muy destacada compañías extranjeras. La crisis financiera de 1866 supuso un período de paralización de la construcción (los ferrocarriles producían unos beneficios muy escasos y el valor de las acciones ferroviarias cayó estrepitosamente). Una nueva etapa constructiva se inició a partir de 1873. La ley de 1855: a) consolidó una estructura radial de la red con centro en Madrid; b) fijó un ancho entre carriles mayor que el de las líneas europeas, obstaculizando así los intercambios con el resto de Europa; c) las compañías constructoras, mayoritariamente extranjeras, podían importar libres de aranceles aduaneros todos los materiales para la construcción de la red ferroviaria (esto perjudicó el crecimiento industrial de España). A pesar de los errores en su construcción, el ferrocarril fue un instrumento indispensable para dotar a España de un transporte masivo, barato y rápido que favorecíó el intercambio de personas y mercancías entre las distintas regiones y aumentó el comercio interior. En cuanto al comercio exterior, a principios del s. XIX las exportaciones españolas más relevantes eran el aceite y el vino, y las importaciones, los tejidos de algodón y de lino. Debido a las transformaciones económicas durante el siglo, a finales del mismo las principales exportaciones eran los minerales, los productos agrarios y los tejidos de algodón, y las importaciones eran el algodón en rama y el carbón. A partir de 1850, Francia y Gran Bretaña absorbían más de la mitad de las exportaciones españolas, y a la vez las importaciones procedentes de estos dos países fueron también muy relevantes.

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