En que consistió la romanización de la península ibérica

Romanización

Proceso de aculturación experimentado por las comunidades indígenas no bien entraron en contacto con Roma. El remoto precedente de la expansión romana sirvió para demostrar que sobre las culturas superiores recaía la grave responsabilidad de civilizar a las inferiores. Desde esta perspectiva, la romanización fue presentada como un proceso de difusión cultural benéfico, pues estimuló la evolución social de los pueblos más atrasados del Mediterráneo. La supuesta misión civilizadora se presentó ahora como una máscara con la que se pretendía encubrir la dominación política y la explotación económica de un territorio.
Para superar este debate , hoy se sostiene que la romanización no fue un mero proceso unidireccional de asimilación cultural, sino que las influencias y los intercambios entre colonizadores y colonizados fueron mutuos y recíprocos.

PRINCIPALES FACTORES DE LA ROMANIZACIÓN


  1. Organización provincial. La dominación y explotación del territorio comenzó con la delimitación, cada una de ellas encomendada a un magistrado con imperium para canalizar el flujo de tributos hacia Roma. La división inicial en Hispania Citerior e Hispania Ulterior, fijándose el límite entre ambas primero en el Ebro y más tarde en la línea que unía Cartago Nova con Úbeda. Las dos circunscripciones fueron absorbiendo los territorios conquistados entre los que se incluían ricos distritos mineros que requerían una atención preferente. Primer emperador, Octavio Augusto, denominó Tarraconense a la Citerior, le concedíó la administración.

  2. La urbanización. El control y la explotación del territorio se realizó a través de las estructuras urbanas. El estatuto concedido a las ciudades peregrinas, dependíó del procedimiento de anexión, ya fuera negociado o por la fuerza. Aquellas ciudades indígenas que dieron pruebas inequívocas de lealtad fueron elevadas a la condición de municipios latinos Con este reconocimiento se les permitía una constitución análoga a la de las ciudades italianas. Para los ciudadanos romanos en la Península Ibérica se crearon colonias. En ellas se asentaron licenciados del ejército, exiliados de las guerras civiles y desocupados que, constituían un foco permanente de tensión social. En torno al siglo I, había en la Península Ibérica 401 ciudades. La mayoría se repartían por la Bética y la Tarraconense. En Lusitania, asentamientos militares.

  1. La ciudadanía. Al principio, los moradores, se rigieron por sus propias normas, no siendo equiparados en derechos públicos y civiles con el ciudadano romano.
    Ni podían votar ni se les reconocía sus matrimonios o sus testamentos. Estos privilegios se fueron concediendo de forma individual para reconocer servicios prestados al Estado Romano. Vespasiano extendíó el derecho latino a todos los núcleos indígenas. Se les permitía dotarse de instituciones similares a las de los municipios romanos, al tiempo que se reconocía la plenitud de derechos a quines asumieran las magistraturas locales. El proceso de unificación fue concluido en el 212 por Caracalla, quien decidíó generalizar el derecho romano. Desaparecieron así las barreras jurídicas que marcaron las diferencias entre ciudadanos romanos, latinos y peregrinos.

  2. El ejército. Los centros militares contribuyeron al control administrativo del territorio. Los indígenas que participaron en el ejército en calidad de auxiliares, asimilaron y difundieron el modelo de vida romano. A todos los veteranos de estas unidades, tras 25 años de servicios, se les reconocíó la plena ciudadanía.

  3. Las obras públicas, la cultura y el ocio. Destacaron, acueductos como el de Segovia o puentes como el de Alcántara. Un entramado político tan complejo, basado en la ciudad como soporte de la actividad administrativa y militar, se sostuvo en la impotente red viaria construida, fluyeron mercancías, personas, ideas y modos de vida. Edificación de recintos lúdicos en los espacios urbanos y promoción de espectáculos públicos. Modo de vida refinado y atractivo. Éste se exprésó a través del latín.

  4. Las creencias y el culto imperial. El ejército y los emigrantes itálicos de difusión de las prácticas religiosas romanas. Asimilación más intensa en la vertiente mediterránea. En el interior peninsular y en la fachada atlántica no impusieron sus tiros por la fuerza. Menos tolerantes en lo tocante al culto del emperador. Con la devoción al César se ofrecía un testimonio de pertenencia a una comunidad política y, se acataba el principio de autoridad que representaba su figura

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