España fin del Antiguo Régimen


DÉCADA MODERADA (1844-1854)


A finales de 1843, los moderados definitivamente comenzaron a dejar el poder en manos de los progresistas, a la vez iba creciendo la opinión de que era necesario asentar el Estado en unas bases firmes, reformando, por ejemplo, la Constitución de 1837. Con la llegada de Narváez a la presidencia del Gobierno en 1844, se iniciaron una serie de reformas limitando las propuestas de los progresistas. Los principios orientadores de estas reformas moderadas fueron el orden público estricto y el control político mediante una administración centralizada. Así, en 1844, un nuevo cuerpo del orden público, la Guardia Civil, sustituye a la Milicia Nacional. Esta constaba de estatutos militares y se encargaba de asegurar el orden público y la propiedad privada, acatando órdenes directas del delegado político del gobierno de las provincias, más tarde convertido en el gobernador civil. Al llegar 1845 se suprimíó el carácter electivo de los alcaldes, siendo nombrados por el Gobierno. Más tarde, en este mismo año, se comenzó a controlar directamente la imprenta y la prensa. La liquidación del consenso constitucional terminó con la promulgación de una nueva Constitución la cual sustituyó el principio de soberanía nacional por la soberanía compartida, limitando el poder de las Cortes y declarando que España era la católica, apostólica y romana, lo cual traía obligaciones del poder civil para la defensa de la religión. Así se consintió la intervención de los obispos en la educación y los gobiernos les prestaban en la represión de las doctrinas heréticas.  Por esta época los moderados intentaban volver a recuperar los lazos con el Papa, los cuales se habían roto  por la desamortización de Mendizábal, por lo que negociaron un concordato que fue firmado en 1851. Las primeras medidas que se tomaron en 1844 fueron en beneficio de la Iglesia ya que los moderados afirmaban que para conseguir el orden público era necesario un pacto con la religión. Suspendieron nuevas subastas de los bienes del clero y ordenaron que el producto de los bienes, el cual era susceptible de ventas, que se aplicara en su totalidad al mantenimiento del clero secular y las órdenes religiosas.  En el ámbito político, los moderados querían conseguir que Roma aceptara que los bienes desamortizados quedaran en manos de sus propietarios, consiguiendo acabar con la persecución a los compradores y también la renovación del derecho de presentación de obispos.  Así, al quedar alguna vacante, el gobierno propónía tres hombres para que Roma eligiese entre ellos al nuevo obispo.

BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)

La revolución de 1854 obtuvo como resultado un cambio en la política, dejando de lado el favoritismo en todos los ámbitos de la vida social y la corrupción existente en la política económica y financiera de los gobiernos moderados. En este año el ejército del general moderado O’Donnell se enfrentó a las tropas del Gobierno en Vicálvaro. No se supo muy bien cual fue el resultado del enfrentamiento y O’Donnell decidíó retirarse. Posteriormente se uníó al general Serrano y juntos lanzaron un Manifiesto al País con promesas progresistas, el cual se difundíó provocando que las agitaciones populares  aumentaran y así el alzamiento militar se convirtió en un movimiento popular y progresista, el cual en algunos lugares tuvo dimensiones obreristas. Por todo ello la reina Isabel II decidíó entregar el poder al general Espartero. Así acabó la década moderada y comenzó el llamado Bienio Progresista, el cual duró hasta 1856. Durante este tiempo los gobiernos intentaron poner en práctica medidas puramente liberales. Crearon una nueva Constitución, la cual finalmente fue promulgada debido a las largar discusiones y a los diferentes sucesos políticos. En ella se deja claro los ideales del partido progresista: la soberanía nacional, limitaciones al poder de la Corona, someter la prensa al juicio de un jurado, el regreso de la Milicia Nacional eliminada por los moderados, alcaldes elegidos por la sociedad y no por la Corona, autonomía de las Cortes y primacía del Congreso sobre el Senado a la hora de decidir los presupuestos anuales, y tolerancia religiosa. La política económica se baso en la desamortización y unas leyes que buscaban conseguir capital extranjero, relanzar la actividad de los bancos y fomentar el ferrocarril.


UníÓN LIBERAL Y RETORNO DEL MODERANTISMO (1856-1868)



La crisis se produjo en 1856, cuando O’Donnell dio un Golpe de Estado contra la mayoría parlamentaria y dejó el poder en manos del general Espartero y en el partido progresista. Así, el Bienio Progresista acabó igual que había comenzado, a tiros y con derramamientos de sangre en Madrid. O’Donnell, respaldado por su nuevo partido, la Uníón Liberal, asumíó la presidencia del Gobierno. Los objetivos principales de su política eran la consolidación de la monarquía constitucional, respeto a los legítimos derechos y libertades, restablecimiento del orden público y el acuerdo entre moderados y progresistas. Se intentaba establecer el liberalismo centralista, por lo que se repuso la Constitución de 1845 con un Acta Adicional, añadiendo el reconocimiento de algunos principios progresistas, eliminando la Milicia Nacional y reorganizando los ayuntamientos. Pero este gobierno fue breve ya que Narváez volvíó al Gobierno suprimiendo el Acta Adicional, interrumpiendo la desamortización y rodéándose de los neocatólicos con el apoyo de la reina, identificada con la facción más reaccionaria del moderantismo. Entre 1858 y 1863 la Uníón Liberal tuvo una nueva oportunidad. Fueron años de crecimiento económico ya que España, junto a Francia, se interésó por reconstruir un Imperio colonial. El Gobierno adquiríó cierto prestigio gracias a la exaltación patriótica de la guerra de Marruecos y las expediciones a México e Indochina. Gracias a estos acontecimientos el general Prim adquiríó un gran reconocimiento. En el año 1864 Narváez regresó al Gobierno junto con una política conservadora y de represión de las libertades públicas.

 

REVOLUVIÓN SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)


En Septiembre de 1868 el jefe de la armada secundado por Prim y Serrano, realizó en Cádiz un llamamiento a la población civil. Se formaron Juntas Revolucionarias por todo el país, la de Cádiz y Valencia no sorprendieron a nadie, triunfando la revolución si apenas muertes. Por todo ello, Isabel II, que estaba en Bizkaia, al encontrarse sin apoyos optó por partir hacia Francia. Así, el periodo de 1868 a 1875 es decisivo para interpretar la historia contemporánea. Esta revolución significó la afirmación de un nuevo sentido del liberalismo, contrario al rígido moderantismo, el fin del régimen de los generales de las anteriores décadas y el triunfo de la sociedad civil.


ANTIGUO RÉGIMEN Y NUEVO RÉGIMEN

El Antiguo Régimen se caracteriza:

a)En los ideológico, por la profunda unidad del pensamiento del hombre en las cuestiones fundamentales y una tremenda seguridad en las creencias y convicciones. Esta seguridad se debe al dogma y además el hombre también es dogmático en el argumento de autoridad, en la tradición y en la experiencia. Lo que ha sido capaz de sostenerse por largo tiempo es verdadero y justo. Esto no significa inmovilismo pero si una lenta evolución de las ideas, las actitudes y las costumbres, con permanencia de los valores fundamentales.

b)En lo político, el Antiguo Régimen se caracteriza por el absolutismo. No había nadie por encima del rey, era responsable solamente ante Dios. En España, existía una fuerte tradición populista que consiste en que el poder procede de la comunidad y este se lo transmite al rey mediante un pacto. Si gobierna injustamente, el pueblo puede apartarlo del poder y recuperar la soberanía. Esta doctrina perduró siempre, pero los Borbones del Siglo XVIII trataron de sustituirla por la teoría de Bonsuet que consiste en que el rey cumple una función similar a la de padre de la sociedad. A mediados del siglo, esta es sustituída por el abosolutismo ilustrado que defiende que el rey es el primer servidor del Estado y que se encarga de bien y la felicidad de los gobernados.

c)En lo institucional, el Antiguo Régimen se caracteriza por variedad de órganos, de leyes y de reglamentos. Cada ciudad tenía sus leyes, cada gremio se ajustaba a unas normas de trabajo que no podían ser forzadas y los sistemas de pesas y medidas eran distintos según las regiones. Una persona podía ser juzgada de diferente manera según su clase social, la corporación a que pertenecía, o la ciudad que habitaba.

d)En lo social, el Antiguo Régimen se basaba en la triple división en clero, nobleza y estado llano. Unos enseñan, otros defienden y otros trabajan. Cada estamento de beneficiaba de la función de los otros. Los estamentos eran movibles y no es cierto que se naciera y se muriera en el mismo estamento.

e)En lo económico predominaba una economía cerrada e intervenida. Los precios estaban tasados, los reglamentos eran rigurosos, peajes frecuentes y monopolios. Los gremios se ponían de acuerdo sobre los tipos de producción, las calidades y los precios. Nadie podía producir por su cuenta si no estaba agremiado.

Entre el Antiguo y el Nuevo Régimen se encuentra La Revolución, el cambio de un régimen a otro, no violento pero si de cambios drásticos. En España fue una proclamación pacífica realizada por las Cortes de Cádiz.

El Nuevo Régimen se caracteriza:

a)En lo ideológico por el pluralismo. Un tipo de opinión mucho más libre, todo es discutible y esta basado en la tolerancia.

b)En lo político consiste en el demoliberalismo (primero el liberalismo, luego la democracia). El origen del poder radica en el pueblo, no en el monarca quien no tiene un poder absoluto. En el liberalismo es del gran importancia la división de poderes: unos elaboran las leyes (poder legistalivo), otros las hacen cumplir (poder ejecutivo) y otros deciden si se cumplen o no (poder judicial). Los ciudadanos eligen una asamblea para que los represente y que se encargue del poder legislativo. Las normas superiores del funcionamiento de un régimen liberal quedan recogidas en una Constitución, estas eran descatadas en el Siglo XIX.

c)Este Nuevo Régimen se caracteriza por la igualación de las instituciones; La justicia y los impuestos eran iguales para todos y no existían los privilegios.

d)En lo social, el Nuevo Régimen busca una estructura monoclasista. Sin embargo, el triunfo de la burguésía como la clase dominante lleva al doctrinarismo y las desigualdades a las que da lugar el liberalismo originan una sociedad clasista. Todos los ciudadanos tienen los mismos derechos, pero unos tienen myor prestigio. Hay una clase alta, una clase media y una clase baja.

e)En lo económico existe una libertad total tanto para producir, como para contratar, como para comprar y verder, e incluso para transportar. Todo queda regido por la única ley universal de la economía: la ley de la oferta y la demanda. El liberalismo económico dio lugar a dos fenómenos en la Edad contemporánea: la Revolución Industrial que transformó el mundo y nos llevo al capitalismo. El el Siglo XIX el liberalismo económico es casi total y en el XX los Estados comienzan a corregir sus inconvenientes.


UníÓN LIBERAL Y RETORNO DEL MODERANTISMO (1856-1868)


La crisis se produjo en 1856, cuando O’Donnell dio un Golpe de Estado contra la mayoría parlamentaria y dejó el poder en manos del general Espartero y en el partido progresista. Así, el Bienio Progresista acabó igual que había comenzado, a tiros y con derramamientos de sangre en Madrid. O’Donnell, respaldado por su nuevo partido, la Uníón Liberal, asumíó la presidencia del Gobierno. Los objetivos principales de su política eran la consolidación de la monarquía constitucional, respeto a los legítimos derechos y libertades, restablecimiento del orden público y el acuerdo entre moderados y progresistas. Se intentaba establecer el liberalismo centralista, por lo que se repuso la Constitución de 1845 con un Acta Adicional, añadiendo el reconocimiento de algunos principios progresistas, eliminando la Milicia Nacional y reorganizando los ayuntamientos. Pero este gobierno fue breve ya que Narváez volvíó al Gobierno suprimiendo el Acta Adicional, interrumpiendo la desamortización y rodéándose de los neocatólicos con el apoyo de la reina, identificada con la facción más reaccionaria del moderantismo. Entre 1858 y 1863 la Uníón Liberal tuvo una nueva oportunidad. Fueron años de crecimiento económico ya que España, junto a Francia, se interésó por reconstruir un Imperio colonial. El Gobierno adquiríó cierto prestigio gracias a la exaltación patriótica de la guerra de Marruecos y las expediciones a México e Indochina. Gracias a estos acontecimientos el general Prim adquiríó un gran reconocimiento. En el año 1864 Narváez regresó al Gobierno junto con una política conservadora y de represión de las libertades públicas.

 

REVOLUVIÓN SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)


En Septiembre de 1868 el jefe de la armada secundado por Prim y Serrano, realizó en Cádiz un llamamiento a la población civil. Se formaron Juntas Revolucionarias por todo el país, la de Cádiz y Valencia no sorprendieron a nadie, triunfando la revolución si apenas muertes. Por todo ello, Isabel II, que estaba en Bizkaia, al encontrarse sin apoyos optó por partir hacia Francia. Así, el periodo de 1868 a 1875 es decisivo para interpretar la historia contemporánea. Esta revolución significó la afirmación de un nuevo sentido del liberalismo, contrario al rígido moderantismo, el fin del régimen de los generales de las anteriores décadas y el triunfo de la sociedad civil.


ANTIGUO RÉGIMEN Y NUEVO RÉGIMEN

El Antiguo Régimen se caracteriza:

a)En los ideológico, por la profunda unidad del pensamiento del hombre en las cuestiones fundamentales y una tremenda seguridad en las creencias y convicciones. Esta seguridad se debe al dogma y además el hombre también es dogmático en el argumento de autoridad, en la tradición y en la experiencia. Lo que ha sido capaz de sostenerse por largo tiempo es verdadero y justo. Esto no significa inmovilismo pero si una lenta evolución de las ideas, las actitudes y las costumbres, con permanencia de los valores fundamentales.

b)En lo político, el Antiguo Régimen se caracteriza por el absolutismo. No había nadie por encima del rey, era responsable solamente ante Dios. En España, existía una fuerte tradición populista que consiste en que el poder procede de la comunidad y este se lo transmite al rey mediante un pacto. Si gobierna injustamente, el pueblo puede apartarlo del poder y recuperar la soberanía. Esta doctrina perduró siempre, pero los Borbones del Siglo XVIII trataron de sustituirla por la teoría de Bonsuet que consiste en que el rey cumple una función similar a la de padre de la sociedad. A mediados del siglo, esta es sustituída por el abosolutismo ilustrado que defiende que el rey es el primer servidor del Estado y que se encarga de bien y la felicidad de los gobernados.

c)En lo institucional, el Antiguo Régimen se caracteriza por variedad de órganos, de leyes y de reglamentos. Cada ciudad tenía sus leyes, cada gremio se ajustaba a unas normas de trabajo que no podían ser forzadas y los sistemas de pesas y medidas eran distintos según las regiones. Una persona podía ser juzgada de diferente manera según su clase social, la corporación a que pertenecía, o la ciudad que habitaba.

d)En lo social, el Antiguo Régimen se basaba en la triple división en clero, nobleza y estado llano. Unos enseñan, otros defienden y otros trabajan. Cada estamento de beneficiaba de la función de los otros. Los estamentos eran movibles y no es cierto que se naciera y se muriera en el mismo estamento.

e)En lo económico predominaba una economía cerrada e intervenida. Los precios estaban tasados, los reglamentos eran rigurosos, peajes frecuentes y monopolios. Los gremios se ponían de acuerdo sobre los tipos de producción, las calidades y los precios. Nadie podía producir por su cuenta si no estaba agremiado.

Entre el Antiguo y el Nuevo Régimen se encuentra La Revolución, el cambio de un régimen a otro, no violento pero si de cambios drásticos. En España fue una proclamación pacífica realizada por las Cortes de Cádiz.

El Nuevo Régimen se caracteriza:

a)En lo ideológico por el pluralismo. Un tipo de opinión mucho más libre, todo es discutible y esta basado en la tolerancia.

b)En lo político consiste en el demoliberalismo (primero el liberalismo, luego la democracia). El origen del poder radica en el pueblo, no en el monarca quien no tiene un poder absoluto. En el liberalismo es del gran importancia la división de poderes: unos elaboran las leyes (poder legistalivo), otros las hacen cumplir (poder ejecutivo) y otros deciden si se cumplen o no (poder judicial). Los ciudadanos eligen una asamblea para que los represente y que se encargue del poder legislativo. Las normas superiores del funcionamiento de un régimen liberal quedan recogidas en una Constitución, estas eran descatadas en el Siglo XIX.

c)Este Nuevo Régimen se caracteriza por la igualación de las instituciones; La justicia y los impuestos eran iguales para todos y no existían los privilegios.

d)En lo social, el Nuevo Régimen busca una estructura monoclasista. Sin embargo, el triunfo de la burguésía como la clase dominante lleva al doctrinarismo y las desigualdades a las que da lugar el liberalismo originan una sociedad clasista. Todos los ciudadanos tienen los mismos derechos, pero unos tienen myor prestigio. Hay una clase alta, una clase media y una clase baja.

e)En lo económico existe una libertad total tanto para producir, como para contratar, como para comprar y verder, e incluso para transportar. Todo queda regido por la única ley universal de la economía: la ley de la oferta y la demanda. El liberalismo económico dio lugar a dos fenómenos en la Edad contemporánea: la Revolución Industrial que transformó el mundo y nos llevo al capitalismo. El el Siglo XIX el liberalismo económico es casi total y en el XX los Estados comienzan a corregir sus inconvenientes.


EL PROCESO DESAMORTIZADOR:


 La desamortización ya había empezado a ser aplicada en el Siglo XVIII. Se ha calculado que desde que se pusieron en venta los primeros bienes de los jesuitas, quienes fueron explusados de España por Carlos III en 1767, hasta 1924 pasaron a manos de propietarioa particulares millones de hectáreas que habían sido propiedad colectiva.

Este dilatado proceso de ventas no fue continuo, sino resultado de varias desamortizaciones como la de Godoy, la de las Cortes de Cádiz, el trienio liberal, la de Méndizabal y la de Madoz.

LA DESAMORTIZACIÓN


 DE MENDIZÁBAL:

Esta desamortización es de gran importancia puesto que la puesta en práctica de su decreto provocó la ruptura de las relaciones con Roma y removíó y dividíó la opinión pública hasta llegar a considerar la desamortización por excelencia.

Con esta desamortización se pretendían lograr diversos objetivos: ganar la guerra carlista, eliminar la deuda pública, poder solicitar nuevos préstamos y cambiar la propiedad eclesiástica que pasa de ser amortizada y colectiva a libre e individual. También pretendían reformar la Iglesia y convertirla en una institución del Nuevo Régimen, comprometíéndose el Estado a mantener a los clérigos y a subvencionar el correspondiente culto.

LA DESAMORTIZACIÓN GENERAL


DE Madoz:


El 1 de Mayo de 1855, Madoz sacó a la luz su Ley de Desamortización General y se llamaba así porque se ponían en venta todos los bienes de propiedad colectiva tanto los de los eclesiásticos que no habían sido vendidos en la etapa anterior como los de los pueblos.

El procedimiento utilizado para las ventas fue una copia de Mendizábal aunque tenían dos claras diferencias: Una se refería al destino del dinero obtenido que fue destinado a la expansión del ferrocarril. La otra diferencia estaba en la propiedad de dicho dinero que este caso no era el Estado el propietario sino los ayuntamientos. En este proceso tambíen fue la burgguesía con dinero la gran beneficiaria.


La construcción de la España Liberal:


 A la muerte de Fernando VII, en 1883,comenzó en la historia de España un proceso imparable de cambios políticos,sociales y económicos. En toda Europa Occidente se consolodaba la sociedad burguesa sobre la base económica de la Revolución Industrial y el sistema capitalista.España se incorporó a este proceso,se produjeron los cambios sustanciales de la revolución liberal-burguesa y se sentaron las bases del sistema capitalista. El el reinado de Isabel II se llevaron a cabo reformas fundamentales para el establecimiento de un régimen liberal muy moderado.En los años 60 la sociedad española exigíó la democracia,el primer obstáculo fue la propia reina Isabel,destronada y enviada al exilio en 1868 por una auténtica revolución popular,La Gloriosa.

La Revolución Liberal-Burguesa:


El  concepto de revolución liberal-burguesa podemos definirla como un proceso violento de sustitución de la sociedad feudo-señorial del Antiguo Régimen por una nueva sociedad liberal-burguesa y capitalista. Implica profundos cambios políticos,cambios económicos y una nueva ideología. Todas estas transformaciones se producen bajo hegemonía de la burguésía como clase social dominante y unas relaciones sociales encaminadas a garantizar la reproducción del capital,de ahí la denominación de capitalismo del nuevo sistema social-económico. En el caso de España,presentó rasgos como:la lentitud y fragilidad de los cambios,fuertes resistencias de los grupos privilegiados,la conflictividad y el retrato en los cambios frente a los países de Europa occidental.

La Guerra Civil(1833-1840):


A la muerte de Fernando VII,las tensiones acumuladas salieron a la luz en forma de una Guerra Civil especialmente despiadada,que se prolongó durante casi 7 años,enfrentando a absolutistas y liberales,la primera guerra carlista.Su principal teatro de operaciones fue el País Vasco y Navarra.Perdieron la vida casi 200000 personas. Desde la primera semana del nuevo reinado,se concentraron partidas absolutistas en distintos lugares del país;mientras,la reina regente María Cristina encargó formar gobierno a Cea Bermúdez. Atento a los problemas iniciales de liberalización del gobierno,el bando cristino reacciónó con lentitud. Por el contrario,el general carlista guipuzcoano Tomás de Zumalacárregui,pudo disponer de un tiempo precioso para convertir unos efectivos escasos y dispersos en un ejército en toda regla.

2.2 La evolución de la guerra carlista:


Los ataques por solpresa y la movilidad de sus tropas reportaron a los carlistas sus primeros éxitos ante el ejercito de la reina y el afianzamiento de la sublevación en el País Vasco.  Salvo en las capitales vascas y el sur de Navarra,el pretendiente,que se hacía llamar Carlos V,pudo sentirse monarca en un territorio comprendido entre el Ebro y el Cantábrico,con su gobierno y leyes propias,pero sin deseo secesionista alguno respecto a España:su objetivo era Madrid. La toma de las capitales del País Vasco era la obsesión de los líderes carlistas,de ahí ,el atractivo fatal del sitio de Bilbao. En Diciembre de 1836,después de la batalla de Luchana,el general Espartero levantó el sitio de Bilbio,en cuya operación los liberales tuvieron la eficaz ayuda de la marina británica. La crisis interna del carlismo,con enfrentamientos entre castellanos y navarros;la fatiga de la tropa y civiles,todo allanaba el camino hacia el final de la guerra,que se hizo inminente cuando Maroto,jefe supremo del ejército carlista,mandó fusilar a los generales contrarios al acuerdo de paz.  

2.3 El fin de la guerra y el acuerdo de Vergara:


 Las conversaciones secretas de Maroto con Espartero culminaron  en el Convenio de Vergara,de Agosto de 1839,que preparó el término de la contienda. El general liberal se comprometía a recomendar al gobierno el mantenimiento de los fueros vascos,mientras que los pactistas de Maroto,con sus pagas y sus ascesos asegurados,reconocían a Isabel II como reina.Con sendas leyes de 1839 y 1841 se precedíó a la supresión de las instituciones del “reino” de Navarra e a la a “confirmación” de algunos aspectos de sus fueros. La Pacificación del  País Vasco permitíó a los liberales concluir la guerra en 1840. Entre 1833 y 1876 el conflicto se manifestaría a través de tres guerras civilis,pero el ideario carlista,como versión española del tradicionalismo europeo,tuvo más larga vida. A lo largo de un siglo de existencia el carlismo fue un movimiento de protesta contra las corrientes dominantes de la época:liberalismo y capitalismo,industrialización y urbanismo,socialismo y laicismo.

3.La Evolución Política(1833-1843):


Tras la muerte de Fernando VII,la primera propuesta de los consejeros de María Cristina de Borbón fue realizar unas reformas,que parecían necesarias,a fin de alcanzar un “justo medio” que pudiera atraer a los carlistas y a los liberalaes de distinto signo.La guerra demostró claramente la imposibilidad del intento.

3.1Las Corrientes del Liberalosmo:


moderados y progresistas:Entre los moderados y los pregresistas no había demasiadas diferencias.Para dar estabilidad al Estado,ambos admitían ciertas bases ,que pueden resumirse en la aceptación de una ley fundamental escrita,la Constitución,y de unos órganos repressentativos de la nacíón basados en el sufragio censitario,y en la necesidad de un régimen  con opinión pública y con libertades individuales.  El modelo moderado era pragmático,trataba de conjugar tradición y modernidad;atendía prioritariamente a intereses económicos más que a principios políticos;su preocupación fundamental era construir un Estado Unitario y seguro por una administración centralizadora controlada por clases propietarias e ilustradas.Consideran a la monarquía como institución clase del sistema político. El poder debía controlando por las clases propietarias e ilustradas,que eran capacitadas por hacerlo,en tanto se dejaba de lado la gran masa de las clases populares.Para ellos, el procedimiento elegido fue el sufragio censitario que determinaba los límites de la partición política:solamente podrían ser lectores auquellos que pagaran al Estado.  El modelo progresista planteaba una programa reformista. También  defendían al sufragio consitarios,pero menos restringido porque se reducía la cantidad anual exigida para ser elector.Eran partidarios del librecambio y de eliminar el servicio militar obligatorio,creando un ejército profesional. Las clases medias fueron su principal clientela política.

3.2 El Estatuto Real:


En Enero de 1834,el nuevo ministro Martínez de la Rosa,intentó lograr un equilibrio entre las tendencias(moderada y radical).El primer resultado fue la elaboración del Estatuto Real. El Estatuto,que fue sancionado y firmado por la reina gobernadora en Abril de 1834,fijó por escrito el deseo de una transición entre el Antiguo y el Nuevo Régimen que no  resultara demasiado traumático. Por un lado,era una Carta otorgada de parecida naturaleza a la Carta constitucional que en 1834 había ofrecido Luis XVIII a los franceses:el monarca,sin que las Cortes intenvinieran,se limitaba a consentir a lado otros poderes del Estado;por otra parte,era una Constitución incompleta :no regulaba poderes del rey ni del Gobierno. En los dos años siguientes a su promulgación pudo comprobarse que no satisfacía a los liberales radicales,quienes propónían una auténtica Constitución nueva-elabora desde la soberanía nacional-o la vuelta a la de 1812.

3.3La radicalización liberal.La Constitución de 1837:


La incierta evolucón de la gueera carlista y la desastrosa situación de la Hacienda pública provocaron un clima de crispación social y política que en Julio de 1836 se manifestó a través de rebeliones extendidas por gran parte del estado cuya culminación será el pronunciamiento de los sargentos en La Granja,que obligo a la regente a restablecer la Constitución de 1812 y entregar el gobierno a los progresistas.  

Las Cortes

Constituyentes surgidas al amparo constitucional decidieron elaborar una nueva constitución ante los problemas de adaptación de “La Pepa” de 1812. Se sucedieron los gobiernos de Mendizábal y José Mª Calatrava que promulgaron rápidamente decretos de disolición de conventos,expropiación y desamortización de sus bienes.La promulgación de la nueva Constitución-18 de Junio de 1837-coincidió con un momento especialmente comprometido para los isabelinos porque el ejército carlista avanzaba con firmeza hacia Madrid,por ello reflejó un consenso entre los grupos liberales,intentando que con esta Constitución pudieran gobernar ambos.De hecho así fue entre 1837 y 1840. Era una Constitución brede,bicameral,basada en los principios de la soberanía nacional,división de poderes y reconocimiento de los derechos individuales.Los aspectos más progresistas fueron la libertad de prensa,la autonomía política y de gestión otorgada a los ayuntamientos y la recuperación de la Milicia Nacional.


EL PROGRAMA REVOLUCIONARIO DE LAS CORTES DE CÁDIZ

Las Cortes de Cádiz constituyen la otra cara de la guerra de la Independencia. A la vez que gran parte de la sociedad españo­la se enfrentaba con las armas a los franceses, unos pocos ilustrados pre­tendían implantar en España las mismas ideas que, en Francia, habían supuesto una verdadera revolución burguesa.

La gran oportunidad llegó cuando las derrotas militares desacreditaron a la Junta Central, dando paso, en Enero de 1810, a una regencia colectiva, una especie de gobierno provisional compuesto por cinco miembros, muy conservadores, pero sometidos a la presión am­biental de la ciudad. Muchos burgueses liberales, funcionarios ilustrados e intelectuales procedentes de otras ciudades toma­das por el ejército del rey José, huyendo de la guerra, se habían concentra­do en Cádiz, ciudad-refugio protegida por la marina británica.

4.1 Convocatoria y composición de las Cortes

La Regencia no se decidíó a convocar la Junta General hasta que no llegó a Cádiz la noticia del establecimiento de poderes locales en distintas ciuda­des americanas que podían poner en peligro el Imperio español. Las Cortes inauguraron sus reuniones en Septiembre de 1810, con el juramento de los diputados de defender la integridad de la nacíón española, y prolon­garon su actividad hasta la primavera de 1814. La Constitución de 1812, manifestaban su deseo de trasformación del país mediante la aplicación de importantes reformas que debían convertir España en una monarquía liberal y parlamentaria.

La representación y sus problemas

A causa de las dificultades de la guerra, la alta nobleza y la jerarquía de la Iglesia apenas estuvieron representadas en Cádiz. Predominaban en las Cortes las clases medias con formación in­telectual, eclesiásticos, abogados, funcionarios, militares y catedráticos, aunque no faltaban tampoco miembros de la burguésía industrial y co­mercial. No había representación alguna de las masas populares ni mujeres. Las primeras sesiones de las Cortes congregaron a un centenar de diputados, pero su número loe aumentando, hasta llegar a los trescientos.

Carácter y tendencias en las Cortes de Cádiz

Al autoconstituirse en Asamblea Constituyente y asumir la so­beranía nacional, los diputados gaditanos ponían en marcha la revolución liberal, que contaba ya con el precedente de la Francia de 1789. Asimismo, con la concesión de iguales derechos a todos los ciudadanos, incluidos los de América, convertían España y sus colonias en una única nacíón repartida a ambos lados del océano.De inmediato surgieron dos grandes tendencias en la cámara gaditana. Los li­berales que eran partidarios de reformas revolucionarias, mientras que los absolutistas pretendían mantener el viejo orden monárqui­co. La prensa de Cádiz, estuvo del lado de los liberales, que siempre dominaron los debates de las Cortes, manteniéndose, en cambio, los púlpitos de las iglesias al servicio de la ideología absolutista.

LA RESTAURACIÓN DEL ABSOLUTISMO

Fernando VII

5.1 El regreso de Fernando VII. El Sexenio Absolutista (1814-1820)

El fin de las operaciones militares contra los franceses no apaciguó por completo el país, que se veía sometido al enfrentamiento político entre li­berales y absolutistas, ambos a la expectativa de la postura que tomase Fernando VII a su regreso del cautiverio. La duda se despejó en la prima­vera de 1814, al poco tiempo de tocar el Rey tierra española y aceptar el ofrecimiento de algunos generales de colaborar en la reposición del abso­lutismo monárquico, derogado por las Cortes de Cádiz. La acción contrarre­volucionaria del Ejército contaba con el apoyo de un grupo de diputados absolutistas, firmantes del Manifiesto de los Persas, que recha­zaban de forma rotunda la legislación gaditana.

Abolición de la Constitución de 1812

En Mayo de 1814, Fernando VII declaró ilegal la convocatoria de las Cortes de Cádiz y anuló toda su obra legisladora. Desaparecían de un plumazo las reformas plasmadas solo sobre el papel, sin que nadie saliera a la calle en su defensa. España volvía a la situación anterior a la “francesada”, mientras la represión elegía sus víctimas entre los liberales y los colaboradores del Gobierno de Bonaparte, obligados muchos de ellos a tomar el camino del exilio. Tras la caída del emperador francés, la contrarrevolución diseñada por la Europa de la Santa Alianza daba nuevo empuje al absolutismo de Fernando VII, quien intentaba vanamente borrar de la memoria de los españoles el recuerdo de una Constitución que hacía resi­dir la soberanía en la nacíón. Apoyado en la Iglesia y en los grandes terratenientes, el Rey liquidó la li­bertad de prensa y resucitó la Inquisición. Los jesuitas volvieron a España, donde se mantendrían hasta el siguiente estallido liberal.

Regreso al Antiguo Régimen: represión y conspiración

Bajo la mirada protectora del rey absoluto, la Iglesia inauguraba su peculiar cruzada y colaboraba gustosa con el Santo Oficio delatando a los liberales. Sin embargo, la alianza entre el trono y el altar no cosechaba los frutos esperados. Cuando la Iglesia exigíó la devolu­ción de sus tierras, Fernando VII se negó a satisfacer su reclamación, confirmando la nueva distribución de la pro­piedad, en manos ahora de latifundistas afectos al gobierno.

Desde la vuelta de Fernando VII, muchos militares que lucharon contra los franceses se opónían a la restauración del Antiguo Régimen, y algunos de ellos conspiraban por el restablecimiento de las leyes de Cádiz con la ayuda de las sociedades patrióticas. La reacción de 1814 había cortado de raíz los primeros brotes de modernización de un ejército en el que convivían los profesionales al estilo borbónico con los paisanos ascendidos de la guerri­lla, y los generales absolutistas con la oficialidad rabiosamente liberal.


5.2 El Trienio Constitucional (1820-1823)

Todas las dificultades del absolutismo y el malestar de la población española configuraban una situación insostenible que estalló en 1820, cuando el co­mandante Rafael Riego se levantó a favor de la Constitución de 1812. Esto hizo ver a Fernando VII que debería cambiar de política y aceptar el régimen constitucional. Mientras tanto, nacían juntas liberales en distintas ciudades, que dirigirían los ayuntamientos según el modelo de 1808 hasta la reuníón de las Cortes. De esta forma comenzaba la segunda experiencia revolucionaria española, que se saldó con un fracaso, explicable si se tiene en cuenta el escaso respaldo social y político del liberalismo en el país.

Las reformas del trienio

Desde el poder, los liberales eliminaron la Inquisición, impusieron el sistema fiscal aprobado en Cádiz, suprimieron los señoríos, expulsaron a los jesuitas y confirmaron las leyes que garantizan los derechos y las li­bertades de los ciudadanos. La Iglesia fue la institución que más sufríó con el cambio de régimen, al aprobar el Gobierno la supresión de las ór­denes monacales y la desamortización de tierras de los monasterios. Con la venta de propiedades eclesiásticas, los liberales pretendían rebajar la deuda pública y ganarse la confianza de los gobiernos extranjeros y de los acreedores españoles. Sin embargo, el agujero llegaba a superar la cuarta parte del presupuesto nacional y la suspensión de pagos no se podía evitar. Nacieron numerosas tertulias y centros de debate que, promovían los pri­meros periódicos en defensa del orden constitucional y que esbozaban los futuros partidos políticos. La prensa empezó a convertirse en un poderoso instrumento de acción política al servicio de los partidos, llegando a oscu­recer incluso las mismas sesiones de las Cortes.

División del liberalismo español

La aplicación de las reformas provocó enseguida la ruptura del bloque li­beral en dos grupos. Estaban los hombres que par­ticiparon en las Cortes de Cádiz, ahora moderados, y los jóvenes seguidores de Riego, los exaltados. Aprendida la lección de 1814, los doceañistas querían reformar la Consti­tución para restringir la plena soberanía del pueblo mediante un sufragio limitado y una cámara alta en las Cortes. Por el contrario, los exaltados de­fendían el sufragio universal y unas Cortes de una sola cámara, expresión de la soberanía nacional. De estos postulados arrancaría la fractura del libe­ralismo español y su división en moderados y progresistas.

Oposición interna e intervención exterior

A pesar de su cautela en introducir las reformas, los gabinetes moderados apenas pudieron gobernar. En la primavera de 1821 ya estaban constituidas numerosas partidas armadas de voluntarios realistas, que contaban con el apoyo de Fernando VII, quien se presentaba en la propaganda co­mo prisionero de los liberales. Alentada por amplios sectores de la Iglesia, la insurrección ganaba terreno en Navarra y Cataluña, donde la autoproclamada Regencia de Urgell declaraba nulo todo lo dispuesto desde 1820. La escalada contrarre­volucionaria radicalizó a los liberales, que en el verano de 1822 formaron un gobierno exaltado, dispuesto a aplastar, con la ayuda del Ejército y de la Milicia Nacional, los focos de rebelión.

Los enfrentamientos casi estaban degenerando en Guerra Civil cuando, en 1823, un ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis, respaldado y financiado por la Santa Alianza, entró en España con el fin de restablecer a Fernando VII en la plenitud de su soberanía.

Nada pudieron hacer los liberales. Con las manos libres, el Rey invalidó toda la legislación del trienio, y pu­so fin a este segundo intento de revolución liberal. Para respaldar el nuevo viraje absolutista, buena parte del ejército francés permanecería en España durante cinco años.


5.3 La Década Ominosa (1823-1833)

Represión y exilio

Desde 1823 hasta su muerte en 1833, Fernando VII gobernó como monarca absoluto. Recuperado su poder, lo primero que hizo fue vengarse de los liberales, desatando una durísima represión. La Iglesia pregonaba su influencia y la vuelta a la “normalidad” religiosa anterior al trienio. El país volvíó a cerrarse a las novedades del pensamiento y la ciencia, a la vez que el ministro Calomarde suplía con su policía la labor represiva de la Inquisición, que el jefe militar francés impidió resucitar. Varios miles de españoles se pusieron a salvo en el exilio, donde conspiraban abiertamente contra los gobierne de Fernando VII. Durante los seis primeros años del régimen neoabsolutista, sus preferencias estarían en el Reino Unido pero, a partir de 1830, el triunfo del liberalismo en Francia ofrecía la posibilidad de un acercamiento físico a España.

Necesarias e insuficientes reformas en la economía

La nueva restauración absolutista de Fernando VII significó, como la an­terior, el restablecimiento parcial del Antiguo Régimen. La labor gubernamental realizada a lo largo de la década habría de tener mayor importancia y alcance que la llevada a cabo en el período an­terior de gobierno absolutista.  Sobre los departamentos existentes, se creó, en 1823, el Consejo de Ministros, en quien descansaba el poder ejecutivo. Uno de los ministros más estables de los gabinetes fernandinos, López Ballesteros, reorganizó la Hacienda, establecíó el presupuesto anual del Estado, abordó el eterno problema de la deuda pública, promulgó un código de comercio y creó la Bolsa de Madrid en 1831. A partir de ese año se inau­guró una fase de autarquía económica con el fin de compensar lo perdido.

Las trasformaciones impulsadas por los gobiernos de Fernando VII encon­traban eco en la iniciativa privada. Pero ni la mejora económica ni el crecí­miento demográfico conseguían cambiar el rostro de un país arruinado que arrastraba sus viejos males.

Crisis política permanente

Nada fue tan destructivo para la España de 1823-1833 como la ausencia de una dirección política firme y la incapacidad estructural de los gobiernos de Fernando VII para remediar los problemas de la nacíón con los instrumentos legales y económicos del Antiguo Régimen.

Dos graves amenazas gravitaron de continuo sobre los gobiernos de Fernando VII: estaban los liberales exaltados, siempre dispuestos a preparar levantamientos que, se saldaban las más de las veces con la ejecución de sus dirigentes y la mitificación de sus nombres como símbolo de la lucha por la libertad; y los realistas puros o ultras, que desconfiaban de Fernando VII, al que acusaban de transigir demasiado con los liberales. Su brazo armado era el cuerpo de voluntarios realistas, las partidas, fundamentalmente campesinas, que lucharon contra el libe­ralismo del trienio y que ahora se sentían despreciadas por los militares profesionales y mal pagadas. El descontento de los ultrarrealistas se tradujo pronto en revueltas desor­ganizadas; A partir de 1826, el movimiento adquiríó más fuerza y se identificó con la figura del piadoso Carlos María Isidro, hermano del mo­narca y su supuesto heredero. En la prima­vera del año siguiente, la rebelión de los realistas triunfaba en zonas rurales de Cataluña, pero se mostraba incapaz de conquistar las ciudades. Cuando Fernando VII llegó a Barcelona, la burguésía le ma­nifestó su adhesión prestándole dinero, que el rey devolvería a través de medidas proteccionistas. Otros levantamientos ultras en Navarra, norte de Castilla y La Mancha fueron castigados con gran dureza.

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