Estallido guerra civil 1936

14.5 LA GUERRA CIVIL: LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL ESTALLIDO DE LA GUERRA. EL DESARROLLO DEL CONFLICTO: ETAPAS Y EVOLUCIÓN DE LAS DOS ZONAS

Como causa de la sublevación miliar que dio pie a la guerra civil, hubo el gran período de inestabilidad que supuso la República, ya que en seis años se dieron: tres elecciones, tras las cuales gobernaron tres partidos políticos totalmente diferentes; la Revolución del 34 y dos golpes militares, en los años 32 y 36. De esto podemos sacar dos conclusiones, la guerra fue causada por la polarización y violencia política, ya que había dos frentes claramente divididos y enfrentados.

La guerra civil (1936-1939) fue moderna debido al uso de armas poco comunes que se generalizan a partir de la misma. Otro aspecto a destacar fue la propaganda masiva mediante carteles, periódicos, películas… en busca de apoyo. Otra característica de esta guerra fue su internacionalización, al haber implicaciones directas e indirectas de diversos países. Además de esto, la población civil se vio muy afectada en el conflicto, lo que supone una lucha en la retaguardia: los civiles sufren bombardeos, padecen escasez y mucha represión, destacando los llamados “paseos” a partir de los que se conseguía la “limpieza” de los territorios conquistados de simpatizantes del bando contrario. En esta guerra fue muy significativa la violencia y la arbitrariedad, porque desde el primer momento la población civil pudo hacerse con armas, lo que desembocó en fuertes conflictos, venganzas, odio, rupturas entre civiles… La guerra civil comienza con la sublevación del ejército español en Marruecos, extendiéndose pronto a otras zonas peninsulares. Dicha sublevación tuvo un relativo fracaso, ya que en las grandes ciudades no se obtuvo el suficiente apoyo. A partir de esto, el país se configura en dos grandes zonas. La zona republicana es la más poblada, al incluir las grandes ciudades que llevan consigo las zonas industriales: País Vasco, Cataluña, Madrid. El problema es que su territorio estaba dividido en dos. Ésta contó con el apoyo de partidos de izquierdas y sindicatos. La zona sublevada, nacional o rebelde, supone la España rural, lo que conlleva un mejor suministro de alimentos frente a la republicana, la cual tuvo problemas de suministro desde el primer momento al contar con una menor cantidad de zonas rurales y al estar las suyas más pobladas. Otra ventaja del territorio rebelde es que la mayor parte del ejército y el mejor preparado, el de África, apoya la sublevación. Además cuenta con el apoyo de la Iglesia, la cual legitima la guerra como una cruzada. El 17 de julio de 1936 se produce una sublevación militar en África, inicio de la guerra civil, argumentada por el caos reinante en el país, justificado con el asesinato de Calvo Sotelo, aunque la realidad era que dicha sublevación ya estaba organizada desde febrero. Las zonas en las que triunfaron los militares fueron: Marruecos, Canarias, Castilla la Vieja, Aragón y Galicia. El objetivo era Madrid y hacia allí se dirigieron los ejércitos del norte (Mola) y del sur (Franco). Ambos ejércitos establecen contacto tras la toma de Badajoz y ponen sitio a Madrid en noviembre de 1936. El gobierno huye a Valencia pero Madrid resiste el asedio, que continua hasta el fin de la guerra. Madrid deja de ser el objetivo, aunque intentarán aislarla de la España republicana, sin conseguirlo, con la Batalla del Jarama (febrero 1937) y la Batalla de Guadalajara (marzo 1937) llevada a cabo exclusivamente por tropas italianas. El objetivo principal es el norte, donde estaba la mayor parte de la industria mecánica y de armamento. Mola concentró un poderoso ejército que contaba con artillería y aviación alemana frente al País Vasco que es conquistado entre marzo y junio del 37. En este contexto hay que situar la destrucción de Guernica. Tras la muerte de Mola, el General Dávila conquista Santander y Asturias. Durante 1937 el ejército republicano intentó tres ofensivas para obligar a los nacionales a aflojar sus ataques en otros puntos: con la Batalla de Brunete (julio 1937) se intentó retirar tropas nacionalistas del frente norte, la cual fracasa y la Batalla de Belchite (agosto 1937) cuyo fin era llegar a Zaragoza, también fracasa. La Batalla de Teruel (enero 1938) se inició con una victoria republicana, pero los nacionalistas reconquistaron la ciudad e niciaron una gran ofensiva en dos direcciones: hacia Cataluña, donde conquistan Lérida y las centrales eléctricas del Pirineo y hacia el mar, para que Cataluña quede aislada de Valencia. En julio de 1938, la República realizó su última gran ofensiva para acabar con la separación entre Cataluña y el Levante, por lo que cruzaron el Ebro pero pronto fueron detenidos, entablándose la Batalla del Ebro (julio- octubre 1938) la más importante, al poseer la mayor concentración de hombres y materiales. Se avanza hacia el fin de la guerra. A principios de 1939 los nacionales atacan Cataluña y los republicanos apenas opusieron resistencia, limitándose a proteger el éxodo hacia Francia. El 11 de febrero conquistaron los últimos reductos republicanos en la frontera pirenaica. De esta manera, la zona republicana queda reducida a Madrid, Castilla La Mancha y Levante. Atendiendo a la evolución política durante la guerra en la zona republicana, tras la sublevación tiene lugar un desmoronamiento del Estado, por lo que se inicia un proceso por el cual se forman comités de partidos políticos y sindicatos, los cuales consiguen armas, organizan la resistencia contra la sublevación y en algunos lugares inician un proceso de colectivizaciones y comienzan a expropiar fábricas, propiedades agrícolas… para ser explotados por dichos colectivos. Entre septiembre de 1936 y mayo de 1937 se forma un Gobierno de Unidad dirigido por Largo Caballero, donde el poder es ostentado por la UGT y la CNT. A lo largo de este período el Partido Comunista va adquiriendo más peso, al ser un partido muy disciplinado (beneficioso en la situación bélica) y porque el comunismo estaba muy vinculado a la URSS, el único país que apoyaba a la República. En mayo de 1937 se da una crisis, la lucha entre el Partido Comunista, el cual quiere frenar las colectivizaciones (que debilitan, según ellos, el esfuerzo de guerra) y los Sindicatos, sobre todo los anarquistas. El fin de la lucha es armado y la victoria comunista. Se crea un nuevo gobierno liderado por Negrín, el cual aboga por una resistencia a ultranza para que el conflicto se internacionalice, debido al ambiente bélico europeo. De hecho, meses después del fin de la guerra española, estallaría la II Guerra Mundial. En febrero de 1939, tras la derrota en la Batalla del Ebro, el Coronel Casado, perteneciente al banco republicano contraria al comunismo, da un golpe de Estado con el objetivo de firmar una paz honrosa, lo que precipita el fin de la guerra dos meses después. En contraste con la zona republicana, hubo entre los rebeldes una unión en torno al ejército, manifestada en el liderazgo incuestionado de Franco, el jefe del ejército más importante, el africano, y al contar con muchos contactos en Italia y Alemania. A esto añadimos la muerte de Sanjurjo, Mola y Primo de Rivera, únicos capaces de haberle hecho sombra. Dicha unidad queda patente en la creación de un único partido (1937) el cual incluye a todos los partidos políticos de la derecha, bajo el liderazgo de Franco: La Falange Española Tradicionalista de las JONS.

14.6 Dimension politica e internacional del conflicto

La intervención de las potencias extranjeras condicionó la duración, la evolución y el resultado del conflicto español, que se desarrolló en un contexto internacional de conflictividad entre los países democráticos, los países fascistas y la URSS comunista en el continente europeo.Los dos bandos buscaron pronto suministros y armamento en el exterior. Sin embargo -en septiembre de 1936 y a iniciativa de británicos y franceses- se alcanzó un compromiso internacional para aislar el conflicto español, impedir su expansión al resto del continente y prohibir la venta de material bélico a los bandos en lucha. Para ello, se creó un Comité de No Intervención al que se adhirieron casi todos los países europeos. Pero, este acuerdo se convirtió en una farsa continuamente saboteada por Alemania, Italia y la Unión Soviética, que continuaron con sus envíos a los contendientes.La guerra española se internacionalizó rápidamente. Los sublevados recibieron la ayuda de Alemania, Italia y Portugal. Hitler a la petición de Franco, envió material bélico y aviones Junker 52 que resultaron indispensables para el transporte del ejército de África a la Península. Esta maniobra fue decisiva para la suerte de los sublevados durante las primeras horas del alzamiento. Posteriormente, los alemanes mandaron la Legión Cóndor, formado por unos 4.500 soldados y más de 600 aviones. La Italia fascista de Mussolini también colaboró con 1.000 tanques, 2.000 cañones, 700 aeroplanos, munición, combustible y unos 50.000 hombres que fueron encuadrados en el Corpo di Truppe Volontarie. El gobierno dictatorial portugués facilitó la llegada a España de unos 1.000 combatientes voluntarios derechistas, que fueron conocidos con el nombre de «viriatos».Al terminar la guerra, el bando franquista pagó los envíos alemanes recibidos a crédito con divisas, materias primas y minerales (hierro y wolframio fundamentalmente). Por el contrario, Mussolini perdonó gran parte de la elevada deuda contraída por Franco.Por su parte, el bando republicano solicitó ayuda a Francia y Gran Bretaña, pero estos dos países decidieron mantenerse neutrales. Como el gobierno conservador británico estaba convencido de que en España se enfrentaban los comunistas frente a los contrarrevolucionarios, se negó a exportar armamento al bando republicano por temor al triunfo de una revolución bolchevique en la Península Ibérica y para evitar un aumento de las tensiones con Hitler y Mussolini. Mientras tanto, el gobierno francés, que durante los primeros días de guerra había vendido material aéreo al gobierno de la República, decidió suspenderlas entregas presionado por Gran Bretaña y por temor a provocar un enfrentamiento de consecuencias imprevisibles con alemanes e italianos.Después de que concluyeran sin éxito todos los desesperados esfuerzos por encontrar auxilio entre las potencias democráticas, el gobierno republicano se puso en contacto con el gobierno de Stalin e intentó comprar armas a la URSS, un país con el que ni siquiera mantenía relaciones diplomáticas. Stalin aprobó el envío a España de unos 2.000 asesores militares y de cientos de excelentes aviones, así como de numerosos carros de combate. Los tres motivos principales que le impulsaron a tomar esta decisión fueron: el intento de contrarrestar el apoyo armado de Alemania e Italia al bando antirrepublicano, el esfuerzo por desviar la atención de las potencias fascistas desde el área centro-oriental del continente europeo hacia la región mediterránea y el afán por mantener la credibilidad de la URSS como potencia impulsora de la revolución proletaria a escala mundial, que quedaría probada si los soviéticos iban en auxilio de sus camaradas españoles del PCE.Al mismo tiempo, los soviéticos se encargaron de movilizar a la opinión pública de Europa y América e impulsaron la creación de las Brigadas Internacionales. Este cuerpo militar estaba formado por voluntarios izquierdistas y comunistas que, con el propósito de detener el avance del fascismo, llegaron a España desde diferentes países para combatir en defensa de la República. En total, se calcula que unos 40.000 brigadistas procedentes de todas partes del mundo lucharon contra el bando franquista en la Guerra Civil.El gobierno republicano pagó los suministros enviados por los soviéticos con las reservas de oro y plata depositadas en el Banco de España, que se agotaron pronto. La llegada del material militar soviético tuvo consecuencias trascendentales. En primer lugar, evitó el hundimiento del ejército republicano y en segundo lugar, reforzó la influencia de los comunistas españoles dentro del gobierno republicano. De cualquier manera, a finales de 1938. Los gobiernos de Gran Bretaña y Francia ya habían iniciado una aproximación a Franco, cuyo gobierno terminó por ser reconocido como el único legal en España desde febrero de 1939.Por otra parte, un gran número de conocidos y prestigiosos intelectuales, artistas y literatos extranjeros se solidarizaron con la causa republicana. Entre ellos se encontraban Albert Einstein, Thomas Mann, George Orwell, Aldous Huxley, Ernest Hemingway, William Faulkner, John Dos Passos, Bertolt Brecht, Pablo Neruda, Octavio Paz, y otros muchos.

Las consecuencias de la guerra

A lo largo de la Guerra Civil murieron unos 450.000 españoles de ambos bandos en los frentes de combate, en los bombardeos y en las actividades represivas. Sin embargo, esta no fue la única trágica repercusión demográfica, ya que muchísimas personas se vieron obligadas a huir del país por temor a las represalias franquistas. Durante los tres primeros meses de 1939 casi medio millón de refugiados -170.000 mujeres, niños y ancianos-cruzaron la frontera para entrar en Francia. Allí fueron recibidos con hostilidad por el gobierno francés, que les instaló en inhóspitos campos de internamiento a la intemperie, donde los refugiados se encontraron sin mantas, ni alimentos, ni asistencia médica. A México -cuyas autoridades sólo admitieron la llegada de intelectuales, médicos y profesores- llegaron otros 22.000 exiliados. Por su parte, el gobierno británico se negó a acoger refugiados procedentes de España. Durante la II Guerra Mundial y tras la ocupación de Francia por las tropas alemanas de Hitler en 1940, regresaron a nuestro país más de la mitad de los refugiados, pero 15.000 fueron enviados a los campos nazis de exterminio.En España, los vencedores se dejaron llevar por el ansia de revancha y persiguieron a los “rojos”. Los vencidos fueron silenciados, humillados, marginados, sancionados económicamente, expulsados de sus empleos y encarcelados. Ni siquiera las mujeres se libraron de esta persecución, pues aquellas que fueron identificadas como simpatizantes de izquierdas sufrieron crueles castigos.Las cárceles franquistas se llenaron de personas acusadas por delitos políticos. En 1940, había 18.000 mujeres y 240.000 hombres encarcelados, de los que 7.800 ya habían sido juzgados y condenados a muerte por tribunales militares. Se calcula que 48.000 individuos fueron fusilados durante la posguerra. En 1943, la cifra de prisioneros que se hacinaban hambrientos, maltratados y enfermos en las celdas todavía superaba los 100.000. Mientras que otros 25.000 cumplían penas de trabajos forzados y participaban en la reparación de caminos y canales, o bien en la construcción de edificios públicos y monumentos. En 1946, la cifra de presos políticos descendió hasta los 15.000.El gobierno de Franco también inició en 1939 una exhaustiva depuración del sector público para descubrir y expulsar a cualquier persona que hubiera estado afiliada a algún partido del Frente Popular, que hubiera desempeñado un cargo durante la República o que hubiera combatido dentro del ejército derrotado. Así, miles de excombalientes republicanos, izquierdistas, demócratas, sindicalistas y otros individuos acusados de ateísmo o de pertenencia a la masonería fueron multados, castigados con la expropiación de sus bienes y despedidos de sus empleos en cualquiera de los sectores de la administración pública o del funcionariado. Los puestos que dejaron vacantes pasaron a ser ocupados por adictos al régimen franquista, por excombatientes del bando antirrepublicano y por afiliados a Falange. Pero la depuración alcanzó también a otros grupos profesionales. Más de 300.000 españoles fueron investigados, el 75% de los profesores universitarios fue sancionado y miles de maestros de escuela fueron inhabilitados definitivamente y suspendidos de empleo y sueldo.Los vencidos y sus familiares también sufrieron una severa represión económica, ya que muchos perdieron sus propiedades pisos, tiendas, fincas, que fueron incautadas y subastadas por las autoridades franquistas. De las sanciones y las confiscaciones no se libraron ni los muertos, Manuel Azaña o Blas Infante fueron multados postumamente con elevadas cantidades de dinero que debían pagar sus parientes más próximos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *