Las consecuencias de la guerra

1. LA RECONSTRUCCIÓN, 1945 1950. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA A una guerra que fue muy poco costosa en términos de financiación y de destrucciones siguió un intenso período de crecimiento económico, cuyas bases fueron la cooperación dentro de las naciones y entre las naciones, el nuevo orden económico internacional y la mayor implicación del Estado en los asuntos económicos y sociales.
1.1. Demográficas Los daños provocados por la segunda guerra mundial fueron enormes,. Las muertes de civiles sobrepasaron ampliamente a las de militares, debido a las políticas de exterminio masivo de los nazis. Las pérdidas de vidas a causa de enfermedades, epidemias y guerras civiles fueron muy modestas, mientras que el déficit de natalidad del período bélico parece haber sido muy bajo. Las pérdidas de población fueron compensadas por un notable exceso de los nacimientos sobre las muertes, cuyo principal impulso provino del fuerte aumento de la fertilidad en la Europa noroccidental  la población total europea era muy similar a la de antes de la guerra. Sin embargo, la guerra cambió algunos rasgos de la estructura de la población como el desequilibrio entre los sexos. En otros países se dio una notable escasez de trabajadores especializados. Aparte de las víctimas de la guerra, ésta también desencadenó grandes movimientos de población. En el período de la inmediata posguerra, la dispersión y nuevo asentamiento afectó de alguna manera a la mayoría de países europeos. El mayor desplazamiento fue el de los alemanes. En términos relativos, los desplazamientos de polacos y alemanes fueron muy significativos.

1.2. Económicas. Los problemas de la reconstrucción y la división de Europa En cuanto a los daños en el stock de capital fueron muy cuantiosos, aunque difíciles de cuantificar. La destrucción de medios de transporte, fábricas, viviendas, instalaciones
agrarias, etc., fue mucho más intensa que en la primera guerra mundial, sobre todo en los países que fueron escenario de los
principales frentes. El déficit de viviendas al final de la guerra era enorme. Los sistemas de transporte también fueron gravemente dañados e interrumpidos. En varios países, especialmente en Europa oriental, más de la mitad de los puentes del ferrocarril, empalmes, estaciones, sistemas de señalación, vías y otras instalaciones fueron destruidas o necesitaban reparaciones importantes. El material móvil también estaba seriamente agotado y dañado, y gran parte de lo que quedaba estaba disperso a lo ancho de toda Europa. La situación no era mucho mejor en otras formas de transporte. Muchos puertos estaban cerrados o destruidos. Tanto el oeste como el este se encontraban seriamente afectados en el transporte. En Francia, Países Bajos y Alemania, la mayoría de canales y puertos estaban fuera de servicio. La situación en la agricultura y en la industria también era negativa. El capital circulante de la industria estaba seriamente agotado y era casi inexistente en las áreas antes ocupadas. El equipo industrial y los edificios de las fábricas sufrieron grandes daños.Al lado de las pérdidas deben colocarse los aumentos de capacidad producidos durante la guerra, los cuales, aunque no siempre directamente adecuados a las necesidades del tiempo de paz, eran sustanciales. El sector agrario fue gravemente afectado por la pérdida de fertilidad de la tierra, la destrucción y saqueo del equipo y las pérdidas de ganado. En Europa oriental y suroriental, más de la mitad del ganado de antes de la guerra se perdió. El descenso en el producto interior bruto de los países europeos fue sustancial. La industria estaba casi paralizada en varios países. El déficit en la agricultura no fue tan agudo, pero estuvo lejos de ser modesto. Sólo uno o dos países, especialmente Dinamarca y Gran Bretaña, consiguieron aumentar el producto agrícola durante la guerra. En Europa en su conjunto, la producción de pan, cereales, grasas, carne y productos ganaderos, retrocedió de forma apreciable. Las estimaciones aproximadas de la renta nacional total en términos reales sugieren un descenso considerable en la mayoría de países entre 1938 y 1946. Sin embargo, la reducción de la actividad productiva fue mucho mayor de lo que parecía indicar la pérdida física completa de activos y población. Esta diferencia se puede explicar por las condiciones imperantes al final de la guerra. La destrucción del capital era el menor de los problemas en 1945. Mucho más importantes eran la dislocación y la interrupción de la actividad productiva como consecuencia de la guerra y el absoluto agotamiento de una población generalmente subalimentada. La escasez de alimentos, materias primas y bienes de consumo en general fue aguda en Europa. En el período de la inmediata posguerra hubo una escasez mundial de materias y productos alimentarios. Además, la escasez de buques y la dislocación de la infraestructura de transporte hacia el interior dificultaban el movimiento de suministros. Además, la situación de Europa empeoró por la falta de medios para pagar las importaciones de mercancías esenciales, especialmente del área del dólar, que era la fuente principal de suministro. Al terminar la guerra, el comercio de exportación de muchos países europeos era casi inexistente. Asimismo, los ingresos por las exportaciones invisibles de muchos países, especialmente Gran Bretaña, Francia y Países Bajos, habían sido seriamente dañados por la disminución del comercio, la pérdida de buques y la liquidación de activos extranjeros, mientras que se había incurrido en nuevas deudas. En consecuencia, el volumen de importaciones en Europa en el período posterior a la liberación superó raramente el 50% del nivel de 1937; en muchos países fue menos de la cuarta parte y en algunos países orientales fue casi insignificante. La baja productividad y la extendida escasez de bienes también exacerbaron los problemas inflacionistas y monetarios de Europa y éstos, a su vez, obstaculizaron el trabajo de reconstrucción. Las presiones inflacionistas raramente alcanzaron las graves dimensiones de los primeros años veinte, pero todos los países europeos sufrieron los desórdenes inflacionistas y monetarios, en mayor o menor medida, durante el período de la posguerra. La situación fue peor en algunos de los países ocupados y en el Este, y en algunos países fue obligado el acometer una reforma monetaria. Fue menos severa en Europa occidental y Escandinavia, donde fue superada en muchos casos por controles físicos.

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