Reinos cristianos en la Edad Media

La reconquista es un proceso de carácter político-militar, discontinuo y muy dilatado en el tiempo, por el cual los reinos cristianos van recobrando los territorios conquistados por los musulmanes desde los inicios del s. VIII hasta finales del s. XV. Tradicionalmente se consideraba que los reinos cristianos habían luchado de forma conjunta para recuperar el reino visigodo y realizar una cruzada particular contra el Islam. Pero hoy se piensa que el avance cristiano se debíó al crecimiento demográfico y al proceso de feudalización, que llevaba a la ocupación de tierras y la consecución del botín. En definitiva, los motivos religiosos existieron, pero no fueron decisivos. Además, la expansión cristiana se produjo en períodos muy concretos, seguidos de otros de estancamiento y relaciones pacíficas con el Islam y de disputas entre los propios reinos. Paralelamente al proceso de Reconquista se produce la repoblación, es decir, la ocupación, organización y puesta en explotación de los territorios conquistados. Esta repoblación se llevó a cabo a través de distintas modalidades: presura (entre la Cord. Cantábrica y el Duero), fueros y cartas pueblas (entre el Duero y el S. Central) y repoblación a partir de las concesiones de grandes extensiones de tierra a la nobleza y a la Órdenes Militares (Alcántara, Calatrava, Santiago, Montesa, etc.) en la mitad sur peninsular. Estas distintas modalidades de repoblación han sido el origen de una estructura desequilibrada de la propiedad de la tierra: latifundio en el sur y minifundio en el norte.
En estos siglos, al mismo tiempo que los procesos de reconquista y repoblación se van consolidando a partir de los núcleos de resistencia del norte, se crean una serie de unidades políticas que en muchas ocasiones no sólo se enfrentan con los musulmanes sino entre ellos mismos.
La Reconquista se inicia a partir de los núcleos de resistencia que surgen en el norte de España y que, debido al auge demográfico y al desinterés de los musulmanes, pudieron irse desplazando hacia el sur. Estos núcleos de resistencia son:
EL REINO ASTUR que se origina tras el triunfo frente a lo musulmanes en la legendaria batalla de Covadonga (722). A comienzos del s. IX surge el REINO DE Pamplona, y en la zona de los Pirineos, los CONDADOS
ARAGONESES (Sobrarbe, Ribagorza…) y los CONDADOS
CATALANES (entre los que destaca Barcelona). Todos ellos protagonizaron la primera etapa de la reconquista: la RESISTENCIA, entre los ss. VIII-XI. El reino asturiano, transformado en REINO
ASTUR-LeónÉS, extendíó sus dominios por el oeste hacia Galicia, hacia el País Vasco y hacia el sur, hasta el valle del Duero, una especia de tierra de nadie, pues los musulmanes tenían su frontera septentrional en el S. Central. En él surge, en la 1ª mitad del s. X, el CONDADO DE Castilla, formado a partir de los núcleos vascones del este de Cantabria y la actual Vizcaya, pero que, con el Conde Fernán González, se convirtió en un elemento importante dentro del reino de León y afianzó el dominio castellano.
Desde mediados del s. XI hasta mediados del s. XIII se produce un gran avance de los reinos cristianos hacia el sur (expansión)
coincidiendo con la desintegración del Califato (1031) y la creación de los reinos taifas. Los principales hitos de esta expansión fueron, por parte de la Corona de Castilla, la conquista de Toledo (1085), consiguiendo avanzar la frontera hasta el Tajo y, por parte de la Corona de Aragón, la conquista de Zaragoza, estableciendo la frontera en el Ebro. Sin embargo, el proceso de expansión no fue constante y experimentó altibajos o retrocesos tanto por cuestiones internas (tensiones políticas, problemas económicos, necesidad de asegurar la retaguardia…) como por cuestiones externas (Imperio Almorávide a finales del S. XI e Imperio Almohade a finales del s. XII).
La primera mitad del Siglo XII es un momento de gran expansión de la que es expresión el éxito en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), pero también la conquista de Baleares (1231-1235) y de Valencia (1235-1245) por Jaime I, así como la de Andalucía (Córdoba 1236 y Sevilla 1248) y Murcia por Fernando III el Santo. Todo ello tras los pactos de reparto de los territorios a conquistar entre Castilla y Aragón (Tratado de Tudillén 1511 y Tratado de Cazola 1179, por el cual la frontera entre ambos se fijaba en Alicante).
A partir de este momento, el territorio musulmán quedará reducido al reino nazarita de Granada, que sobrevivirá hasta finales de S. XV debido a los impuestos que paga a los cristianos y a los problemas internos de los reinos. Los Reyes Católicos incorporaron este reino en 1492 a la Corona de Castilla tras varios años de guerra (Conclusión)
.         El final del s. XV y el inicio del s. XVI es una etapa crucial en la Historia de Europa: se consolidan las grandes monarquías autoritarias en las potencias hegemónicas, se produce en Renacimiento y la expansión colonizadora de los europeos. En este contexto se enmarca la monarquía de los Reyes Católicos (1479-1516), surgida del matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón (1469) y de una Guerra Civil a la muerte de Enrique IV(1474) entre la hija de éste, Juana la Beltraneja, e Isabel, que acaba imponiéndose. La historiografía más tradicional les atribuía la creación del moderno Estado peninsular, de la unidad de España, pero con los RRCC no es así. No obstante si se consiguen algunos logros en política interior:
– La Uníón Dinástica por la que Isabel sólo pudo reinar en Castilla, mientras que Fernando sólo era rey consorte; no supuso la uníón de los dos reinos y las fronteras, leyes e instituciones propias se mantuvieron. Únicamente la Inquisición fue común a ambas Coronas. España no existíó en la monarquía de los RRCC como realidad político-constitucional y no lo hará hasta el s. XVIII con el centralismo borbónico. Se trata de una mera uníón personal y dinástica de ambas coronas. De hecho a la muerte de Isabel (1504) las dos Coronas se separan y la uníón acaba, aunque posteriormente Fernando volvíó a actuar como regente hasta su muerte (1515). Fue Castilla la que desempeñó el papel hegemónico (proporcionando recursos, hombres,…)


– Una formulación importante y adelantada del Estado en la que destaca la obra de los monarcas, fueron sus preocupaciones de homogeneidad, poder, proyección europea (enfrentamientos con Francia e Italia), defensa exterior, etc., canalizadas a través de una serie de instituciones de gobierno territorial, de unificación ideológica, de defensa interior. Su programa tenía como principal objetivo el fortalecimiento de la autoridad real y la modernización de Estado (Monarquía autoritaria)
Superando la debilidad de la monarquía feudal. No era un proyecto nuevo, se había iniciado ya en el s. XIII, pero ellos pudieron llevarlo a cabo. Desde el comienzo los RRCC gobernaron personalmente y llevaron a cabo un amplio programa de propaganda (cronistas, construcciones benéficas…).           – Estrechamente relacionado con el reforzamiento del poder real estuco la creación de un Estado Moderno.
Con los RRCC se crearon -sobre todo en Castilla- algunos mecanismo que reforzaban el poder del Estado: la Hacienda se racionalizó y se incrementaron los ingresos fiscales con el fin de allegar recursos para el mantenimiento de la creciente burocracia estatal (Consejos, Chancillerías, corregidores…) y del ejército. Sentaron las bases de un ejército moderno (Granada, Italia). Potenciaron la seguridad (creación de la Santa Hermandad), el control ideológico (Inquisición, expulsión de los judíos) o la unidad territorial con ese carácter de uníón personal, puesto que de los 5 reinos peninsulares existentes en el s. XV, Granada se incorporó a Castilla, Castilla y Aragón se vincularon, Navarra fue anexionada -con ciertos privilegios a Castilla en 1512- y se establecieron vínculos especiales con Portugal por medio de la política matrimonial de los RRCC.
Así mismo, minimizaron el poder de las Cortes, que dejaron de convocarse. Apartaron a la nobleza del poder político pero mantuvieron su status socioeconómico a través de la consolidación de los privilegios jurisdiccionales y la regulación de los mayorazgos (Leyes de Toro 1505).
Desde el punto de vista territorial pretendieron la unidad de los reinos peninsulares y a ello se sumó también el intento de unificación religiosa.
En este sentido sus principales actuaciones además de la Uníón Dinástica (1479) fueron:
– La conquista de Granada (1481-1492) que supuso el fin del dominio islámico en la península.
– La incorporación al territorio Aragónés del Rosellón y la Cerdaña (1493).
– La anexión de Navarra (1512), que conservó sus instituciones y fueros.
– Así mismo, se intentó una política de acercamiento a Portugal mediante alianzas matrimoniales de la primogénita de los RRCC con infantes portugueses para lograr una alianza frente a Francia y llevar a cabo una política de uníón dinástica que fracasó.
En política exterior, la uníón dinástica afectó al campo de las relaciones internacionales pues la fortaleza del Estado les dotó de instrumentos (ejército, marina, recueros, diplomacia…) para la práctica de una política externa muy ambiciosa que sigue las directrices que, en los siglos anteriores, habían marcado las dos grandes Coronas: Aragón hacia el Mediterráneo y Castilla hacia el norte de África y el Atlántico.
– La expansión llevada a cabo por Fernando llevó al enfrentamiento con Francia pero permitíó el control de buena parte de Italia a través del Reino de Nápoles.
– Un 2º frente los constituyen las Canarias (1496) donde entran en disputa con los portugueses. El proceso de conquista de las Canarias fue similar al que luego se emplearía con América (sistema de capitulaciones).
– Un 3er frente es el norte de África, donde se conquistaron por razones ideológicas, estratégicas y económicas distintas plazas: Ceuta, Melilla, Orán, Trípoli… Entre 1497 y 1510.
Para todo ellos los RCC utilizaron distintas estrategias entre ellas la llamada política matrimonial al casar a sus hijos con miembros de las principales casas reales europeas: Portugal, Austria, Borgoña e Inglaterra.
Pero el principal acontecimiento es la conquista de América (1492) por Colón. No se buscaba descubrir un nuevo continente sino buscar un camino hacia Oriente a través de Occidente (Capitulaciones de Santa Fe) en el contexto de la expansión comercial de la Europa renacentista.
El tratado de Tordesillas (1494) supónía un reparto de las tierras que se descubrieran entre España y Portugal, potencia rival de España en la carrera marítima y supuso que parte del continente americano (Brasil) quedase en manos de Portugal. Además de la Conquista y exploración de las tierras descubiertas, el hecho de haber encontrado oro les llevó a considerar el territorio como una colonia que había que explotar (Encomienda). Se creó la Casa de la Contratación de Sevilla (1503) para ejercer el monopolio real sobre el comercio americano (quinto real). Las consecuencias de este descubrimiento fueron enormes para España y, en conjunto, para Europa.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *