Características de la monarquia y la república ante el imperialismo

El resultado político de estas elecciones municipales dio origen al a la marcha de España del rey Alfonso XII y a la proclamación de la Segunda República.  
Se convocaron elecciones municipales para esa fecha en la que estaban en juego la elección de unos ochenta mil concejales en todos los ayuntamientos de España y que arrojaron, en el momento de la proclamación del nuevo régimen, unos resultados parciales de 22.150 concejales monárquicos y apenas 5.875 antimonárquicos, quedando 52.000 puestos aún sin determinar. Incluso en aquellas poblaciones en las que, al haber una sola candidatura no era necesaria la elección, salieron elegidos 14.018 concejales monárquicos y tan sólo 1.832 republicanos. Sin embargo las elecciones supusieron una amplia derrota para la Corona ya que los republicanos habían triunfado en 41 capitales de provincia. En Madrid, los concejales republicanos triplicaban a los monárquicos, y en Barcelona los cuadruplicaban. 

Si las elecciones se habían convocado como una prueba para sopesar el apoyo a la monarquía y las posibilidades de modificar la ley electoral antes de la convocatoria de Elecciones Generales, los partidarios de la república consideraron tales resultados como un plebiscito a favor de su instauración inmediata. Aunque se han dado múltiples interpretaciones políticas y sociológicas a esos resultados, la opinión del memoento era que las noticias de los pueblos importantes eran, como las de las capitales de provincia, desastrosas. 

A la vista de los resultados, el  Gobierno presentó la dimisión. Antes, al ser preguntado si había motivos para una crisis, el jefe de Gobierno, Juan Bautista Aznar, preguntado sobre si había motivos para una crisis, respondió aquello tan conocido de «¿qué más crisis desean ustedes que la de un país que se acuesta monárquico y se levanta republicano?
«
El monarca marchó hacia el exilio la noche del mismo 14 de abril de 1931. El día 16 de abril se hizo público el siguiente manifiesto, redactado por el duque de Maura, hermano del líder republicano Miguel Maura, y que el día 17 sólo publicó el diario ABC, en portada que empezaba: “Las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo…”  
Alfonso XIII abandonó el país sin abdicar formalmente y se trasladó a París, fijando posteriormente su residencia en Roma. (En enero de 1941 abdicó en favor de su tercer hijo, Juan. Falleció el 28 de febrero del mismo año).


 LAS ELECCIONES A CORTES CONSTITUYENTES.El Gobierno Provisional de la II República tenía, entre sus cometidos más importantes, la convocatoria de las elecciones a Cortes Constituyentes. Esto tuvo lugar el 3 de junio de 1931. No obstante, con anterioridad era fundamental modificar la ley electoral vigente hasta ese momento, la de 1907.
Entre las modificaciones que se desarrollaron, se suprimía la obligatoriedad de proclamar un candidato sin necesidad de convocar el proceso electoral, si en su circunscripción no había más contrincantes. Además, y como pieza muy importante, estaba la ampliación de las circunscripciones, que pasaban de ser uninominales y muy pequeñas (y como consecuencia muy aptas para la intervención caciquil y el fraude electoral) a plurinominales y de mayor envergadura.
Otro aspecto fundamental del nuevo sistema electoral fue la creación de un sistema que favorecía la creación de grandes partidos, y así perjudicaba las formaciones electorales minoritarias. Por ello, era necesario formar coaliciones. En virtud de esta medida, las elecciones a Cortes Constituyentes fueron ganadas por una Coalición republicano-socialista, que era la que había llevado adelante al Gobierno Provisional: Partido Republicano Radical, Partido Republicano Radical-Socialista, Acción Republicana, PSOE y catalanistas y galleguistas. Los antiguos partidos dinásticos fueron desarticulados, y por ello la influencia de los monárquicos en las Cortes se redujo considerablemente. De hecho, la derecha no republicana estaba fragmentada en una miríada de pequeños partidos que, ante la nueva ley electoral, no pudieron hacer nada y su representación fue insignificante: los católicos de Acción Nacional (futura Acción Popular y posteriormente CEDA), la Lliga, el PNV, los monárquicos alfoninos, los agrarios, los carlistas, etc. Todos ellos sin agruparse, quedaron marginados. Por ello, la Constitución que se redactó fue reformista, respetuosa con las particularidades regionales, laica, etc. En definitiva, democrática. Pero otra cosa es que el país estuviera preparado a nivel estructural para la implantación de un sistema de estas características.
Además, se rebajó la edad mínima para ejercer el derecho de voto, a los 23 años, y se pospuso para una decisión posterior de las Cortes la cuestión del sufragio femenino. Como se puede comprobar, la democratización de las estructuras políticas era un hecho palmario.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *