La Dictadura de Franco: Instauración y Características Iniciales
Con la victoria «nacional» se instauró una dictadura encabezada por Franco.
Características del Régimen Franquista
La dictadura de Franco fue personal, autoritaria y de base militar. Al acabar la Segunda Guerra Mundial, el régimen franquista se adaptó a la nueva situación internacional. Franco fue un dictador carismático que concentró en sus manos un poder ilimitado del que solo respondía «ante Dios y ante la historia». Los medios de comunicación exaltaron y mitificaron el carácter providencial y la leyenda «Francisco Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios», siendo objeto de respeto, admiración y culto. Para mantenerse en el poder suprimió las libertades y derechos más elementales como los de manifestación, opinión y reunión. Los españoles quedaron sujetos a las leyes del nuevo Estado que podían ser agravadas con discrecionales estados de excepción.
Bases Ideológicas y Sociales del Régimen
En el régimen colaboraron tres instituciones fundamentales:
- El ejército: constituyó la columna vertebral del régimen. Sus miembros gozaron de privilegios y algunos desempeñaron tareas ministeriales. Hubo descontento por la falta de modernización del ejército.
- La Falange: quedó subordinada al caudillo y sus ideas fueron claves para la formación del régimen. Perdió peso político con la salida de Serrano Suñer y la derrota de los fascismos europeos, aunque mantuvo su influencia a través del sindicato.
- La Iglesia: Franco la favoreció dejando en sus manos la educación y el control religioso-moral de la sociedad. De esa alianza nació el nacionalcatolicismo, la ideología oficial unificadora y hegemónica de los españoles.
Franco contó con el apoyo y adhesión de empresarios, comerciantes, hombres de negocios. Las clases medias y bajas se acomodaron a la dictadura.
Las «Familias» del Régimen
Las instituciones se levantaron contra la República. Pero las separaban sus diferentes ideas del Estado y de la sociedad, lo que las enfrentó en una dura y continua lucha por el poder. Todas ellas fueron llamadas «familias». Franco aprovechó sus rivalidades para ser el árbitro del poder, mantener el equilibrio político y nombrar ministros sin poner en peligro su liderazgo. Las «familias» con más protagonismo fueron los militares y los falangistas. Los monárquicos tuvieron menos protagonismo, mientras que los católicos y del Opus Dei fueron los responsables de las carteras de educación y de economía.
La Legislación Laboral Nacionalsindicalista
Las primeras leyes sindicales se establecieron durante la guerra. Se difundió la Ley del Fuero del Trabajo. En 1940 se culminaba el proceso con las leyes de unidad sindical y la de las Bases de la Organización Sindical Española (OSE). Fue una pieza fundamental del régimen y se caracterizó por:
- Sindicato único controlado por la Falange, encargado de la disciplina, unidad y espíritu nacional. Eliminaba la lucha de clases.
- Obligar a la afiliación de obreros y patronos.
- Prohibir tanto la negociación colectiva como la huelga.
- Controlar la actividad laboral: salarios, horarios, permisos y vacaciones.
José Antonio Girón de Velasco aprobó el seguro de enfermedad y asistencia laboral.
Control Social y Propaganda
El nuevo Estado franquista impuso un rígido control social e ideológico a través de la educación, la censura de libros, la ley de prensa, el cine y las actividades culturales. Creó un modelo cultural nacionalcatólico. Los medios de comunicación, entre ellos la televisión, se usaron para difundir la figura del caudillo y convencer a los españoles de los beneficios del régimen. La Falange desarrolló una gran actividad social a través de sus organizaciones: Frente de Juventudes, Sección Femenina y Sindicato de Estudiantes Universitarios (SEU). Con ellas difundió la idea de la Nueva España e inculcó unos valores: disciplina, autoridad, obediencia. Se sirvió de la Formación del Espíritu Nacional (FEN), la Iniciación al Hogar y la Educación Física para difundir la doctrina entre niños, niñas y jóvenes:
- La Sección Femenina: encargada de que niñas y jóvenes hicieran de ellas «excelentes esposas y madres» a través de los programas de Iniciación al Hogar y Educación Física en escuelas, talleres y actividades diversas.
- El Frente de Juventudes: se encargó de la Formación del Espíritu Nacional como materia obligatoria en la Educación Física. Su objetivo era inculcar en los niños y jóvenes el amor a la patria y los valores: la raza, el imperio y Dios, y difundir el Movimiento Nacional.
El control y la influencia de la Falange estuvieron presentes en la sociedad española: en la escuela se cantaba el Cara al sol, las flechas adornaban pueblos y edificios, los nombres de los caídos por Dios y por España cubrían las fachadas de las iglesias, el retrato de Franco se saludaba brazo en alto y la camisa azul recordaba a los vencedores de la guerra.
Institucionalización y Consolidación del Nuevo Estado
Las Leyes Fundamentales
El régimen franquista derogó la obra legislativa republicana y prohibió los partidos políticos y los sindicatos. El Estado creó las leyes fundamentales que se fueron desarrollando hasta 1966:
- Fuero del Trabajo: primera ley fundamental. Reguló las relaciones laborales entre trabajadores y empresarios.
- Ley Constitutiva de las Cortes: dotaba al régimen de unas Cortes sin poder legislativo, supeditadas a la voluntad del jefe del Estado. Su función solo era consultiva.
- Fuero de los Españoles: recogía los deberes y derechos de los españoles.
- Ley de Referéndum Nacional: permitía consultar popularmente las decisiones del gobierno o de las Cortes.
- Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado: definía a España como un «Reino sujeto a los principios del Movimiento».
- Ley de Principios del Movimiento Nacional: garantizaba la integridad del Movimiento como partido único.
La «Democracia Orgánica»
Las leyes del Fuero del Trabajo, la Ley Constitutiva de las Cortes y el Fuero de los Españoles pusieron las bases del Estado a través de sus organizaciones naturales: la familia, el municipio y el sindicato. Este sistema, definido como «democracia orgánica», se basaba en la representación a través de las «organizaciones naturales» (familia, municipio, sindicato), en contraste con la democracia liberal basada en partidos políticos y libertades individuales como la de reunión, asociación y expresión. Los procuradores a Cortes eran elegidos unos por su cargo, otros por el sindicato y entidades locales y el resto designados por el jefe del Estado. El gobierno nombraba para cada provincia gobernadores militares y civiles. Estos controlaban y nombraban a su vez a los alcaldes de los ayuntamientos, que ejercían como jefes locales del Movimiento. La estructura militar se completaba con los capitanes generales.
Exilio, Represión y Oposición al Régimen Franquista
Hacia el final de la guerra se produjo un gran éxodo político, civil y militar. Quienes se quedaron quedaron expuestos a las represalias de los vencedores.
El Drama del Exilio Republicano
Alrededor de 500.000 españoles huyeron a Francia, donde cerca de 300.000 fueron conducidos a improvisados campos de refugiados y otros en condiciones aún más penosas. Entre los exiliados hubo muchos intelectuales que fueron acogidos por países europeos, latinoamericanos y por Estados Unidos. Destacaron en poesía (Luis Cernuda, Rafael Alberti), en historia, novela, filosofía y ensayo (como Francisco Ayala), teatro, música, medicina (como Gregorio Marañón) y muchos excelentes físicos, matemáticos, químicos o astrónomos. Parte de los intelectuales volvieron pronto, pero otros esperaron al final de la dictadura. En México desarrollaron una importante actividad gracias al apoyo del presidente Lázaro Cárdenas; fundaron la editorial Fondo de Cultura Económica y el Colegio de México, y se establecieron las instituciones republicanas en el exilio sin reconocimiento internacional. Al iniciarse la Segunda Guerra Mundial, Franco perdonó a los exiliados sin delitos de sangre y casi a la mitad de ellos regresaron a España. Otros prefirieron mantenerse en el exilio, unirse a la resistencia francesa en su lucha contra el nazismo y, hechos prisioneros, acabaron en los campos de exterminio.
La Represión de una Larga Posguerra
A la Ley de Responsabilidades Políticas le siguieron las de Represión del Comunismo y la Seguridad del Estado. El número de presos superó [una cifra no especificada, pero alta], a los que hay que añadir los recluidos en campos de concentración. Muchos murieron a causa del hambre, enfermedades y ejecuciones. Muchos de ellos fueron víctimas de venganzas, injusticias y denuncias interesadas por las autoridades. Algunos presos quedaron libres provisionalmente y otros cumplieron sus penas en trabajo como mano de obra barata tanto para empresas públicas como privadas. Las personas sospechosas de republicanismo fueron depuradas, especialmente funcionarios, empleados de instituciones e intelectuales y el profesorado. Maestros perdieron su trabajo, los institutos cerraron y el régimen mantuvo la sumisión entre los españoles, vigilados, silenciados y convertidos en espías de sí mismos. Prohibió cualquier manifestación nacionalista: la lengua, las tradiciones y otros rasgos de identidad propia.
La Oposición al Régimen
Nada más terminar la guerra, los anarquistas y comunistas iniciaron actividades de guerrilla. Durante la Segunda Guerra Mundial, los partidos en el exilio se movilizaron ante la victoria de los aliados para conseguir una intervención militar contra Franco. Las actividades, conocidas como maquis, se desarrollaron en zonas rurales y montañosas. La actividad armada más intensa tuvo lugar entre 1945 y 1947, aunque perduraron algunos focos aislados. Las fuerzas del orden público y la Ley de Represión del Bandidaje y Terrorismo reprimieron las guerrillas con todos los medios a su alcance. Las protestas laborales aumentaron de forma gradual en forma de huelgas con gran impacto en Madrid, Cataluña y País Vasco. La huelga de tranvías y el boicot a los transportes públicos en Barcelona por la subida del precio del billete se extendió al País Vasco y a Madrid, obligando a Franco a cambiar de gobierno. La universidad fue desde la década de 1950 un símbolo de oposición al régimen, que empleó métodos represivos para controlarla.
La Política Económica: La Autarquía
La autarquía pretendía hacer de España una nación autosuficiente, con una intervención excesiva del Estado en la vida económica, con un férreo control del comercio exterior que se basó en las licencias administrativas concedidas solo a los importadores que pertenecían al Movimiento y un sistema parecido reguló las exportaciones. El comercio se basó en la importación de cereales, maquinaria, materias primas, petróleo y exportación de cítricos y wolframio. La dictadura adoptó una política de expansión industrial rápida para poder mantener la situación de autosuficiencia; el Estado intervino aprobando dos leyes, la Ley de Protección y Fomento de la Industria Nacional y la Ley de Ordenación y Defensa de la Industria Nacional. No se podía crear ninguna empresa sin una autorización expresa del Ministerio de Industria y Comercio, y se limitaban las inversiones de empresas extranjeras. El Estado también actuó de empresario entrando en competencia con las compañías privadas; se nacionalizaron empresas como RENFE, TELEFÓNICA, y se creó una banca pública. La autarquía también llegó a la agricultura; los agricultores entregaban parte de la producción a precio fijado al Servicio Nacional del Trigo y a la Comisaría Nacional de Abastecimiento y Transporte.
Consecuencias de la Guerra Civil y la Posguerra Franquista
Aunque la guerra terminó en 1939, fueron muchos los años en los que se tardó en normalizar la situación del país. Clara fue la distinción entre vencedores y vencidos, y el régimen que se implantó fue una dictadura basada en la represión. La guerra estuvo presente en la memoria colectiva de los españoles, y solo con la llegada de la democracia, tras la muerte del dictador, la situación se superó.
Consecuencias Económicas
Desde el punto de vista económico, la guerra civil tuvo unos efectos desastrosos: se perdió medio millón de población activa, gran cantidad de edificios e infraestructuras, teniendo en cuenta, además, que los procesos de reconstrucción se paralizaron. Desde muy temprano se establecieron las cartillas de racionamiento (1939-1952), y eran los periódicos los encargados de publicar día a día la ración diaria de cada producto. Si durante la guerra el bando nacional contaba con algo más de alimento, tras esta, el miedo y el hambre homogeneizó a todos los españoles independientemente de su ideología, y, aunque estaba prohibido, algunas personas acaparaban víveres y productos de primera necesidad para luego venderlos en el mercado negro (estraperlo). Se calcula que entre 1939 y 1942 fallecieron de hambre entre 200.000 y 600.000 personas. En agricultura e industria, la situación no fue mejor. La falta de hombres, simientes y animales de tiro hizo muy difícil la recuperación, reduciéndose la cabaña ganadera entre un tercio y la mitad. En el apartado industrial se perdió una parte de la maquinaria y las fábricas; no obstante, en las grandes ciudades las instalaciones industriales se conservaron casi intactas, ya que se siguieron utilizando para contribuir al esfuerzo de guerra. Las reservas de oro del Banco de España se habían reducido considerablemente, pues se había pagado la ayuda que la URSS había enviado a España. A su vez, el gobierno de Franco se había endeudado considerablemente con Alemania e Italia para que le enviaran suministro durante la guerra. España retrocedió en su nivel de desarrollo y la dictadura franquista se mantuvo en el poder durante casi cuarenta años, apartada de la orientación democrática y aislada de Europa debido al carácter autoritario del régimen. Así las cosas, cayó la inversión, el comercio exterior y el consumo privado, reduciéndose la renta nacional entre un 25% y un 30% con respecto a la situación anterior al conflicto, lo que además repercutió en una situación inflacionista que multiplicó los precios por diez.
Costes Humanos: Represión y Exilio
La dictadura incrementó la división entre la España católica y conservadora, y la España laica y progresista. Los que perdieron la guerra se enfrentaron a la represión o al exilio, además de los desmanes de la guerra. Actualmente se considera que el número de bajas en el frente oscila en torno a las 300.000, mientras que el número de víctimas en la retaguardia, fruto de la represión, se sitúa en cifras cercanas a las 200.000 bajas en ambos bandos, siendo muy superior el número de fusilados en el bando franquista. La represión supuso un escarmiento colectivo para los vencidos, a la vez que se trató de anular cualquier resistencia. Durante la guerra los juicios eran sumarísimos y las sentencias ya estaban decididas con antelación; tras esta, la situación no varió sustancialmente. La arbitrariedad y la indefensión siguieron siendo la nota dominante en todos los juicios celebrados, con defensas sin preparar y la imposibilidad de presentar testigos o recursos. Hubo un número importante de ejecuciones que afectaron a los que habían ocupado puestos de responsabilidad durante la República o habían mostrado una clara adhesión al régimen. Las cifras oscilan en torno a los 50.000 fusilados. Fueron muchos los que acabaron en cárceles (unos 270.000) y campos de concentración en donde realizaron trabajos forzados (unos 90.000), muriendo muchos de hambre y frío. Llamativo será el caso del uso de presos republicanos para reparar las vías del tren, así como la construcción del Valle de los Caídos. Se hicieron depuraciones de maestros, funcionarios y profesores. Y en Cataluña y el País Vasco, por ejemplo, se prohibió el uso de la lengua propia y se intentó sepultar su legado cultural. Algo similar ocurrió con los partidos políticos, pues un decreto de 1936 había declarado ilegales partidos y sindicatos, incautándose de sus bienes. A pesar de ello, el PSOE, UGT, CNT o PCE consiguieron organizar células y establecer alguna dirección en la clandestinidad y en el extranjero. En ocasiones, cayeron en manos de la policía y acabaron en la cárcel o fusilados, y, normalmente, no colaboraron entre ellos. Otro caso destacable será el de los llamados topos, españoles del bando republicano que, valiéndose de sus familias y de la creencia de su muerte, permanecerán escondidos durante años para no ser víctimas de la represión franquista. Este será el caso de Protasio Montalvo, alcalde socialista de Cercedilla durante la guerra. Otros se beneficiarán del Decreto de Indulto de 1969, que perdonará a los que habían participado en la guerra civil en el bando republicano.