La Dictadura Franquista: Elementos de Cambio en la Etapa Final, Oposición y Evolución Cultural
La Etapa Final del Régimen (1969-1975)
Los últimos años del franquismo, entre 1969 y 1975, se caracterizan por un evidente deterioro del régimen.
A partir de 1969, se produjo una reorganización de las fuerzas políticas, diferenciándose dos grupos principales:
- Grupo en torno a Carrero Blanco: Configurado alrededor de la figura del almirante Carrero Blanco, con gran influencia directa sobre Franco. López Rodó fue una figura destacada dentro de este grupo (inmovilistas).
- Grupo excluido por Carrero Blanco: Formado por aquellos excluidos por Carrero Blanco, enfrentados a él y a sus colaboradores (aperturistas, partidarios de cambios controlados por el régimen).
Más allá de diferencias ideológicas, estos enfrentamientos respondían a tácticas para mantenerse en el poder.
Franco eligió a Carrero Blanco, quien formó gobiernos con sus hombres de confianza desde 1969. En octubre de 1969, el nuevo gobierno estaba constituido mayoritariamente por miembros del Opus Dei. Carrero Blanco ocupó el cargo de vicepresidente, mientras Franco se alejaba gradualmente de las decisiones políticas debido a su estado de salud.
Carrero Blanco y sus colaboradores tenían como objetivo principal impedir el desarrollo de la oposición política.
La oposición universitaria y obrera desbordaba al régimen, que respondía con la aplicación de estados de excepción y represión en las calles.
En 1973, se agudizó la contestación al régimen. Surgió una nueva organización armada, el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP), que llevó a cabo su primer atentado en Madrid el 1 de mayo. La represión se intensificó contra dirigentes sindicales, miembros de ETA y del FRAP.
Franco decidió separar la Jefatura del Estado y la del Gobierno, nombrando a Carrero Blanco como Jefe de Gobierno. Éste formó un gabinete con sus colaboradores, miembros del Opus Dei y franquistas puros, entre ellos Carlos Arias Navarro como ministro de Gobernación. Su objetivo era acabar con las protestas en las calles y preparar el futuro relevo en la Jefatura del Estado.
El nuevo gobierno no tuvo mucho tiempo para actuar. El 20 de diciembre de 1973, Carrero Blanco, Jefe del Gobierno, moría víctima de un atentado de ETA. El asesinato de Carrero Blanco fue un duro golpe para Franco y para el régimen.
Se constituyó un nuevo gobierno presidido por Carlos Arias Navarro, hombre del círculo de Carrero Blanco, integrado mayoritariamente por franquistas puros o inmovilistas, con algunos ministros aperturistas, como Pío Cabanillas. Su discurso programático incluía algunas promesas de apertura, pero la ejecución de Salvador Puig Antich, anarquista catalán, en marzo de 1974 demostró su talante represivo.
En este mismo mes de marzo de 1974 se produjo el enfrentamiento con la Iglesia. Una homilía del Obispo de Bilbao, monseñor Añoveros, que aludía a la personalidad diferente del País Vasco, provocó una amenaza de expulsión por parte del gobierno. El Vaticano también amenazó. Al final, el gobierno cedió, pero la ruptura con la Iglesia era clara.
En este año 1974 se empiezan a observar los primeros síntomas de la crisis económica derivada del alza de los precios del petróleo en 1973, lo que repercutió en el índice de precios y en el aumento de la inflación. La conflictividad laboral aumentó y se sumó al descontento general. El gobierno fue incapaz de hacer frente a la situación.
En octubre de 1974 se cesó a algunos ministros y otros presentaron su dimisión. Las divisiones dentro del régimen se hicieron cada vez más patentes.
En el ejército, ochenta oficiales constituyeron en diciembre de 1974 la Unión Militar Democrática, con el objetivo de la ruptura.
El régimen siguió utilizando la violencia y la represión. Se estableció un Decreto-Ley que determinaba la pena de muerte para los implicados en delitos de terrorismo. Varios miembros de ETA y del FRAP fueron juzgados y se les aplicó esta Ley. El 27 de septiembre de 1975 fueron ejecutados, a pesar de una fuerte protesta internacional y la retirada de embajadores de varios países. Los seguidores del régimen respondieron con una gran concentración en la Plaza de Oriente el uno de octubre de 1975.
Los últimos momentos del régimen fueron aprovechados por Hassan II de Marruecos para iniciar la marcha verde sobre el territorio del Sahara. El 18 de noviembre, el gobierno, mediante el Acuerdo Tripartito de Madrid, entregó el Sahara Español a Marruecos y Mauritania, incumpliendo el compromiso y mandato de la ONU que había encargado a España la tutela del territorio hasta su independencia.
El 20 de noviembre de 1975 Franco moría tras mes y medio de larga enfermedad.
La Oposición al Régimen Franquista
En la etapa final del franquismo, la oposición aumentó y, aunque estaba dividida, veía la necesidad de unirse por razones de tipo táctico.
Existían grupos como los monárquicos partidarios de D. Juan, los liberales, los demócrata-cristianos (Areilza, Ruiz-Jiménez, Gil-Robles), o los social-demócratas. Todos ellos tenían escaso apoyo social, aunque su importancia residía en poder servir de puente entre los aperturistas y las fuerzas políticas más radicales. Había surgido un nuevo partido socialista, Partido Socialista Popular, dirigido por Enrique Tierno Galván. El Partido Socialista Obrero Español era dirigido desde el exilio, pero se habían desarrollado nuevas generaciones en el interior. En el congreso de Suresnes en 1974, los dirigentes históricos fueron desplazados por dirigentes del interior encabezados por Felipe González, nuevo secretario general del partido del PSOE.
Los comunistas eran la fuerza política mejor organizada de la oposición y la que contaba con más militantes, actuando en todos los ambientes: asambleas de vecinos, fábricas, universidad. El partido en estos años estaba liderado por Santiago Carrillo, partidario del eurocomunismo junto con otros partidos comunistas como el francés y el italiano, distanciándose de las posturas que mantenía la URSS.
A la izquierda del PCE había una serie de partidos marxistas con escasa implicación social pero activa presencia en los medios universitarios.
En Cataluña, la oposición tenía un componente nacionalista, al igual que en el País Vasco.
Al acentuarse la crisis, se producen acuerdos de coordinación entre los diferentes grupos.
En julio de 1974, el PCE constituyó en París la Junta Democrática, en ella se integraron el PSP de Tierno Galván, asociaciones vecinales y profesionales, sindicatos como CCOO y personalidades independientes. Su primer manifiesto promovía la ruptura democrática. Se trataba de acabar con el régimen mediante movilizaciones sociales, formar un Gobierno Provisional que dirigiera el proceso de cambio, eliminando la legalidad franquista.
En julio de 1975, el PSOE promovió la Plataforma de Convergencia Democrática, en la que solo se admitían grupos. En ella se integraron la Izquierda Democrática de Ruiz Jiménez, el PNV, UGT, incluso la facción democrática del carlismo.
Estas organizaciones recogieron la adhesión de muchas personas que deseaban el final de la dictadura y coincidieron en dos peticiones: amnistía política y convocatoria de elecciones libres a Cortes Constituyentes.
La Cultura Durante el Franquismo Tardío
Al terminar la Guerra, los vencedores establecieron un dominio absoluto y total sobre la actividad intelectual del país. Se estableció la censura. Sólo quienes colaboraban con el régimen podían desarrollar su trabajo intelectual, como Agustín de Foxá, Eugenio d´Ors, Dionisio Ridruejo, Antonio Tovar y Pedro Laín Entralgo. Los tres últimos acabaron distanciándose del régimen y pasando a la oposición.
Escritores de generaciones anteriores, como Ortega y Gasset, Azorín o Baroja, continuaron su labor aunque alejados del sistema.
Los años cincuenta trajeron una nueva generación y los intelectuales se separaron más abiertamente del régimen. Muchos de ellos encabezaron las movilizaciones de los años sesenta y setenta.
En literatura, esta oposición la encabezaron los novelistas Rafael Sánchez Ferlosio, Miguel Delibes, Carmen Martín Gaite, Gonzalo Torrente Ballester y Luis Martín Santos.
En teatro, Buero Vallejo y Alfonso Sastre. En el campo del pensamiento, Javier Zubiri, Julián Marías o José Luis López Aranguren. No podemos dejar de mencionar la aportación a la cultura que se hizo en esta etapa por parte de los intelectuales en el exilio. La mayoría siguió produciendo obras de calidad similar a las de antes.
La etapa final del franquismo se caracteriza por la ruptura total entre el ámbito de la cultura y el régimen.
Se producen muchas publicaciones que la censura no puede controlar, aunque se seguían prohibiendo libros, sancionando y suspendiendo periódicos.
La educación sobre los valores tradicionales se había transformado en las escuelas y las universidades. La sociedad iba muy por delante de la mentalidad de los censores franquistas.
Las artes durante el franquismo experimentan los mismos cambios que las letras. El dominio de las corrientes clasicistas del arte del fascismo hasta los años cincuenta. A finales de la década de los cincuenta surgen corrientes estéticas distintas. En pintura aparecen los grupos Dau al Set en Barcelona y algo más tarde el Grupo Crónica de Cuenca, además de Antoni Tàpies y Antonio Saura entre otros, todos ellos rompen con el arte académico. En escultura sobresale Eduardo Chillida y en arquitectura Luis Moya, Gutiérrez Soto, en los sesenta Sáez de Oiza o Miguel Fisac.