La Edad Media: Orígenes y Transformaciones
El régimen esclavista de la Antigüedad había decaído totalmente hacia fines del Imperio Romano. Se imponía una organización que despertara el interés del campesino en el resultado de su trabajo. Por otra parte, el poder central no estaba en condiciones de garantizar la seguridad de la sociedad, y tuvo que establecerse otra organización estatal. A ello se debe la instauración de la servidumbre y el feudalismo.
La Servidumbre y el Feudalismo
El campesino siervo no es propiedad personal de su amo, pero está en una relación de dependencia hacia este. La participación que tiene que dar al señor, sobre todo hacia fines de la época, llega a ser sumamente alta. Aparte de la entrega en especie, el campesino está obligado a rendir determinados servicios personales (la corvea). Además, el señor cobra tributos en especie o en dinero por el uso del molino, del lagar (prensa para exprimir el jugo de la uva), de los puentes, etc., todo ello construido y atendido por los siervos. Los labradores tenían que entregar también parte de sus productos (como el diezmo y en otras formas) a la Iglesia. Como resultado de tantas obligaciones, el campesino vivía en la pobreza y muchas veces en la miseria más atroz. Muchos siervos lo eran de la gleba, es decir, no tenían derecho a abandonar su campo. En caso de venta o pérdida de la tierra, esta se entregaba con todo y campesinos. A su vez, los siervos no podían ser expulsados de la parcela que trabajaban. No tenían intervención en los asuntos públicos. En muchas partes se mantenía el régimen comunal, pero solo tenía competencia para los asuntos locales.
Frecuentemente en lucha, el Papa, como vicario de Cristo en la Tierra, afirma haber recibido esta en feudo de Dios. A su vez, la pasa al emperador para el gobierno de los asuntos terrenales. Los emperadores, en cambio, se consideran herederos legítimos de los gobernantes romanos, sin deber obediencia al Papa. Esta es la expresión jurídica de las luchas entre Imperio y Papado. Los dos grandes poderes de la Edad Media son el Emperador y el Papa.
La sociedad está organizada en forma de pirámide, cuyo vértice está ocupado por el Papa y el Emperador. Debajo de estos se encuentran los cardenales, arzobispos y obispos, en cuanto a la Iglesia, y los nobles de distintas categorías, la más baja de las cuales es la de los caballeros. Florece el arte de los juglares y de los trovadores, que relatan los hechos más destacados de su tiempo y entonan cantos en los torneos y en otras reuniones.
Junto al sistema feudal, a partir del siglo X aproximadamente, surgen las ciudades, centros del comercio y de la producción artesanal. Poco a poco van aumentando en importancia. Hacia fines de la Edad Media, se plantea ya la sustitución del sistema de la servidumbre y del feudalismo, por otra forma económica y política más adelantada.
Del Imperio Romano a la Edad Media: Una Transición Gradual
Sería erróneo querer separar en forma tajante la Antigüedad romana de la Edad Media. Indudablemente, hay fuertes diferencias entre ambos periodos: mientras el Imperio Romano se caracteriza por la esclavitud, por la centralización del poder en manos del emperador, por una amplia unidad política y económica en toda su extensión, la Edad Media se basa en la servidumbre, en la dispersión del poder político y en el regionalismo. Pero este proceso ya se inicia desde el siglo III de nuestra era, en el que la esclavitud empieza a ceder su lugar al colonato; los emperadores pierden parte de su poder, y los jefes regionales llegan a disponer de ejércitos propios. También el comercio se va reduciendo, y empieza a imperar una tendencia hacia la autarquía. Estos fenómenos de decadencia debilitan al Imperio Romano, al grado de que en el siglo IV ya no está en condiciones de resistir las invasiones extranjeras.
Las Invasiones de los Bárbaros
Los romanos llamaban bárbaros a todos los pueblos que no participaban de la cultura latina o de la helénica. Muchos de estos fueron colonizados por Roma. Otros, como los germanos y los partos, siguieron viviendo en las fronteras del Imperio. Los germanos constituían la amenaza principal para el Imperio de Occidente. Son pueblos indoeuropeos que estaban establecidos en la Península Escandinava, en la región norte y central de la Alemania actual, y se extendían por el bajo valle del Danubio y hasta Ucrania. Eran tribus belicosas; practicaban algo de agricultura y de ganadería y vivían todavía en la fase de la comunidad de bienes; varias veces pelearon contra las tropas romanas, desde el siglo I a. de C.
En el siglo IV d. de C., los hunos invaden Europa. Provienen del Asia Central y son los mejores jinetes de la época. Empujan hacia el occidente a los pueblos germánicos asentados en la actual Ucrania. En 376 los godos abandonan Tracia en los Balcanes y son admitidos en el Imperio. Pronto se producen rebeliones y luchas. El año de 410, asaltan y saquean Roma, que había sido la capital del mundo: ningún enemigo la había pisado desde la invasión de los galos, el año 390 a. de C.
El Legado Carolingio y Nuevas Amenazas
El Imperio Carolingio y su Fragmentación
Hacia los finales del emperador, lo que fue una de las causas de su pronta decadencia después de la muerte de Carlos. Después de Ludovico el Piadoso, hijo y sucesor de Carlomagno, en cuya época la Iglesia domina totalmente, se reparte el Imperio entre sus tres hijos. Hay una serie de luchas que terminan con la Paz de Verdún en 843. El Imperio se divide en tres partes: la de los francos occidentales dará lugar a Francia; la parte central se entrega al hijo mayor, quien conserva el título de Emperador (Lotario), pero no tiene ninguna fuerza efectiva y su parte del Imperio, que incluye la ciudad imperial de Carlomagno, Aquisgrán y Roma, va a ser absorbida pronto por sus dos vecinos; la parte oriental es la Germania, que se desarrollaría con el tiempo necesario para formar la actual Alemania.
Las Nuevas Invasiones (Siglos IX y X)
En los siglos IX y X, Europa sufre los ataques de los normandos o vikingos. Son pueblos germánicos originarios de Escandinavia, muy buenos navegantes, que se dedican a la piratería. Atacan el norte de Francia, donde son admitidos y se les entrega una provincia, la Normandía. A cambio, prometen ser fieles vasallos del rey de Francia y aceptan la religión cristiana. Pronto se civilizan y adquieren una cultura bastante elevada. Otros elementos del mismo pueblo se ubican en el sur de Italia, donde expulsan a los árabes y a los bizantinos y fundan el reino de Sicilia en el siglo XII. Los vikingos también exploran en el norte del Atlántico, llegando a Groenlandia y a las costas del noreste de América. Por el sureste, entrando por el valle del Danubio, siguieron habiendo ataques de pueblos emparentados con los hunos, como los ávaros y después los magiares, ancestros de los húngaros actuales.
Estos ataques amenazan la estructura feudal de la Europa medieval y occidental. La ausencia de un poder central, y la necesidad de defenderse rápidamente contra ataques sorpresivos, hicieron que la población se agrupara en torno a un señor, capaz de protegerla. Se refuerza así la situación de servidumbre hacia un caballero y de vasallaje entre los hombres libres. Además, se suspende casi totalmente el comercio marítimo, por el dominio de los mares que ejercían los árabes y los normandos. Con esto se acentúa más todavía el carácter localista y agrario de la economía europea, durante los siglos VIII, IX y X. Apenas a mediados del siglo X y principios del XI, el comercio vuelve a tener importancia.
El Desarrollo del Cristianismo y el Imperio Bizantino
El Desarrollo del Cristianismo
La Iglesia cristiana es una de las instituciones que transmiten la herencia de la Antigüedad al Medievo. En el Imperio Oriental se funde totalmente en la organización del Estado. En Occidente pretende tomar en sus manos, en rivalidad con el Imperio, la herencia de la Roma Imperial. Muchos de sus símbolos provienen de las insignias imperiales de Roma. Cuando Constantinopla cae en manos de los turcos, estas tradiciones antiguas vuelven a Italia, junto con los sabios que emigraron, y tienen gran influencia en el Renacimiento.
El Imperio Bizantino y Justiniano
Uno de los primeros grandes emperadores de Oriente es Justiniano (527 a 565), de origen campesino, muy estudioso y hábil. Es el primer representante del cesaropapismo cristiano ya consolidado (el jefe del Estado también de la Iglesia). Para reivindicar la herencia del Imperio Romano, reconquista Italia (de los godos) y África (de los vándalos). Estas conquistas fueron bastante efímeras y devastaron estas regiones. Bajo el gobierno de Justiniano, se hace una recopilación del Derecho Romano que será el único derecho general durante casi toda la Edad Media. Este gobernante también impulsó el comercio y mejoró la administración. Mandó reconstruir la gran iglesia de Santa Sofía, uno de los monumentos más llamativos de Constantinopla.
El Papado y la Reforma Monástica
En 1059, el Papa Nicolás II establece que los cardenales deben designar al Papa, en vez de hacerlo el pueblo como hasta entonces. Con diferentes alternativas, el Papado va adquiriendo cada vez más fuerza en Occidente. Desempeña un papel importante en esto la primera reforma monástica, la de Cluny. En este monasterio se impone la elección de los abades en forma independiente de los señores feudales. El movimiento depuró bastante el régimen monástico, que había llegado a un alto grado de corrupción. Algunos siglos después, desempeñarán el mismo papel los monasterios cistercienses.
Conflictos entre el Poder Temporal y Espiritual
Muchos de los señores eclesiásticos, como el arzobispo de Maguncia, eran al mismo tiempo señores feudales, y los reyes y emperadores se consideraban superiores de estos jefes religiosos, considerándolos sus vasallos. Debido a ello, existe la llamada investidura laica, que consistía en que el rey o el emperador otorgaba estas dignidades. Había además la simonía, que era la compraventa de los puestos eclesiásticos. Es lógico que estas dos formas debilitaban mucho la autoridad moral y política de la Iglesia, dando un gran predominio a los reyes y emperadores. Los Papas aspiran por ello a concentrar en sus manos el nombramiento de dignatarios eclesiásticos. La Iglesia proclama la llamada «Paz de Dios«, que consiste en la suspensión de las luchas entre los señores feudales en días específicos (sobre todo domingos y fiestas religiosas).
El Imperio Bizantino: Resistencia y Esplendor
El Imperio de Oriente tiene que defenderse constantemente de las invasiones de los persas, de los eslavos, de los búlgaros y de otros pueblos. En la lucha contra Persia, de casi 100 años de duración, ambos imperios quedan débiles y Persia es después fácil presa de los árabes musulmanes. Estos llegaron a atacar Constantinopla en el siglo VIII, pero fracasan en su intento. En este siglo, el Imperio de Oriente pierde sus últimas posesiones en Italia, que habían ejercido importante influencia cultural sobre una extensa región. Bajo la dinastía macedónica (867 a 1056), Bizancio llegó a ser el estado más poderoso del mundo. Hacia fines de este período se produce el Gran Cisma, en el que se separa definitivamente la Iglesia de Oriente de la romana.
Bizancio o Constantinopla ejerce gran influencia cultural hacia el norte. La mayoría de los pueblos eslavos son convertidos al cristianismo por misioneros que vienen de este Imperio y que propagan la forma griega-ortodoxa de la religión cristiana. También la arquitectura rusa y de otros pueblos eslavos es fuertemente influida por la bizantina. A mediados del siglo XI, se reanuda la ofensiva musulmana. Los turcos selyúcidas, que encabezan a los musulmanes en esta región, van apoderándose del Asia Menor. En 1081, el emperador Alejo I solicita ayuda al Papa de Roma. Así, en vez de enviar soldados mercenarios como lo solicitaba el emperador de Oriente, el Papa convoca a las Cruzadas.