La Ilustración en el Siglo XVIII: Pensamiento, Despotismo y su Impacto en España

La Ilustración: El Siglo de las Luces y sus Fundamentos

La Ilustración fue el fenómeno cultural e intelectual de mayor trascendencia en la Europa del siglo XVIII, también conocido como Siglo de las Luces. Su origen estuvo en Francia. Se basó en el culto a la razón, base fundamental del conocimiento, ya que esta no solo podía explicar las leyes de la naturaleza, sino también el funcionamiento de la sociedad y el comportamiento humano. Sus pensadores fueron críticos con las bases políticas, sociales y culturales del Antiguo Régimen. Las dos grandes consignas fueron el progreso y la felicidad popular, entendida esta en el sentido actual de bienestar social. El progreso, entendido como la confianza en la capacidad del ser humano, se manifestaba al poner en práctica los descubrimientos científicos.

Los Límites de la Crítica Ilustrada al Antiguo Régimen

El pensamiento ilustrado fue un fenómeno minoritario que se redujo a algunos círculos intelectuales de la nobleza y del clero, y a algunos plebeyos cultos. Contó con el apoyo de la monarquía, que coincidía con ellos en el deseo de modernización y progreso del país. Sin embargo, su crítica no podía perseguir la liquidación del Antiguo Régimen, sino solo las reformas necesarias para racionalizarlo. No se cuestionaba la monarquía absoluta y solo se pretendía que el rey actuara acorde a los dictados de la razón y en beneficio del reino. Tampoco se planteaba acabar con la sociedad estamental ni con los privilegios, sino que estos desempeñaran un papel activo al servicio del reino para ser merecedores de tales privilegios. La crítica que la Ilustración emprendió contra la sociedad tradicional abrió camino a posteriores planteamientos más radicales, basados en los principios del liberalismo.

El Despotismo Ilustrado

En relación con el propósito de racionalizar la aplicación política del Antiguo Régimen a los principios de la Ilustración, pero sin destruirlo, se impuso, como ideal político, el despotismo ilustrado, cuyo programa y filosofía se resume en una frase: «todo para el pueblo, pero sin el pueblo», en base a dos principios:

  • El poder absoluto de la monarquía.
  • El ideal del rey filósofo: que sabía lo que convenía a sus súbditos y debía impulsar la reforma racional en la educación (para que fuera útil), en la economía (para que aumentara la producción y la riqueza), en la Iglesia (para que cumpliera su función con moralidad y eficacia), etc.

El Despotismo Ilustrado de Carlos III en España

El reinado de Carlos III es el que mejor responde al modelo de despotismo ilustrado y supone la aplicación de la manera más común de gobernar en la Europa de su tiempo, una mezcla de racionalidad y modernidad, y de inmovilismo y autoritarismo. El objetivo de las reformas políticas, sociales y económicas emprendidas sería el de modernizar y enriquecer el país, pero sin tocar el orden social y el absolutismo político. Carlos III se rodeó de ministros y consejeros reformistas, como el conde de Aranda, el conde de Floridablanca y, sobre todo, Campomanes.

Empezó por la reforma de Madrid: se empedraron sus calles, se instalaron farolas de aceite para su alumbrado, se crearon paseos monumentales y se mejoró el sistema de evacuación de residuos, entre otras cosas. Potenció una política económica para modernizar y mejorar las estructuras productivas y comerciales de España. También emprendió reformas en la educación, la administración de justicia y el ejército, que adquirió un carácter más profesional y al servicio del Estado.

La Ilustración llegó a España con cierto retraso, constituyendo los reinados de Felipe V y de Fernando VI una etapa previa y preparatoria, en la que el espíritu de cambio apareció esencialmente a través de dos grupos:

  1. Los novatores: término despectivo empleado contra quienes, desde finales del siglo XVII, aspiraban a una cierta renovación en el panorama intelectual.
  2. Los proyectistas: nueva denominación que se aplicó en el siglo XVIII a quienes, como los arbitristas del siglo anterior, pretendían ofrecer remedios a los problemas del país.

Destacaron dos figuras: el benedictino Benito J. Feijoo, autor del Teatro Crítico Universal, y el erudito valenciano Gregorio Mayans. Tuvieron un gran protagonismo, además de los ministros ya citados, grandes intelectuales de la talla de Jovellanos y Olavide.

Vías de Difusión del Pensamiento Ilustrado

El pensamiento ilustrado se difundió a través de diversas instituciones y medios:

  • Academias

    A imitación de Francia, desde mediados del siglo XVII, surgieron instituciones oficiales que regulaban el conocimiento en diferentes ámbitos: Lengua, Pintura y Escultura, Música, Arquitectura, Ciencia. Fueron instrumentos activos de la Ilustración para racionalizar e impulsar la ciencia y la cultura. En el ámbito de la educación, buscaron potenciar la cualificación de las clases dirigentes y los grupos sociales populares. Sin embargo, encontraron mucha reticencia en las Universidades; la monarquía aceptó la presión y dejó en manos de cada universidad la aplicación de las reformas, condenándolas al fracaso.

  • Sociedades Económicas de Amigos del País

    Fomentadas por la monarquía con el objetivo de impulsar la agricultura, la industria, el comercio, las artes y las ciencias. Se constituyeron más de 60 sociedades, que organizaban actividades como propiciar la aplicación de nuevas técnicas y difundir las nuevas teorías económicas. No todas tuvieron el mismo éxito y muchas entraron en declive.

  • La Prensa Periódica

    Fue un cauce muy importante para la circulación de las nuevas ideas de la Ilustración. Su contenido no era de actualidad política, sino científico, literario, filosófico y sociológico, difundiendo novedades. Los lectores eran principalmente nobles y miembros del clero, aunque también médicos, abogados, comerciantes y otros miembros del estado llano que gozaban de buena posición económica y alto nivel cultural. No era una prensa de masas, tanto por el elevado coste como por el alto índice de analfabetismo.

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