Las Ideologías Obreras
1. Los Socialistas Utópicos
Saint-Simon, Fourier, Owen, entre otros, propusieron sociedades racionales donde no hubiera injusticia y reinara la igualdad. El mejor ejemplo fueron los «falansterios» de Fourier: comunidades de producción, consumo y residencia para unas 1600 personas. Pura utopía basada en el «buenismo antropológico».
2. El Socialismo Científico o Materialismo Dialéctico
Karl Marx y Friedrich Engels fueron sus fundadores. Tuvo un inmenso éxito porque ofrecía una explicación simple y redentora de la historia.
Sus puntos esenciales son:
- La Lucha de Clases: La historia se explica por la lucha entre quienes poseen los medios de producción (tierras, fábricas, maquinaria, empresas, etc.) y quienes no los poseen. En la Edad Antigua, las clases enfrentadas eran amos y esclavos. En la Edad Media, señores feudales y siervos de la gleba. En esta etapa final de producción capitalista, los medios de producción están en manos de la burguesía. El proletariado entrega su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Pero en este intercambio, el obrero es considerado como un elemento más de la producción y posibilita la plusvalía. La burguesía se apropia de la plusvalía: el incremento del valor de un objeto al transformar las simples materias primas en productos elaborados. Aquí reside la explotación del proletariado. La única manera de acabar con esta explotación es la Revolución: tomar por la violencia los medios de producción. La lucha de clases es el motor de la historia.
- Tras la victoria del proletariado, sucedería un periodo de «dictadura del proletariado» para planificar la economía y repartir por igual la riqueza.
- Y, por fin, la sociedad comunista: el paraíso aquí en la Tierra. Una sociedad sin clases donde no se produciría ninguna explotación del ser humano.
- Para que las masas se lanzaran a la revolución, había que acabar previamente con la religión, puesto que, al prometer la «salvación en la otra vida», resignaba a los proletarios a soportar las condiciones de explotación en esta vida.
El marxismo logró hacerse realidad en la Revolución Bolchevique de 1917 en Rusia y es la ideología que inspiró e inspira a los regímenes comunistas: la antigua URSS, Cuba, China, entre otros, y a gran parte de los actuales partidos de izquierda. Su secreto era que proponía, como el cristianismo, una esperanza mesiánica, eliminando, sin embargo, a Dios y sustituyéndole por la acción política del hombre. El puesto de Dios es reemplazado por el partido.
3. El Anarquismo
Proudhon fue su primer ideólogo, pero los más destacados anarquistas fueron Bakunin y Kropotkin. También deseaba una sociedad igualitaria, sin clases sociales, pero no por el camino marxista, pues rechazaba cualquier poder sobre el individuo, incluida la dictadura del proletariado. La igualdad llegaría cuando la sociedad se organizara en comunas independientes donde las decisiones se tomarían en asambleas populares sin ninguna autoridad que limitara su libertad, como el Estado o la dictadura del proletariado. Por este desacuerdo entre socialistas y anarquistas, fracasó la Primera Internacional en 1864, que trataba de reunir a las organizaciones obreras de varios países. Por ello, la Segunda Internacional (1889) era solo marxista.
Bakunin propuso un método para acabar con el Estado: atentados contra los gobernantes del Estado. (En España, en 23 años, fueron asesinados tres presidentes de gobierno: Cánovas del Castillo, Canalejas y Dato).
Tuvo mucho peso en Rusia y entre los campesinos españoles e italianos. Como los anarquistas eran contrarios a cualquier participación política en el «Estado burgués», despreciando los partidos políticos y las elecciones, sí formaron potentes sindicatos (anarcosindicalismo) en Francia y España, como la CNT.
4. La Doctrina Social de la Iglesia Católica
El Papa León XIII expuso en su encíclica Rerum Novarum el punto de vista de la Iglesia sobre la cuestión social. Los problemas entre patronos y obreros debían solucionarse mediante el reconocimiento de derechos y deberes recíprocos basados en la justicia, la igualdad y la caridad. No por la «lucha de clases». La propiedad privada sería legítima siempre que no fuera a costa de la miseria del conjunto de la sociedad.
Las Internacionales Obreras
Como las condiciones de explotación del proletariado eran idénticas en todos los países, Marx concluyó que todos los proletarios del mundo eran «hermanos» por encima de las fronteras nacionales. La revolución no podía triunfar de forma aislada en un único país, sino que se produciría en todo el mundo. De ahí el lema marxista: «¡Proletarios del mundo, uníos!».
La Primera Internacional
Por ello, los socialistas fundaron en 1864 una organización supranacional que coordinara a todos los partidos obreros de cada país. Es la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), más conocida como la Primera Internacional.
Pero desde el primer momento hubo disensiones entre socialistas y anarquistas. Los socialistas aceptaban entrar como partido político en los parlamentos de cada país y colaborar con otras fuerzas políticas, aunque fueran burguesas, para llegar al objetivo final: la Revolución. En cambio, los anarquistas deseaban pasar inmediatamente a la acción revolucionaria, basándose solamente en los sindicatos. Los anarquistas terminarían siendo expulsados de la Primera Internacional en 1872. Esta expulsión, la incapacidad de evitar la Guerra Franco-Prusiana llamando al hermanamiento de los obreros franceses y alemanes, y el fracaso de la Comuna de París, donde se pusieron en práctica las ideas socialistas, acabaron con la Primera Internacional en 1876.
La Segunda Internacional
En 1889 (primer centenario de la Revolución Francesa) se creó la Segunda Internacional. Se llegaron a algunos acuerdos, como la proclamación del 1 de mayo como Día Internacional por la jornada laboral de 8 horas. Pero volvieron los problemas:
- Las disensiones con los anarquistas, que fueron rápidamente expulsados en 1896.
- En la relación entre partidos políticos obreros y sindicatos, los alemanes abogaban por la integración de los sindicatos en los partidos, mientras que los británicos querían que estuvieran separados. No se llegó a una solución y todo se quedó en la palabra «colaboración mutua».
- También había disensiones entre quienes aceptaban colaborar con los partidos burgueses para promover reformas beneficiosas para los obreros y quienes no querían «contaminarse» con esos partidos porque desviarían a los obreros de llevar a cabo la revolución proletaria.
- El revisionismo del alemán Eduard Bernstein. Quería una «revisión» de uno de los planteamientos centrales de Marx que no se estaba cumpliendo. Marx afirmaba que el capitalismo se autodestruiría porque su injusta explotación laboral del proletariado era la semilla de la revolución. Bernstein afirmaba que con el capitalismo era posible una evidente mejora de las condiciones de vida de los obreros y que se podía convivir con él. Esto era acabar con la teoría marxista, por lo que se expulsó a los revisionistas y, en adelante, sería el mayor insulto ser calificado de «revisionista».
- También fracasó en impedir la Primera Guerra Mundial. Los obreros de los países contendientes se alistaron en los ejércitos. De forma agónica, pervivió hasta que fue disuelta en 1940. Muchos de sus miembros acabarían formando partidos comunistas en sus países de origen.