La Unión Dinástica de Castilla y Aragón: Los Reyes Católicos
La Unión Dinástica es la unión de varios reinos (Estados) bajo un mismo gobernante por derecho dinástico. No se trata, por tanto, de una unión territorial o nacional, ni siquiera una fusión de reinos; Castilla y Aragón no se unieron en un solo Estado. La Unión Dinástica nació del matrimonio, en 1469, entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (previamente se firmaron las Capitulaciones de Cervera para acordar los términos).
El camino hacia esta unión política estuvo lleno de dificultades:
- En Castilla, la sucesión de Enrique IV enfrentó a los partidarios de su hija, Juana, con su tía Isabel (la futura Isabel I). Como consecuencia, estalló una Guerra de Sucesión Castellana (1474-1479), de la que Isabel salió victoriosa y pudo heredar la Corona (Tratado de Alcaçovas).
- En Aragón, los problemas entre el rey Juan II y la nobleza también llevaron a una guerra civil. Fue debido a esta inestabilidad que el monarca aragonés buscó la alianza con Castilla a través del matrimonio de su hijo Fernando con Isabel.
Una vez en el trono, tanto Isabel como Fernando eran considerados reyes en ambas coronas, reflejado en la divisa «Tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando». Sin embargo, Isabel solo ejerció plenamente su autoridad en Castilla y Fernando solo lo hizo en Aragón. El matrimonio de la reina Isabel de Castilla y el rey Fernando de Aragón articuló sus reinos en una unión dinástica, pero no supuso la desaparición de buena parte de sus antiguas instituciones de gobierno. De este modo, perduraron fueros y cortes, así como aduanas, monedas, tributos y medidas diferenciados. Sobre esa base, los Reyes Católicos promovieron la creación de nuevos órganos que representaron la implantación de una monarquía autoritaria que perduraría hasta el siglo XVIII.
La Política Exterior de Felipe II: Desafíos y Hegemonía
La política exterior de Felipe II estuvo marcada por la defensa de la hegemonía española y la fe católica, enfrentando múltiples desafíos en Europa y el Mediterráneo.
Principales Frentes de la Política Exterior
- Control sobre Francia: Tras la victoria española en San Quintín (1557), se firmó la Paz de Cateau-Cambrésis (1559), cuyos acuerdos permanecieron vigentes durante un siglo. Esta victoria, junto con el matrimonio de Felipe II con Isabel de Valois, convirtió al monarca español en el árbitro de la política francesa.
- Choque contra el Imperio Turco-Otomano: En el Mediterráneo, los turcos otomanos conquistaron Túnez y Chipre, y atacaron Malta. Esta amenaza provocó la reacción cristiana con la formación de la Liga Santa, integrada por Venecia, el Papado y Felipe II. El éxito se logró con la victoria en la Batalla de Lepanto (1571), aunque no supuso el fin de la piratería otomana.
- La Cuestión de los Países Bajos: Los Países Bajos no aceptaban el dominio de un rey extranjero profundamente católico en unos territorios que habían abrazado mayoritariamente el calvinismo. Los Países Bajos, liderados por Guillermo de Orange, quedaron divididos en dos zonas:
- Las Provincias Unidas del Norte, que abrazaron el protestantismo y se independizarían tras 80 años de conflicto.
- Las provincias católicas del sur, que se mantuvieron fieles a Felipe II.
- Incorporación de Portugal (1580): Felipe II heredó el reino de Portugal a la muerte del rey portugués, uniendo así la Península Ibérica bajo una misma corona.
- Enfrentamiento Hispano-Británico: Isabel I de Inglaterra, en su política expansionista por el Atlántico, había apoyado a los piratas y también a los calvinistas en los Países Bajos. Para castigarla, en 1588, Felipe II decidió preparar la invasión de Inglaterra con la Gran Armada (conocida como la Armada Invencible). Sin embargo, esta expedición fracasó estrepitosamente. Los ingleses intentaron devolver el golpe con la Contraarmada, que también fracasó.
Felipe II mantuvo, con grandes dificultades, la supremacía de España, pero el imperio comenzaba a pasar a la defensiva debido a la persistencia de los conflictos.
El Conde-Duque de Olivares y sus Reformas en la Monarquía Hispánica del Siglo XVII
Los sucesores de Felipe II, conocidos como los Austrias Menores, tendieron a ceder el gobierno a los validos. Esto se debió al desinterés de los monarcas por el poder y a la creciente complejidad de las tareas de gobierno y administración. El rey Felipe IV confió el poder a un nuevo valido, Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde-Duque de Olivares y Duque de Sanlúcar la Mayor.
Olivares abordó una ambiciosa política de reformas económicas, administrativas y políticas, que pretendió imponer de forma autoritaria. Esta imposición provocó reacciones de rechazo y protesta en algunos territorios de la Corona.
El Ideario de Olivares: Reputación y Reformación
El ideario del Conde-Duque de Olivares se apoyaba en dos grandes principios:
- La Reputación: Recuperación del prestigio de la Monarquía Hispánica en Europa.
- La Reformación: Fortalecer el poder de la monarquía, buscando la consecución de una monarquía absoluta.
Su objetivo era, por un lado, aumentar el poder del rey y, por otro, incrementar los ingresos de la Corona para financiar la costosa política exterior, con la intención de mejorar la reputación de la monarquía hispánica. Como consecuencia, se reanudó la guerra contra Holanda, que acabó integrándose en la Guerra de los Treinta Años, donde se dirimía la hegemonía en Europa.
Olivares expresó lo esencial de su política reformista en el Gran Memorial. Entre sus proyectos de reforma destacaron:
- Solución a los problemas financieros: Ideó la fundación de una red nacional de erarios o bancos públicos que liberarían a la Corona de la dependencia de la banca extranjera. Estos erarios pagarían un interés a quienes depositaran su dinero y concederían préstamos a la Corona. El proyecto fracasó, ya que la nobleza y la burguesía se negaron a aportar ayuda económica y el Estado era incapaz de financiarlos.
- Reducción de gastos: Propuso la reducción de oficios y empleos cortesanos, así como de los excesivos gastos en bienes de lujo. Para ello, realizó un inventario de bienes y creó la Junta de Reformación.
- Artículos de Reformación (1623): Promulgó estos artículos con la intención de sanear la Hacienda real, apostando por la austeridad, nuevos impuestos e impulsando la natalidad, entre otras medidas.
- Protección de actividades económicas: Se propuso la protección de las actividades artesanales y del comercio, la realización de obras de canalización para hacer navegables los principales ríos y la supresión de las aduanas. Sin embargo, estas iniciativas fracasaron por la oposición de las Cortes.
- Reforma de los Consejos: Se limitaron sus poderes y terminaron siendo sustituidos por un sistema de juntas que atendían a los distintos aspectos de la administración y la vida pública.
- Unión de Armas: Pretendía crear un ejército permanente de 140.000 hombres, reclutado y sostenido por todos los reinos de la monarquía. Con ello, se buscaba distribuir el coste humano y económico de las guerras. La Unión de Armas fracasó por la oposición de las Cortes de la Corona de Aragón (que se amparaban en sus fueros) y la negativa de Cataluña a realizar contribución alguna.
- Unificación de la monarquía: Estos proyectos pretendían la unificación de la monarquía bajo unas mismas leyes e instituciones, siguiendo el modelo de Castilla (expuesto en el Memorial Secreto) y eliminando los fueros y particularidades de Aragón.
Fracaso de las Reformas y Caída de Olivares
Los proyectos reformistas de Olivares fracasaron porque los grupos sociales y los territorios periféricos (especialmente la Corona de Aragón), que podían salir perjudicados, los boicotearon. A pesar de las reformas económicas, las bancarrotas y las alteraciones de moneda se sucedieron durante el siglo XVII, y Olivares se vio obligado a dimitir.
La Guerra de los Treinta Años (1618-1648): Causas y Consecuencias
La Guerra de los Treinta Años fue un conflicto bélico que se inició en Bohemia (Sacro Imperio Romano Germánico) en 1618 y se extendió hasta 1648, culminando con la Paz de Westfalia. Lo que comenzó como un conflicto interno, evolucionó hasta convertirse en una guerra internacional entre católicos y protestantes, con la participación de potencias europeas de ambos bandos, como España y Holanda. Finalmente, se transformó en un conflicto de índole política y económica. Durante el reinado de Felipe IV, su valido, el Conde-Duque de Olivares, decidió la participación de España en esta contienda.
Causas del Conflicto
Causas Religiosas
El conflicto se originó como una pugna entre católicos y protestantes. Un detonante clave fue el nombramiento de un católico, Fernando II, como nuevo emperador del Sacro Imperio, a quien los príncipes protestantes se negaron a reconocer (episodio conocido como la Defenestración de Praga). Los conflictos religiosos, no resueltos por tratados de paz anteriores, se reanudaron con virulencia.
Causas Políticas
Se enfrentaron dos concepciones de Europa:
- Los Habsburgo de España y Austria representaban una visión tradicional, buscando imponer la Reforma Católica y la validez de la idea imperial: una Europa unida por la fe católica y bajo un emperador.
- Los países protestantes del Norte y la católica Francia, por su parte, pretendían una Europa dividida en una serie de Estados soberanos e independientes entre sí.
En esencia, fue una pugna política contra el dominio de los Habsburgo austríacos y españoles en Europa. El resto de las naciones deseaban poner fin a esta hegemonía. El Conde-Duque de Olivares, por su parte, buscaba recuperar el prestigio perdido de España a través de un triunfo en esta guerra internacional.
Causas Económicas
Los factores económicos estuvieron determinados por la necesidad de dominar las rutas comerciales del centro del continente y de los mares (Báltico y Mar del Norte). Existían numerosas rivalidades por el control del tráfico comercial; por ejemplo, Dinamarca y Holanda, aunque inicialmente aliadas por su religión protestante, eran rivales por el dominio de estas zonas estratégicas.
Consecuencias para España
El conflicto se cerró para España con dos tratados de paz:
- Paz de Westfalia (1648): Supuso el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas (Holanda), aunque Flandes (Países Bajos del Sur) se mantuvo bajo dominio español. España también perdió la Confederación Helvética.
- Paz de los Pirineos (1659): A pesar del fin de la contienda europea, España continuó en guerra con Francia hasta la firma de este tratado. Se confirmó el declive definitivo de la Monarquía Hispánica, implicando la cesión a Francia de:
- El Rosellón y la mitad norte de la Cerdaña.
- Artois y territorios flamencos.
Otras consecuencias relevantes para España fueron:
- La pérdida territorial más significativa fue la de Portugal en 1668, que obtuvo su independencia.
- La rebelión de Cataluña fue otra de las consecuencias directas de este conflicto.
- España sufrió importantes pérdidas humanas, un gran desprestigio político internacional y la ruina económica, agravada por la competencia extranjera.
En un solo siglo, desde la Paz de Cateau-Cambrésis (1559) hasta la Paz de los Pirineos (1659), la Monarquía Hispánica pasó de ser la primera potencia de Europa a una potencia de segundo orden.
Consecuencias para Europa
La resolución de la guerra se produjo con la Paz de Westfalia, que recogía los dos tratados de paz de Osnabrück y Münster. En Westfalia se estableció el principio de la integridad territorial, que se convirtió en el fundamento de la existencia de los Estados, frente a la concepción feudal de los territorios. La contienda, que finalizó en 1648, causó la muerte de más de cinco millones de alemanes y una gran devastación en toda Europa, llevando a una grave situación económica en muchos territorios.
Otras consecuencias para Europa incluyeron:
- Alemania devolvió a Francia las provincias de Alsacia y Lorena.
- La guerra supuso una división alemana en numerosos territorios, que se prolongaría hasta la segunda mitad del siglo XIX.
- Suecia emergió como una gran potencia.
- El Emperador del Sacro Imperio reconoció que los príncipes de su país eran soberanos en cada uno de sus respectivos Estados.
- A partir de este momento, los procesos de resolución de conflictos bélicos comenzaron a resolverse mediante conferencias diplomáticas.
- Se ampliaron las libertades establecidas en el Tratado de Augsburgo de 1555.
- Se acordó que los ciudadanos de cada estado deberían subordinarse a las leyes de sus respectivos gobiernos, en lugar de a las leyes y designios de los poderes vecinos.
La Guerra de Sucesión Española (1701-1714)
En 1700, Carlos II, el último rey español de la dinastía de los Habsburgo, murió sin descendencia. Los dos candidatos con más derechos al trono eran el Archiduque Carlos de Austria, de la rama austriaca de los Habsburgo, y Felipe de Anjou, de la Casa de Borbón. Carlos II había nombrado como heredero a este último, nieto de Luis XIV de Francia, el monarca más poderoso de Europa en ese momento.
Pronto, las potencias europeas se alarmaron ante la posibilidad de que se formara un poderoso bloque franco-español, ya que Luis XIV actuaba como si fuera el rey efectivo de España. Esto podría conducir en un futuro a la unión de Francia y España bajo una misma Corona, cuya hegemonía sería indiscutible. En consecuencia, Inglaterra y Holanda decidieron apoyar a Austria en su lucha por instalar al pretendiente austriaco en el trono español.
Dimensiones del Conflicto
- Guerra Europea: Se enfrentaron el bando franco-español y la Gran Alianza Antiborbónica (formada por Austria, Inglaterra, Holanda, Portugal y Saboya).
- Guerra Civil Española: En general, los territorios de la Corona de Aragón se inclinaron por el Archiduque Carlos de Austria, creyendo que respetaría sus fueros. Por otro lado, los de la Corona de Castilla apoyaron a Felipe V, esperando que la política centralista borbónica les beneficiase.
En 1711, la contienda entró en una nueva fase a raíz de la elección del Archiduque Carlos de Austria como emperador de Alemania. Esta situación planteaba una nueva amenaza para Europa: si Carlos también era proclamado rey de España, se formaría un gran bloque hispano-alemán. Ante esta posibilidad, Inglaterra presionó para finalizar la guerra, y se iniciaron unas largas negociaciones que condujeron finalmente a la Paz de Utrecht (1713) y Rastatt (1714). No obstante, Austria quedó fuera de esta paz, y la guerra continuó en Cataluña hasta el 11 de septiembre de 1714, y en el reino de Mallorca, que capituló en 1715.
El Tratado de Utrecht (1713) y el Nuevo Orden Europeo
La Guerra de Sucesión Española (1701-1714), que enfrentó a Borbones y Austrias a principios del siglo XVIII, se saldó con el triunfo de los partidarios de la dinastía borbónica. Sin embargo, este triunfo vino acompañado de la pérdida de los territorios europeos que aún conservaba España, tras la firma de los Tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714).
Las disposiciones del Tratado de Utrecht supusieron el reconocimiento de Felipe V como rey de España y de las Indias, aunque a cambio renunciaba a la posible sucesión al trono francés y a todos los territorios que habían conformado el imperio hispánico en Europa. Estos tratados de paz marcaron el fin de la hegemonía española en Europa, con enormes pérdidas territoriales:
- A Austria (Imperio Austríaco): Milán, Nápoles, Cerdeña y Flandes.
- A Saboya (que se convierte en reino): Sicilia (que intercambió con Austria en 1720 por Cerdeña).
- A Gran Bretaña: Gibraltar y Menorca, junto a importantes privilegios comerciales con América. Esto convirtió al Reino Unido en la principal potencia marítima del mundo. A esto último contribuyeron las cláusulas económicas del tratado, que establecieron concesiones comerciales en América: el «navío de permiso» y el «asiento de negros».
- Independencia de los Países Bajos españoles: Flandes (el resto ya se había independizado en 1648).
A su vez, Holanda obtuvo el derecho de barrera, consistente en mantener tropas en plazas fronterizas con Francia.
El papel de España en el nuevo orden internacional surgido de los tratados de Utrecht y Rastatt fue menor. Se ratificó la pérdida de hegemonía e influencia ya señaladas en la Paz de Westfalia de 1648, pasando a un segundo o tercer orden en la política internacional. España inició entonces una política de colaboración con Francia a través de los llamados «Pactos de Familia».
Los Decretos de Nueva Planta: Centralización Borbónica
Se denomina Decretos de Nueva Planta a una serie de normas promulgadas por Felipe V entre 1707 y 1716. Como triunfador en la Guerra de Sucesión y primer monarca de la dinastía borbónica en España, Felipe V, en represalia al apoyo prestado al Archiduque Carlos de Austria, suprimió los fueros e instituciones particulares de:
- Valencia y Aragón (1707)
- Mallorca (1715)
- Principado de Cataluña (1716)
Es decir, afectaron a los territorios de la Corona de Aragón. No se aplicaron en Navarra y País Vasco, que conservaron sus fueros por su lealtad durante la guerra.
Estos decretos establecieron:
- La abolición de los fueros y las Cortes de cada reino. En lo sucesivo, serían Cortes únicas, sin poder vinculante, solo para ratificar decisiones de la monarquía o para jurar al heredero de la Corona, y a las que acudían representantes de todos los reinos.
- La supresión de las instituciones forales aragonesas, como las Diputaciones, el Justicia Mayor, los concejos municipales, su sistema fiscal propio y la moneda.
- La lengua castellana se impuso como lengua jurídica.
- Se aplicó el derecho castellano para todos los súbditos.
- Muchos de los antiguos Consejos fueron suprimidos; solo se mantuvieron, con atribuciones muy reducidas, el de Indias y el de Castilla, que mantuvo el rango de máximo órgano político.
- En sustitución de esos consejos, se crearon las Secretarías de Despacho, precedente de los modernos ministerios.
- La división territorial se modernizó, creándose tres entidades:
- Se sustituyeron los antiguos virreinatos por provincias y capitanías generales, con un Capitán General al frente, con competencias militares y civiles.
- En cuanto a las provincias, al frente de las mismas estaban los intendentes, funcionarios encargados de las cuestiones económicas y civiles.
- En el ámbito local, en los ayuntamientos apareció la figura de los corregidores, con funciones de cobro de impuestos en manos de la oligarquía.
- Se reformó el ejército, desapareciendo los tercios y creándose un «ejército nacional» permanente. Se implantó el «servicio de armas».
- Se implantó un nuevo impuesto general para todo el país (excepto el País Vasco y Navarra por su apoyo en la Guerra de Sucesión).
- La nueva monarquía impulsó la educación, el establecimiento de instituciones académicas y la creación de reales fábricas.
En suma, con los Decretos de Nueva Planta, España pasó a ser un Estado unitario, centralista y absolutista, dejando atrás la concepción pactista-federal de los siglos anteriores.
La Ilustración y el Despotismo Ilustrado en España
La Ilustración fue un movimiento cultural e ideológico que se difundió en Europa durante el siglo XVIII. La característica básica de esta nueva corriente de pensamiento era una ilimitada confianza en la razón. Los ilustrados creían que los seres humanos, guiados por su inteligencia, podrían alcanzar el conocimiento, que era para ellos la base del progreso y de la felicidad. Por ello, se mostraron firmes partidarios de la educación y del progreso. La penetración de las ideas ilustradas en España fue lenta y difícil.
Ideas Clave de la Ilustración
- Partidarios de la educación, el progreso, la igualdad y el derecho a la libertad de todos los seres humanos.
- Defienden la autonomía del poder civil, que debe controlar al eclesiástico. Se oponen al dominio de la Iglesia, a sus privilegios y a su visión conservadora e inmovilista.
- Se enfrentan al absolutismo monárquico, a los abusivos privilegios de la nobleza y a su resistencia a los cambios.
- Critican las supersticiones de la cultura popular (alimentada con mitos y leyendas), el desprestigio de las actividades artesanales y mercantiles, la debilidad de la agricultura, la mala distribución de la tierra y los privilegios de la Mesta.
- Proponen reformas que permitan el desarrollo económico.
- Uno de sus grandes objetivos es la búsqueda de la felicidad humana.
La Ilustración en España recurrió a diversos canales para su difusión, como la prensa periódica, cada vez más importante en los últimos años del siglo XVIII. Muy importantes también en la propagación del espíritu ilustrado fueron las Academias, fundadas a lo largo del siglo a imitación del modelo francés: la Real Academia Española, la Real Academia de la Historia o la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. No obstante, destacaron especialmente las Sociedades Económicas de Amigos del País.
El Despotismo Ilustrado: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo»
El Despotismo Ilustrado fue la teoría política dominante en Europa durante el siglo XVIII. Se basaba en dos principios fundamentales: el poder absoluto de la monarquía y el ideal del «rey filósofo», quien, asistido por las minorías ilustradas, sabía lo que convenía a sus súbditos y estaba en condiciones de impulsar las reformas necesarias para lograr la felicidad de su pueblo. La Monarquía buscaba controlarlo todo sin ceder ni un ápice de sus prerrogativas, legitimando el Estado absoluto al racionalizar su gestión bajo criterios de eficacia. De ahí la frase que caracteriza este pensamiento: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo». La función del monarca, que detentaba todo el poder, es proporcionar la felicidad a los súbditos, aunque sin su participación.
En España, este modelo estuvo representado por el rey Carlos III, quien impulsó un amplio programa de reformas y obras públicas:
- Construcción de infraestructuras: Como el Canal de Castilla.
- Actuaciones urbanísticas: Mejoras en ciudades, como el Salón del Prado y el mobiliario urbano en Madrid.
- Potenciación del conocimiento: Creación de instituciones como el Real Instituto de Náutica y Mineralogía en Asturias, y el fomento de las Sociedades Económicas de Amigos del País.
- Impulso de la economía: Establecimiento de la Lotería Nacional, el Banco de San Carlos y las Reales Fábricas.
- Desarrollo de la agricultura: Reducción de privilegios a la Mesta y colonización de tierras despobladas (ejemplos: La Carolina, La Carlota).
- Liberalización del comercio: Apertura del comercio con América y libre circulación de granos y vinos.
- Control de la Iglesia: Supresión de la Orden de los Jesuitas y limitación del poder de la Inquisición.
- Centralización administrativa: Mantenimiento de la centralización y profesionalización de los servidores del Estado (funcionarios y militares).
En esta época, fueron importantes las aportaciones de figuras como Aranda, Campomanes, Floridablanca, Cabarrús, Olavide y Jovellanos.