La Guerra de Independencia (1808-1814)
La Revuelta Popular y la Formación de Juntas
En 1808, el resto de la Familia Real se preparaba para partir hacia Bayona. Se creía que Napoleón tenía secuestrado a Fernando VII. La revuelta fue duramente reprimida por las tropas al mando del general Murat. Tras la invasión francesa, surgieron Juntas de Armamento y Defensa.
Las Juntas fueron primero locales y estaban formadas por personalidades partidarias de Fernando VII. En septiembre, las juntas enviaron representantes a Aranjuez para formar una Junta Suprema Central.
La Resistencia: Sitios y Guerrillas
El principal carácter desorganizado de la resistencia parecía confirmar las previsiones de Napoleón de que la invasión sería rápida y fácil. Sin embargo, la resistencia de ciudades como Girona y Zaragoza, sometidas a los sitios de las tropas francesas y soportando bombardeos, fue clave.
En 1812, el curso de la guerra quedó afectado por la campaña que Napoleón inició en Rusia, lo que le obligó a retirar miles de efectivos de la península. Ante ello, las tropas españolas, apoyadas por la guerrilla y por el ejército británico al mando del general Wellington, consiguieron la victoria de Arapiles el 12 de agosto.
Incapaz de mantener los dos frentes, Napoleón decidió pactar el fin del conflicto con los españoles y permitir el retorno de Fernando VII (Tratado de Valençay).
Actitudes Sociales, Políticas e Ideológicas
La invasión francesa obligó a las diferentes corrientes ideológicas a tomar partido frente a la presencia francesa y a la nueva monarquía napoleónica.
- Afrancesados: Una minoría de españoles, entre los que se hallaban intelectuales, que colaboraron con la monarquía de José I.
- Frente Patriótico: El grueso de la población española que se opuso a la invasión. Dentro de este frente existían diversas posturas:
- La mayor parte del clero y la nobleza deseaban la vuelta al absolutismo.
- Algunos ilustrados creían que con la vuelta de Fernando VII se podía emprender un programa de reformas.
- Los liberales veían en la guerra la oportunidad de realizar un cambio en el sistema político.
El Reinado de Fernando VII (1814-1833)
La Restauración del Absolutismo (1814-1820)
Los absolutistas sabían que la vuelta del monarca era su mejor oportunidad para deshacer toda la obra de Cádiz y volver al Antiguo Régimen. Se organizaron rápidamente para demandar la restauración del absolutismo (Manifiesto de los Persas) y movilizaron al pueblo para que mostrase su adhesión incondicional al monarca.
Fernando VII traicionó sus promesas y, mediante el Real Decreto de 4 de mayo de 1814, anuló la Constitución y las leyes de Cádiz, anunciando la vuelta al absolutismo. La monarquía procedió a la restauración de todas las antiguas instituciones, del régimen señorial y de la Inquisición. Era la vuelta al Antiguo Régimen.
Fernando VII y su gobierno intentaron un objetivo imposible: rehacer un país destrozado por la guerra. A estos problemas se añade que los acontecimientos sucedidos habían cambiado la mentalidad de muchos grupos sociales. Los gobiernos de Fernando VII fueron incapaces de dar respuesta a los problemas de enderezar la Hacienda. La represión fue la única respuesta de la monarquía a las demandas políticas y sociales.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El coronel Rafael de Riego, al frente de una compañía de soldados, se sublevó y recorrió Andalucía proclamando la Constitución de 1812. La pasividad del ejército, la acción de los liberales y la neutralidad de los campesinos obligaron al rey Fernando VII a aceptar la Constitución.
Inmediatamente se formó un nuevo gobierno que proclamó una amnistía y convocó elecciones a Cortes. La mayoría fue otorgada a los diputados liberales, quienes iniciaron una importante obra legislativa:
- Restauración de gran parte de las reformas de Cádiz.
- Abolición de los gremios.
- Supresión de los señoríos.
Se formaron ayuntamientos y diputaciones, y se reconstruyó la Milicia Nacional como cuerpo armado de voluntarios formado por las clases medias urbanas, con el fin de garantizar el orden y defender las reformas constitucionales.
Las tensiones se produjeron también entre los liberales, que se dividieron en dos tendencias:
- Moderados: Partidarios de reformas graduales.
- Exaltados: Partidarios de reformas radicales.
La Década Ominosa (1823-1833)
No fueron los conflictos ni las divisiones internas lo que provocó el fin del régimen liberal, sino la acción de la Santa Alianza, que encargó a Francia la intervención en España (los Cien Mil Hijos de San Luis).
La otra gran preocupación de la monarquía fue el nuevo problema económico: las dificultades de la Hacienda, agravadas por la pérdida definitiva de las colonias americanas, forzaron un estricto control del gasto público. Esta actitud incrementó la desconfianza de los realistas y de los sectores ultramontanos de la corte. En Cataluña se levantaron partidas realistas que reclamaban mayor poder.
El Conflicto Dinástico
El nacimiento de una hija del rey, Isabel, parecía garantizar la continuidad borbónica, pero este hecho dio lugar a un grave conflicto en la sucesión al trono.
La Ley Sálica, de origen francés e implantada por Felipe V en España, impedía el acceso al trono de las mujeres. Sin embargo, Fernando VII, influido por su mujer María Cristina, derogó la ley mediante la Pragmática Sanción, que abrió el camino al trono a su hija y heredera. Los carlistas se negaron a aceptar la nueva situación, defendiendo los derechos del hermano del rey, Carlos María Isidro.