El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo: carlismo y Guerra Civil. La cuestión foral

12.1 El reinado de Isabel II

La oposición al liberalismo

carlismo y guerra civil.
La cuestión foral.

El Siglo XIX español arrancará con conflictos como la guerra de la Independencia (1808-14) y el reinado de Fernando VII (1814-33). Durante este tiempo en el marco español podemos ver la ruptura del Antiguo régimen y el paso al sistema liberal, que tiene como referente las Cortes de Cádiz (1810-13). La consolidación del citado modelo se producirá a largo del reinado de Isabel II, monarca que sube al trono tras la abolición de la ley sálica propuesta por Fernando VII, en perjuicio del hasta entonces heredero Carlos María de Isidro. Esta circunstancia da el inicio de un enfrentamiento entre los partidarios de Isabel y los de Carlos María que se extenderá por la segunda mitad del Siglo XIX. Las causas son las siguientes:

a) La cuestión sucesoria. En 1830 había nacido Isabel II, el heredero legítimo del trono español hasta entonces había sido, Carlos María Isidro. En 1833, Fernando VII optó por la abolición de la ley sálica que impedía a las mujeres subir al trono. Los Carlistas cuestionaron la legitimidad de Isabel como reina y la de su Madre María Cristina como regente.

b) El enfrentamiento ideológico. Dr trataba de dos modelos distintos de entender la organización de España. El carlismo representaba a los sectores más conservadores, eran absolutistas que se regían por el lema “Dios, patria, Rey», defendían el Antiguo Régimen, el tradicionalismo y una sociedad más rural que urbana. Los liberales, también conocidos como isabelinos, eran partidarios de la extensión de toda una serie de libertades económicas, políticas y sociales, así como de laicización y la uniformidad territorial. Reivindicaban el mantenimiento de una serie de fueros, el manteamiento de instituciones de gobierno, un sistema judicial y la exención fiscal y de quintas.( Aportación de la población al ejército). Ambas causas fueron motivo suficiente para el desarrollo, tres conflictos armados en los que uno y otro bando contaron con diferentes apoyos:

– Por parte del bando carlista:
A nivel nacional, los carlistas recibieron el apoyo de: campesinos, pequeños propietarios, baja nobleza del norte de España, los sectores más conservadores de la Iglesia; algunos oficiales del ejército y diversas áreas rurales, país vasco, Navarra, norte de Cataluña y zona del Maestrazgo. A nivel internacional recibieron el apoyo de  Austria, Rusia, Prusia, Nápoles y los estados pontificios.


– Por parte del bando isabelino. Contaron con la colaboración de: grandes ciudades, burguésía; trabajadores urbanos; altas jerarquías eclesiásticas. A nivel internacional obtuvieron la ayuda de Francia, Portugal y Reino Unido.

Las guerras que se desarrollaron fueron fueron estas tres:

– I GUERRA CARLISTA (1833-1840). A lo largo de sus siete años de duración podemos distinguir, 4 fases marcadas ( las 2 primeras de iniciativa carlista, las 2 siguientes de iniciativa isabelina) y la considerable cifra de muertos, hasta 200.000.

1. La formación del foco de insurrección vasconavarro (1833-35). Los carlistas intentaron sin éxito provocar una revuelta generalizada en todo el país. Su fracaso condujo a una Guerra Civil en la que los carlistas se hicieron fuertes en País Vasco y Navarra.

2. Las expediciones nacionales (1836-37); ocupan también el Maestrazgo y el ejército carlista fracasará de nuevo en su intento de tomar Bilbao.

3. La iniciativa isabelina y el convenio de Vergara (1837-39); los isabelinos toman la iniciativa de la mano del general Espartero y los carlistas, generalmente los afines al general Maroto, se muestran cada vez más partidarios de alcanzar la paz. Este se materializó a través del convenio de Vergara, el cual supuso el fin de las hostilidades en el País Vasco y Navarra, la incorporación de los militares carlistas al ejército isabelino y la promesa isabelina de remitir la cuestión foral a Cortes. Carlos María Isidro, se exilió a Francia.

4. El final de la guerra en el Maestrazgo (1839-40); los enfrentamientos se extendieron algunos meses más en la zona del Maestrazgo, donde el general Cabrera mostró su rechazo hacia el convenio de Vergara.

La división del liberalismo que se concreta durante el reinado de Isabel II entre progresistas y moderados, pasó a un segundo plano, prueba de ello es la constitución de 1837.


– II Guerra Carlista (1846-49). Se desarrolló en Cataluña, su estallido tuvo el pretexto del fallido enlace entre Isabel II y Carlos VI. Posteriormente se produjeron otras sublevaciones carlistas.

– III Guerra Carlista (1872-76). Tras la revolución de 1868, desencadenando un tercer conflicto en el que se enfrentarán por partida doble: en primer término contra el que un monarca intruso, Amadeo I, y en segundo término contra la nueva forma de gobierno surgida en 1873, la I República.

La restauración de los Borbones de Alfonso XII (1875) supuso el declive del carlismo, en gran parte debido a que la derecha monárquica se aglutinó en torno a los descendientes de Isabel II y también por el surgimiento de los nacionalismos vasco y catalán. En Febrero de 1876, el pretendiente carlista (Carlos VII) optó por exiliarse a Francia. A la llegada de la II república (1931) creó un clima favorable para la reunificación carlista bajo el nombre de Partido Tradicionalista Carlista, que apoyaron el golpe franquista de 1936. Durante la Guerra Civil su uníón con Falange Española dio origen a la Falange Tradicionalista y de las JONS (1937). Las primeras consecuencias de las guerras carlistas habría que significar el coste humano, un elevado gasto militar que condujo a la monarquía liberal a severas apuros fiscales que intentó apaliar con medidas como la desamortización de Mendizábal y el creciente protagonismo político de los militares.

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