Comentario desamortizacion de madoz

2.6 La crisis del liberalismo moderado y la descomposición del régimen (1856-1868)

Este periodo se caracteriza por el retorno a las instituciones de la década moderada. Se reimplanta la Constitución de 1845 y se le incorpora un Acta Adicional. O’Donnell es sustituido a finales de 1856 por Narváez y restablece completamente el régimen moderado de 1845, al derogar el Acta Adicional y suprimir la ley desamortizadora. La vuelta de O’Donnell y de la Unión Liberal en 1858 supone la aceptación de un cierto “turno pacífico”. La Unión Liberal, en sus años de gobierno (1858-1863), trata de atraer a los progresistas liberalizando el régimen, pero os levantamientos campesinos y republicanos y el fracaso del programa de conciliación liberal originan la caída de O’Donnell.

Desde 1863 a 1868 se suceden varios gobiernos con una tendencia cada vez más autoritaria y conservadora. En 1866, tras la intentona del pronunciamiento de Villarejo de Salvanés, organizado por el general Prim, se produce la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil y un levantamiento popular al que le siguió una dura represión.

En 1866 progresistas, unionistas, demócratas y republicanos firman el Pacto de Ostende para destronar a Isabel II. En la descomposición política del régimen isabelino y los precedentes de la revolución de 1868 tienen una importancia decisiva la crisis económica de los años 1866-1868, ya que la quiebra financiera y la generalización de la crisis favorece y nutre a los partidos de izquierda (demócratas y republicanos); y las contradicciones propias de 1845.

3.1 La revolución de 1868

La Gloriosa fue inicialmente un golpe militar encabezado por varios generales. Desde el 17 de septiembre en Cádiz los cuarteles del país se sumaron al golpe hasta el 28 en Alcolea, donde las fuerzas de Serrano derrotaron a las gubernamentales. Al día siguiente Isabel II marchó al exilio.

La revolución triunfó porque en ella confluían numerosos intereses y además la apoyaron los sectores financieros e industriales, la oligarquía terrateniente y las clases populares. Una vez conseguido el exilio de la reina, los conspiradores detuvieron la revolución.

3.2 La Constitución de 1869

Se convocaron elecciones mediante sufragio universal masculino y el debate principal giró en torno a la forma de Estado: Monarquía o República.

Las Cortes elaboraron una nueva Constitución cuyas características eran las siguientes:

  • Monarquía parlamentaria, con una estricta división de poderes: el legislativo correspondería a las cámaras, el ejecutivo al rey pero con poderes muy limitados, y el judicial a los jueces.
  • Una declaración de derechos muy detallada en el que se incluía la libertad de expresión, reunión y asociación.
  • Se aprobó la libertad de cultos, pero también el compromiso del Estado de mantenter el culto y el clero católicos.
  • Ratificaba el sufragio universal y, por tanto, la plena soberanía nacional

3.3 El gobierno de Prim y la búsqueda de un rey (1869-1870)

A falta de rey, Serrano se convirtió en regente y Prim en jefe de gobierno, y se aprobó una legislación encaminada a desarrollar la Constitución:

  • Se adoptó una política librecambista que enfrentó al nuevo régimen con los terratenientes e industriales.
  • Exclusividad de la emisión de moneda al Banco de España y puesta en circulación de la peseta.

El nuevo régimen tuvo que enfrentarse desde el principio a la crisis cubana y al clima de continua agitación social. Prim emprendió la difícil tarea de buscar un rey para España, que fue Amadeo de Saboya, pero contaba con pocos apoos.

3.4 El reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873)

Fue un monarca constitucional y su reinado fue un completo fracaso ya que las clases dirigentes le identificaban con la democracia, los industriales y financieros no creían que fuese a dar estabilidad económica al país y los carlistas, los republicanos y las clases populares también lo rechazaban. El conflicto cubano se agravó y estalló la tercera guerra carlista en el País Vasco y Cataluña. Amadeo I abdicó el 11 de febrero de 1873 y esa misma noche se proclamó la República.

3.5 La Primera República (1873-1874)

El Congreso eligió a Estanislao Figueras como primer presidente. En el exterior, solo los Estados Unidos y Suiza reconocieron y apoyaron al nuevo régimen y, en el interior, los sectores conservadores rechazaron la República, los carlistas encrudecieron su guerra, los alfonsinos eran partidarios al trono de Alfonso e incluso los progresistas radicales pasaron a la oposición. En realidad, para la burguesía intelectual, la República debía traer democracia, derechos individuales y desarrollo económico, y para los campesinos debía aportar reformas sociales.

El propio movimiento republicano estaba dividido entre los federalistas (partidarios de un Estado federal) y los unionistas (defensores de un Estado centralista). Las elecciones de  mayo de 1873 dieron una aplastante victoria a los republicanos y Pi y Margall se convirtió en presidente.

Se redactó la Constitución de 1873 que establecía una república federal de 17 Estados y varios territorios de ultramar. Cada Estado tendría su propia Constitución y dentro de cada Estado los municipios tendrían también Constitución local y división de poderes en la que el poder ejecutivo lo ejercía el gobierno, el legislativo las cortes bicamerales de elección directa y e judicial un Tribunal Supremo. También consagraba el Estado laico. Pero esta Constitución no llegó a entrar en vigor. En el  verano de 1873 estalló la revolución cantonal. Los republicanos federales más extremistas se lanzaron a proclamar “cantones” cuasi independientes, sublevándose sobre el gobierno republicano de Madrid y el ejército consiguió reprimir la insurrección.

Mientras, estalló otra guerra carlista y Pi y Margall presentó su dimisión. Nicolás Salmerón inició un giro a la derecha. Dio plenos poderes al ejército y aceptó restablecer la pena de muerte. Fue sustituido por Emilio Cautelar, que acentuó el giro autoritario y suspendió las Cortes. En enero de 1874, los republicanos le obligaron a dimitir y la sesión de las Cortes fue interrumpida por Manuel Pavía, que las disolvió. Era el fin de la Primera República.

1. DESAMORTAZICACIONES

La Desamortización de los bienes eclesiásticos entre 1835 y 1846 fue iniciada por Mendizábal. Además de suprimir las órdenes religiosas, consistió en la expropiación de los bienes desamortizados y su posterior subasta. La desamortización tuvo tres objetivos: buscar ingresos para pagar la Deuda Pública del Estado y conseguir fondos para la guerra carlista, ampliar la base social del liberalismo con los compradores de bienes desamortizados, y crear una clase media agraria de campesinos propietarios. Pero en realidad solo solucionó en parte la Deuda Pública. El liberalismo ganó adeptos, pero los bienes desamortizados fueron comprados por nobles porque los campesinos no pudieron pujar en las subastas, por lo que la desamortización no sirvió para mitigar la desigualdad social.

Los resultados de esta desamortización explican por qué la nobleza apoyó al liberalismo y por qué los campesinos se hicieron carlistas. El Estado se comprometió a subvencionar económicamente al clero.

La última gran Desamortización se inició en 1866 por Madoz. Afectó a las tierras de los municipios y arruinó a los ayuntamientos, no solucionó el problema de la Deuda Pública y perjudicó a los vecinos más pobres.

Por una parte, las Desamortizaciones consiguieron “atenuar” la Deuda del Estado y que las clases altas se hicieran liberales y desaparecieron definitivamente todas las trabas del Antiguo Régimen para la libre explotación de la tierra. Por otra, incrementaron el número y extensión de los latifundios, no modernizaron la agricultura española y la burguesía desvió muchos de sus capitales de la actividad industrial y comercial.

2.1 El proceso de industrialización

La Revolución Industrial fracasó debido a:

  • Las malas comunicaciones terrestres y la falta de redes comerciales.
  • El lento crecimiento demográfico.
  • La falta de capitales.
  • El papel negativo del Estado.
  • La pérdida de las colonias americanas.

Los sectores punteros de la industrialización británica, el textil y el siderúrgico, se desarrollaron en España, aunque solo en algunas regiones.

El sector textil algodonero se desarrolló en Cataluña gracias al proteccionismo. La producción se mecanizó gradualmente pero su crecimiento fue limitado por su incapacidad para atraer al sector bancario y a la falta de industria de bienes de equipo para las fábricas textiles.

La industria siderúrgica se estableció junto a las minas de hierro y la expansión del acero en sustitución del hierro y el proteccionismo explican el despegue de la siderurgia.

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