Composición la romanización : formación hispania

4.  Régimen de propiedad

La mayor parte de esta riqueza estuvo en manos de la propiedad privada, aunque en las zonas menos romanizadas pervivieron formas económico-sociales prerromanas de tipo comunal-tribal. Con la con quista, muchas tierras y las minas, pasaron a formar parte del ager publicus (propiedades del estado); pero el Estado romano, aun manteniendo para sí una gran parte de ellas, en general las arrendó o repartíó.

El campo pasó a manos de pequeños propietarios o de la aristocracia senatorial, la cual empezó a formar grandes latifundios. La industria y el comercio estuvieron en manos de la “burguésía” urbana (caballeros) que formaba collegia (asociaciones) de artesanos o navieros (naviculari).

La “burguésía” y la aristocracia senatoriales formaron un grupo oligárquico (honestiores) que do minó el gobierno de las ciudades, frente a la mayoría de hombres libres, pequeños artesanos o campesinos (humiliores).

5.  Mano de obra

Los esclavos fueron la principal fuerza motriz de este sistema, por cuanto producían la mayor parte de los excedentes comercializados. Se obténían, sobre todo, en las guerras de conquista. El cónsul L. Emilio Paulo, después de la campaña de 189 a.C., vendíó 20.000 prisioneros como esclavos. Hasta fines del siglo I las guerras de expansión romana los proporcionaron en abundancia.

Los esclavos trabajaban duramente en los talle res de la ciudad, en el campo, en las minas o en los trabajos domésticos. Su situación fue muy diferente según los casos. Bastantes acabaron obteniendo la libertad (libertos) y disfrutaron de una excelente situación económica. Plantearon dos problemas: su manutención y su rebeldía. En este segundo aspecto la ciudad romana, con sus guarniciones militares, se convirtió en un centro de vigilancia y se aconsejaba a los latifundistas que no tuvieran concentrados gran número de esclavos lejos de la ciudad.

LA UNIFICACIÓN POLÍTICO-CULTURAL

Es el aspecto que tradicionalmente se entendía al hablar de romanización.

1. La administración romana y las ciudades

El número de provincias de Hispania no fue siempre el mismo, sino que fue cambiando con el tiempo:

– Durante la conquista la Hispania romana (197 a.C.) tuvo sólo dos provincias: la Ulterior (valle del Guadalquivir) y la Citerior (franja mediterránea y valle del Ebro).

–  Con Augusto (14 a.C.) el número aumentó a tres provincias: Baetica, Lusitania y Tarraconensis.

– Con Diocleciano (297) la enorme Tarraconensis se fragmentó en tres provincias: Tarraconensis, Gallaecia y Cartaginensis. Posteriormente se creó también la Baleárica (385), con lo que Hispania quedó dividida en seis provincias.

Durante la conquista, ya algunas ciudades o ciudadanos importantes consiguieron el derecho de ciudadanía romana; las nuevas colonias de soldados o emigrantes romanos, también. El año 212 el emperador Caracalla concedíó a todas las ciudades del Imperio el Derecho romano (íus Romanum). Ello permitíó a los municipios hispanos estructurarse como la ciudad de Roma, con un grupo de funcionarios, decuriones, que se preocupaban de cobrar los impuestos, mantener el orden entre los esclavos y levantar monumentos o realizar obras públicas.

Aparecieron así las primeras ciudades con calles, de tipo campamento romano, rectas y cruzándose en una plaza central (foro), donde se levantaron los edificios oficiales (basílicas) o públicos (tiendas). Se construyeron también acueductos para la traída de aguas (Segovia, Mérida, Tarragona ), teatros (Mérida, Sagunto Cartagena), anfiteatros (Tarragona, Mérida, Itálica), puentes (Alcántara), etc.

2.  La unificación lingüística

Se consiguió con el idioma de los conquistadores, el latín, que eliminó a las lenguas ibéricas y a la celta indoeuropea. Se trataba de un latín vulgar, no literario, que introdujeron soldados, comerciantes y funcionarios romanos. La adopción del latín, como lengua generalizada, llevó consigo la adquisición de un vehículo conceptual que facilitaba la propagación de los elementos ideológicos romanos.

3.  El Derecho

Es una de las mayores aportaciones del pueblo romano a la civilización occidental. De toda la herencia dejada por Roma es la que mayor vigencia ha tenido constituyendo hoy en día el núcleo del derecho jurídico en gran parte de los países del mundo.

4.  Difusión de formas culturales y religiosas romanas

Los honestiores hispanos se adaptaron a la mentalidad de la sociedad romana, a la que proporcionaron emperadores (Nerva, Trajano, Adriano y Teodosio), escritores (Séneca, Marcial), educadores (Quintiliano) y funcionarios dispuestos a ascender por los escalones de la carrera administrativa ( honorum»).

Desde el punto de vista religioso los romanos impusieron sólo el culto al emperador, que pretendía mantener la unidad del Imperio con la divinización del poder estatal. Pero su propia mitología, que era una evolución de la griega, se extendíó por Hispania, mientras que soldados, funcionarios y comerciantes introdujeron otros cultos de origen oriental y el cristianismo.

La difusión del cristianismo en Hispania está rodeado de tardías leyendas y tradiciones (de los siglos V a VIII) no demostradas históricamente: la improbable venida del apóstol Santiago, la más aceptada, pero no menos discutible, de San Pablo (64-68) a las costas de la Tarraconensis, la de los varones apostólicos en la Baetica…

Los primeros núcleos cristianos debieron aparecer en los centros urbanos más romanizados entre los humiliores y los esclavos de la Baetica y Tarraconensis

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