Cuando se realizo en españa la revolucion liberal

TEMA 2: REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE ISABEL II. CARLISMO Y GUERRA CIVIL. CONSTRUCCIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL

2.1.-DOS OPCIONES ENFRENTADAS

  Los insurrectos proclamaron rey al infante Carlos María Isidro confiando en su persona la defensa del absolutismo; iniciando así una Guerra Civil, dividida en dos bandos:Carlismo: se presentaba como una ideología tradicionalista y antiliberal. Bajo el lema “Dios, Patria y Fueros” se agrupaban los defensores de don Carlos, de la monarquía absoluta y del mantenimiento del Antiguo Régimen.Isabelinos: contó con el apoyo de la alta nobleza, los funcionarios y la jerarquía eclesiástica. Pero la regente se vio obligada a buscar la adhesión de los liberarles (buscaban el fin del Antiguo Régimen)

2.2.- EL DESARROLLO DEL CONFLICTO ARMADO

 Los Carlistas actuaban según el método de guerrillas. Las primeras partidas carlistas se levantaron en 1833 por Navarra, País Vasco, y las comarcas del Ebro. Don Carlos recibió el apoyo de potencias absolutistas como Rusia, Prusia y Austria. Mientras que Isabel contó con el apoyo de Gran Bretaña, Francia y Portugal.

FASES:- Primera Etapa (1833-1835): la guerra se estabilizó en el norte debido a los triunfos carlistas. La insurrección tomó impulso en 1834 cuando Carlos se instauró en Navarra una monarquía alternativa. El general Zumalacárregui logró organizar un ejército con el que conquistó Tolosa, Durango, Vergara, pero fracasó en la toma de Bilbao, donde encontró la muerte, quedando los carlistas privados de su mejor estratega.En la zona de Levante, los carlistas estaban más desorganizados. Las tierras del Ebro se unieron a las del Maestrazgo y el Bajo Aragón, conducidas por el general Cabrera que se convirtió en uno de los líderes carlistas más destacados.- Segunda Fase (1836-1840): la guerra se decanto hacia el bando liberal a partir de la victoria del general Espartero en Luchana (1836), que puso fin al sitio de Bilbao. Desde este momento se inicia una nueva estrategia caracterizada por las expediciones a otras regiones. La más importante fue la expedición real de 1837, que partió de Navarra y se dirigió a Madrid con la intención de tomas la capital, pero las fuerzas carlistas fueron incapaces de ocupar la ciudad y se replegaron hacia el norte.La constatación de la debilidad del carlismo propició discrepancias entre los transaccioncitas (partidarios de alcanzar un acuerdo con los liberales) y los intransigentes (defensores de continuar la guerra). Finalmente, el jefe de los transaccioncitas (General Maroto), acordó la firma del Convenio de Vergara (1839) con el general Espartero. El acuerdo establecía el mantenimiento de los fueros en las provincias vascas y Navarra, así como la integración de la oficialidad carlista en el ejército real. Solo las partidas de Cabrera continuaron resistiendo en la zona del Maestrazgo hasta su derrota en 1840.

3.- EL PROCESO DE REVOLUCIÓN LIBERAL (1833-1843)

3.1.- LOS PRIMEROS GOBIERNOS DE TRANSICIÓN (1833-1836)


El Testamento de Fernando VII establecía la creación de un Consejo de Gobierno para asesorar a la regente María Cristina que estuvo presidido por Francisco Cea Bermúdez y compuesto en su mayoría por absolutistas moderados.La única reforma emprendida por este gobierno fue la nueva división provincial de España, promovida por Javier de Burgos, que dividió el país en 49 provincia. Pero ante la extensión de la insurrección carlista. Algunos militares y asesores reales convencieron a la regente de la necesidad de nombrar un nuevo gobierno capaz de conseguir la adhesión de los liberales. Se escogió como presidente a Francisco Martínez de la Rosa, liberal moderado.
Su principal propuesta fue la promulgación de un Estatuto Real en 1834, que era unas reglas para convocar Cortes.

Pronto la división entre los liberales doceañistas (moderados) y los exaltados (progresistas), que ya se había iniciado en el Trienio Liberal, formó las dos grandes tendencias de la vida política española.La Corona y los antiguos privilegiados apoyaron a los moderados; pero la necesidad de conseguir apoyos sociales firmes y recursos financieros contra el carlismo forzó a la monarquía a vencer sus reticencias y aceptar un gobierno progresista.

3.2 LOS PROGRESISTAS EN EL PODER

Los progresistas tenían su fuerza en el dominio del movimiento popular, en su fuerte influencia en la Milicia Nacional y en las Juntas Revolucionarias. Entre 1835-1836 organizaron una oleada de revueltas urbanas.

Ante dicha situación, en 1835, la regente María Cristina llamó a formar gobierno a un liberal progresista, Mendizábal, que inició la reforma del Estatuto Real y tomó medidas con el fin de conseguir los recursos financieros necesarios para organizar y armar un ejército contra el carlismo. Pero cuanto decretó la desamortización eclesiástica, los privilegiados apremiaron a María Cristina para que los destituyese en 1836.

Pronto estallaron revueltas que pedían la vuelta a la Constitución de 1812. También tuvo lugar el levantamiento de los sargentos en la Granja, que tuvo como consecuencia el restablecimiento de la Constitución de Cádiz y el nombramiento del progresista Calatrava en el gobierno.

3.3.- EL DESMANTELAMIENTO DEL ANTIGUO RÉGIMEN

Entre agosto de 1836 y finales de 1837, los progresistas asumieron la tarea de desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un sistema liberal, constitucional y de monarquía parlamentaria. Una de sus primeras acciones fue la llamada reforma agraria liberal, que pedía la propiedad privada y la libre disponibilidad de la tierra.

  1. Reforma Agraria:
  2. Disolución del Régimen Señorial: se pierden las atribuciones jurisdiccionales pero se mantiene la propiedad de la tierra. Los señores se convirtieron en dueños de las tierras y los campesinos en asalariados.
  3. Significó el final de los patrimonios unidos a una familia o institución y las propiedades quedaron libres para poder vendarlas.
  4. Desamortización: en 1836 Mendizábal decretó la disolución de las órdenes religiosas (excepto las hospitalarias y educación) y se incautó por parte del Estado el patrimonio de las comunidades afectadas. Los bienes fueron puestos en subasta pública, con dos objetivos – los compradores apoyarían el liberalismo y el dinero mantendría al ejército-.

Otras medidas buscaron el libre funcionamiento del mercado, por ejemplo con la abolición de los privilegios de la Mesta, la libertad de arrendamientos agrarios o la abolición de los privilegios gremiales.

3.4.- CONSTITUCIÓN DE 1837

El gobierno progresista convocó Cortes para redactar un texto constitucional que adaptase el de 1812.

La Constitución de 1837 proclamaba el progresismo: la soberanía nacional, declaración de derechos ciudadanos, la división de poderes y la aconfesionalidad del Estado.

También recogía elementos moderados: establecía dos cámaras colegisladoras (Congreso y Senado) y concedía amplios poderes a la Corona (veto de leyes). También recogía el compromiso de financiación del culto católico.

La Ley de Imprenta: acabó con la censura.

La Ley Electoral: fijó un sistema de sufragio censitario; tenían derecho a voto los españoles varones mayores de 25 años que pagasen un mínimo de 200 reales de contribución directa.

3.5.- LA ALTERNANCIA EN EL PODER (1837-1843)

A partir de este momento quedó configurado un primer sistema de partidos, sobre la base de los partidos moderado y progresista, que se alternaron en el poder durante el reinado de Isabel II. Pero el modelo político se vio fuertemente mediatizado por la intromisión constante de los militares.

  1. Los Moderados en el Gobierno (1837-1840)


Una vez aprobada la Constitución, se convocaron elecciones, que fueron ganadas por los moderados.

En 1840 prepararon una ley electoral más restrictiva, y una Ley de Ayuntamientos que daba a la Corona la facultad de nombrar a los alcaldes de las capitales de provincia. Además, se inició una legislación que tendió a devolver los bienes expropiados al clero.

La ley de Ayuntamientos enfrentó a progresistas y moderados. El apoyo de la regente a la propuesta moderada provocó la oposición progresista, que impulsó un amplio movimiento insurreccional con la formación de Juntas Revolucionarias.

En 1840 María Cristina, dimitió de su cargo. Entonces los sectores progresistas dieron su apoyo al general Espartero, vencedor de la guerra carlista y regente en 1840.

  1. La Regencia de Espartero (1840-1843)


Espartero disolvió las Juntas Revolucionarias y convocó nuevas elecciones, que dieron la mayoría a los progresistas. Durante su regencia actuó con un marcado autoritarismo (gobernó solo con la ayuda de los ayacuchos – camarilla militar).

En 1842 un arancel abría el mercado español a los tejidos de algodón ingleses, la industria textil catalana se vio amenazada, y comenzó un levantamiento en Barcelona, que fue disuelto con el bombardeo de la ciudad.

Los moderados aprovecharon la división del progresismo y el aislamiento de Espartero para realizar una serie de conspiraciones encabezadas por Narváez y O´Donnell. En 1843, Espartero abandonó la regencia y las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II a los trece años, proclamándola reina.


4.- LAS DIFERENTES OPOSICIONES DEL LIBERALISMO

4.1.- LAS AGRUPACIONES POLÍTICAS

Mas que partidos políticos eran agrupaciones en torno a algún noble, civil o militar.

– Los moderados: se definen como “personas de orden”, estaba conformado por terratenientes, comerciantes e intelectuales conservadores, junto a la nobleza alto clero y los altos mandos militares. Defendían la propiedad y restringían el sufragio según la riqueza de los electores. Concebían la libertad como un bien individual, pero anteponían la autoridad y el orden social, por lo que desconfiaban de la participación de las masas en política. Defendían la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona. También se mostraban partidarios de limitar los derechos individuales, especialmente la libertad de prensa, opinión, reunión y asociación. El Estado debe ser católico.

– Los progresistas: se definen como “los defensores de la libertad”, predominaba la mediana y pequeña burguesía, la oficialidad media del ejército y también las clases populares urbanas. Defienden la soberanía nacional y el predominio de las Cortes. Su objetivo era robustecer los poderes locales (ayuntamientos, milicia nacional) y de otorgar amplios derechos individuales y colectivos (libertad de prensa, opinión). Mantenían el sufragio censitario, pero también eran favorables de una ampliación del cuerpo electoral. Defendían la necesidad de una reforma agraria y limitar la influencia social de la Iglesia.

En 1854 se formó la Unión Liberal, que nació como una escisión a los progresistas, y buscaban constituirse en una opción centrista: Su unión buscaba un gobierno que agrupara a los sectores descontentos con la política moderada. Sus impulsores fueron los generales O´Donnell y Serrano.

– Demócratas y republicanos: una escisión de los progresistas dan origen al Partido Demócrata, que defendía la soberanía popular y el sufragio universal masculino. Abogaba por la existencia de una única cámara electiva, la ampliación de las libertades. Reconocía el predominio social de la Iglesia católica pero exigía la libertad de culto.

El republicanismo defendía la república como la única opción verdaderamente democrática por permitir la elección de todos los cargos públicos, incluyendo la jefatura del Estado.


5.- LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)

5.1.- LA CONFIGURACIÓN DEL RÉGIMEN MODERADO

Las elecciones de 1844 dieron la mayoría a los moderados, que formaron gobierno con la presidencia del General Narváez. Su pretensión era clausurar la etapa revolucionaria y normalizar el funcionamiento de las instituciones liberales. Los primeros gobiernos moderados llevaron a cabo una fuerte represión contra los progresistas, cuyos principales líderes optaron por exiliarse.

El régimen se asentó sobre el predominio de la burguesía terrateniente (fusión de antiguos aristócratas y la nueva burguesía propietaria). Para estos grupos era necesario consolidar, las instituciones liberales desde una óptica moderada y las protegiese tanto de la reacción carlista como de la subversión de las clases populares. La Corona y gran parte del ejército se convirtieron en los pilares más fieles de un sistema que no dudó en falsear los mecanismos electorales para garantizar el triunfo del partido del gobierno.

La Constitución de 1845:


esta Constitución recogió las ideas básica del moderantismo: soberanía conjunta entre el rey y las Cortes, ampliación de los poderes del ejecutivo y disminución de las atribuciones del legislativo; restricción del derecho de veto e institución de un Senado no electivo, confesionalidad católica.

También confería atribuciones a la Corona, además de la facultad de nombrar ministros, disolver las Cortes y designar al Senado.

Un decreto de 1845 reguló la libertad de imprenta, lo que significaba el control gubernamental sobre la prensa.

La Ley Electoral de 1846 planteó un sufragio censitario muy restringido, solo tenían derecho a voto los mayores contribuyentes de cada localidad y una serie de personalidades destacadas de la cultura, el ejército, la Administración y la Iglesia. Además, se aceptó el sistema de distritos uninominales, que favorecía el predominio del voto rural (más conservador).

El Concordato con la Santa Sede: los moderados firmaron en 1851 este acuerdo, en el que se establecía la suspensión de la venta de los bienes eclesiásticos desamortizadores y el retorno de los no vendidos. A cambio, la Santa Sede reconocía a Isabel II, mientras el Estado se comprometía al sostenimiento de la Iglesia Católica, restableciendo las órdenes regulares, la concesión de competencias en educación y el reconocimiento del catolicismo como religión oficial del país.

5.2.- LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO LIBERAL

El moderantismo pretendió consolidar el centralismo, la uniformidad y la jerarquización.

El gobierno emprendió la necesaria Reforma Fiscal en 1845, para aumentar los ingresos de la Hacienda pública. En consecuencia, se centralizaron los impuestos en manos del Estado y se propició la contribución directa, basándose en la propiedad.

Se abordó la unificación de códigos, se aprobó el Código Penal (1848) y se elaboró un proyecto de Código Civil.

Por otro lado, se abordó la reforma de la administración pública, reorganizando los cargos del Estado y creando una ley de funcionarios que regulaba su acceso. También se reordenó la administración territorial, con el fortalecimiento de los gobiernos civiles y militares así como de las diputaciones provinciales.

La Ley de Administración Local de 1845 dispuso que los alcaldes de los municipios de más de 2000 habitantes y de las capitales de provincia fueran nombrados por la Corona.

El temor a que una mayor centralización diera lugar a un rebrote del levantamiento carlista propició una solución intermedia para la cuestión foral: un decreto de 1844 acordó el mantenimiento en el País Vasco y Navarra de los ayuntamientos forales y las Juntas Generales, pero trasladó las aduanas a los Pirineos.

Se estableció un sistema nacional de instrucción pública, que regulaba los diferentes niveles de enseñanza. Esta legislación se completó con la ley Moyano de 1857, que fue la primera gran ley de educación del país.

También se adoptó un único sistema de pesos y medidas, el sistema métrico decimal. Se creó la Guardia Civil, un cuerpo armado con finalidades civiles pero con estructura militar.

5.3.- LA CRISIS DEL GOBIERNO MODERADO

Los gobiernos moderados no consiguieron dar estabilidad política al Estado. La vida política no se desarrollaba en las Cortes, sino alrededor de las corte y a partir de la influencias de las distintas camarillas que buscaban el favor real.

El autoritarismo se agudizó durante el gobierno de Bravo Murillo de 1852, que propuso una reforma constitucional que transformaba el Estado en una dictadura tecnocrática, ya que contemplaba la posibilidad de gobernar por decreto y suspender las Cortes.

La propuesta fracasó por la oposición de un sector del propio moderantismo, pero agudizo la descomposición interna del partido y aumentó el descontento de amplias capas sociales. De este modo, una nueva revolución en 1854 permitió que los progresistas regresaran al poder y puso fin a diez años de gobierno moderado.


6.- EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)

6.1 LA REVUELTA DE 1854 Y EL NUEVO GOBIERNO PROGRESISTA

El autoritarismo del gobierno moderado comportó la oposición y el levantamiento de progresistas y demócratas. Esta unión desembocó en junio de 1854, en el pronunciamiento de Vicálvaro a cuyo frente se colocó un moderado el general O´Donnell, que fundó un nuevo partido, la Unión Liberal, con la pretensión de cubrir un espacio de centro. Los sublevados elaboraron el llamado Manifiesto de Manzanares en demanda del cumplimiento de la Constitución de 1845.

La presidencia recayó de nuevo en Espartero. Las elecciones fueron convocadas y dieron la mayoría a los progresistas y la aparición de algunos diputados demócratas. El nuevo gobierno intentó restaurar los principios del progresismo (Ley Municipal que permitía la elección directa de los alcaldes). También preparó una nueva Constitución (1856 – Non Nata), que no llegó a ser promulgada, pero que introducía la libertad de culto, la elección del Senado, que adquiría iguales poderes y responsabilidades que el Congreso.

Desarrolló un plan de reformas económicas en defensa de los intereses de la burguesía urbana y de las clases medias, con el objetivo de impulsar la industrialización del país.

6.2.- LA LEGISLACIÓN ECONÓMICA

La Ley de Desamortización de Madoz (1855), afectó a los bienes del Estado, Iglesia, Militares y Ayuntamiento. Se pretendía conseguir recursos para la Hacienda e impulsar la modernización económica de España. Una buena parte de los ingresos fueron invertidos en la red de ferrocarriles.

La construcción de las líneas de ferrocarril se inició en 1855 con la Ley General de Ferrocarriles, que ofrecía amplios incentivos a las empresas que intervinieran en ella, de lo que se beneficiaron especialmente los capitales extranjeros.

Una legislación favorecía la reforestación, el telégrafo, la ampliación de las carreteras y el crecimiento de la banca y la minería.

6.3.- LA CRISIS DEL BIENO PROGRESISTA

Las medidas reformistas del bienio no remediaron la crisis que movilizó al pueblo en revueltas, y huelgas obreras (Cataluña – 1855); donde se pedía la bajada de los impuestos, la abolición de las quintas, la mejora de salarios, etc. El malestar social condujo al levantamiento campesinos de tierras castellanas.

El gobierno acabó presentado la Ley del Trabajo, que introducía las asociaciones obreras; pero la creciente conflictividad social unidas a las discrepancias dentro de la coalición gubernamental entre el progresismo mas moderado (Unión Liberal) y el más radical (Partido Demócrata), se agudizaron. Espartero dimitió y O´Donnell recibió el poder reprimiendo las protestas.

7.- LA DESCOMPOSICIÓN DEL SISTEMA ISABELINO (1856-1868)

7.1.- LOS GOBIERNOS UNIONISTAS (1856-1863)

El nuevo gobierno unionista liderado por O´Donnell intentó un equilibrio político combinando la postura moderado con propuestas progresistas como la limitación del poder de la Corona.

De esta manera consiguió una relativa estabilidad política, lo que permitió revitalizar el parlamentarismo, pero siempre bajo la tutela del Estado. Aunque las elecciones eran amañadas, para asegurar la mayoría parlamentaria, también fijaban una minoría opositora en el Congreso.

Una de las actuaciones más relevantes del gobierno fue su política exterior activo, que buscaba recuperar el prestigio internacional. De este modo se llevaron a cabo tres campañas:

  • Expedición a Indochina: junto a Francia, benefició sobre todo a los franceses, que iniciaron la penetración colonial en aquella zona.
  • Intervención en México: se realiza junto a Francia e Inglaterra. Se exige al gobierno mexicano el cobro de la deuda atrasada con este país, pero España acabó retirando por desavenencias políticas con Francia.
  • Campaña de Marruecos: se saldó con el triunfo en las Batallas de Tetuán y Castillejos, donde adquirió gran prestigio el general Prim (progresista). La Paz de Wad-Ras permitió a España la incorporación del territorio de Ifni a la Corona y la ampliación de la plaza de Ceuta.

Pero en 1863, el unionismo fue incapaz de afrontar la oposición de los moderados y de la propia Corona que se negó a disolver las Cortes. O´Donnell presentó su dimisión y la reina entregó el poder a los moderados.

7.2.- LOS GOBIERNOS MODERADOS (1863-1868)

Tras O´Donnell volvió al poder Narváez. El moderantismo impuso de nuevo la reforma autoritaria. Los progresistas acusaron a la Corona de promover formas de gobierno dictatorial. De este modo, los progresistas pasaron de nuevo a la insurrección.

En 1866 tuvo lugar la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil (66 fusilados y mil prisioneros). Una buena parte de los unionistas se pusieron en contra del gobierno y se acercaron a las posiciones de los progresistas, mientras O´Donnell se exiliaba a Gran Bretaña.

La situación empeoró a raíz de la crisis de subsistencias iniciado en 1866, que provocó el aumento de los precios. A partir de ese momento, amplios sectores de la sociedad coincidieron en la necesidad de promover un pronunciamiento que diese un giro radical a la situación.

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