Decada moderada 1844-54 resumen

4. EL REINADO EFECTIVO DE ISABEL II (1843-1868)

Después de que la acción coordinada entre moderados y progresistas lograra expulsar del gobierno a Espartero, se creó un nuevo gobierno dirigido por el progresista Joaquín María López. Este creyó oportuno nombrar a Isabel II mayor de edad, para terminar de este modo con la inestabilidad política asociada a las regencias. Las Cortes reconocieron la mayoría de edad de la joven, a pesar de tener sólo trece años y de que el artículo 56 de la Constitución de 1837 estableciera que El Rey es menor de edad hasta cumplir catorce años.

Después de esto, López dimitió, siendo sustituido por Salustiano Olózaga, que se encargó de poner en marcha una reforma profundamente progresista. Los moderados, que eran mayoría en el Congreso, se opusieron y le retiraron la confianza, forzando de este modo su salida del gobierno y su marcha a Inglaterra.

A partir de estos momentos se inició un período de predominio moderado al que la historiografía ha denominado tradicionalmente La Década Moderada (1844-1854).

4.1. Características generales del período

Durante los veinticinco años que duró el reinado de Isabel II el panorama político fue muy convulso, aunque podemos distinguir una serie de características propias de todo este período:

Por un lado fue un período de tendencia liberal muy conservador, articulado en torno a la Constitución de 1845, que concedía el voto a una limitada clase de ricos propietarios, antiguos aristócratas y burgueses, marginando de la política a la inmensa mayoría de los españoles, es decir, a campesinado, obreros industriales y trabajadores urbanos. Los gobiernos actuaron de forma muy autoritaria, amparados por una monarquía muy fuerte. Asimismo las libertades individuales y colectivas estuvieron muy restringidas.

Por otra parte hay que destacar del período las continuas intromisiones de la reina Isabel II en la vida política, apoyando firmemente a los sectores más conservadores y obstaculizando el camino a los progresistas.

Otra característica es la continua intervención de los generales en el Gobierno. Los opositores progresistas, al ver coartadas sus posibilidades de acceder al gobierno, recurrieron frecuentemente a los militares y a los pronunciamientos. Los conservadores también mantuvieron la presencia militar al frente de los gobiernos para tratar de garantizar su posición, tanto frente a los carlistas como frente a los liberales revolucionarios.

Los movimientos de protesta contra el régimen fueron continuamente aplastados: las huelgas eran reprimidas con gran dureza, las asociaciones estaban prohibidas y sus dirigentes fueron perseguidos.

Hasta 1854 sólo tuvieron representación parlamentaria los liberales moderados y los progresistas. A partir de esa fecha aparecen nuevos partidos, como el Partido demócrata o la Unión Liberal. Fuera del sistema se mantuvieron en la clandestinidad los republicanos.


4.5. La crisis del moderantismo (1856-1868)

Esta etapa estuvo controlada por la Unión Liberal de O’Donnell. Éste se encargó de restaurar el régimen que dos años antes había ayudado a derribar, restableciendo los principios del moderantismo.

La Constitución de 1845 fue repuesta, al tiempo que se frenaba la legislación más progresista del bienio anterior, interrumpiendo el proceso desamortizador y anulando la libertad de imprenta.

Con la intención de desviar la atención de los españoles de los problemas internos y para fomentar la creación de una conciencia nacional y patriótica, se puso en marcha una activa política exterior. Se desarrollaron acciones militares en Indochina, México, Perú y Chile, aunque la más importante fue la de Marruecos, que respondió al intento de expansión colonial por el norte de África. Ninguna de estas acciones militares tuvo repercusiones, se trató de una política de prestigio, de alarde militar, que para nada influyó en las relaciones de equilibrio internacionales.

En 1863 el gobierno de los unionistas no podía hacer frente a la oposición política de progresistas, demócratas y republicanos. O’Donnell, incapaz de conducir la situación, presentó la dimisión. Entre 1863 y 1868 se suceden gobiernos inestables y autoritarios, presididos alternativamente por Narváez y O’Donnell.

En 1864 se inició una fuerte crisis económica en España: comenzó con la quiebra de las compañías ferroviarias, debido a la escasa rentabilidad; continuó con el hundimiento del sector textil, como consecuencia de la falta de algodón que provocó la Guerra de Secesión estadounidense; a esto hay que añadir el crack de las Bolsas europeas de 1866; finalmente las malas cosechas, la subida de los precios de los productos agrarios y la expansión del hambre contribuyeron a crear el ambiente idóneo para el estallido de una nueva revolución.

En estos últimos años se produjeron una serie de acontecimientos políticos muy graves, entre los que cabe destacar la represión estudiantil de 1865, en la que la policía asesinó a nueve estudiantes, o la sublevación del cuartel de San Gil de ese mismo año, ante la cual el gobierno reaccionó enérgicamente, provocando sesenta muertos y cientos de heridos, más sesenta y seis oficiales y suboficiales que fueron fusilados.

A partir de 1866 amplios sectores de la sociedad coincidieron en la necesidad de dar un giro a la situación, aunque esta vez no podía consistir en un mero cambio de gobierno, sino que implicaba la caída de la monarquía isabelina. Con el objetivo de destronar a la reina y convocar Cortes Constituyentes mediante sufragio universal, progresistas, demócratas y republicanos firmaron en agosto de 1866 un acuerdo conocido como el Pacto de Ostende.

La muerte de O’Donnell y de Narváez en 1867 y 1868 respectivamente, terminó por dejar completamente sola a Isabel II. Incluso muchos unionistas se sumaron entonces al Pacto de Ostende.

La revolución que destronó a Isabel II estalló en Cádiz, donde el 19 de septiembre, la escuadra allí concentrada al mando del brigadier Topete, se sublevó al grito de Viva España con honra. Inmediatamente se constituyeron en numerosas ciudades españolas Juntas revolucionarias que organizaron la revolución y buscaron el apoyo popular.

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