Desamortizacion carlos III

CONCEPTO DE DESAMORTIZACIÓN.-

El diccionario de la administración española define desamortización como el acto jurídico en virtud del cual los bienes amortizados dejan de serlo, volviendo a tener la consideración de bienes libres, de propiedad particular ordinaria. Hay que distinguir entre desvinculación (los bienes se hacen libres de sus poseedores como sucede por ejemplo en el caso de los mayorazgos) y desamortización (sus poseedores los pierde, pasan al Estado, bajo cuyo dominio son bienes nacionales; el Estado los vende a particulares y al adquirirlos los compradores, se hacen bienes libres)

En la RAE nos dice del verbo desamortizar: Dejar libres los bienes  amortizados. Poner en estado de venta los bienes de manos muertas, mediante disposiciones legales.

Ambas definiciones nos indican, que todo proceso desamortizador debe ir acompañado de disposiciones legales (directrices que se dan para conseguir una norma) y deben ser realizadas únicamente por el poder político:
El Estado nacionaliza (hacer que pasen al gobierno de una nación medios de producción y servicios explotados por particulares) estos bienes, que vende a particulares.

El principal fin con el se realizaron las desamortizaciones es sanear la deuda pública.

La desamortización provocó un cambio económico y social que hemos heredado, creando la actual estructura de la propiedad agraria, a base de transformaciones en el régimen de los cultivos, mayores rendimientos por superficie sembrada y como consecuencia, la disminución de los pastizales y bosques, o sea, que fue la base de la actual economía agraria de España.

Cuando se habla de desamortización surge una época y un nombre: el siglo XIX y Mendizábal, aunque la desamortización no comenzó con él (Carlos III, IV, José I…) y aunque fue el gran impulsor, no le corresponde el mayor volumen de lo desamortizado.

LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL.-

Después de las desamortizaciones anuladas por Fernando VII, a su muerte, durante la regencia de Mª Cristina, se inicia la desamortización de Mendizábal, siendo este presidente del Consejo. Comenzó mediante el Decreto de marzo de 1836 y afectaba, principalmente, a las propiedades de los monasterios y conventos masculinos suprimidos. Posteriormente en un segundo decreto de 1837 se ponían a la venta los bienes procedentes de las órdenes femeninas y del clero parroquial.

De los conventos se decía que eran “inútiles y perjudiciales”, de acuerdo con una mentalidad utilitaria de la época, que se remontaba a los tiempos de la Ilustración.

El objetivo de las medidas era “crear una copiosa familia de propietarios”, pero no dejaba de mencionarse otra causa, que era igual de importante “crear y fundar el crédito público, cuya fuerza asombrosa y cuyo poder mágico debe estudiarse en la opulenta y libre Inglaterra”.

Desde el punto de vista social y político, lo que pretendía Mendizábal y el resto de los liberales era consolidar, con las desamortizaciones, el régimen liberal.
En adelante, cualquiera que apoyara el restablecimiento del Antiguo Régimen debía ser consciente que tendría enfrente a los poseedores de bienes nacionales. Las  ventas finalizaron en el año 1844, en el período de gobierno moderado, durante el reinado de Isabel II. La iglesia decía a los ciudadanos, que si compraban bienes desamortizados irían al infierno.

LA DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ.

Se inició por Decreto de 1 de mayo de 1855, obra de Pascual Madoz. Es la llamada desamortización civil y fue la de mayor volumen de ventas, a pesar de que estuvo interrumpida desde 1856 a 1858. Aumentaron los bienes desamortizados, ya que a los de la Iglesia, se añadieron los de propios y comunes. Las ventas se aceleraron mucho desde el principio por el gran interés de los compradores. El interés tiene explicaciones, como el hecho de que los bienes de anteriores desamortizaciones habían aumentado considerablemente su valor. También por la superación de los problemas de conciencia que se habían creado entre los posibles compradores católicos al principio de la desamortización, pero sobre todo se debía a la paz que disfrutaba la nación desde la “Vicalvarada”(levantamiento militar liderado por O’Donnell en 1854contra el gobierno nacional), que indujo a que se llevara a cabo una mayor inversión. En 1856 se llevan a cabo más del 70% de las ventas. La desamortización continuó desde la Restauración de Alfonso XII hasta comienzos del siglo XX.

FORMAS DE PAGO.-

La ley de 1837 disponía que se admitiesen en las subastas dos tipos de compradores: los que pagaban en dinero efectivo y los que abonaban el dinero mediante la compra de títulos de deuda pública. Todos debían pagar la quinta parte del valor de la tierra en efectivo. Las subastas se efectuaban a los 40 días de haberse hecho público el anuncio.

VOLÚMENES DESAMORTIZADOS.-

Distintos criterios según investigador:

  • Según Miguel Artola, el total de ventas entre 1836-1867 fue de 9300 millones de reales.
  • Josep Fontana apunta para el mismo periodo una cifra similar: 9900 millones.
  • Richard Herr calcula un total de 11300 millones entre 1798-1867.

Si tenemos en cuenta las desamortizaciones desde 1798 quedaría así la recaudación:

  • 1798 Godoy:
    1600 millones de reales.
  • 1836 Mendizábal:
    3447 millones de reales.
  • 1855 Madoz:
    7856 millones de reales.

CRÍTICAS Y CONSIDERACIONES.-

La desamortización es considerada el acto económico y social más importante del siglo XIX, por lo tanto, despierta distintas consideraciones  entre los historiadores actuales:

Entre los primeros recordemos las de:

  • Joaquín Costa


    Era partidario de la revolución social y opinaba que la desamortización fue un desastre político y económico, ya que la revolución democrática del siglo XIX sólo podía haberse conseguido por medio de un reparto de bienes nacionales procedentes de manos muertas
  • Flórez Estrada, diputado liberal de las Cortes, habla también del fracaso de la desamortización, pues él pedía que se conservasen los bienes nacionales procedentes de la desamortización, y se repartiesen a los agricultores, pero quedándose la propiedad el Estado.
  • Marcelino Menéndez Pelayo, Los únicos beneficiosos de esta desamortización fue una turba de agiotistas y jugadores de Bolsa. “cuestión social” (En Andalucía y Extremadura muchos nobles se quedaron con sus tierras y la situación para los campesinos incluso empeoró)

Según estas críticas, se perdió en España, la ocasión de una verdadera reforma agraria y se crearon los problemas contemporáneos del campo.

Como se observa las tres críticas de la época son adversas a la desamortización. En las dos primeras hay influencias de los reformadores del siglo XVIII y XIX, que consideraban las pequeñas propiedades como las más productivas.

Por lo que se refiere a la opinión de historiadores actuales:

  • Gerald Brenan, dice Que el clero se vio obligado a abandonar a las clases bajas, ya que se le privó su independencia económica procedente de sus bienes.
  • Raimon Carr, opina que la pérdida de los bienes de propios hizo a los pueblos pequeños no poder proveer a maestros y médicos, por lo que quedaron atrapados en la ignorancia y el caciquismo.
  • Vicens-Vives considera la desamortización como “la medida impuesta por la revolución burguesa”.
  • Francisco Tomás y Valiente


    “sólo prosperó el proyecto más acorde de dividir la tierra entre campesinos con los intereses de la burguesía, que de este modo consumó su revolución a través de la desamortización.
  • Jordi Nadal considera la desamortización como el fracaso para la reforma agraria y el relevo de oligarquía (forma de gobiernoen la que el poder supremo está en manos de unas pocas personas)
  • Richard Herr  cree que la burguesía aprovechó la ocasión para obtener el dominio del suelo español.
  • Miguel Artola sostiene que se ha especulado demasiado sobre la desamortización, se le da más importancia de la que tuvo.

Como se ve las críticas son variadas y generalmente negativas. Según la opinión de Miguel Gómez Oliver, la desamortización arrastró consigo una serie de virtudes y defectos. Fue una decisión acertada, aunque no acabó por sanear la economía, sí que contribuyó a una transformación de la agricultura y parcialmente de las estructuras económicas.  Se consolida la propiedad privada.

Sus efectos fueron variados según las regiones de España; así en Valencia  se tuvo una gran inversión de capitales en la agricultura con el fin extender el cultivo del naranjo.

En las provincias de Valladolid y Ciudad Real se tiene noticia de importantes mejoras en grandes fincas y en las provincias de Tarragona y Lérida, los compradores llevaron a cabo una gran obra de colonización.

La agricultura  en el siglo XIX experimentó un aumento en la producción, sobre todo de cereal, por lo que a partir de 1820 se exportaba, en lugar de importarse.

Aumentó la superficie cultivada como consecuencia de la desamortización en un 70%, lo que hizo que entre 1820-1860, entraran en cultivo 4 millones de hectáreas.

Otra cuestión debatida ha sido si la desamortización supuso un  desvío de capitales hacia el mundo agrario que se podían haber destinado a la industrialización. Pudo ser así pero las inversiones, por ejemplo, en el ferrocarril fueron superiores a las compras de bienes desamortizados, claro que estos capitales fueron en su mayoría extranjeros.

Por lo que se refiere a las consecuencias en el terreno urbanístico, cultural y religioso, la desamortización fue decisiva. En las ciudades, los conventos se convirtieron en edificios públicos o plazas. También, a veces, se destruyó patrimonio.

Finalmente, desde 1836, se produjo una ruptura entre el estado y al Iglesia que no se restablecería hasta la firma del Concordato con la Santa Sede en 1851.

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