Dictadura de primo de rivera

“La dictadura de Primo de Rivera y el fin de la Monarquía”
La dictadura de Primo de Rivera fue el régimen presente en España desde el golpe de Estado del capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923, hasta la dimisión de éste el 29 de enero de 1930, y su sustitución por la llamada Dictablanda del general Dámaso Berenguer.
La dictadura fue capaz de estabilizar la situación política durante un largo periodo, pero a finales se produjo una crisis política que desprestigió al rey Alfonso XIII y facilitó el camino a la II Republica.
Antecedentes
Entre los años 1917 y 1923 el Régimen de la Restauración se debilitó progresivamente en una crisis que se prolongó hasta el golpe de Estado de 1923. El fin de la I Guerra Mundial trajo una profunda crisis económica y social, cuyas consecuencias dificultaron la convivencia en la España de los primeros años veinte.
A este panorama se añadieron las consecuencias del desastre de Annual (derrota militar en Marruecos) por las que Miguel Primo de Rivera, estimulado por la burguesía catalana y apoyado por el rey, asumiría todo el poder en una dictadura (1923).
Desarrollo
El 13 de septiembre de 1923 el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, se sublevó contra el Gobierno y dio un golpe de Estado con el apoyo de la mayoría de las unidades militare. La reunión prevista de las Cortes Generales para fechas inmediatamente posteriores con el objetivo de analizar el problema de Marruecos y el papel del ejército en la contienda, fue el detonante último de la sublevación. A esta situación se une una grave crisis del sistema monárquico que no acaba de encajar en un siglo XX marcado por la revolución industrial acelerada, problemas con la burguesía, tensiones nacionalistas y unos partidos políticos tradicionales incapaces de afrontar un régimen democrático pleno.
Previamente, Antonio Maura había desaconsejado al Rey la posibilidad tanto de un golpe de Estado como del establecimiento de cualquier sistema autoritario. El 14 de septiembre el gobierno legítimo había pedido al Rey la destitución inmediata de los generales sublevados, concretamente de José Sanjurjo y el propio Primo de Rivera, y la convocatoria de las Cortes Generales, pero el monarca dejó pasar las horas hasta que finalmente se mostró abiertamente a favor del golpe de Estado.
– El directorio militar –
En el Manifiesto de los sublevados se invocó la salvación de España de “los profesionales de la política”. Con el apoyo del ejército, de la burguesía catalana y de los terratenientes andaluces, el Rey Alfonso XIII no pone mayores obstáculos a nombrar Presidente del Gobierno a Primo de Rivera en su calidad de dictador militar el 15 de septiembre. La dictadura sólo fue contestada por los sindicatos obreros y los republicanos, cuyas protestas fueron inmediatamente acalladas con la censura y la represión. Se creó un Directorio Militar con nueve generales y un almirante, cuya finalidad en sus propias palabras era “poner España en orden” para devolverla después a manos civiles. Se suspendió la Constitución de 1876, se disolvieron los ayuntamientos, se prohibieron los partidos políticos, se crearon los somatén como milicias urbanas y se declaró el estado de guerra. Así, Primo de Rivera se convertía en Jefe de Gobierno y único Ministro.
Primo de Rivera ofrecía una imagen campechana y paternalista, al tiempo que mantenía un discurso antisistema muy al día en la época, señalando de corruptos a los políticos y enviando a la población mensajes sencillos que hacían pensar en una fácil solución de los problemas con recetas puramente domésticas al alcance de todos.


A la disolución de las Cortes se unió el día 18 de septiembre un decreto que prohibía el uso de otra lengua que no fuera el español, ni de símbolos como banderas vascas o catalanas. La Mancomunidad de Cataluña fue intervenida con el nombramiento del conservador Alfons Sala y se disolvieron las Diputaciones Provinciales.
La guerra en África y la satisfacción del Ejército
El ejército español mantenía un pesimismo sobre su propio papel en la historia reciente de España, debido al desastre del 98, al desastre de Annual y a la incomprensión de los ciudadanos. Primo de Rivera, que antes del golpe de Estado había defendido el abandono de Marruecos, impuso una cuestión prioritaria asumiendo el cargo de Alto Comisario.
El desembarco de Alhucema en 1925 posibilitó, con ayuda francesa, la conquista sistemática del territorio, y con ello el final de la guerra. Abd-el-Krim se entregó a las autoridades francesas y las operaciones militares se dieron por concluidas.
– El directorio civil –
El 3 de diciembre de 1925 se restableció el cargo de Presidente de Consejo de Ministros y se estableció lo que se conoce como directorio civil, con hombres que no provenían del antiguo sistema de partidos, entre los que se encontraban José Calvo Sotelo como Ministro de Hacienda, Galo Ponte y Escartín como Ministro de Gracia y Justicia y Eduardo Callejo de la Cuesta como Ministro de Instrucción Pública, entre otros. No obstante, la Constitución permaneció suspendida.
Los sistemas democráticos se tambalean también por Europa. Primo de Rivera se reunirá con Benito Mussolini, recogiendo con agrado una parte importante del sistema corporativista que se estaba implantando en Italia y que pretendió importar a España.
Ámbito económico
Una coyuntura internacional favorable permitió al inicio a la dictadura fortalecer el crecimiento industrial y minero. El ministro Calvo Sotelo emprendió una política económica expansiva e intervencionista. Se crearon empresas como CAMPSA, Telefónica o Iberia.
El gobierno inició igualmente una política de amplias intervenciones públicas para mejorar las comunicaciones (carreteras y ferrocarril), regadíos y energía hidráulica.
Se reprimió el sindicalismo de la CNT y el Partido Comunista de España recién creado y la dictadura toleró a UGT y al PSOE, siempre reservado, para poder mantener cierto contacto con los dirigentes obreros.
Ámbito político-administrativo
En 1924 la reforma administrativa culminó con el Estatuto Municipal aprobado el 8 de marzo y un año más tarde el Provincial, tratando de ofrecer cierto grado de autonomía local que permitiera el desarrollo de los municipios.
Estos primeros éxitos le proporcionaron gran popularidad. Creó la organización Unión Patriótica como aglutinador de todas las aspiraciones políticas, así como la Organización Corporativa Nacional como sindicato vertical al modelo de la Italia fascista, sustituyendo el 3 de diciembre de 1925 el Directorio Militar por uno civil.
En 1927 se crea una Asamblea Nacional Consultiva, a modo de Parlamento pero sin que asuma el poder legislativo, y mediante un sistema de elección nuevamente corporativo en parte, y de otro lado nombramiento vitalicio, muy similar al que adoptará el franquismo años después. Este proyecto y la fallida Constitución de 1929 serán los últimos intentos de la dictadura por mantenerse.

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