El regimen de la restauracion y el sistema canovista selectividad

1 INTRODUCCIÓN. 2 LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA. 2.1 La monarquía restaurada: Alfonso XII. 2.2 Los fundamentos doctrinales del sistema canovista. 2.3 La Constitución de 1876. Análisis y valoración. 3 FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA. 3.1 Los partidos políticos. 3.2 La mecánica del turno pacífico y la manipulación electoral. 3.3 Oligarquía y caciquismo. 3.4 La obra política de la Restauración. 4 LA FUERZAS DE OPOSICIÓN AL RÉGIMEN. 4.1 El republicanismo y sus formulaciones. 4.2 El carlismo. 4.3 El movimiento obrero: socialismo y anarquismo. 4.4 El nacimiento de los nacionalismos. 5 CONCLUSIÓN.1 INTRODUCCIÓN. La Restauración constituye un largo período de la España contemporánea que se extiende desde el pronunciamiento de Martínez Campos en 1874, hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923, con una importante inflexión en 1898. Fue un tiempo de estabilidad constitucional, de modernización económica y de alejamiento del ejército de la vida política, pero también fue la época del dominio de la burguesía oligárquica, del caciquismo y del falseamiento electoral. La Restauración tuvo que hacer frente a la expansión del movimiento obrero, al problema cubano y filipino y a la emergencia de las propuestas nacionalistas en País Vasco y Cataluña. La crisis del 98 será un duro aldabonazo que hará resquebrajar las bases del sistema. 2 LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA. 2.1 La monarquía restaurada: Alfonso XII. Cansada la sociedad española de las incertidumbres y de los ensayos políticos que se suceden durante el Sexenio Democrático, fue tomando cuerpo la idea, hábilmente dirigida por Antonio Cánovas del Castillo, de proclamar rey de España al joven Alfonso XII, hijo de Isabel II, y de restaurar en su persona la monarquía legítima de los Borbones. El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista. 1 1 INTRODUCCIÓN. 2 LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA. 2.1 La monarquía restaurada: Alfonso XII. 2.2 Los fundamentos doctrinales del sistema canovista. 2.3 La Constitución de 1876. Análisis y valoración. 3 FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA. 3.1 Los partidos políticos. 3.2 La mecánica del turno pacífico y la manipulación electoral. 3.3 Oligarquía y caciquismo. 3.4 La obra política de la Restauración. 4 LA FUERZAS DE OPOSICIÓN AL RÉGIMEN. 4.1 El republicanismo y sus formulaciones. 4.2 El carlismo. 4.3 El movimiento obrero: socialismo y anarquismo. 4.4 El nacimiento de los nacionalismos. 5 CONCLUSIÓN.Muchos fueron los obstáculos que se tuvieron que salvar, pero los alfonsinos iban ganando posiciones y siempre contaron con los apoyos de la burguesía terrateniente, ansiosa de una mayor tranquilidad política una vez consolidadas las desamortizaciones; de la burguesía industrial catalana, enemiga del librecambismo del sexenio; de los intereses cubanos, esperanzados ante una mayor protección estatal; de amplios sectores del ejército, cansados de la inestabilidad política; e, incluso, del Vaticano, deseoso de un cambio que diera fin al anticlericalismo revolucionario. Cánovas, que preparaba el regreso de don Alfonso con gran prudencia, redactó el de diciembre de 1874 el manifiesto de Sandhurst, que el príncipe firmó en esa ciudad inglesa donde estaba estudiando. Pero los acontecimientos se precipitaron porque el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII el 29 del mismo mes, tras un pronunciamiento en Sagunto. Contra los deseos de Cánovas, la monarquía borbónica había sido restaurada mediante un golpe militar, al que calificó despectivamente de “botaratada”, cuando él hubiera preferido que se implantara a través de medios legales. Tras su entrada triunfal en Madrid, el 15 de enero de 1875, el nuevo Rey no defraudó a nadie. Por su juventud, actitud comprensiva e inteligencia, pronto se ganó la simpatía popular y de la clase política, favoreciendo el éxito del nuevo sistema de la Restauración y convirtiéndose en uno de sus símbolos. En la evolución de la Restauración debemos distinguir varias fases: • La primera, que llega hasta 1885, fecha de la muerte de Alfonso XII. • La segunda, en la que su viuda, María Cristina de Austria, ejerce la regencia durante la minoría de edad de su hijo Alfonso XIII. • Y la tercera, que empieza en 1902 con la mayoría de edad de Alfonso XIII. En un sentido estricto sólo se puede hablar con propiedad de Restauración en las dos primeras fases, por cuanto que la última, el sistema canovista entró en crisis hasta deshacerse en 1923 con la dictadura de Primo de Rivera. Este último régimen finalizaba en 1930, arrastrando en su caída a la propia monarquía en 1931. 2.2 Los fundamentos doctrinales del sistema canovista. El sistema político de la Restauración fue ideado y ejecutado por Antonio Cánovas del Castillo, un verdadero hombre de Estado; éste contó siempre con la ayuda de Práxedes Mateo Sagasta, un político de gran pragmatismo. Cánovas, historiador y político liberal, se había formado en las filas de la Unión Liberal de O’Donnell y tenía un conocimiento muy profundo de la Historia de España y un claro proyecto de lo que debía ser como nación. Los principales fundamentos del sistema canovista se pueden resumir en los siguientes: a) La Restauración no era sólo la vuelta de la legítima dinastía borbónica, significaba, sobre todo, la superación de la inestabilidad política del período anterior y la consecución de la pacificación social y política del país. b) Para ello, era necesario realizar una síntesis entre lo viejo y lo nuevo, entre el legado de la Historia, es decir, lo que él llamaba “constitución interna” de un país, y los ideales progresistas del Sexenio. Estos principios eran: la libertad, la propiedad, la monarquía, la dinastía y el gobierno conjunto del rey con las Cortes. c) Admitido esto, todo lo demás es accesorio, por lo que se impone el sentido de El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista. 2la realidad, y la política debe verse como “el arte de lo posible”, es decir, como algo adaptado a las circunstancias del tiempo y del lugar. d) Civilismo frente a militarismo. El poder civil es superior al militar, porque tiene la legitimidad que le da la voluntad nacional manifestada a través del sufragio. e) Cánovas es enemigo de las posturas inflexibles e irreconciliables. Hay que buscar acuerdos o transacciones, consensos, diríamos hoy. Para que todos se entiendan, es preciso que unos y otros cedan. Es posible reconocer al enemigo cada uno de sus derechos -”posibilismo canovista”- así todos se integrarán en el sistema. f) Se imponía, en definitiva, un pacto entre todas las fuerzas políticas, que posibilitara una convivencia pacífica en el seno de una monarquía parlamentaria. Tal pacto quedaría fundamentado en una nueva constitución que debía estar ampliamente consensuada. El sistema político de la Restauración tenía un carácter netamente conservador y se asentaba en un sistema parlamentario liberal, pero escasamente democrático. Sus pilares básicos eran la Corona, los partidos dinásticos y el ejército. La monarquía se consideraba una institución incuestionable y permanente que se hallaba por encima de cualquier decisión política. Su papel era ejercer como árbitro en la vida política y garantizar el buen entendimiento y la alternancia en el poder entre los partidos políticos. El poder debía ser compartido de forma alternativa entre los dos grandes partidos dinásticos, el conservador y el liberal, que renunciaban a los golpes de fuerza (pronunciamientos) como mecanismo para acceder al gobierno. Con respecto al ejército, el proceso de despolitización fue más aparente que real, ya que la autonomía del poder militar acabó convirtiéndose en un instrumento de presión sobre la vida civil. 2.3 La Constitución de 1876. Análisis y valoración. La Constitución de 1876 presidió la vida política de España durante más de medio siglo. Fue concebida como un acertado equilibrio entre la moderada de 1845 y la revolucionaria de 1869. Consta de 89 artículos distribuidos en 13 títulos. En su primer título, siguiendo el modelo de 1869, se recogían los derechos individuales característicos del liberalismo progresista: la seguridad personal, la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia, la libertad de residencia, de conciencia, de expresión y de enseñanza, así como los derechos de reunión y de asociación. El espíritu del liberalismo doctrinario de la constitución de 1845 le daba un aspecto moderado y conservador. Se establece la soberanía compartida del rey con las Cortes. Por lo demás, el rey es inviolable, sanciona y promulga las leyes, disuelve las Cortes y tiene derecho a veto. El gobierno es ejercido por los ministros, únicos responsables de sus actos. Se expresa la confesionalidad del Estado, definiendo la religión católica como la oficial del mismo, si bien en su artículo 11, uno de los más polémicos, se establece la libertad de culto. Las Cortes se estructuraron en dos cámaras: Congreso, con un diputado por cada 50.000 habitantes, y el Senado, integrado por miembros de derecho propio -los grandes contribuyentes- de nombramiento real, y otros elegidos por las corporaciones: Iglesia, Universidad, etc. Las Cortes discuten y aprueban las leyes, intervienen en la sucesión de la Corona, en la minoría de edad y en las regencias. La Ley Electoral de 1878, es de tipo censitario: 5% de la población podía votar. El sistema introduciría después, gracias a Sagasta, un elemento democrático, al implantar El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista. 3en 1890 el sufragio universal por el que tendrían derecho a voto todos los varones de más de 25 años. Pero una cosa era la constitución formal del país y otra la realidad social. Existía un desfase entre la Constitución de 1876, técnicamente aceptable, y la realidad de una España en su mayor parte campesina y analfabeta, lo que dio lugar a un funcionamiento anómalo del sistema, que fue aprovechado por las fuerzas sociales desafectas para minar el prestigio constitucional; es decir, a la constitución política formal, se le superponía una constitución política efectiva o real que veremos a continuación. 3 FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA CANOVISTA. 3.1 Los partidos políticos. El conocimiento y la admiración que sentía Cánovas por el parlamentarismo inglés y las propias experiencias parlamentarias españolas anteriores le llevaron a concebir el funcionamiento de la vida política española sobre la base de dos partidos políticos (bipartidismo) que aceptando la legalidad constitucional, se alternasen en el poder: son los llamados partidos dinásticos: • Partido Liberal Conservador. Cánovas se consagró a configurar su propio partido. Se apoyaba en las clases altas. • Partido Liberal Fusionista, sostenido por la burguesía industrial y por las clases medias urbanas, y liderado por Sagasta, político transigente y comprensivo al que se debe, en gran medida, el arraigo de la Restauración como sistema político. Cánovas y Sagasta se entendieron perfectamente entre sí, y ambos con los reyes, don Alfonso y doña María Cristina, siempre respetuosos con la Constitución. Ello les valió muchos seguidores: si Cánovas aglutinó a los moderados y a los unionistas de antaño, Sagasta integró a la antigua izquierda progresista. A la derecha y a la izquierda de los dos grandes partidos dinásticos se situaron otras formaciones políticas, como la Unión Católica de Alejandro Pidal, el regionalismo catalán y algunas facciones del progresismo democrático. Fuera del sistema quedaban los partidos antidinásticos (ilegales): en la extrema derecha, los carlistas o tradicionalistas, fieles al pretendiente Carlos VII, y los integristas de Cándido Nocedal; y en la extrema izquierda si situó una buena parte de la oposición republicana, el anarquismo y el socialismo de Pablo Iglesias. 3.2 La mecánica del turno pacífico y la manipulación electoral. Para gobernar en el sistema canovista se necesitaba una doble confianza: la de las Cortes y la de la Corona. Pero en cualquiera de los casos, al menos teóricamente, el cambio en el poder debía regirse por el resultado electoral: no se podía gobernar si no se tenía la mayoría en las Cámaras. Pero en realidad, la mecánica del turnismo de los partidos fue otra, ya que el sistema funcionó de arriba a abajo: los partidos conservador y liberal se cedieron el poder periódicamente el uno al otro, pero no a consecuencia de un cambio de opinión, sino por El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista. 4obra de un acuerdo mutuo o de su desgaste interno. En consecuencia, la previsión anticipada del “turno” sin haber contado previamente con el electorado engendraba un fraude en las elecciones: el partido encargado de formar gobierno y de convocar las elecciones resultaba siempre ganador de las mismas. El procedimiento adoptado era el siguiente. Convocadas las elecciones, el ministro de la Gobernación realizaba el “encasillado”, es decir, decidía los diputados que iban a ser elegidos por cada distrito. A continuación, el gobernador civil de cada provincia manipulaba las elecciones, previo acuerdo con los caciques comarcales y municipales, a los que compraba los votos, recurriendo al favor popular, para lo que se repartían puros y vino, o utilizando la coacción. Si estas medidas no daban el resultado previsto, se recurría al “pucherazo” -aparecían más votos que electores- contando votos de “crucificados” o “lázaros”, o sea, votando en nombre de los vecinos muertos. 3.3 Oligarquía y caciquismo. El turnismo, pues, estaba predeterminado por el acuerdo tácito entre los sectores políticos y sociales que poseían el poder, es decir, por lo que se vino en llamar “la oligarquía y el caciquismo”. La oligarquía estaba formada por los dirigentes políticos de ambos partidos, estrechamente relacionados con los terratenientes y con la burguesía adinerada. A su servicio estaba el cacique, una persona de gran poder económico en la comarca o pueblo; y éste empleaba su poder para dominar políticamente a los habitantes de su zona de influencia. La situación que acabamos de exponer demuestra el desfase existente en la época entre la España oficial, la de la legalidad constitucional, y la España real, la de la oligarquía y el caciquismo. El fenómeno era propio de una sociedad mayoritariamente rural, subdesarrollada y analfabeta, en la que se daba una fuerte dicotomía entre el campo y la ciudad. Por eso, y pese a su corrupción, hay quienes han visto el caciquismo, no como un sistema impuesto por la Restauración, sino como la única práctica natural capaz de articular políticamente el Estado decimonónico, al conseguir el enlace de las oligarquías nacionales -los políticos de Madrid- con los caciques comarcales y locales. Por las mismas razones también hay quién afirma que el turnismo y su secuela política, el caciquismo, no es un fenómeno exclusivo de España, sino algo típico de la Europa mediterránea, como muestra el “rotativismo” portugués y el “transformismo” italiano entre la “destra” y la “sinistra”. A pesar de sus imperfecciones, el turnismo dio estabilidad a la vida política española. En 1885, al morir el rey Alfonso XII, superó su primera prueba de fuego ya que, merced al Pacto del Pardo entre Cánovas y Sagasta, se aseguró la continuidad del sistema por medio de la regencia de María Cristina. Ahora bien, el caciquismo y la farsa electoral eran intrínsecamente inmorales, por lo que llevaban en sí el germen de la crisis del sistema. Pronto sería señalado, sobre todo a partir de 1898, como uno de los “males de la patria” y vinculado estrechamente al propio sistema de la Restauración. El sistema del encasillado propiciaba la imposición por parte de la administración central de diputados cuneros (no nacidos en el distrito), que poco o nada se preocupaban por la realidad socio-económica de sus representados. Además, este sistema de influencias daba lugar a un poder arbitrario e inmoral que mediatizaba la vida de la nación y propiciaba las secuelas del enchufismo, el padrinazgo y la subordinación. La corrupción se convirtió en una práctica normal en todos los ámbitos y niveles de la sociedad. Aunque el caciquismo se dio en toda España, fue en Andalucía donde tuvo mayor El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista. 5arraigo. Se distinguían tres tipos de políticos: el cunero, el notable y el cacique. El primero procedía del medio urbano y era una persona relevante, ligada a la oligarquía madrileña. Era elegido en distritos muy pobres y con muchos analfabetos. El notable solía ser un personaje muy vinculado al distrito por tener intereses muy arraigados en la región. El cacique era casi siempre un político profesional, muy conocido, y denominado con apelativos populares, como “Perico” Rodríguez de la Borbolla, el cacique liberal de Sevilla. Cada capital de provincia tenía sus propios caciques. En Granada, destacaban La Chica y los Rodríguez Acosta, grandes propietarios y banqueros. En Málaga, Romero Robledo y la familia Larios. Nota esencial era la ausencia de motivación ideológica y la conversión de la política en el reino del favor, la recomendación y el “enchufismo”. La corrupción estuvo también muy extendida; pero, aunque es cierto que había caciques que actuaban en beneficio propio, el prototipo lo daba la figura del buen cacique, benefactor, que moría pobre, como el sevillano “Perico” y el onubense Burgos y Manso. 3.4 La obra política de la Restauración. La pacificación social fue el principal objetivo de la política interior de la Restauración. Para conseguirlo, Cánovas procuró, desde el primer momento, llegar a un consenso con los principales poderes fácticos de la nación: el ejército y la Iglesia. El ejército y el trono se reencontraron después de las discrepancias del Sexenio. Alfonso XII, al igual que otros monarcas europeos, fue un “rey soldado”, que asumió el espíritu y la jefatura del ejército y marcó la pauta a seguir por sus sucesores. El ejército, por su parte, abandonó la práctica del “pronunciamiento”, se marchó a sus cuarteles y se profesionalizó. En resumen, el civilismo o poder civil se impuso al militarismo o poder militar. La Iglesia y el Estado también se reconciliaron. Al restablecerse la confesionalidad de este último, la Iglesia recobra su antiguo prestigio e influencia, sobre todo en el campo de la enseñanza. León XIII, apoyó decididamente la consolidación de la Restauración. El posibilismo de Cánovas permitió la libertad de cultos y otras confesiones religiosas pudieron establecerse en el país, algo que no fue bien visto por amplios sectores de la Iglesia. No obstante, no faltaron las fricciones y el anticlericalismo se intensificó en ocasiones. Las empresas fundamentales del sistema canovista fueron la terminación de las guerras carlistas y la pacificación de Cuba. Con el concurso del propio Alfonso XII, el ejército logró vencer los núcleos carlistas del Maestrazgo, Seo de Urgel y del Norte, obligando a Carlos VII, en 1876, a huir a Francia. Más dificultades entrañaba la pacificación de Cuba, que ardía en guerra desde hacía diez años. Magnífica fue la actuación del general Martínez Campos, que consiguió la paz en 1878, merced al Convenio de Zanjón. Desde otro ángulo, merece destacarse la labor legislativa llevada a cabo desde una concepción centralista del Estado. Así, surgieron la Ley Municipal y Provincial (1882) y se actualizaron los Códigos de Comercio (1885) y Civil (1899). 4 LA FUERZAS DE OPOSICIÓN AL RÉGIMEN. Entre los problemas políticos de fondo planteados al sistema de la Restauración canovista, cabe destacar los siguientes: la pervivencia del republicanismo como El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista. 6alternativa a la monarquía y muy relacionado con su capacidad de profundizar en el desarrollo democrático; el problema carlista; el desarrollo y la maduración del movimiento obrero y de los partidos y sindicatos que lo sustentaban; y, finalmente, el nacimiento en intensificación de las corrientes regionalistas y nacionalistas. El reto que planteaba la solución de cada uno de estos problemas era de vital importancia, ya que podían suponer importantes cambios en la remodelación del Estado. 4.1 El republicanismo y sus formulaciones. Ningún partido resultó más afectado por la Restauración que el republicano, que quedó maltrecho, fragmentado y sumido en una intensa crisis interna. Conforme pasaban los años, su oposición al régimen de la Restauración se fue haciendo más incoherente y creciendo en impotencia. Francia fue el lugar de exilio de la mayor parte de los republicanos españoles, que convirtieron el régimen de la Tercera República Francesa en su modelo a seguir y a París, en el centro de su actividad política. En realidad, el republicanismo en el exilio tuvo escasa coherencia, demasiado personalismo y una fuerte dependencia de sus líderes, por lo que en ningún momento llegó a alcanzar un programa común. Varias son las familias en las que quedó dividido el republicanismo español: posibilistas, federalistas, progresistas y radicales, todas ellas muy polarizadas en torno a las personas de los cuatro ex-presidentes de la Primera República y a Ruiz Zorrilla: • Castelar formó el Partido Republicano “posibilista”, que no tuvo ningún inconveniente en colaborar con el régimen canovista con el fin de conseguir el sufragio universal y el jurado. • Pi y Margall, por su parte, no aceptó el nuevo régimen, por lo que alentó el republicanismo federal. • Ruiz Zorrilla, convertido al republicanismo, organizará su oposición desde el exilio parisino, promoviendo la conspiración y pronunciamientos como el del general Villacampa. • Pero el núcleo republicano más eficiente fue el formado en torno a la figura de Nicolás Salmerón, sobre todo a partir de 1890. A su lado figuraban nombres como Gumersindo Azcárate, que será el principal crítico del sistema canovista desde el plano de la teoría política. Como nota común a todos los grupos,destaca su incapacidad para renovarse doctrinalmente y su continuo enzarzamiento en interminables polémicas. Hubo, sin embargo, intentos para formar un frente común. Así, se puede considerar la creación del efímero Partido Demócrata Progresista, en el que coincidieron tres de sus hombres históricos (Ruiz Zorrilla, Salmerón y Figueras), y la convocatoria de la Asamblea Nacional Republicana, reunida en 1890 en un intento de retornar a los pactos. Su eficacia se demostró por los buenos resultados conseguidos en las elecciones de 1891; pero, tras la muerte de Ruiz Zorrilla en 1895, se volvió a la atonía y a la abstención. El republicanismo entraría muy debilitado y carente de auténticos líderes en el siglo XX. Poco a poco ser irá recobrando, gracias a nuevas figuras, entre las que destaca el republicano radical Alejandro Lerroux. 4.2 El carlismo. Los dirigentes carlistas, tras su fracaso en el conflicto bélico,optaron por el exilio El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista. 7en Francia y por las conspiraciones. Se formaron partidas de combatientes y se introdujeron armas clandestinamente, pero los carlistas carecían de capacidad y de apoyos para organizar levantamientos con fuerza, y en algunas ocasiones, también, llegaron a colaborar con las insurrecciones republicanas para derrocar a la monarquía. Vencido militarmente, el carlismo se presenta ante la opinión pública como la única fuerza política auténticamente católica. Pero el apoyo de la jerarquía eclesiástica y del Vaticano a la dinastía alfonsina dificultó el éxito de esta operación y condujo al movimiento carlista a una escisión. En 1888, un sector del carlismo de carácter integrista, encabezado por Ramón Nocedal, creó el Partido Tradicionalista definido, principalmente, por el antiliberalismo y por la defensa de la tradición y la religión católica. 4.3 El movimiento obrero: socialismo y anarquismo. En la lucha por mejorar sus condiciones de vida, obreros y campesinos se vieron atraídos por el anarquismo y el socialismo, al darse cuenta de lo inservible de las acciones personales y utópicas de antaño; lo más útil era el asociacionismo, la huelga y la acción colectiva. Durante la Restauración, pues, el movimiento obrero logró una gran coherencia, aunque estuvo dividido en dos tendencias: la anarquista, que siguió Bakunin y las corrientes federalistas de Proudhon, y la socialista, fiel a Marx. La tendencia socialista estuvo dirigida por Pablo Iglesias, trabajador de imprenta, y se consolidó tras la fundación del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879. El socialismo arraigó mejor en los centros urbanos de Castilla (Madrid) y en las zonas mineras e industriales de Huelva, Asturias y País Vasco. El anarquismo, en cambio, gozó de mayores simpatías entre los obreros y campesinos por su carácter individualista y federal; por eso, dominó principalmente en Cataluña y en la provincia de Cádiz. El movimiento obrero quedaría definitivamente configurado tras la promulgación de la Ley de Asociaciones (1887) y de la Ley del Sufragio Universal (1890), ya que ambas favorecieron la extensión de la sindicación. En el Congreso del PSOE celebrado en Barcelona en 1888, los socialistas fundaron su agrupación sindical, la Unión General de Trabajadores (UGT); por su parte, el anarquismo fundaría en 1911, su propio sindicato, la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT), y años más tarde, la Federación Anarquista Ibérica (FAI). El desarrollo del sindicalismo no acabó con el componente violento del anarquismo. Barcelona se había convertido en una de sus principales sedes internacionales y en el centro de numerosos atentados terroristas (“la ciudad de las bombas”). Merecen ser citados el sufrido por el general Arsenio Martínez Campos en un desfile en 1893, el ataque con bombas al Liceo barcelonés (22 muertos) y, ya fuera de Barcelona, el que acabó con la vida de Antonio Cánovas, el 8 de agosto de 1897, en el balneario de Santa Águeda (Guipúzcoa). La doctrina social de la Iglesia se inició en 1891 con la publicación de la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII; en ella se rechazaba la lucha de clases y se aceptaba la propiedad privada. En España no tuvo el mismo arraigo que en otros países católicos europeos, como Bélgica o Francia, debido quizá a la falta de sensibilidad de la burguesía y de las clases medias con respecto al problema obrero y al alejamiento de las clases trabajadoras de las ideas cristianas; sin embargo, no faltaron los esfuerzos de sacerdotes entusiastas, como el Padre Vicent, fundador de los Círculos Católicos Obreros de Levante y Cataluña (Manresa, 1864), y Fray Ceferino González, obispo de Córdoba, que también fundó otros muchos en su diócesis. Ya en el siglo XX surgirán los Sindicatos Agrarios Católicos en regiones agrícolas con predominio de medianos propietarios, como es el caso de Castilla la Vieja y El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista. 8de las comarcas granadinas del Valle de Lecrín y Los Montes. 4.4 El nacimiento de los nacionalismos. Uno de los fenómenos más relevantes de la Restauración fue la emergencia de movimientos de carácter nacionalista y regionalista en diversas zonas de España. La gestación de estos nacionalismos debe comprenderse como una reacción frente a las pretensiones uniformadoras del sistema político y administrativo adoptado por el liberalismo y su pretensión de imponer una cultura oficial castellanizada, que ignoraba la existencia de otras lenguas y culturas. Hacia 1830, dentro del contexto cultural del Romanticismo y en el marco de un Estado liberal español con dificultades para vertebrar un desarrollo económico armónico, surgió en Cataluña un amplio movimiento cultural y literario conocido como la Renaixença. Su finalidad era la recuperación de la lengua y de las señas de identidad de la cultura catalana, pero carecía de aspiraciones y de proyectos políticos, siendo sus objetivos puramente culturales. Las primeras formulaciones catalinistas con un contenido político vinieron de Valentí Almirall, un republicano federal decepcionado, que fundó el Centre Català (1882), organización que pretendía sensibilizar la opinión pública catalana para conseguir la autonomía y que en 1885 impulsó la redacción de un “Memorial de Agravios”, que fue presentado a Alfonso XII. El Memorial denunciaba la opresión de Cataluña y reclamaba la armonía entre los intereses y las aspiraciones de las diferentes regiones españolas. Un grupo de intelectuales, vinculados al periódico La Renaixença y contrarios al progresismo de Almirall, fundaron la Unió Catalinista (1891), una federación de entidades de carácter catalanistas de tendencia conservadora. Su programa quedó fijado en las Bases de Manresa, que defendía una organización confederal de España y la soberanía de Cataluña en política interior. El impacto de la crisis del 98 fue decisivo para la maduración y expansión social del catalanismo. La convergencia de intereses entre los sectores catalanistas favorables a la intervención electoral y la burguesía industrial y comercial, cada vez más alejada de los partidos dinásticos y más próxima al regionalismo, cuajó con la creación en 1901 de un nuevo partido, la Lliga Regionalista, que contó entre sus principales líderes a Enric Plat de la Riba y Francesc Cambó. La Lliga presentaba un programa político conservador, centrado en la lucha contra el corrupto e ineficaz sistema de Restauración y a favor de un reformismo político que otorgase la autonomía a Cataluña. Sus éxitos electorales en Barcelona a partir de 1901 la convirtieron en la fuerza hegemónica en Cataluña hasta 1923. En el País Vasco, la abolición de los fueros tras la última guerra carlista dio origen al nacimiento de una corriente que reivindicaba la reintegración foral. Por otro lado, el proceso industrializador favoreció una fuerte inmigración, que supuso una ruptura de la sociedad tradicional vasca. Como reacción, se fortaleció una corriente de defensores de la lengua y la cultura vascas (euskeros). Sabino Arana, recogiendo la tradición foralista y euskera, formuló los principios originarios del nacionalismo vasco y fundó el Partido Nacionalista Vasco (1894), el PNV. La ideología de Arana se articulaba en torno a los principios de la raza vasca, de los fueros y de la religión. Su lema fue “Dios y Antiguas Leyes” y defendía la vieja sociedad patriarcal desde una perspectiva antiliberal y tradicionalista, a la vez que abogaba por la total reintegración de los fueros. En los últimos años de su vida, el discurso aranista fue El régimen de la Restauración. Características y funcionamiento del sistema canovista. 9moderándose, sobre todo a partir de 1901, cuando fue abandonando sus postulados independentistas, para impulsar la creación un partido autonomista. La sociedad gallega, a diferencia de la catalana o de la vasca, seguía siendo eminentemente rural. Presentaba una débil burguesía frente a unas clases dominantes, compuestas básicamente por una vieja hidalguía y por la Iglesia. El regionalismo fue más débil y tardío en Galicia, pese a contar con una sociedad mucho más homogénea y con una población mayoritariamente campesina en la que la lengua y las tradiciones culturales estaban muy arraigadas. A mediados del siglo XIX, se inició una corriente que dio lugar a O Rexursimento que significó el redescubrimiento literario de la lengua y la cultura gallegas. Tan sólo unas minorías cultas, insatisfechas ante la situación del país, empezaron a responsabilizar a la subordinación política de Galicia de su atraso económico, que forzaba a muchos gallegos hacia la emigración. Fue durante la última etapa de la Restauración cuando el galleguismo fue adquiriendo un carácter más político, pero este movimiento se mantuvo muy minoritario a pesar del prestigio de algunas de sus figuras (Manuel Murguía y Alfredo Brañas, entre otros). Más débiles resultaron los movimientos regionalistas valenciano y andaluz El valencianismo adquirió cierta importancia a partir de la creación de Valencia Nova (1904) y de Juventut Valenciana (1908), primeros pasos hacia la creación de un movimiento político. En Andalucía empezó a forjarse un regionalismo andalucista alrededor del Ateneo de Sevilla, al que Blas Infante dio un gran impulso a partir de 1910, pero no consiguió tener una influencia antes de la Guerra Civil. 5 CONCLUSIÓN. El turno pacífico de alternancia en el poder entre Conservadores y Liberales, se basaba en la corrupción electoral, sustentada por la oligarquía y el caciquismo. Conforme acababa el siglo XIX, el sistema fue contestado desde numerosas opciones alternativas: republicanismo, carlismo, nacionalismos… La crisis del 98 significará un replanteamiento de las actitudes. No obstante, el sistema, garantizado por la Constitución de 1876 (la que más tiempo ha estado vigente en España), pervivirá, aunque muy debilitado, bajo el reinado de Alfonso XIII hasta 1923, en que una dictadura acabe con él.

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