En 1863 el desgaste de la acción de gobierno y las divisiones dentro de la Unión Liberal llevaron a O’Donnell a presentar la dimisión. A partir de entonces, comienza una sucesión de gobiernos inestables y autoritarios.

Tema II:reinadoIntroducción:


El reinado de Isabel II significa la creación y la consolidación del estado liberal, transformándose la antigua monarquía absoluta en otra parlamentaria. En reinados anteriores ya hubo varios intentos de cambio, por lo que el tránsito desde el Antiguo al Nuevo Régimen se inscribe en un proceso más amplio, en el que no faltaron interrupciones y sobresaltos, como ocurríó en el reinado de Fernando VII.Lo que ocurre durante el de Isabel II es que el proceso se precipita, se acelera y, por fin, se resuelve en la creación del Estado liberal.  Un liberalismo que va a ser en esta primera etapa mayoritariamente moderado y censitario, respondiendo a los intereses de la clase oligárquica en el poder. Para contextualizar el reinado de Isabel II debemos partir de la introducción del Nuevo Régimen en las circunstancias especiales de la guerra de la Independencia, seguido de los vaivenes de este nuevo régimen durante el reinado de Fernando VII, a su muerte, esta lucha entre antiguo y nuevo régimen desemboca en las guerras carlistas. La regente María Cristina y los liberales tuvieron que apoyarse mutuamente. El fin de las guerras carlistas y la victoria del bando de Isabel II supondría el triunfo del liberalismo y del nuevo régimen.

Desarrollo:

Estado liberal burgués.Todos los liberales eran partidarios de una monarquía constitucional pero estaban divididos desde el Trienio Liberal en dos tendencias, que terminaron convirtiéndose en partidos políticos a lo largo del reinado de Isabel II: moderados y progresistas. Los moderados defendían un liberalismo doctrinario, partidario de la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona, que gozaba de amplios poderes (como el derecho de veto, nombrar ministros y poder disolver las Cortes). Defensores del orden y de la propiedad, que identificaban con inteligencia y capacidad, eran partidarios del sufragio censitario y de limitar los derechos individuales, especialmente los colectivos.Defendían a la Iglesia católica y preferían una organización centralista del Estado. Socialmente eran un grupo heterogéneo formado por terratenientes, alta burguésía, vieja nobleza, alto clero y altos mandos del ejército.Los progresistas defendían la soberanía nacional y la limitación de las atribuciones de la Corona. Querían un sufragio censitario más amplio y mayores libertades y derechos, tanto individuales como colectivos. Eran partidarios de la descentralización estatal y de la Milicia Nacional. Su base social era también heterogénea: la pequeña y mediana burguésía y en general, las clases medias, profesionales liberales, artesanos y empleados urbanos y militares de baja graduación. Ambos partidos estuvieron encabezados por espadones, que eran generales del ejército que adquirieron  protagonismo político debido a la amenaza carlista y se convirtieron en únicos garantes del trono de Isabel II y árbitros de la situación política. En estos años el más importante fue el general progresista
Espartero. Moderados y progresistas se alternaron en el poder, recurriendo a continuos pronunciamientos de uno u otro signo.Tras un breve periodo de gobierno de Narváez, entre 1856 y 1858, la reina confió el gobierno a la Uníón liberal, convertida en un gobierno conservador con apoyo de la burguésía.Fue el gobierno largo de O’Donell, periodo de estabilidad favorecido por la prosperidad económica, por la construcción de ferrocarriles y las inversiones bancarias y bursátiles.


La prosperidad también llegó a las clases populares. Los progresistas se mantuvieron en la oposición, sin oportunidad de aspirar al gobierno. Demócratas y republicanos quedaban fuera de las cortes, aunque ganaban fuerza entre las clases populares. Aunque se aprobaron leyes importantes, fue la acción exterior la que dominó la vida política. España había carecido de una política exterior seria, a causa de su debilidad interna. Por tanto, para los gobiernos extranjeros fue fácil manejar la política española según sus intereses. El gobierno de la uníón liberal emprendíó entre 1858 y 1866 una activa y agresiva política exterior, para desviar la atención de los españoles de los problemas internos y exaltar la conciencia patriótica. Se envió una fuerza expedicionaria en apoyo de los franceses a Indochina (1858-1863). Después, la guerra contra Marruecos (1859-1860), más tarde, el intento de recuperar la colonia de San diego en 1861, la expedición a México y por último, la guerra contra Perú y Chile. La intervención militar en los cinco conflictos apenas ofrecíó resultado.En 1863, el desgaste de la acción del gobierno y las divisiones de la Unión liberal llevaron a O’Donell a presentar su dimisión. Comienza entonces una sucesión de gobiernos inestables y autoritarios, presididos por él mismo y por Narváez. Los progresistas se retiraron de la vida parlamentaria y pasaron junto a los demácratas y republicanos a denunciar el sistema constitucional y a Isabel II. Poco a poco, la opinión pública culpó a la corona del desastre público. En la crisis de la monarquía isabelina influyen otras causas que fueron, en primer lugar, la crisis económica iniciada en 1864 con la quiebra de las compañías ferroviarias y también el hundimiento de las fábricas textiles, la falta de algodón. En 1866 se produce el crack de las Bolsas europeas, se produce el alza de los precios y el consecuente paro. Además se fueron produciendo graves acontecimientos políticos como los sucesos de la noche de san Daniel (1865) y lla sublevación del cuartel de San Gil (1866) Esta última fue en realidad uno de los varios intentos de pronunciamiento auspiciados por los progresistas dirigidos pro Prim. Los gobiernos isabelinos solo supieron responder con una represión cada vez más desorientada: órdenes de detención de opositores, cierre de periódicos y suspendíón de las Cortes. En Agosto de 1866, representantes progresistas, demócratas y republicanos crearon el Pacto de Ostende, para coordinar la oposición, con dos objetivos: destronar a Isabel II y la convocatoria de cortes Constituyentes por sufragio universal. Prim fue puesto al frente, y la muerte sucesiva de D’Donell y Narváez dejaron a Isabel II completamente aislada en 1868, en plena preparación del golpe.

Conclusión:

El reinado de Isabel II supuso la definitiva estabilización del régimen liberal o nuevo régimen y la formación y creación del estado liberal que va a perdurar hasta la actualidad.Dominó -salvo en el bienio- el liberalismo doctrinario o censitario, con el partido moderado, conservador o templado, cuya base social era la oligarquía, imponiéndose sus conceptos políticos (soberanía compartida, gran poder del rey, sufragio censitario no al jurado popular, ni milicia nacional, ni elecciones municipales) La debilidad democrática era manifiesta, menudearon los pronunciamientos militares y el protagonismo político de ellos, existía una gran diferencia entre la España real y oficial, asistiendo al inicio del caciquismo que se consolidaría con la Restauración.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *