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TEMA 11: La Guerra Civil (1936-1939)

1. EL PREAMBULO DE LA GUERRA

Los militares sublevados en julio de 1936 justificaron la insurrección por un motivo básico: salvar a España de una inminente dictadura comunista que llegaría con la ayuda de la masonería. Según ellos, la acción militar era un movimiento nacional inevitable, ya que el pueblo español corría el riesgo de una revolución que lo convertiría en satélite de la Unión Soviética.

Durante la primavera de 1936 se produjo en España un deterioro importante del orden público y el Gobierno no actuó con bastante firmeza y habilidad. Esta situación contribuyó a radicalizar la división social e ideológica del país.

1.1Los gobiernos del Frente Popular

El 18 de febrero de 1936, el presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, encargó la formación de Gobierno a Manuel Azaña, quien empezó a aplicar inmediatamente el programa del Frente Popular.

El programa se asentaba en cuatro ejes principales: la continuación de la reforma agraria, la intensificación del desarrollo de la política educativa, la amnistía de todos los presos políticos, y el restablecimiento de la Generalitat de Cataluña, al tiempo que daba un impulso definitivo para aprobar los Estatutos de Autonomía del País Vasco y de Galicia.

El 7 de abril de 1936, Alcalá-Zamora fue destituido y sustituido por Manuel Azaña.

La presidencia del Gobierno la asumió el político republicano y nacionalista gallego Santiago Casares Quiroga.

Pero ni Azaña ni Casares Quiroga pudieron evitar el deterioro progresivo del orden público, del cual solo se salvaron, en parte, Cataluña y el País Vasco.



El desorden público se manifestó de tres maneras. En primer lugar, la violencia en el campo, con huelgas y ocupación de tierras, y el auge de la conflictividad social en las ciudades. En segundo lugar, los ataques a edificios eclesiásticos y la quema de algunos conventos. Y por último, los atentados políticos protagonizados por los falangistas y los monárquicos, por un lado, y los comunistas y los anarquistas, por otro.

El más significativo de estos atentados fue el del 13 de julio de 1936, a José Calvo Sotelo.

Este atentado produjo un gran impacto emocional en la derecha política. El atentado fue perpetrado por miembros de la Guardia de Asalto como represalia por el asesinato de un teniente de este cuerpo armado, José del Castillo, cometido días antes por los falangistas.

1.3La Conspiración militar

Desde el momento en que se proclamó la República, una parte del ejército mostró su hostilidad al nuevo régimen y no dejó nunca de conspirar contra él. Entre las diversas conspiraciones contra la república, destacan los sucesos de la noche de las elecciones de febrero de 1936. Cuando se conoció el triunfo electoral del Frente popular, el general Franco, propuso la declaración del estado de guerra, a lo que se opusieron el ministro de la Guerra, el general Nicolás Molero, y el director general de la Guardia Civil, el general Sebastian Pozas.

El gobierno de la república era consciente de este peligro, y por eso situó como jefes de las capitanías generales a militares de probada fidelidad republicana. Los generales menos adictos al régimen republicano fueron Franco, Manuel Goded.

Nadie sospechó que el general Emilio Mola, de poca fe monárquica, se entendería con los carlistas navarros.

Los primeros días de marzo de 1936 empezaron a tramarse varias conspiraciones.

Pero, a partir de abril, fue el general Mola quien prepararía una red golpista más consistente.

El golpe planificado por Mola tenía que ser, una acción rápida en la que habría que utilizar el grado de violencia que fuera necesario con el fin de triunfar.

2. LA INSURRECCIÓN MILITAR Y SU RESPUESTA

La sublevación militar se inició en Melilla el 17 de julio de 1936.

Poco después, Franco se ponía al frente del ejército de África.

El 18 de julio se alzó en Sevilla el general Gonzalo Queipo de Llano, y del 18 al 19, el general Mola y otros jefes militares declararon el estado de guerra en el resto de España.

2.1. España dividida

Inicialmente, la insurrección no tuvo éxito en todas partes y el 20 de julio el país quedó dividido.

Los rebeldes habían triunfado en la España rural. El resto del país se mantuvo fiel a la República, que conservaba las ciudades más importantes y las zonas industriales. Las tropas africanas, además, habían quedado frenadas en el estrecho de Gibraltar, donde la Armada, que se había mantenido mayoritariamente al lado de la República, les cerraba el paso.

En las primeras semanas de levantamiento, en la España leal a la república se crearon numerosos comités locales y provinciales que asumieron de manera espontánea la administración de los ayuntamientos y de las instituciones para garantizar el abastecimiento y el orden público. Así durante los tres primeros días de golpe, el Gobierno tuvo tres presidentes: Quiroga, diego Martínez Barrio y José Giral. El poder popular, a pesar de no tener unidad ni coherencia política, consiguió desplazar en las decisiones a los políticos. En algunas ocasiones y determinadas zonas se cometieron muchos abusos del poder y asesinatos, sobre todo de miembros del clero.

A ello se añade que, en la zona republicana, el ejército prácticamente había desaparecido. Obviamente, en el bando insurrecto no sucedió lo mismo. Por eso, el esfuerzo militar de los republicanos en los primeros meses de la guerra fue asumido por las milicias populares.

En la zona insurrecta, los generales rebeldes fueron sustituyendo a los alcaldes, gobernadores, etc., que representaban la legalidad vigente. Muchos de los militantes o simpatizantes de los sindicatos y de los partidos del Frente Popular fueron asesinados o fusilados sin juicio. La respuesta a la insurrección militar había dejado a España dividida en dos zonas, cada una con un ideario diferente. Empezaba una larga Guerra Civil que los insurrectos no habían previsto.

La población civil quedó situada forzosamente en un bando u otro, sin poder decidir sobre su adscripción ideológica, ni sobre las actuaciones sociales y económicas de ninguna de las dos zonas.

2.2. La dimensión internacional de la guerra

La Guerra Civil española conmocionó a todo el mundo occidental. En general, la opinión pública mundial se posicionó a favor de la democracia republicana frente al fascismo.
Tanto el bando franquista como el republicano pidieron ayuda al exterior, por lo que tuvieron que realizar un gran esfuerzo diplomático.



El ejército franquista obtuvo la ayuda directa de Hitler y de Mussolini, sin la cual difícilmente habría ganado la guerra. Los republicanos obtuvieron el apoyo de la URSS y Francia.

Además, hay que señalar el importantísimo papel que desempeñaron las Brigadas Internacionales, que acudieron de manera voluntaria para ayudar a salvar la República.

Las democracias occidentales propiciaron un Comité Europeo de No Intervención encargado de que no se enviara material de guerra a ninguno de los bandos, pero ni Alemania ni Italia acataron tales resoluciones.

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