Isabel II la organización del régimen liberal

12.2Implantación del régimen liberal. La Regencia de María Cristina


En Octubre de 1830 nacía Isabel de Borbón, única descendiente de Fernando VII. Para acceder al trono se derogó el Auto Acordado de 1713, ya que había establecido la Ley Sálica que impedía reinar a las mujeres. Por esta Pragmática Sanción se permitía gobernar a su hija y fue de nuevo sancionada por el Rey poco antes de su muerte en 1833.

Con ello se frustraron las expectativas que tenía Carlos, el hermano del rey Fernando, y de su círculo, que se convirtió en un grupo de oposición; debido a esto, la regencia de María Cristina se vio en la obligación de buscar la alianza con los liberales y de recobrar la obra de las Cortes de Cádiz, lo que puso fin definitivamente al Antiguo Régimen.

La primera fase de este período se basa en una acción reformista de Cea Bermúdez y Martínez de la Rosa guiada desde palacio. Destaca el ministro de Fomento, Javier de Burgos, que en 1833 establecíó una división centralizadora de las provincias, que salvo algunos cambios se mantiene en la actualidad. Además legisló a favor de la libertad económica y sentó las bases de la Administración pública.

El otro pilar de este reformismo fue el Estatuto Real de 1834; no era una constitución, sino una carta otorgada que afirmaba que no había división de poderes. Este Estatuto reafirmó el poder de la Corona, ya que las Cortes tenían una función consultiva; poseía un carácter fuertemente elitista, Se estructura en torno a un sistema representativo muy restrictivo organizado en dos cámaras: el Estamento de Próceres, formado por los grandes de España y por los altos cargos religiosos y grandes propietarios y hombres de cultura, nombrados directamente por la Corona; y el Estamento de Procuradores, elegidos por sufragio censitario muy restringido.

La implantación del régimen liberal en España fue resultado de un pacto con un sector importante de las élites del Antiguo Régimen, que había salido reforzado en el plano económico y que tenía una gran influencia política. A pesar de ello, en las Cortes terminó por imponerse el pensamiento liberal. La resistencia del carlismo operó como detonante de esta revolución liberal forzada.

La consolidación del liberalismo


El Estatuto Real pronto se mostró insuficiente. La presión del carlismo exigíó un mayor apoyo de los liberales, defraudados por la tibieza de las reformas .En Septiembre de 1835 subíó al poder Juan Álvarez de Mendizábal: fue una cesión de la regente como consecuencia de la creciente oposición carlista y del descontento liberal.

Se recuperó entonces el espíritu de Constitución de 1812, restablecida en Agosto de 1836. También se recuperó toda la legislación promulgada en Cádiz y durante el Trienio Liberal referida a la libertad de industria y comercio, la supresión de los mayorazgos y la abolición del régimen señorial o la implantación de ayuntamientos y diputaciones.

Las dificultades en la guerra carlista y la sustitución de Mendizábal por Javir de Istúriz provocaron una nueva oleada de revueltas populares cuya máxima expresión fue en motín en La Granja. Como consecuencia de esta coyuntura, en Julio de 1837 se promulgó una nueva Constitución, siendo un texto algo más moderado que la de 1812. Esta Constitución establecíó un régimen de soberanía compartida en el que la Corona tenía derecho a veto, abandonó el sistema unicameral, sustituido por dos cámaras colegisladoras, el Senado y el Congreso de los Diputados, implantó el sufragio masculino directo pero censitario, menos restrictivo que el impuesto por el Estatuto Real y ordenó los derechos individuales, como la libertad de expresión.

La desamortización de Mendizábal


Desde 1835 Mendizábal puso en marcha un proceso de desamortización que afectó a los bienes del clero regular, en gran parte al carlismo. La desamortización eclesiástica se completó en 1841 con la inclusión de los bienes del clero secular, aunque esta medida apenas tuvo vigencia ya que fue suspendida por los moderados en 1844 como paso para restablecer las relaciones con la Iglesia y el papado.

El proceso de desamortización intentó paliar el déficit de Hacienda y financiar la guerra contra los carlistas, y se convirtió en un pilar básico de la revolución liberal, pues incorporó al mercado un enorme porcentaje de propiedad agraria y urbana, lo que contribuyó a articular un mercado nacional. La medida benefició a la burguésía urbana y a los campesinos acomodados e intensificó la concentración parcelaria en manos nobiliarias y burguesas. Surgía así una clase adepta al régimen liberal. Los perjudicados fueron los campesinos sin tierras, que se convirtieron en foco de conflictividad durante más de un siglo.

Moderados y progresistas


El liberalismo español se dividíó inicialmente en dos grandes corrientes: los moderados eran la visión oligárquica y conservadora, partidarios de restringir los principios liberales insistiendo en el fortalecimiento del monarca mediante la soberanía compartida y reservando los derechos políticos a los propietarios. Su máximo exponente doctrinal fue la Constitución de 1845.

Los progresistas defendían los principios liberales siendo partidarios de la soberanía nacional y el pueblo ciudadano. Desde 1849 el liberalismo radical quedó representado por el partido demócrata, promotor del sufragio universal masculino y del régimen parlamentario, de donde surgíó el republicanismo español cuyos intelectuales fueron protagonistas de la revolución de 1868.

Regencia de Espatero (1841-1843)


María Cristina renunció gobernar en Octubre de 1840, se formó un ministerio de regencia presidido por el general Espartero, nombrado regente por las Cortes en 1841. El general, reciente vencedor de los carlistas, contaba con el apoyo de los liberales progresistas en nombre de la libertad, gobernó hasta 1843 de manera dictatorial, reprimiendo a los moderados y sin someterse al Parlamento.

Espartero fue rechazado por su política, radicalmente librecambista que ponía en peligro la industria catalana, la cual rechazó su política. Al movimiento catalán se uníó la oposición de los vascos, que habían visto cómo por sus apoyo a los carlistas, la Ley Paccionada de 1841 reordenaba los fueros vasco-navarros. Además los políticos liberales moderados, desplazados del poder en 1840, comenzaron a organizar su ataque al Gobierno. Los demócratas que habían apoyado inicialmente a Espartero, se enfrentaron a él, pues no aceptaban sus formas autoritarias y represivas, aunque se hiciesen en nombre del liberalismo. En 1843 se inició una revuelta militar encabezada por Narváez, que hizo caer el Gobierno. Espartero huyó y se exilió en Londres hasta 1849.

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