La creación de un mercado único: comercio, transportes y sistema bancario.

4LA CREACION DE UN MERCADO NACIONAL



Entre 1837 y 1892 se produjo en España un proceso de unificación del sistema económico de gran importancia histórica. La creación de un mercado único fue posible gracias a la organización de redes comerciales y de transporte, a una nueva legislación mercantil y a la unificación del sistema financiero y del sistema fiscal.

4.1.Las comunicaciones



Transporte terrestre


En el siglo XVIII, los Borbones hicieron grandes esfuerzos para mejorar la red de carreteras. Carlos III proyectó e hizo construir la mayor parte de los seis caminos reales, que unían Madrid con Irun, la Jonquera, Valencia, Andalucía, Extremadura y Galicia. Estas eran las únicas vías de comunicación que permitían el transporte terrestre de mercancías y de personas por el interior de España. Nuestro país disponía hacia 1850 de una red de caminos y de carreteras cuya extensión no llegaba a una décima parte de la de Francia. A mediados del siglo XIX mejoró la situación. En 1850 se estableció el servicio de correos y, en 1852, se inauguró el servicio de telégrafos, que permitió un importante desarrollo de la prensa diaria.
Pero el principal reto seguía siendo el transporte de mercancías. La creación de redes comerciales exigía disponer de facilidades para trasladar mercancías en grandes cantidades y con cierta rapidez. Solo así podían unificarse los precios de los productos. Hacia 1850, Madrid era la única capital europea que solo disponía de caminos para carros. En el Bienio Progresista se dio un impulso decisivo a la construcción del ferrocarril, con una legislación que permitió la entrada de capital extranjero para financiarlo. Una nueva Ley de Ferrocarriles de 1877 favoreció la formación de nuevas empresas. Se incremento la presencia de capital español y las subvenciones del Estado. Y el ferrocarril comenzó a ejercer cierto arrastre de la industria siderúrgica y metalúrgica nacional: en 1883 se fabrico la primera locomotora y comenzó una intensa fabricación de material ferroviario. Se produjo una revolución en el sistema de transportes al permitir el traslado y la comercialización de los productos entre las zonas agrícolas y las industriales. El trazado radial ignoraba la localización periférica de la industria.

4.2.Una nueva legislación mercantil



A inicios del siglo XIX, España tenía numerosas normas comerciales, a las que había que añadir una gran diversidad de sistemas de pesos, medidas y cuentas monetarias. Para la creación de un mercado único, era imprescindible regular la legislación comercial y suprimir las aduanas interiores. Los gobiernos promulgaron leyes tendentes a conseguir la uniformidad. Así, se reguló el sistema de sociedades por acciones y en 1841 se suprimió la última aduana interior en Miranda de Ebro en Burgos. Pero se mantuvo el impuesto de consumo a la entrada de las ciudades.
Las publicaciones del Código Penal en 1848 y del Código Civil en 1889 fueron de gran trascendencia. Por lo que respecta a las leyes de exportación e importación, se pueden diferenciar dos períodos. El primero (1841-1875) tuvo cierto carácter librecambista, aunque se dejaba la puerta abierta a las importaciones. El Bienio Progresista y el Sexenio Revolucionario fueron las etapas de mayor librecambismo. El segundo, que coincidió con la primera fase de la Restauración, se caracterizo por un gran proteccionismo, que culmino con el arancel de 1891. Los sectores protegidos fueron el textil catalán, la siderurgia vasca, el carbón asturiano y el trigo castellano.

4.3.La unificación del sistema monetario



Durante la 1º mitad del siglo XIX en España existía un autentico caos monetario: convivían diferentes monedas y sistemas de cuenta, junto con una elevada circulación de moneda extranjera y de las antiguas colonias. Para llevar un sistema contable y homogeneizar el precio de los productos, era necesario modernizar el sistema y crear una moneda única que tuviera un equivalente en oro, para poder determinar el valor respecto a las monedas extranjeras.
En la reforma destacan tres hitos. En 1848 se estableció la creación de un sistema decimal unificado, con el doblón como unidad básica. En 1846, un decreto extinguió la unidad de cuenta tradicional: el maravedí, y se estableció como unidad efectiva el real. Y por fin en 1869 se creó un sistema totalmente unificado; Laureano Figuerola, ministro de Hacienda, instauro una moneda única con una equivalencia con el valor del oro y la plata: l peseta, que se dividía en 4 reales y en 100 céntimos, y el Estado asumió el monopolio de creación de moneda. Este nuevo sistema se implantó de forma paulatina.
En 1874 José de Echegaray, estableció la emisión en exclusiva por el Banco de España de billetes de papel moneda con la nueva unidad de cuenta, la peseta.

4.4.La unificación del sistema de impuestos:


El sistema impositivo vigente en España estaba atrasado y fuera del control del Estado. Había zonas, como Castilla, que tenían más de 100 tipos de impuestos. Era muy complicado para los comerciantes saber qué impuestos debían de abonar en cada territorio, ya que para un mismo producto se pagaban cantidades diferentes y a instituciones distintas.
Desde el año 1845, con la reforma del entonces ministro de Hacienda, Alejandro Mon, se empezó a crear un nuevo tipo de sistema fiscal. Lo más destacado del nuevo modelo era la inclusión de todos los impuestos que había en cinco grandes grupos: inmuebles, cultivos y ganados, producción industrial y actividad comercial, consumo, inquilinatos e hipotecas. La ley fiscal no permitía que el Estado ingresase recursos suficientes y el déficit de la Hacienda Pública fue un serio problema para el Gobierno.
Aunque el sistema de recaudación nunca funciono correctamente y el fraude fiscal fue muy elevado, al menos se modernizó la fiscalidad y se mantuvo relativamente estable a lo largo de todo el siglo XIX.

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