La crisis de la monarquía de Carlos IV y el levantamiento contra los franceses

La crisis de la monarquía de Carlos IV

La crisis de la monarquía de Carlos IV:A principios del siglo XIX, la monarquía de Carlos IV se encontraba desprestigiada. La razón fue una crisis del sistema de gobierno, con el rey, su esposa y el valido Manuel Godoy como máximos exponentes. Esto levantó una fuerte oposición, que desembocó en un cambio en el estilo de gobierno, ya sea conservador o liberal. Godoy ordenó la desamortización para combatir la crisis financiera, pues la iglesia se hizo rival del valido. El déficit real se agravó por las guerras y un mal sistema fiscal. Otro problema fue la subordinación de la política exterior española frente al imperio napoleónico. Una de las peores derrotas de esta sumisión fue la derrota de Trafalgar. El tratado de Fontainebleau permitió a las tropas francesas entrar en la península para conquistar Portugal y repartirla entre Francia y España. Esta política errática y confusa levantó la oposición creciente de un llamado partido antigoyodista. Este grupo, también llamado fernandino, estaba integrado por nobles y clérigos favorables al príncipe Fernando, hijo de Carlos IV. El partido fernandino preparó una conspiración contra el rey, en la que estaba implicado su hijo. El llamado proceso de El Escorial mostró las miserias de la monarquía española, pues el mismo príncipe pidió perdón por haber conspirado contra su padre. El segundo acto de esa crisis sucedió cuando el motín de Aranjuez obligó a Godoy a huir y renunciar a su cargo, y Carlos IV abdicó en su hijo Fernando. Aunque el motín de Aranjuez tuvo apariencia de protesta popular, parte de la alta nobleza del partido fernandino estuvo implicada en su estallido. La caída de Godoy y de Carlos IV agravó la crisis de la monarquía. Las tropas napoleónicas, ya en España gracias al tratado de Fontainebleau, eran mal vistas por el pueblo español. Además, Napoleón intervino en los asuntos de la familia real española y los convocó a la ciudad francesa de Bayona. Obedeciendo esta llamada, Fernando VII, su padre y Godoy llegaron allí entre el 20 y 30 de abril de 1808. Otros miembros de la familia real debían salir de Madrid el 2 de mayo.



El levantamiento contra los franceses

El levantamiento contra los franceses:El 2 de mayo de 1808, ante la salida de los últimos representantes de la familia real, el pueblo de Madrid se alzó contra las tropas francesas. El ejército francés, al mando del general Murat, reprimió el levantamiento con un saldo de cientos de muertos. Mientras tanto, en Bayona, Napoleón había obligado a Carlos IV y a Fernando VII a renunciar al trono y cederlo a su propio hermano José Bonaparte, José I de España. Las abdicaciones de Bayona pusieron a las claras las verdaderas intenciones del emperador respecto de España. La insurrección se contagió a muchas ciudades y pueblos de la monarquía. En las localidades rebeldes se publicaron bandos contra el invasor y se formaron juntas para organizar el gobierno y la defensa. Aunque se ha insistido en el origen popular de todos estos movimientos, también una parte notable de cargos del Antiguo Régimen integraron juntas o dirigieron y organizaron la defensa frente al ejército invasor. Estas juntas nacieron sobre todo en Sevilla, Valencia y Zaragoza. El levantamiento, popular y espontáneo, sorprendió al ejército francés, que no pudo ocupar ciudades cuyos sitios fueron ejemplo de heroísmo y resistencia frente al invasor.



El estatuto de Bayona y el gobierno francés

El estatuto de Bayona y el gobierno francésLos franceses intentaron instaurar por la fuerza en España un sistema político basado en los principios del liberalismo político, aunque con un marcado carácter autoritario y respetando ciertos aspectos de las tradiciones específicas del país. Este sistema quedó plasmado en el estatuto de Bayona. A pesar de que a este texto se le denominó constitución o estatuto de Bayona, en realidad se trataba de una carta otorgada, porque su establecimiento no respondía a una decisión popular, sino a una decisión impuesta por el poder. El texto, muy en la línea de la tradición española, comenzaba invocando a Dios y remarcando que España era un país católico. Todos los poderes estaban concentrados en el rey, aunque existían tres órganos consultivos: el senado, el consejo de estado y las cortes. Incluía una declaración de derechos y una serie de reformas de carácter liberal que suponían un gran avance respecto del Antiguo Régimen. El rey José I llegó a Madrid con el encargo de poner en marcha este proyecto. En realidad, su subordinación a Napoleón era absoluta, hasta el punto de que en el estatuto de Bayona se especificaba que si moría sin descendencia, el trono revertiría en el emperador. Intentó gobernar con el apoyo de ilustrados españoles y poner en marcha un plan de modernización del país. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que todas sus iniciativas estaban sometidas a las necesidades de Napoleón y de que carecía completamente de autonomía en el gobierno.



La constitución de 1812

La constitución de 1812En 1810 se creaba la comisión encargada de elaborar un proyecto de constitución. Este proceso estuvo precedido de un intenso debate sobre el modelo de constitución y de monarquía. Tras año y medio de discusión, se promulgó el 19 de marzo de 1812 la nueva constitución conocida popularmente como La Pepa, por ser aquel día la fiesta de San José. Los diputados quisieron hacer compatibles las tradiciones del pasado de los reinos hispánicos con el nuevo espíritu revolucionario. Los principios de la constitución de 1812 fueron los siguientes: afirmación de la soberanía nacional, reconocimiento de los derechos y libertades individuales y de la igualdad ante la ley, división de poderes, la religión católica como la única de la nación española, elección de los representantes en las cortes mediante sufragio universal, creación de la Milicia Nacional, monarquía moderada y libertad económica. La constitución apenas pudo aplicarse, pues el contexto de guerra dificultaba su puesta en práctica, y la restauración absolutista de 1814 la abolió. Pero su espíritu y su programa fueron una referencia durante toda la Historia Contemporánea de España. Asimismo, se convirtió en un mito para el liberalismo universal y un modelo para las revoluciones liberales.

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