La crisis de la posguerra y la formación del partido nacional fascista

La crisis de la posguerra. Durante la Primera Guerra Mundial, el costo de la vida en Italia había subido mucho más rápidamente que los salarios y el nivel de vida de la clase trabajadora había bajado. En 1918, los salarios reales eran un tercio inferiores a los de 1913. Este fue el origen de un movimiento huelguístico que alcanzó gran virulencia y que a menudo presentó objetivos revolucionarios. En el campo se desarrolló un movimiento de ocupación de tierras de los grandes propietarios. Todos estos movimientos fueron reprimidos, pero el temor a la bolchevización y al estallido de una revolución social se extendió entre la burguesía que reclamó la necesidad de soluciones más estrictas. En el ámbito político, la monarquía constitucional atravesaba una situación de fuerte inestabilidad y ningún partido conseguía obtener mayorías estables y gobiernos duraderos. El régimen constitucional se apoyaba en una coalición de partidos liberales de centro, que empezó a verse fuertemente contestada tanto por el partido socialista del cual se escindió el partido comunista italiano, como por el partido popular de inspiración católica. A todos los anteriores hay que sumar el nacionalismo exaltado, derivado de la frustración tras la Primera Guerra Mundial, ya que las promesas de recuperar las tierras irredentas no se habían cumplido totalmente. El nacionalismo condujo a un grupo de ellos a protagonizar la anexión del Fiume en 1924.La formación del partido nacional fascista. En 1919, Mussolini fundó los llamados fascis di combattimento, transformó los fascis en el partido nacional fascista, que se presentó como un instrumento eficaz frente a la amenaza del comunismo y la bolchevización de Italia. Este dotó a su partido de un programa nuevo que mezclaba un discurso populista en lo social, pero claramente defensor de la propiedad privada, con un fuerte nacionalismo y un proyecto expansionista y militarista en la política exterior. Las bases del partido se nutrieron de sectores obreros descontentos con la situación política y social, pero sobre todo de la pequeña burguesía, atemorizada ante la crisis y el ascenso de las fuerzas revolucionarias obreras. Además, recibió ayuda financiera de la cofindustria



La marcha sobre Roma y la llegada al poder. El Partido Nacional Fascista demostró que contaba con una buena organización en la huelga convocada por todas las fuerzas izquierdas. Los fascistas comunicaron al gobierno que si no era capaz de impedirla ellos sustituirían al Estado. El golpe definitivo para hacerse con el poder llegó con la marcha sobre Roma. Los fascistas anunciaron que si el gobierno era incapaz de restablecer el orden y la autoridad, ellos marcharían hacia la capital y reclamarían el poder. Asumiendo toda la responsabilidad, Víctor Manuel III pidió a Mussolini que constituyese un nuevo ejecutivo. En el proceso de entrega del poder al fascismo, dos instituciones desarrollaron un papel decisivo: la Monarquía y el Ejército. El monarca, por su decisión de entregar el gobierno a Mussolini, y los militares porque aconsejaron al rey que no pusiera al ejército en la situación de tener que reprimir a los fascistas. El establecimiento de la dictadura fascista fue el resultado de un proceso de restricción de las libertades. Primero, un gobierno de coalición entre diferentes fuerzas políticas mantuvo formalmente la vida parlamentaria. El viraje definitivo hacia la dictadura tuvo lugar en 1924, a raíz del asesinato del diputado socialista Matteotti..La formación del partido nacional fascista. En 1919, Mussolini fundó los llamados fascis di combattimento, transformó los fascis en el partido nacional fascista, que se presentó como un instrumento eficaz frente a la amenaza del comunismo y la bolchevización de Italia. Este dotó a su partido de un programa nuevo que mezclaba un discurso populista en lo social, pero claramente defensor de la propiedad privada, con un fuerte nacionalismo y un proyecto expansionista y militarista en la política exterior. Las bases del partido se nutrieron de sectores obreros descontentos con la situación política y social, pero sobre todo de la pequeña burguesía, atemorizada ante la crisis y el ascenso de las fuerzas revolucionarias obreras. Además, recibió ayuda financiera de la cofindustria



La República de Weimar: La nueva república, basada en una Constitución ampliamente democrática, fue incapaz de crear un sistema político estable. En 1919 se produjo el levantamiento de la Liga Espartaquista, los comunistas, que pretendían proclamar un gobierno de consejeros según el modelo soviético. El movimiento fue reprimido y los comunistas mantendrían, desde ese momento, un fuerte rechazo a la República de Weimar. En 1920, el auge de grupos nacionalistas radicales, que acusaban al gobierno de traición, se tradujo en un conato de ocupación de Berlín. El golpe de Estado, que contaba con el apoyo de un sector del ejército, fracasó gracias al estallido de una huelga general. En 1923, también fracasaría el putsch nacionalista y antidemocrático protagonizado por Adolf Hitler.
La situación económica era muy difícil. Las deudas de guerra y las fuertes reparaciones que Alemania debía pagar a los vencedores provocaron un aumento de la inflación del marco alemán. La crisis llegó a su cénit en 1923, cuando los alemanes no pudieron pagar las deudas de guerra contraídas con Francia y las tropas galas ocuparon el territorio minero del Ruhr como garantía de cobro.
Entre 1924 y 1929, Alemania vivió un período de relativa estabilidad gracias a una mejora económica. Sin embargo, la crisis de 1929 agravó mucho la situación. Los partidos gobernamentales de la Coalición de Weimar fueron perdiendo el apoyo de los asalariados y de la pequeña burguesía empobrecida.

La formación del partido nazi: En 1920 Adolf Hitler hizo público su programa y se denominó Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes. En 1921, Hitler se puso al frente del partido y dio al partido un componente anti judío y adoptó una serie de emblemas parecidos a los del fascismo italiano. En 1923, tras el fallido intento de golpe de Estado contra la República de Weimar, Hitler fue detenido y cumplió seis meses de prisión. Durante este período escribió la obra ‘Mi lucha’ en la que exponía su pensamiento y programa político. Defendía el antisemitismo, la superioridad de la raza aria y la necesidad de forjar un Gran Reich con todos los territorios de población germánica.
Al salir de la prisión, Hitler creó su propia milicia, la SS. Sin embargo, la mejora de la situación económica y social entre 1924 y 1929 hizo perder terreno a los nazis, que se vieron obligados a frenar su actividad antiparlamentaria.

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