La crisis del sistema de la restauracion(1898-1931) historia de españa pdf

INTRODUCCIÓN
La Restauración es el periodo de la historia de España que transcurre desde el retorno de los Borbones en 1874 con Alfonso XII, hasta el Golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923. Fue una forma de gobierno basado en una el sistema liberal, bipartidista (Conservadores y Liberales) y con fuerte poder real (monarquía parlamentaria)
. Fue el sistema ideado por Cánovas del Castillo y marginará a otras fuerzas sociales (partidos obreros, nacionalistas…). Se apoyaba en la burguesía y las clases propietarias.
El sistema político de la Restauración quedaba establecido en la Constitución de 1876, caracterizada por el liberalismo doctrinario (soberanía compartida entre las Cortes y el rey) y el sufragio censitario.
No obstante, en 1890 se instauró el sufragio universal masculino. La Constitución reconocía el papel moderador del rey, al que se consideraba un árbitro en política y garantía de la alternancia de los partidos.
Se intentaba poner fin así al protagonismo que el ejército había tenido en la política del siglo XIX.

Entre 1902 y 1931 Europa vivió grandes acontecimientos de relevancia primordial para nuestra historia contemporánea. Las tensiones sociales, políticas y territoriales del siglo XIX desembocaron en la I Guerra Mundial (1914-1918)
que no terminó
de resolver muchos de los problemas que la habían ocasionado. En las décadas de 1920 y 1930, el fuerte ascenso del socialismo, animado por el triunfo de la Revolución Rusa (1917)
, fue contrarrestado por los sectores conservadores con fórmulas autoritarias y favoreció el ascenso de los fascismos en Italia (1922) y Alemania (1933). Este clima de confrontación ideológica se vio agravado por la crisis económica del 29.


España se ve influida por este contexto histórico pero a diferencia de otros países europeos occidentales contaba con un importante atraso económico y social, a pesar de haber iniciado su proceso de modernización casi un siglo antes. Efectivamente España seguía siendo un país agrario y la industria más importante era la textil, que se encontraba concentrada en Cataluña y dependía del exterior tanto en el abastecimiento de su materia prima (algodón) como en las patentes. Ello obligaba a prácticas económicas proteccionistas.
Todos estos aspectos revelan una economía en que la modernización era modesta.

Pero también la sociedad resultaba retrasada con respecto a Europa occidental. Una de las diferencias más marcadas era el alto índice de analfabetismo (en 1900 63% frente al 24% de Francia). Por otra parte, jornaleros, pequeños agricultores y obreros industriales y de servicios, representaba el 75% de la población activa, pero a su lado había una burguesía que había renovado la nobleza y que desempeñaba el poder político. En esta situación el movimiento obrero cobrará cada vez más importancia y los conflictos sociales serán frecuentes.
Desde el punto de vista político, aparentemente España era una nación moderna con un sistema político moderno. España, al comenzar el siglo XX, era una monarquía liberal aunque no democrática, a pesar de que desde 1890 había sufragio universal masculino. Seguía vigente la Constitución de 1876 y la legislación permitía la existencia de libertades importantes y también su ejercicio, principalmente en las ciudades. Otra cosa era la situación real que se daba al margen del contexto urbano, donde el sistema caciquil se imponía. El caciquismo suponía la dependencia de unas personas de otras al margen de la legislación. En efecto, el cacique, que solía ser el rico del pueblo o el que controlaba la administración pública con su influencia, orientaba la dirección del voto, agradeciendo con sus “favores” la fidelidad electoral y discriminando a los que no respetaban sus intereses. Aunque este sistema ya existía antes, lo característico es que ahora impregnaba toda la vida política, local y nacional, debido a la desmovilización política del electorado.


INTENTOS DE MODERNIZACIÓN. REGERACIONISMO Y REVISIONISMO


En 1897 Cánovas del Castillo fue asesinado y en 1902 Sagasta decidió retirarse de la política. Conservadores y liberales van a carecer de líderes indiscutibles que lleven las riendas de sus partidos y marquen la línea política a seguir. La situación se agravaba porque el caciquismo fomentaba las luchas personales dentro de los partidos.

Ante esta coyuntura se decidió reconocer la mayoría de edad de Alfonso XIII que tenía 17 años. La actitud del joven rey, partidario de intervenir en el gobierno y sobre todo en la política de ascensos del ejército, creará mayor inestabilidad. 


El ejército humillado por las derrotas (1898)
Se volcará sobre las guerras africanas e intervendrá cada vez más en política apoyado por el monarca. Dentro de él surgirá una ideología reaccionaria, los africanistas, contraria a cualquier cambio y defensora de la unidad y “valores patrios”. Con apoyo del rey, conseguirán que se apruebe la Ley de las Jurisdicciones por la que todo ataque o crítica al ejército, a la bandera, a la unidad de la patria y al rey, será juzgada por un tribunal militar.


Desde el punto de vista político, ya los intelectuales más importantes del periodo final del siglo XIX (Joaquín Costa)
protestaron contra el mundo de la Restauración, criticaron el sistema político y, en líneas generales, acertaron al denunciar la situación existente pero no tanto al señalar algunas de sus soluciones. Su actitud puede considerarse como el inicio del protagonismo en la vida española del término “regeneración” que indicó un deseo general de superar el retraso, llevar a cabo una modernización de la vida colectiva y revisar la vida política nacional o encontrar una solución fuera de ella. El regeneracionismo trascendió el ámbito del pensamiento e impregnó la actividad política de buena parte del siglo XX. Durante todo el reinado de Alfonso XIII ese término resultó decisivo para explicar la actitud de personas y de grupos políticos y sociales. El ansia de superar el retraso y llevar a cabo una modernización en todos los sentidos de la vida española se convirtió incluso en una obsesión.       


Esto se concretó en dos ensayos de gobierno regeneracionista, uno de carácter conservador y otro liberal. El primero fue liderado por el político conservador Maura  entre 1904 y 1909, y el segundo por el liberal Canalejas  entre 1910 y 1914.
Maura intentó llevar a cabo “una revolución desde arriba”. Se propuso acabar con el caciquismo (reforma electoral y primando más a las ciudades) e incorporar a la política a la pequeña burguesía y a los nuevos grupos políticos nacionalistas y regeneracionistas surgidos con la crisis de 1898. Para intentar atraerse a los nacionalistas burgueses catalanes (Lliga Catalana liderada por Cambó) preparó la «Ley de las Mancomunidades” que permitiría una autonomía municipal, comarcal y provincial, y que hubiese podido solucionar las demandas de autogobierno de Cataluña, País Vasco y Galicia. No pudo llevarla a cabo por la oposición de la burguesía centralista y fue derrotado en el Senado. Por otra parte, su política social no satisfizo las aspiraciones de la clase obrera. Maura no era ningún revolucionario y su actitud conservadora la mostró al redactar la Ley del Terrorismo contra los movimientos obreros. Esta actitud le valió la oposición de la izquierda en las Cortes y las organizaciones obreras en la calle.
El momento de mayor tensión se vivió en la “Semana Trágica de Barcelona” en julio de 1909.
El motivo inmediato del movimiento fue el descontento producido por el embarque de tropas destinadas a Melilla, pero en el fondo había un rechazo a la política de Maura. En la Conferencia de Algeciras (1906) se había concedido a España el “protectorado” sobre la zona norte de Marruecos. Al intentar ocupar la zona designada se encontraron con la resistencia de los rifeños. Una serie de desastres militares (Barranco del Lobo -Melilla -1909) obligaron a la movilizaron de los reservistas y el día previsto para su embarque en el puerto de Barcelona se produce una huelga general y un movimiento insurreccional. El ejército ocupa Barcelona y los líderes del movimiento opositor son encarcelados, juzgados por tribunales de guerra y algunos líderes anarquistas fusilados (el pedagogo Ferrer). Estas acciones provocaron la caída del gobierno de Maura.
Como consecuencia de la represión ejercida sobre los anarquistas por la Semana Trágica, los distintos sindicatos y grupos anarquistas decidieron integrarse en la Confederación Nacional de Trabajadores (C.N.T.) en 1910.
Esta organización tendrá un papel decisivo en la crisis de 1.917 y en las posteriores luchas sociales.


Canalejas era un liberal atípico ya que pretendía abrir el sistema a las fuerzas de la izquierda: “Yo solicito el concurso de los republicanos, de los socialistas y de los demócratas españoles”. Además era de un talante reformista y tendente a limitar el poder de los grupos oligárquicos contrarios al cambio. Subió al poder en 1910 e intentó nuevamente que se aprobase la Ley de las Mancomunidades. Elaboró la Ley sobre Asociaciones Religiosas prohibiendo el establecimiento de nuevas órdenes y la apertura de nuevos conventos (“ley del candado”), intentó democratizar el ejército e imponer el servicio militar obligatorio sin redenciones. El 12 de noviembre de 1912 Canalejas fue asesinado por un anarquista. Con su muerte se frustró la posibilidad de una regeneración del sistema y se precipitó la desintegración de la monarquía parlamentaria, atacada por la burguesía, el ejército y los obreros.

La quiebra del sistema: conflictividad social y crisis de 1909, 1917 y 1921


Con la muerte de Canalejas y la caída en desgracia de Maura, los partidos tradicionales fueron incapaces de intentar nuevas reformas que pudiesen mantener el sistema. Los siguientes gobernantes Romanones (liberal)
y Dato (conservador)
, sin la talla de sus predecesores, trataron de administrar la situación siendo sobrepasados por las circunstancias.

La situación social y política se agravó con el estallido de la I Guerra Mundial (1914-1918)
. En ella se enfrentaron dos grandes alianzas: la Triple Alianza (Alemania, Austro-Hungría, Bulgaria y Turquía) y la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y el Imperio Ruso con el apoyo deEE.UU.)

En este choque de grandes imperios era evidente que España no pintaba nada. Porque no tenía imperio y no era una potencia industrial. España fue neutral y la neutralidad fue un negocio para España.
Se consolidó un gran salto hacia la industrialización, contando con los capitales repatriados de las colonias tras el desastre de 1898 y con los conseguidos con la venta de alimentos y material a los beligerantes.

Como ya se ha dicho España continuaba siendo un país agrario con cerca de un 70% de la población activa trabajando en el sector primario mientras que la población empleada en la industria era sólo del 16%, concentrada sobre todo en la construcción y el textil. El 6% de la propiedad de la tierra estaba en manos de la nobleza, y las fincas grandes presentaban un 28% del total. No obstante, desde principios de siglo, la agricultura había experimentado ciertas mejoras  como nuevas roturaciones, la producción de olivo para la exportación, la implantación de nuevos cultivos como la naranja y la remolacha azucarera, y al uso de nuevas técnicas (se generalizó el arado de vertedera, comenzó a emplearse maquinaria y abonos, se desarrollaron los regadíos), lo que produjo un aumento de la producción.
Por otra parte, España continuó con una agricultura eminentemente cerealista y tradicional  (uso del barbecho) con los bajos rendimientos.
Otro problema de la agricultura fue las desigualdades en el reparto de la tierra (latifundismo en el sur y minifundismo en la cornisa cantábrica), lo que provocó conflictividad social.


En el plano industrial, España dejará de ser un mero exportador de minerales para convertirse en un productor de acero y constructor de barcos. La zona industrial por excelencia era Cataluña. Allí, la industria más importante, como la textil, sufría una serie de debilidades (materias primas –algodón- y patentes eran importadas del exterior), a lo que habría que sumar la pérdida de las colonias como mercado y proveedor de materias primas. Esa situación obligó al textil catalán a apoyarse en un alto arancel. Desde ahora, el empuje extraordinario de la siderurgia vasca (en 1902 se funda Altos Hornos de Vizcaya) utilizará el carbón de Asturias. Es también el momento en que nacen las primeras industrias eléctricas (la «Canadiense» de Barcelona) o que producen electricidad (en 1901 se funda Hidroeléctrica Ibérica, luego llamada Iberduero; en 1907 se funda Hidroeléctrica Española, que con la anterior constituye hoy Iberdrola), así como químicas (explosivos, fosfatos) y cementeras.
Los principales problemas de la industria española consistieron en su desigual distribución espacial (mapa p.292) y que las empresas españolas eran en su mayoría de tipo familiar.

La guerra cambió el saldo negativo de la balanza comercial española, gracias a las exportaciones (hierro, carbón, naranjas…) y a los fletes (contratos de transporte para barcos españoles). También aumentó la participación del capital español en la economía nacional y fortaleció a la banca, sobre todo a la vasca. Por poner alguna cifra, tomando como índice 100 lo que se producía en 1900, en 1918 la producción siderúrgica había llegado a 1072 y la de electricidad a 560.

Pero no todo fueron aspectos positivos: aunque se producía más, los precios subieron más de un 15% porque se conseguían beneficios más altos exportando los productos españoles.
Los salarios no subieron tanto, con lo que los conflictos sociales se agravaron. Además, gran parte de los beneficios obtenidos por los empresarios no se reinvirtió en la mejora de equipos industriales, con lo que, al acentuarse la competencia con otros países una vez acabada la guerra, la crisis fue peor de lo esperado.

Durante la I Guerra Mundial, la conflictividad social producida por la carestía de alimentos no fue solucionada ni por conservadores ni por liberales. El conservador Dato evitó los problemas políticos teniendo cerradas las Cortes. Lo único destacable fue que aprobó por decreto la Ley de Mancomunidades, la primera que permitía cierta autonomía regional.

El liberal Romanones gobernó durante 1916 y contó como ministro de Hacienda con Santiago Alba, un liberal de izquierdas que planteó un ambicioso programa de reformas (desarrollo de la industria, instrucción pública, carreteras y regadíos). Todo a costa de un impuesto extraordinario sobre los beneficios obtenidos durante la guerra. Los empresarios y la derecha del país se encargaron de echarlo abajo.


LA CRISIS DE 1917



Otro gobierno liberal, el de García Prieto, es el que tuvo que hacer frente a la triple crisis que se originó durante el verano de 1917:

1

Crisis militar

El ejército español, un monstruo heredado de las guerras coloniales con seis veces más oficiales que el francés siendo seis veces más pequeño, estaba dividido entre oficiales peninsulares y africanistas, que ascendían por méritos de guerra. La carestía de la vida la sufrió el ejército como otros funcionarios o como la sufrían los obreros. Eso, junto al descontento por los ascensos, llevó a varios coroneles a organizar Juntas de Defensa que, tras las dudas iniciales, el gobierno intentó disolver sin éxito, lo que provocó su caída en junio. El rey volvió a llamar a Dato a la presidencia del gobierno.

2

Crisis parlamentaria

Dato se negaba de nuevo a abrir las Cortes, lo que llevó al político nacionalista catalán F. Cambó, de Solidaritat Catalana, a organizar en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios (unos 70) para exigir unas Cortes Constituyentes. En esta asamblea participaron pocos liberales y conservadores y el gobierno, que al principio la ignoró, al final acabó disolviéndola sin problemas en julio.

3

Crisis social

Ya en el mes de marzo, la CNT y la UGT había emplazado conjuntamente al gobierno a solucionar la carestía de alimentos. Las huelgas se sucedieron hasta el verano y en agosto los ferroviarios de la UGT llamaron a una huelga general que paralizó el país del 10 al 13 de agosto, con más de 70 muertos en toda España. El gobierno echó mano del ejército y, asustados, Juntas de Defensa y Parlamentarios se pusieron del lado que les correspondía.

Las consecuencias de la crisis fueron muy graves.
El partido Conservador y el Liberal se fragmentaron en múltiples facciones a las que será imposible poner de acuerdo por el personalismo de sus líderes, lo que producirá «gobiernos de concentración» muy inestables: el Gobierno Nacional de marzo de 1918, en el que estaban todos (Maura, Dato, Romanones, Cambó, García Prieto…) duró 9 meses.


El movimiento obrero se reforzó mucho, coincidiendo con los tres años que siguieron al triunfo de la Revolución Soviética en Rusia, el llamado «Trienio Bolchevique» (1918, 1919 y 1920)
.


La CNT juntaba en 1919 a 700000 afiliados, sobre todo catalanes, destacando entre sus dirigentes Ángel Pestaña y Salvador Seguí.
En 1919, mantuvo durante 44 días una huelga en la empresa eléctrica y de tranvías «La Canadiense» de Barcelona y, en Andalucía, hubo una auténtica rebelión campesina pidiendo tierras. El gobierno recurrió al ejército y, los empresarios, a pistoleros.

Por su parte, la UGT contaba en 1921 con 240000 afiliados y el PSOE con 45000. Tras el triunfo de la Revolución en Rusia, se va a producir en 1921 una ruptura entre los marxistas españoles: los reformistas (socialdemócratas), mayoritarios y partidarios de llegar a acuerdos con la izquierda burguesa (republicanos y demócratas), no van a integrarse en la III Internacional, organizada por el Partido Comunista de la Unión Soviética; una parte del PSOE, los revolucionarios (comunistas), se va a separar fundando el Partido Comunista de España.
A la muerte de Pablo Iglesias, dirigirá el socialismo español Julián Besteiro.

Hasta 1921, la cuestión social siguió empeorando y no ayudó nada a solucionarla que el gobierno de Dato la combatiera a tiro limpio en las calles de Barcelona, a través del gobernador «civil», el general Martínez Anido. De hecho, Dato fue asesinado en marzo de 1921 por un anarquista.


LA PRESENCIA DE ESPAÑA EN MARRUECOS. 1921 EL DESASTRE DE ANNUAL


Pero ese año fue el de un nuevo desastre colonial en el protectorado marroquí otorgado a España en la Conferencia de Algeciras de 1906: 45000 km2 montañosos y sin agua, de escaso valor económico (sólo minero), habitados por beréberes organizados en clanes y cuyo jefe era Abd-el-Krim.
El general Silvestre, jefe militar de Melilla y de la zona oriental del protectorado, llevó a cabo una campaña de conquistas imprudente en un frente muy amplio que acabó en una emboscada en Annual en julio. La retirada caótica hacia Melilla dejó 12000 muertos sobre el campo de batalla.

Las consecuencias políticas fueron demoledoras. De nuevo, militares y gobierno se echaban la culpa del desastre. El propio rey se vio salpicado por el asunto, al apoyar la expansión colonial. En las Cortes se formó una comisión par investigar las responsabilidades del desastre (Informe Picasso)
. En el informe se criticaba a las altas autoridades del ejército y salpicaba al mismo rey y a grandes políticos de la restauración (Romanones). En esta situación se produjo el pronunciamiento del Capitán General de Cataluña, el general Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923.

           
  
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930).
Las causas del golpe de Estado
hay que buscarlas en el desastre de Marruecos y en la inestabilidad política.
Entre 1917 y 1923 hubo 23 gobiernos diferentes y 30 crisis parciales en las que sólo cambiaron algunos ministros. No es de extrañar que la opinión pública pensara que el Estado estaba en manos de unos incapaces que lo llevaban a la deriva. Los partidos que estaban al margen del sistema (socialistas, republicanos, regionalistas y nacionalistas) no eran una alternativa de poder. Además el movimiento anarquista estaba desarticulado tras la enorme represión que sufrieron desde 1917. Los periódicos, los intelectuales y la opinión pública pedían reformas profundas del sistema por su ineficacia. Así que, a falta de ideas mejores, a falta casi de cualquier idea, la oligarquía en el poder optará por una solución militar, la de la dictadura.

El golpe de Estado no sorprendió a nadie. Alfonso XIII, que no estaba al corriente del pronunciamiento, reconoció al golpista, que recibió el apoyo de gran parte del ejército, los partidos monárquicos y la oligarquía dirigente. Sin embargo, muchos líderes de los partidos tradicionales acusaron al rey de anticonstitucional y se fueron decantando hacia las ideas republicanas.

Miguel Primo de Rivera escribió un Manifiesto, impregnado de un vago espíritu «regeneracionista», en el que afirmaba que su intención era la de detentar el poder político durante un breve período de tiempo, lo justo para llevar a cabo una labor de “saneamiento” del sistema político de la Restauración y la de terminar con los problemas más acuciantes de la sociedad española: la guerra en Marruecos, la conflictividad social y las continuas luchas intestinas entre los partidos tradicionales. Se proclamaba al margen de la actividad de los partidos tradicionales (se definirá como “apolítico”) y partidario de llevar a cabo una reforma en profundidad, una reforma desde “arriba” como habían preconizado Joaquín Costa y Maura.

Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) se distinguen dos etapas:
El Directorio Militar (1923-1925)
y el Directorio Civil (1925-1930).


El directorio militar (1923-1925)


El Directorio Militar llevó a cabo su labor desde el 15 de septiembre de 1923 al 3 de diciembre de 1925. Este contó con gran prestigio debido, en gran medida, a la labor de saneamiento social y de orden, con el caro coste de la supresión de las libertades garantizadas en la Constitución.
Así, las primeras medidas que se tomó fueron la disolución de las Cortes, las diputaciones provinciales y los ayuntamientos,  la prohibición de la huelga, el control de las actividades de reunión, la supresión de las elecciones, imposición de un orden policial en la calle y las empresas. Además, los tribunales militares sustituyeron a los civiles en las cuestiones de orden público, se gobernaba por reales decretos y los gobernadores civiles fueron sustituidos por militares.

Se propuso una lucha contra el caciquismo para sanear la vida pública española. Se nombró gobernadores provinciales e inspectores a militares, con el fin de destruir el poder político, social y económico de los “caciques”. Para asesorar a los militares se formaron juntas con los mayores contribuyentes y los cargos electos más votados, lo que en la práctica supuso la sustitución de los viejos caciques por otros nuevos más afines a la política dictatorial.


La organización del Estado


Durante la Restauración se había creado un modelo de estado centralista y uniforme, con la excepción del Concierto Económico del País Vasco y Navarra. La ineficacia mostrada por el centralismo, junto con el caciquismo, originó la aparición de movimientos regionalistas y nacionalistas que pedían una autonomía. Los nacionalistas pensaron que el dictador haría una reforma de la estructura del Estado. Lejos de ello el dictador se decidió por un sistema ultracentralista a la vez que clausuraba los locales de la Lliga y del P.N.V. y prohibía el uso del catalán y del euskera en los medios oficiales y en la enseñanza. Los grupos regionalistas, autonomistas y nacionalistas se declararán desde ese momento partidarios de un sistema republicano.

La actitud de la Dictadura ante las tensiones sociales y el movimiento obrero tuvo dos vertientes. Por un lado se continuó con una política de acoso contra los anarquistas, clausura de publicaciones y locales, persecución de los líderes más significativos (la C.N.T. vivió en la clandestinidad). La dureza de la persecución llevará al radicalismo insurreccional a núcleos del anarquismo (en 1927 se formará la Federación Anarquista Ibérica, F.A.I.).
Por otro lado llevará a cabo una política de atracción de los socialistas del P.S.O.E. y U.G.T. La fama de honestidad del partido y la disciplina mostrada por la central sindical, llevaron a Miguel Primo de Rivera a pedir su colaboración. El partido socialista mantuvo posturas ambiguas e incluso uno de sus principales líderes, Francisco Largo Caballero fue nombrado asesor del Consejo de Estado. Esta actitud de neutralidad y colaboración de los socialistas con la Dictadura se vio refrendada por la legislación laboral que llevó a cabo la Dictadura. La legislación laboral reconocía la seguridad en el trabajo y la creación de la Seguridad Social con seguros de accidentes, enfermedad y jubilación. Además se destinaron partidas para la creación de escuelas de formación profesional, barriadas para obreros y protección al emigrante. Para resolver los conflictos de las negociaciones colectivas se establecieron los comités paritarios a nivel de empresa y municipio, las comisiones mixtas provinciales y los consejos de corporación de sector.
Los sindicatos y las organizaciones empresariales tenían el mismo número de representantes. Si persistían las diferencias se resolvían en los consejos de corporación con la presencia de delegados gubernamentales (emitían laudos de obligado cumplimiento).

En el exterior, lo más destacado de este periodo fue la resolución del conflicto de la guerra en Marruecos.
La guerra en Marruecos era totalmente antipopular y muy costosa. Miguel Primo de Rivera se declaró partidario de entablar negociaciones con Abd-el-Krim para una autonomía muy amplia y abandonar los territorios recientemente conquistados. Esta posición le llevó a enfrentarse con los oficiales africanistas. Ordenó la retirada de Xauen con la esperanza de permitir las negociaciones con los rifeños, pero éstos presionaron sobre las plazas fuertes de Ceuta y Melilla y atacaron los territorios franceses en Marruecos. Tras coordinar las futuras acciones militares con Francia, Primo de Rivera llevó a cabo el desembarco de Alhucemas (8 septiembre de 1925)
. En mayo de 1926 se produjo la rendición de Abd-el-Krim a los franceses. El fin del conflicto le dio gran popularidad, pero dejaba sin resolver el enorme gasto militar y además el problema político originado por una numerosa oficialidad africanista ascendida por méritos de guerra y con ansias de intervención política.

En 1924 se fundó la Unión Patriótica  como partido nacional único, a imitación del fascismo italiano, con la intención de consolidarse en el poder. Este partido careció de un programa político desarrollado. Intentaba atraer a las clases medias que no habían participado en la política de la Restauración y se definía como un movimiento nacional por la reforma, lejos de la antigua derecha y de la izquierda. Nunca consiguió convertirse en un partido de masas y fracasó. Los únicos grupos dispuestos a colaborar procedían del antiguo partido conservador (José Calvo Sotelo) y de los sectores confesionales católicos. A partir del Directorio Civil se convirtió en un partido gubernamental.


El directorio civil (1925-1930)


El 3 de diciembre de 1925 se constituyó el Directorio Civil que estará en funciones hasta el 28 de enero de 1930. El fin de la guerra de Marruecos y el restablecimiento de la estabilidad social, habían hecho muy popular a la Dictadura.
A partir de 1926 esta popularidad se irá perdiendo por el intento del dictador de perpetuarse en el poder mediante la elaboración de una nueva constitución de tintes fascistas.
Tres fueron los principales proyectos del nuevo gobierno:


Institucionalizar la Dictadura y crear un nuevo sistema político


En 1926 se convocó una Asamblea Consultiva compuesta por representantes de los viejos partidos, de las corporaciones profesionales y de personalidades designadas por el gobierno con el fin de elaborar una nueva constitución.
Esta reunión se hacía en medio de un estado de excepción, sin libertad de prensa y de asociación. La mayoría de los representantes de los viejos partidos y el mismo rey se opusieron a las pretensiones del dictador. Los socialistas, los progresistas y la mayor parte de los conservadores se negaron a participar. Se trabajaría en comisiones, sólo se podrían tratar los temas que marcase el gobierno y se dibujaba una constitución claramente autoritaria con una asamblea con diputados de representación corporativa (organizaciones patronales, sindicatos y obreros), diputados de elección popular y diputados de derecho propio. La constitución nunca llegó a elaborarse, pero este intento de mantenerse en el poder originó la aparición de una oposición activa a la Dictadura que fue endureciendo sus posiciones a medida que avanzaba el proceso.

Modernizar la economía y relanzar la producción


Los políticos que van a estar al frente del Directorio Civil van a proceder de los viejos partidos (José Calvo Sotelo), de los grupos regionalistas y también habrá técnicos independientes.
Se llevó a cabo una política económica intervencionista, con un aumento considerable de la inversión pública. Para racionalizar la inversiones públicas y privadas se constituyó un Consejo de Economía Nacional, verdadero centro motor de la expansión (el precedente más inmediato era la Oficina de Planificación Económica que había diseñado los planes quinquenales en la U.R.S.S. con Stalin). Para conseguir capital se recurrió a la emisión de Deuda Pública, que al no ir acompañada de un aumento de la recaudación fiscal por oposición de la oligarquía, llevó a una situación inflacionista. Para relanzar la capacidad recaudatoria se constituyeron monopolios en sectores claves:
Petróleo, ferrocarriles, etc. El más importante de ellos fue C.A.M.P.S.A.
Pero quizás la realización económica más espectacular fue el de las obras públicas, destinadas a combatir el paro y a dinamizar todos los demás sectores. Se constituyeron entes autónomos con participación de capitales privados para la construcción y explotación de los proyectos, pero respaldados por el Estado. Se crearon las confederaciones hidrográficas destinadas a la construcción de embalses y al aprovechamiento integral de las cuencas fluviales. Este proyecto se debía a Joaquín Costa y los últimos gobiernos de la Restauración fueron incapaces de llevar a cabo.
Se llevó a cabo un amplio programa de construcción de carreteras gestionado por el Circuito Nacional de Firmes Especiales. Se construyeron más de 7000 km. Se revitalizó la construcción de nuevos ramales de ferrocarriles.
En la concesión de licencias para estas obras públicas hubo continuamente acusaciones de inmoralidad y corrupción.
Esta amplia actividad económica originó el crecimiento de la banca privada y oficial. Contó con una situación internacional favorable (reconstrucción europea). En los últimos años de la Dictadura se produjeron desajustes inflacionistas y las repercusiones de la crisis de 1929 hicieron inviable su continuidad.
No obstante, salvo por la creación de las confederaciones hidrográficas, el mundo agrario se descuidó, Así, el problema de la distribución de la tierra no se abordó y ésta siguió en manos de los grandes propietarios.

Reformar el ejército


El ejército tenía un exceso de oficiales que habían ascendido por méritos de guerra en la última guerra carlista (1872-1876) o en las guerras coloniales de Cuba y África. El presupuesto militar era enorme y la mayor parte se destinaba al pago de los salarios de los oficiales; en estas condiciones es fácil prever las deficiencias de equipamiento de todo tipo. En 1912 se impidió la redención pero seguían existiendo soldados de “cuota” que aportando dinero permanecían en filas unos nueve meses, mientras que el resto debía permanecer 3 años.
Los bajos salarios de los oficiales hicieron florecer multitud de irregularidades en el abastecimiento de los regimientos (se inflaba el número de soldados y comidas repartidas, se concedían vacaciones a los soldados, se negociaba con los abastecedores). Sólo unas pocas unidades estaban al completo y con plena capacidad combativa (las unidades que se encontraban en el norte de África y las que exigen una cualificación: artillería, aviación).
Para conseguir una oficialidad homogénea fundó la Academia General Militar, con sede en Zaragoza, presidida por Francisco Franco.
Se intentó también la disminución del número de oficiales mediante la concesión de otros destinos en la administración y la jubilación anticipada.

Estas reformas fracasaron

Pero quizás su mayor fracaso fuese el de alinearse con los oficiales africanistas que defendían la presencia de España en África y el ascenso por méritos de guerra, convirtiéndose estos oficiales en un elemento agresivo en la política interior. Al intentar aplicar los ascensos por méritos de guerra a otras ramas se encontró con una fuerte oposición, ya que estos ascensos estaban abiertos a irregularidades y a la voluntad del mando. El cuerpo que más se enfrentó a la Dictadura fue el de artillería, que tuvo que ser disuelto. La arbitrariedad de esta política, las irregularidades y el favoritismo hacia los africanistas, hicieron surgir una oposición militar a la Dictadura a la vez que cundía el descontento. Muchos oficiales se declaraban republicanos.

La oposición y el fin de la dictadura

La oposición al régimen dictatorial se vertebrará sobre todo en la última etapa de gobierno. El frente opositor era amplio y albergaba a tendencias muy distintas.


a) Los líderes de los viejos partidos liberales se opusieron a la política autoritaria y arbitraria. Se negaron a colaborar en la Asamblea Consultiva e incluso participaron en la organización de diferentes conspiraciones.
b) Parte de la oficialidad del ejército por su política africanista y por los ascensos por mérito de guerra. A partir de 1926 son numerosos los intentos conspirativos en diferentes unidades militares, que si bien no triunfaron mostraban a las claras que la situación había cambiado.
c) Los partidos republicanos mantuvieron su oposición no sólo al dictador, sino a la monarquía que había “aceptado” el golpe de Estado. A partir de 1928 experimentaron un crecimiento considerable, sobre todo Izquierda Republicana de Manuel Azaña.
d) Los sindicatos y partidos obreros.
La C.N.T. se manifestó contraria al golpe militar y fue perseguida con saña, sobre todo por el Ministro de Gobernación Martínez Anido; con la formación de la F.A.I. y la crítica situación económica a partir de 1929 se convirtió en la principal fuerza sindical de España. El P.S.O.E. y la U.G.T., que habían mantenido una postura ambigua, cambiaron sus planteamientos a partir de 1927 cuando el dictador intentó perpetuarse.
e) Los intelectuales y los estudiantes.
Era un grupo dinámico y que tenía gran influencia social. La llegada al poder de Miguel Primo de Rivera fue recibida con esperanza por su programa regeneracionista. Pero pronto esta esperanza se trocó en lucha abierta.
En 1924 se expulsó a profesores de la universidad (Miguel de Unamuno fue desterrado a Fuerteventura y después marchó al exilio). En 1928 el Dictador elaboró un estatuto universitario que favorecía claramente a las universidades privadas; en Madrid, Barcelona, Salamanca, Zaragoza…se produjeron manifestaciones estudiantiles. El Dictador cerró las universidades de Madrid y Barcelona. Muchos catedráticos abandonaron la docencia.
La abolición de los derechos de reunión y prensa originó multitud de protestas. Se clausuraron muchas publicaciones y los panfletos ridiculizando al Dictador y al rey se extendieron por todos los sitios. Se clausuró el Ateneo de Madrid. La mayor parte de la intelectualidad y de los periodistas se declararon contrarios al dictador y partidarios de la república.

En 1929 las críticas contra el sistema dictatorial alcanzaron su cénit. En enero hubo un intento de golpe de estado con el apoyo de líderes conservadores y liberales. En julio las corporaciones (las Universidades, los colegios de Abogados y de Ingenieros) nombraron miembros de la Asamblea Consultiva a declarados enemigos del dictador.

En otoño la situación económica entró en crisis. El «crash» de la bolsa de Nueva York afectó a la cotización de la peseta, la inflación no se pudo contener y todos los planes de inversión pública tuvieron que paralizarse. Este cambio de ciclo económico originó un aumento de las huelgas y de los conflictos laborales.
Ante esta situación Miguel Primo de Rivera realizó una consulta a los capitanes generales y a los más altos oficiales del ejército. La mayoría de los consultados le negaron su apoyo para continuar su acción de gobierno. El 28 de enero de 1930 presentó su dimisión al rey. Alfonso XIII contrariado por no haberle consultado a él, la aceptó y nombró nuevo gobierno presidido por el general Berenguer, que fue conocido como la “Dictablanda”.
Primo de Rivera se exilió en Francia y murió poco después.

Berenguer trató de volver al sistema anterior. Intenta convocar elecciones generales, pero los monárquicos se opusieron pidiendo antes las municipales. En agosto de 1930, toda la oposición (republicanos, nacionalistas y socialistas) firmó el «Pacto de San Sebastian», donde se decide no colaborar con el sistema monárquico y preconizar la instauración de la república.
Berenguer dimite en febrero de 1931 y es sustituido por el almirante Aznar, que convoca las elecciones municipales para el 12 de abril de 1931.


Balance de la dictadura de primo de rivera

Por una parte que fue una época de prosperidad económica y paz social; sin embargo, su incapacidad para  reconstruir la política del país, acabar con el caciquismo y los favoritismos en el ejército y, sobre todo, la falta de libertades, favorecieron la unidad de la oposición (Pacto de San Sebastián) para acabar no sólo con el sistema de la Restauración, sino también con la monarquía e instaurar la II República.

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