La España de Fernando VII: Trienio Liberal y Decadencia Absolutista

La España de Fernando VII

3.1 La España de Fernando VII: Para que las Cortes aceptaran a Fernando VII como rey este debía jurar la Constitución. Fernando VII después se acercó a los más reaccionarios y los absolutistas y se aprestaron en volver a la situación anterior a 1808, y logró restablecer el absolutismo. Se preparó un golpe de estado y mediante el decreto de 4 de mayo de 1814 se restaura el poder absolutista del monarca y se abolían las Cortes de Cádiz. En tanto las potencias europeas se reunieron en el congreso de Viena para crear la Santa Alianza, para acabar con cualquier brote liberal. Tras el golpe de estado vino la represión política, muchos fueron detenidos y juzgados por conspiración contra el rey y de traición, otros lograron exiliarse. En el gobierno de Fernando VII hubo gran inestabilidad en los gobiernos. La Hacienda estaba en bancarrota, los pagos de la deuda no se cumplían y la guerra en América se llevaba los pocos ingresos de la Hacienda. La represión política no detuvo la acción de los sectores liberales. Se dedicaron a conspirar, siendo el mejor marco para ello las logias masónicas, muy difundidas en el ejército. El ejército recibió el apoyo urbano y se producirán los pronunciamientos militares, pero todos fracasaron. En 1820 el coronel Riego se subleva en las Cabezas de San Juan junto a un ejército, y exigen que jure la Constitución de 1812, y consciente de su debilidad la aceptó.

El trienio liberal:

El levantamiento de Riego fue secundado con otros pronunciamientos en La Coruña, Zaragoza… Esto hace que Fernando VII se quede solo y jura la constitución. Comienza el trienio liberal. El rey nombra un nuevo gobierno, presidido por Agustín Argüelles, que proclamó amnistía para que regresaran los exiliados políticos y convocó elecciones en las Cortes de Cádiz, ganaron los liberales. A lo largo de tres años las Cortes aprobaron una legislación reformista, para acabar con el antiguo régimen:

  • Supresión de mayorazgos.
  • Abolición de señoríos jurisdiccionales y territoriales.
  • Ley de Supresión de Monancales, desamortización.
  • Ley de desamortización de tierras de propios.
  • Restablecimiento de la Milicia Nacional.

A todo esto el régimen constitucional avanzaba con grandes dificultades.

El 7 de julio de 1822 un golpe militar contrarrevolucionario pudo acabar con el gobierno. Detrás de él estaba el rey. Fue sofocado por la Milicia Real. Cayó el gobierno moderado y entró a presidir Evaristo San Miguel, más radical.

El monarca y los absolutistas veían que para acabar con el régimen había que actuar desde fuera. Las potencias de la Santa Alianza decidieron en el Congreso de Viena intervenir en España. Francia envió al ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis y llegó a Cádiz donde liberó al monarca.

La década absolutista:

Mediante el decreto de 1 de octubre de 1823 el rey abolía todo lo aprobado por las Cortes. Muchos liberales se vieron obligados a abandonar España y otros como Riego fueron ejecutados. Se crean comisiones liberales para procesar a quienes desempeñaron cargos en el Trienio. Se organizaron Juntas de Purificación para depurar la administración de empleados liberales. Se creó el cuerpo de voluntarios realistas, réplica de la milicia nacional, que sembraron el terror por todo el país. Se constituyeron Juntas de Fe, encargadas de perseguir a los clérigos que habían colaborado con los liberales. Con todo la vuelta al absolutismo no era posible. Esto explica la incorporación de ministros con ideas favorables a la aplicación de reformas como Ballesteros. Por tanto, con la vigilancia del monarca, había una vía media defendida por los absolutistas reformistas, cuyo objetivo era la supervivencia del absolutismo, pero amenazada por los liberales, que pretendían mediante pronunciamientos o conspiraciones la vuelta a la constitución y amenazada también por los ultrarrealistas, opuestos a cualquier reforma. El gobierno se encontraba bajo el temor a una insurrección liberal o ante la presión ultrarrealista. Este grupo se agrupaba en Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, que no tenía descendencia. Los ultras protagonizaron una insurrección en Cataluña que se extendió al País Vasco, Valencia y Andalucía. En 1830 el triunfo de la revolución francesa animó a los exiliados españoles. Mariana Pineda fue ejecutada por bordar en una bandera española: Libertad, Igualdad y Ley. El último intento de apoyo finalizó con el fusilamiento de Torrijos y los 49 hombres detenidos con él.

La cuestión sucesoria obligó a Fernando VII a promulgar la Pragmática Sanción, para que su hija Isabel subiera al trono en vez de Carlos. Los que apoyaban a Carlos esperaron pacientemente y en septiembre de 1832 tuvieron lugar los sucesos de La Granja. El rey estaba enfermo y aconsejado por Calomarde abolió la Pragmática Sanción. Cuando se recuperó se dio cuenta de la conjura, y despidió a Calomarde. Tuvo que marchar a Portugal y allí declaró a su sobrina Isabel como legítima heredera. En 1833 fallece Fernando y sube Isabel al trono regentada por María Cristina. Poco después se produjeron levantamientos que enfrentaron a los carlistas contra los isabelinos comenzando la guerra civil.

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