La Monarquía Hispánica en el Siglo XVII: Decadencia, Validos y Conflictos de los Austrias Menores

El Siglo XVII en España: Entre la Decadencia y el Esplendor del Siglo de Oro

En el Siglo XVII, España era un estado complejo formado por un conjunto de territorios que poseían instituciones, leyes y lenguas diferentes, pero con un mismo rey. La Monarquía Hispánica seguía siendo una potencia mundial, con numerosas posesiones en Europa (Nápoles, Sicilia, Milán, Países Bajos) y territorios extensos en las costas de África, la India y Filipinas. Sin embargo, en este siglo se experimentó una decadencia en todos los ámbitos: crisis demográfica, económica, política y pérdida de posesiones. Esto contrasta con el auge de las artes y la literatura, conocido como el Siglo de Oro.

Los Austrias del Siglo XVII: Gobierno de Validos y Conflictos Internos. La Crisis de 1640

Castilla era el reino principal y se costeaba con impuestos. Se intentó unificar los reinos, pero las clases dirigentes locales se opusieron. A la muerte de Felipe II, gobernaron los Austrias menores, quienes delegaron sus funciones en los validos (primeros ministros a quienes el rey otorgaba sus funciones). Los validos procedían de la nobleza cortesana y sustituyeron a los secretarios, intentando gobernar al margen de los consejos y mediante grupos de gente de confianza. Esto representó un intento de absolutismo y refuerzo de la autoridad real. Los validos no gozaron de buena prensa; la corrupción aumentó mientras ellos acumulaban cargos y rentas, lo que se considera una de las causas de la decadencia. Los Austrias menores tuvieron escasa relevancia política directa.

Felipe III (1598-1621) y el Duque de Lerma

Felipe III heredó un extenso imperio, lleno de dudas y conflictos. Estaba poco dotado para gobernar y dejó el poder en manos de su valido, el Duque de Lerma, un diplomático con enorme ambición. Lerma administró los reinos de forma lenta e ineficaz, y hubo numerosos casos de corrupción. La corte se trasladó a Valladolid durante parte de su reinado. El reinado de Felipe III, aunque a menudo considerado de poca relevancia política directa del monarca, sí notó los efectos de la crisis económica debido al estancamiento del comercio americano y los crecientes gastos.

Política Interior: Expulsión de los Moriscos (1609)

Los moriscos, descendientes de musulmanes, eran importantes en Valencia y Aragón. La mayoría eran campesinos y artesanos. Fueron expulsados por mantener sus costumbres y resistirse a la integración, siendo considerados peligrosos por sus contactos con los berberiscos. Esta medida reforzó la ortodoxia cristiana. Fue una decisión polémica, pero contó con el apoyo de la Iglesia. Aunque hubo rebeliones, fueron expulsados a África y a través de los Pirineos. Las consecuencias en Aragón y Levante fueron significativas, con una grave falta de mano de obra en el campo que provocó la subida de salarios. Los escándalos de corrupción provocaron la destitución de Lerma en 1618, siendo sucedido por su hijo, el Duque de Uceda. Felipe III murió en 1621, dejando el trono a su hijo de 16 años.

Felipe IV (1621-1665) y el Conde-Duque de Olivares

Felipe IV poseía una gran cultura y fue un protector de las artes; su corte amplificó el esplendor de la monarquía. Su reinado estuvo marcado por dificultades económicas, la Guerra de los Treinta Años y las rebeliones de Portugal y Cataluña. Dejó el gobierno en manos del Conde-Duque de Olivares, un hombre inteligente con gran capacidad de trabajo y autoritario. Olivares tenía el ambicioso proyecto de una España hegemónica que recuperara su prestigio en Europa y estuviera unida internamente. Sin embargo, su visión chocó con las resistencias de las zonas periféricas en un periodo de profunda crisis.

El Proyecto Reformista de Olivares

Olivares implementó un plan de reformas dirigido a la centralización y al aumento de la autoridad real. Su Gran Memorial (1624) planteaba la necesidad de reforzar el poder del rey, argumentando que los reinos debían supeditarse a los intereses comunes. Proponía la uniformidad legislativa y el reparto de las cargas fiscales siguiendo el modelo castellano. En la Unión de Armas (1625), abogaba por crear un ejército permanente al que contribuirían todos los reinos según su población y riqueza. En los primeros años, persiguió la corrupción y decretó medidas económicas como la creación de una red de erarios, la devaluación de la moneda, la protección del comercio de lana y la reducción de gastos de la corte. Sin embargo, sus proyectos centralistas y el desgaste provocado por la Guerra de los Treinta Años hicieron fracasar sus reformas y provocaron revueltas.

Conflictos Internos: La Crisis de 1640

La decadencia, ya presente en los últimos años del reinado de Felipe II, se agudizó por la guerra. En 1640, la amenaza de secesión de territorios se hizo patente. Estallaron revueltas en Valencia, Cataluña y Portugal debido a la política de Olivares. La subida de impuestos y el reclutamiento de hombres para la guerra aumentaron el descontento, afectando gravemente a los campesinos.

La Rebelión de Cataluña (1640-1652)

Durante la Guerra de los Treinta Años, Cataluña era una zona de paso de tropas, lo que complicó la situación. La subida de impuestos y los planes centralizadores de Olivares provocaron la ira popular. Los campesinos atacaron a los tercios en el famoso Corpus de Sangre. Las autoridades catalanas apoyaron a los campesinos y negociaron con Francia. Sin embargo, los incidentes con los franceses se repitieron. Después del Tratado de Westfalia, Juan José de Austria liberó Cataluña, venciendo a Francia. Cataluña se reintegró en la Corona en 1652. Este conflicto es un símbolo del nacionalismo catalán.

La Sublevación de Portugal (1640-1668)

Portugal se había unido a la Corona de Castilla con Felipe II. Los portugueses se quejaban de la falta de protección ante los ataques holandeses y británicos. El ejemplo catalán alentó su propia sublevación. El conflicto se prolongó por la pasividad castellana, y Felipe IV bloqueó comercialmente a Portugal. Tras varias batallas con victorias portuguesas (como la de Castelo Rodrigo), se firmó el Tratado de Lisboa en 1668, por el cual España reconoció la independencia de Portugal. Estos conflictos debilitaron a Olivares, quien fue cesado en 1643, siendo sucedido por Luis de Haro.

Carlos II «El Hechizado» (1665-1700)

Carlos II nació enfermo y débil. Se casó con María Luisa de Orleans y, tras su muerte, con Mariana de Neoburgo. Su reinado estuvo marcado por el enfrentamiento entre facciones de la aristocracia, la sucesión de varios validos y una profunda crisis económica y social. Se pueden distinguir dos etapas principales:

  1. Regencia de Mariana de Austria (1665-1675)

    Durante esta regencia, Mariana de Austria estuvo influida por personajes como Nithard y Valenzuela. Se consolidó la pérdida de la hegemonía española en Europa, se confirmó la independencia de Portugal y Francia hostigó constantemente en la frontera.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *