La Segunda Internacional
La Segunda Internacional se fundó en París en 1889. Solo incorporó partidos socialistas y se organizó como una confederación de partidos nacionales autónomos sin un Consejo General. En 1900 se creó un Buró Socialista Internacional en Bruselas, encargado de dar continuidad a la organización entre la celebración cada 3 años de los congresos de la Internacional. Las resoluciones adoptadas en los congresos reclamaban leyes para la protección de los trabajadores, la jornada laboral de 8 horas y la abolición del trabajo infantil. La Segunda Internacional estableció la extensión de la democracia, la evolución pacífica hacia la toma del poder político, la regularización del mercado laboral y el fin de la discriminación sexual y de las demás desigualdades. Condenó el colonialismo como una forma más de explotación capitalista y las guerras, que se debían impedir y frenar por medio de la huelga general y la movilización revolucionaria. La Segunda Internacional creó algunos de los símbolos del movimiento obrero, como el himno y la celebración del 1 de mayo, Día de los Trabajadores.
Debates y Rupturas en el Movimiento Socialista
A partir de 1890, en el movimiento socialista se abrieron una serie de debates que acabaron provocando su ruptura y dieron origen a las dos grandes corrientes del socialismo del siglo XX: la socialdemócrata o reformista y la revolucionaria o comunista. En Alemania, un sector del socialismo dirigido por Eduard Bernstein sostenía que la participación política de la clase obrera y su colaboración con las fuerzas políticas burguesas había permitido las reformas sociales y la democratización política. Apostaba por la vía parlamentaria y reformista para llegar de manera gradual al socialismo. Otro sector defendía que solo se podía llegar al socialismo a través de la revolución proletaria y que esta debía tener un carácter mundial. El ruso Vladimir Lenin y la alemana Rosa Luxemburgo fueron las personalidades más relevantes de esta tendencia. Se abrieron nuevos debates que dividieron al socialismo sobre el colonialismo, con un sector opuesto a la explotación colonial y otro que mostraba cierta tolerancia al respecto por las ventajas económicas para los trabajadores de los países imperialistas. También generó enfrentamiento la posición que debían adoptar los socialistas respecto a la guerra europea: si los intereses nacionales se anteponían a los de clase en caso de conflicto bélico.
La Segunda Revolución Industrial
En el siglo XIX, una serie de innovaciones tecnológicas impulsaron una segunda fase de la industrialización (2RI), resultado de una estrecha relación entre investigación científica y su rápida aplicación en la industria. Las principales innovaciones fueron:
- El uso de la electricidad y el petróleo. La electricidad, más limpia y barata, tuvo aplicaciones en la industria, las telecomunicaciones, el alumbrado, el ocio y el transporte.
- Los nuevos medios de transporte: el ferrocarril y el petróleo sirvieron como combustible del motor de los primeros automóviles, barcos y en la aviación.
- La expansión de las redes telegráficas y del teléfono permitieron la difusión instantánea de información frente al antiguo correo postal.
- El desarrollo de nuevos productos impulsó nuevos sectores productivos: la industria siderúrgica creció (aluminio y acero) y la metalúrgica (automóviles y aparatos eléctricos). La industria química y farmacéutica conocieron un gran avance en la construcción y las industrias alimentarias.
Estas innovaciones estuvieron acompañadas de una nueva organización del capital y del trabajo con la aplicación del taylorismo, que activó la concentración industrial. La 2RI cambió la estructura de la producción mundial: Gran Bretaña cedió parte de su poder a Alemania, Francia y Estados Unidos.
Expansión Comercial y Demográfica
Aumento del Comercio
Se produjo un aumento del comercio y de la renovación de los sistemas de venta. El comercio internacional se multiplicó gracias a los progresos del transporte (canales de Suez y Panamá) y a la expansión del libre cambio y la producción masiva de bienes. El comercio interior también tuvo una gran expansión. El aumento del salario obrero y los nuevos sistemas de venta inauguraron la era del consumo de masas (1920). La necesidad de generar más consumidores revolucionó los sistemas de venta y aparecieron los grandes almacenes, unas superficies comerciales polivalentes que ofrecían una gran variedad de productos a precios más bajos.
Crecimiento Demográfico y Migraciones
La mejora de la dieta, los progresos médicos y sanitarios y el desarrollo económico estimularon una nueva fase de crecimiento de la población europea. El descenso de la mortalidad infantil permitió el aumento de la esperanza de vida, aunque las tasas de natalidad iniciaron un descenso. El aumento demográfico fue acompañado de una reducción de empleo ante la Gran Depresión agraria en Europa, provocada por la llegada de granos y otros alimentos más baratos, lo que provocó un gran aumento de la emigración.
Taylorismo y Fordismo
Métodos de organización de la producción. El ingeniero estadounidense Frederick Taylor tenía como objetivo aumentar la productividad mediante la especialización del trabajo y así abaratar costes de producción y precios. El taylorismo dio paso al fordismo, un sistema creado por Henry Ford que combinaba la producción en serie con incentivos salariales a los trabajadores. La fabricación en serie estimuló la concentración de capitales y de empresas. Muchas empresas se unieron para pactar precios, distribuirse mercados o conseguir la exclusividad en la producción o venta de un producto. Algunas realizaban la producción o venta de sus productos en varios países. La concentración vertical integraba empresas que realizaban actividades complementarias; la concentración horizontal asociaba a productos de un mismo ramo productivo. Tipos de concentración: cartel, trust, holding, monopolio.
Causas del Imperialismo
A finales del siglo XIX, el avance de la industrialización y la competencia entre países empujó a las principales potencias europeas a conquistar y colonizar amplias zonas del mundo. Las motivaciones que llevaron a los europeos a la creación de imperios coloniales son diversas:
- Políticas y demográficas: El dominio de los mares y la posesión de colonias eran signo de poder político y de prestigio. Las colonias se convirtieron en enclaves estratégicos de las potencias europeas para incrementar su poder militar. Los territorios conquistados permitieron el establecimiento del excedente de población europeo. La mayor parte de la inmigración de este periodo se dirigió hacia América o Australia, aunque Argelia también fue importante.
- Económicas: Europa dominaba la economía mundial y sus industrias necesitaban asegurarse el abastecimiento de materias primas e invertir capitales para obtener beneficios. Los europeos pusieron en explotación los recursos coloniales aprovechando el bajo coste de la mano de obra indígena, estableciendo plantaciones (cacao, té, azúcar, etc.), explotación de cobre, oro, etc., y construyeron grandes infraestructuras de transporte como líneas ferroviarias y carreteras.
Expansión Colonial
Las potencias europeas se lanzaron a la conquista de África y Asia. La rivalidad entre potencias desató una verdadera carrera colonial por conquistar y dominar nuevos territorios.
África
Fue el continente más colonizado. La rivalidad entre el proyecto británico y el proyecto francés fue notable. Más tarde, otros estados como Alemania, Bélgica y Portugal también se asentaron en África. Ante la rivalidad, se convocó la Conferencia Internacional de Berlín para regular la ocupación de nuevos territorios por parte de las metrópolis.
Asia
La construcción británica se centró en la India. Los británicos también se expandieron por Birmania y Malasia y controlaron Australia. Francia tuvo su centro de expansión en Indochina (actuales Vietnam, Laos y Camboya). El imperio ruso se expandió hacia Siberia y hacia el sur, y ocupó la zona de Asia central. Aunque China no fue ocupada, los ingleses consiguieron establecer algunos enclaves comerciales como Hong Kong. Otras potencias (Francia, Estados Unidos, Alemania, Rusia y Japón) obtuvieron influencia en China.
El Reparto Colonial
La carrera colonial iniciada por Gran Bretaña y Francia se aceleró a partir de 1880 con la participación de Bélgica, Alemania, Portugal, Holanda, etc. La expansión europea despertó las ansias coloniales de Estados Unidos y Japón, que a finales del siglo XIX experimentaron un fuerte crecimiento económico. La Doctrina Monroe («América para los americanos») estableció que cualquier intervención europea en América sería vista como una agresión. El presidente Roosevelt justificó el derecho a intervenir incluso militarmente para defender los intereses estadounidenses. Su expansión se orientó hacia puntos estratégicos del Caribe, América Central y el Pacífico. Japón, para asegurarse materia prima, intervino en Corea y en Manchuria. La carrera colonial desencadenó conflictos entre las potencias y con las poblaciones autóctonas, y tuvo que hacer frente a revueltas nacionalistas.