La Transformación Agraria en España: Desvinculación y Desamortizaciones del Siglo XIX

1. Introducción: La Agricultura en el Antiguo Régimen

A principios del siglo XIX, la agricultura seguía siendo la principal base de la riqueza nacional en España, representando el 56% del total de la producción, o el 82% si se incluía la ganadería.

La producción agraria conservaba las características propias del Antiguo Régimen, marcadas por:

  • Un mercado de bienes libres pequeño.
  • Pocas tierras en propiedad de los labradores.
  • Técnicas de cultivo deficientes, como el barbecho.
  • Los excedentes de producción eran consumidos en gastos suntuarios.
  • Los agricultores tenían que soportar, además, las ventajas de los ganaderos.

Este panorama comenzó a cambiar con las reformas liberales, especialmente a través de la desvinculación y la desamortización.

2. La Desvinculación: Hacia la Libertad Económica

Desde 1834, los liberales aprobaron una serie de normas económicas fundamentales para transformar la estructura agraria y económica del país:

  • En 1836, se suprimieron definitivamente los mayorazgos, propiedades de las familias nobles que eran heredadas por el primogénito, conservándose íntegro el patrimonio.
  • Se estableció la libertad de cercamiento de tierras y de comercialización de productos agrarios.
  • En 1837, se abolió el régimen jurisdiccional, suprimiéndose todos los derechos señoriales. Sin embargo, los señoríos se transformaron en propiedad privada, convirtiendo al señor en “propietario” y a los vasallos en “trabajadores libres”, sometidos a contratos privados.

Paralelamente, se impulsó la libertad en el sector de la industria. Se prohibió la creación de nuevos gremios (1834) y, en 1836, se declaró la libertad de industria.

3. La Desamortización: La Gran Transformación de la Propiedad de la Tierra

La gran transformación en la propiedad de la tierra vino de la mano de la desamortización. La desamortización española tiene una larga cronología, abarcando desde 1769 hasta 1924.

3.1. Antecedentes y Fases Iniciales de la Desamortización

  • Durante el reinado de Carlos III, la crítica a la amortización de bienes raíces por parte de los ilustrados la señalaba como la principal causa del estancamiento agrario. Sin embargo, la Corona se opuso, alineándose con la Iglesia y la nobleza.
  • Durante el valimiento de Godoy, las guerras y el creciente endeudamiento obligaron al ministro a iniciar la desamortización. En 1798, el gobierno declaró en venta los bienes de una serie de institutos eclesiásticos.
  • Durante la Guerra de la Independencia, tanto el gobierno bonapartista como las Cortes de Cádiz realizaron legislación paralela para la supresión de órdenes religiosas y la puesta en venta de sus propiedades.
  • En el Trienio Liberal, se aprobó el Decreto de supresión de monacales (octubre de 1820), y parte de los bienes de los conventos fue vendida.

3.2. La Desamortización de Mendizábal (1836-1844)

Con el Decreto de 19 de febrero de 1836, se declararon en venta todos los bienes pertenecientes al clero regular. En el Preámbulo, el propio Mendizábal exponía los motivos por los que se iniciaba la desamortización. Estos eran básicamente:

  • Obtener recursos para disminuir la deuda del Estado.
  • Incentivar la agricultura.
  • Crear una nueva clase de propietarios adeptos al régimen liberal y a la monarquía isabelina.

Aunque el gobierno de Mendizábal cayó en mayo, en octubre de 1836, este se convirtió en ministro de Hacienda. Desde agosto de 1841, bajo la regencia de Espartero, se incluyeron los bienes del clero secular. Con la vuelta de los moderados, en 1844, se suspendieron las subastas, aunque el gobierno del general Narváez garantizó las ventas ya realizadas.

En total, entre 1836 y 1844, se había desamortizado el 62% de las propiedades de la Iglesia. En las subastas, fue la burguesía rica la que acaparó las compras, al ser los únicos que tenían liquidez y sabían pujar. Solo se abonaba el 20% al contado, aceptándose títulos de la deuda para el resto.

Es cierto que la desamortización podría haberse llevado adelante con más rendimiento para el Estado, e incluso podría haberse aprovechado para repartir la tierra entre los campesinos, iniciando así una reforma agraria, como sugirió el diputado Flórez Estrada.

3.3. La Desamortización de Madoz (1854-1856)

La segunda gran desamortización fue la iniciada por el ministro de Hacienda Pascual Madoz, durante el Bienio Progresista (1854-1856).

En 1855, se promulgó la Ley de Desamortización General, llamada así porque se ponían en venta todos los bienes de propiedad colectiva: los eclesiásticos, y los propios y comunes (estos últimos eran los que no proporcionaban renta y eran utilizados por los vecinos del lugar).

El procedimiento utilizado para las ventas fue similar al de Mendizábal, pero hubo algunas diferencias:

  • El dinero obtenido fue dedicado, en parte, a financiar la industrialización del país y la expansión del ferrocarril.
  • La desamortización de Madoz se desarrolló a gran velocidad, con un 10% de entrada y el resto aplazado, admitiéndose solo el abono en efectivo. Sin embargo, desde 1856 apenas hubo subastas.

3.4. Valoración y Consecuencias de las Desamortizaciones

En conjunto, si se suman ambas desamortizaciones, entre 1836 y 1856 se transfirió la propiedad de 10 millones de hectáreas, lo que representaba el 20% de la superficie nacional.

Otras consecuencias importantes de la desamortización fueron:

  • En primer lugar, se desmanteló casi por completo la propiedad de la Iglesia, y el diezmo fue suprimido en 1837. En 1845 se establecería una Contribución de culto y clero para el sostenimiento del clero.
  • Se produjo una importante pérdida del patrimonio artístico debido al expolio y al abandono de los monasterios. Por ejemplo, el Monasterio de la Cartuja de Sevilla, comprado por Pickman, terminó convirtiéndose en una fábrica de cerámica.
  • Se reforzó la estructura de la propiedad de la tierra, acentuándose el latifundismo en Andalucía y Extremadura. Con la desamortización de Madoz, empeoró aún más la situación del campesinado. Los nuevos dueños actuaron con mentalidad capitalista, subiendo las rentas, lo que provocó un fenómeno de proletarización del campesino.
  • No resolvió completamente el problema de la deuda del Estado, aunque la desamortización de Madoz contribuyó a partir de los años 50.

4. La Producción Agrícola en el Siglo XIX

La producción agrícola española se caracterizaba por su baja productividad. En 1860, la producción de trigo tenía un rendimiento de 5,8 Qm. por Ha, muy inferior a países como Países Bajos o Inglaterra (14 Qm.) o Alemania (10 Qm.). Se aproximaba más a los países mediterráneos como Francia (8,5 Qm.) o Italia (7 Qm.) y era similar al rendimiento de otros como Rusia (5,4 Qm.).

La producción agrícola española comenzó el siglo XIX muy perjudicada por la ruina de la Guerra de la Independencia. Mientras que la recuperación de los cereales fue más rápida, no ocurrió lo mismo con el olivar y las vides, que necesitaron más tiempo. La ganadería, por su parte, disminuyó considerablemente la cabaña lanar y el número de ovejas merinas.

La agricultura española se dedicó en especial al trigo, la vid y el olivo. Otros cultivos, en especial frutas y verduras, más rentables, fueron creciendo en importancia durante las últimas décadas del siglo. Aunque solo ocupaban el 8% de la superficie cultivada, suponían el 22% de la producción total.

El trigo español, a menudo demasiado caro, sufrió la competencia de los trigos extranjeros. A pesar del Arancel de 1891, que buscaba proteger la producción nacional, las importaciones de trigo extranjero continuaron, aunque los precios del trigo subieron y la producción nacional se recuperó.

La producción de vino experimentó un auge entre 1882 y 1892, convirtiéndose España en el mayor exportador mundial. Este fenómeno se debió a una plaga de filoxera que había destruido los viñedos en Francia y otros países europeos.

Sin embargo, este boom fue muy efímero. La plaga de filoxera penetró también en España y se extendió por todo el país. En España, las consecuencias fueron la pérdida de cosechas, el descenso de los recursos y un dramático despertar a una realidad más dura para el sector vitivinícola.

5. Conclusión: El Legado del Siglo XIX Agrario

Al terminar el siglo XIX, España seguía siendo un país eminentemente agrario y atrasado, aunque es evidente que las desamortizaciones habían conseguido transformar la economía y la sociedad españolas. Sus principales legados fueron:

  • Habían reforzado el poder económico de la nobleza y la burguesía, aumentando el latifundismo en el sur de España.
  • El campesinado español, proletarizado, inició el éxodo rural hacia las zonas industriales de Cataluña, País Vasco y Madrid, donde surgiría la clase obrera.
  • La Iglesia había perdido buena parte de su poder económico y se aproximaba a las clases altas para mantener su estatus.
  • El liberalismo económico se había establecido plenamente, aumentando las diferencias sociales de riqueza. Esta herencia sería la causante de numerosos conflictos en el siglo XX.

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