Las fuerzas de oposición, el republicanismo, los nacionalismos: Cataluña y el País Vasco, la derecha antiliberal: el carlismo, la

2. Las fuerzas de oposición

2.1 El republicanismo

El republicanismo fue la principal fuerza de oposición y constituyó la minoría parlamentaria más numerosa en los inicios del Siglo XX, pero tuvo siempre el problema de su fragmentación en diversos grupos. Para homogeneizar al republicanismo, en 1903  nacíó la Uníón Republicana, una coalición de grupos republicanos liderada por el veterano político Nícolás Salmerón y por Alejandro Lerroux. La Uníón Republicana consiguió diversos éxitos electorales y para ampliar su campo de acción se acercó a los nacionalismos regionalistas de Cataluña, Galicia y Valencia.

Esta orientación del partido fue rechazada por un sector, encabezado por Alejandro Lerroux, que se escindíó  y fundó en 1908 el Partido Radical, de marcado carácter anticatalanista. Influyó en amplios sectores de las clases populares catalanas aunque perdíó todo su apoyo después de la Semana Trágica.

A excepción del grupo de Lerroux, la colaboración del republicanismo con el Partido Socialista Obrero Español llevó a la creación, en 1909, de la Conjunción republicano-

Socialista

En 1912 aparecíó un nuevo grupo político de carácter republicano, el Partido Reformista, fundado por Melquíades Álvarez, el cual nunca llegó a ser  una formación numerosa. Posteriormente evoluciónó hacia posiciones monárquicas y llegó a formar parte del último gobierno constitucional en 1922.

2.2 Los nacionalismos: Cataluña y el País Vasco

En Cataluña, en el primer tercio del Siglo XX, destaco el predominio político de la conservadora Lliga Regionalista, liderada por Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó. Paralelamente se fue consolidando un catalanismo de adscripción republicana: en 1905 se creó el Centre Nacionalista República y, en 1910, la Unió Federal Nacionalista Republicana. Como reacción la política anticatalanista del gobierno liberar (Ley de Jurisdicciones, 1906), se constituyó la coalición electoral Solidaridad Catalana, que agrupaba a catalanistas, republicanos y carlistas. En 1917 se creó el Partit República Catala, y en 1922 surgieron Accio Catalana, fruto de una escisión de la Lliga Regionalista, y Estat Catala, una organización independentista dirigida por Francesc Macia.


Pero el catalanismo republicano fue derrotado electoralmente por la Lliga hasta 1931, cuando su uníón en un nuevo partid, Esquerra Republicana de Catalunya, lograría el triunfo en las elecciones.

El nacionalismo vasco, durante el primer tercio del Siglo XX, estuvo marcado por las disputas sobre los aspectos que debían predominar en el Partido Nacionalista Vasco: El independentismo, el autonomismo o el catolicismo. En 1916, el PNV pasó a llamarse temporalmente Comunión Nacionalista Vasca. A pesar de la fragmentación política, el gran auge económico del País Vasco favorecíó el crecimiento del nacionalismo, sobre todo en Vizcaya, donde tenía su principal base electoral. En 1911, el PNV creó su propio sindicato de confesionalidad católica, Solidaridad de Obreros Vacos. A partir de 1917, el nacionalismo vasco empezó a tener una representación parlamentaria notable.

2.3 La derecha antiliberal: el carlismo

En los incios del Siglo XX, el carlismo mantuvo su presencia y sus bases. En 1909 fallecíó el pretendiente don Carlos de Borbón (Carlos VII) siendo sucedido por su hijo don Jaime de Borbón. Una de las disputas más importantes durante la jefatura de éste se produjo a raíz de la Primera Guerra Mundial, cuando un sector del partido, se manifestó Germánófilo y uno de sus principales hombres, Juan Vázquez de Mella, abandonó la militancia y fundó el Partido Tradicionalista en 1919. Asimismo, el Partido Católico Nacional o Integrista, una escisión carlista de finales del Siglo XIX, se manifestaba ajeno a las formas de gobierno, pero su visión extremadamente conservadora le situaba cerca de los grupos monárquico-conservadores.

Tanto integristas como carlistas aceptaron la participación electoral y siempre dispusieron de representación en el Parlamento. Desde 1917, la derecha antiliberal fue la que más insistíó en el peligro comunista o bolchevique, y reclamaba la necesidad de una dictadura que impusiese el orden social, apoyando posteriormente a Primo de Rivera. Con la llegada de la República en 1931, los tres grupos (carlistas, integristas y tradicionalistas) consiguieron reunificarse en un solo partido que se llamaría Comunión Tradicionalista.


2.4 La oposición obrera

Entre las fuerzas sociales que el régimen fue incapaz de incorporar figuraron las del movimiento obrero: el Partido Socialista Obrero Español, la Uníón General de Trabajadores y la Confederación Nacional del Trabajo.

El partido y el sindicato socialistas

Al comenzar el Siglo XX, el PSOE era todavía una fuerza relativamente pequeña, pero con sólidas bases que le permitieron un progresivo crecimiento. El partido se organizó a través de las Agrupaciones Socialistas Locales, reunidas, a su vez, en las Agrupaciones Provinciales. La dirección la ejercía un Comité Nacional, llamado más tarde Comisión Ejecutiva, que presidíó Pablo Iglesias hasta su muerte. El número de afiliados de este partido fue creciendo notablemente hasta tener en 1920, 30000 aliados.

El partido seguía unas directrices que marcaron su actuación, la preservación de la organización, la diferenciación con respecto a los partidos burgueses, por ellos las alianzas con estos tardaron mucho en realizarse; y la convicción de que el socialismo debía aprovechar las oportunidades que daba el sistema parlamentario, por lo que desde muy pronto participaría en las elecciones.

Con respecto al sindicato socialista UGT, su crecimiento fue todavía mayor. Se mostró partidario de la acción política para conseguir reformas sociales y laborales y defendíó la participación de representantes obreros en los organismos estatales. Así, en el Instituto de Reformas Sociales siempre participaron los socialistas, entre los que destacó Francisco Largo Caballero, que en 1918 llegaría al cargo de secretario general de la UGT. La organización del sindicato se basaba en la federación, a escala total y provincial, de sindicatos de oficio, recogiendo la vieja tradición artesanal. 

A partir de 1917, el sindicalismo socialista empezó a crecer. La vinculación entre el PSOE y la UGT era muy estrecha. Por tanto, el auge del sindicalismo socialista estuvo acompañado por el crecimiento del partido socialista. En 1920 los socialistas  lograron 578 concejales en las elecciones municipales. Sus nuevos dirigentes se mostraron claramente partidarios del parlamentarismo y de una práctica política reformista y moderada.


Pero el estallido de la Revolución rusa dio origen a que algunos  militantes del socialismo se mostraran partidarios de la línea bolchevique y se escindieran del PSOE en 1921, fundando el Partido Comunista de España (PCE), una formación que tuvo escasa influencia.

Los anarcosindicalistas: la CNT

Al iniciarse el Siglo XX, el anarquismo tenía su mayor presencia en Cataluña. En Barcelona, las sociedades obreras y los sindicatos autónomos de inspiración anarquista crearon, en 1907, Solidaridad Obrera, una federación de asociaciones de trabajadores de carácter apolítico, reivindicativo y favorable a la lucha revolucionaria. Solidaridad Obrera contó con prensa propia y en 1910 impulsó la fundación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). El nuevo sindicato nacíó con el objetivo de extenderse por toda España y dar estabilidad al sindicalismo anarquista.

La CNT se definía como revolucionaria y presentaba una ideología basada en tres presupuestos básicos: la independencia del proletariado con respecto a la burguésía y a sus instituciones (el Estado), por lo que se declaraba totalmente apolítica; la necesida de la unidad isndical de los trabajadores, y la voluntad de derribar el capitalismo, a través de la expropiación de los burgueses. La acción revolucionaria debería llevarse a cabo mediante huelgas y boicots para proceder a la huelga general revolucionaria. La evolución de la CNT sufríó notables altibajos y en 1911, después de la huelga general de Septiembre, el sindicato fue prohibido hasta 1914. En la época de la Primera Guerra Mundial se abríó una etapa de colaboración con la UGT, que desembocó en la convocatoria conjunta de la huelga general revolucionaria de 1917.

En los años posteriores a la guerra, la CNT crecíó considerablemente. Fue además el momento de sus grandes líderes, Salvador Seguí, Ángel Pestaña y Joan Peiró.  En este crecimiento resultaron fundamentales el Congreso de Sants en Barcelona (1918) y el Congreso de la Comedia en Madrid (1919).  Se crearon los Sindicatos Únicos de Industria, con la voluntad de sustituir a los viejos sindicatos de oficio, y se reafirmó el apoliticismo y la necesidad de la negociación directa entre obreros y patronos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *