1. La Oposición al Sistema de la Restauración y la Crisis Colonial
A. Los Partidos No Dinásticos: Carlistas y Republicanos
Cánovas consideró ilegales a los partidos republicanos, y hasta que no llegaron los liberales en 1881 no fue consentida su legalización. Solo con la concesión del sufragio universal masculino pudieron formar parte de los ayuntamientos e incrementar su peso en las Cortes, pero mediante la manipulación se limitaba su crecimiento y la capacidad para representar al creciente electorado urbano y de clase media.
B. Los Carlistas
En 1876, la causa carlista estaba derrotada, quedando convertida en un movimiento minoritario de extrema derecha. Con la Restauración, el carlismo no tuvo nada que hacer. Numerosos carlistas empezaron a desertar, unos hacia el partido neocatólico independiente de la Unión Católica, otros hacia los nuevos nacionalismos. Lo que quedaba del partido se mantuvo y se dedicó, por primera vez, a crear una organización, bajo la dirección de Cándido Nocedal. Todo ello ayudó a dejar de recurrir a la violencia. Adaptaron y actualizaron algo su discurso, pero este siguió siendo muy conservador. Ante la acomodación del carlismo a la participación electoral y cierto pacifismo de Carlos VII, los más radicales, llamados integristas, se escindieron en varias ocasiones y predicaron el Reinado social de Jesucristo.
C. Los Republicanos
Los republicanos vivieron al margen del sistema electoral de la Restauración al ser considerados ilegales mientras gobernó Cánovas. Después se dividieron en numerosas agrupaciones, hasta cinco tendencias políticas diferentes. Sus visiones políticas iban desde la república federal a la unitaria, o entre los métodos legales de participación electoral o la revolucionaria, entre abstenerse del sistema o participar. Les unían la defensa del régimen republicano y de los ideales de la Revolución de 1868. Tuvieron su base electoral entre las clases medias, el mundo urbano y algunos núcleos.
Se pueden señalar como las más importantes tres tendencias:
- La derecha, con Castelar y el Partido Republicano, que aceptaba la colaboración con el sistema de la Restauración.
- En el centro, los republicanos de Salmerón y Ruiz Zorrilla, que defendían a ultranza la Constitución de 1869, las libertades de creencia, el sufragio universal y la unidad de España; eran burgueses poco interesados por la cuestión social.
- A la izquierda, los republicanos federalistas con Pi y Margall o Figueras, defensores de la España federal o de la autonomía administrativa de las naciones. Aglutinaron a su alrededor la crítica de los intelectuales, incluso de un sector del mundo obrero. Pero no representaron un serio peligro para la monarquía.
2. Los Partidos y Organizaciones de Origen Obrero: Oposición al Sistema
Como consecuencia de la Revolución Industrial y las transformaciones de la propiedad de la tierra, la sociedad española experimentó cambios sustanciales en su estructura y grupos, creciendo el número de trabajadores. Este desarrollo dio origen al movimiento obrero. Durante la Restauración, el movimiento obrero se desarrolló alrededor de las dos corrientes ideológicas surgidas con la llegada de la Primera Internacional: la anarquista y la marxista o socialista.
A. Las Organizaciones Anarquistas
Las organizaciones anarquistas se desarrollaron en el área agraria de Andalucía y en la Cataluña industrial, y se extendieron hacia el triángulo formado con Aragón y Valencia. Esta corriente ideológica se caracteriza por su antiautoritarismo, sus tácticas de rebelión y acción directa, su antipoliticismo y la esperanza en el colectivismo. A lo largo del último tercio del siglo XIX, el asociacionismo anarquista creó numerosos grupos locales, pero pocas federaciones nacionales. Desde 1882, los anarquistas estaban divididos respecto a estas estrategias. La década de 1890 fue una etapa de la Restauración en la que predominó la estrategia violenta.
B. Los Socialistas: El PSOE y la UGT
La federación madrileña, de ideología marxista, dio origen al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y a la UGT, sindicato obrero socialista, ligado a la Segunda Internacional y de orientación moderada y reformista. La ideología y estrategia del PSOE derivan del marxismo autoritario y centralista. Tanto la UGT como el PSOE tuvieron sus áreas de expansión entre el proletariado de las modernas zonas industrializadas y zonas mineras. El desarrollo de la afiliación al sindicato fue lento y solo comenzó a ser relevante a principios del siglo XX.
3. Los Movimientos Nacionalistas y Regionalistas Periféricos
A. Planteamiento y Causas
La identidad española estaba formada, a principios del siglo XIX, por una diversidad de territorios con sus lenguas propias, su cultura, su economía, sus instituciones y su pasado histórico propio. La creación del Estado liberal no fue capaz de integrar esta diversidad de identidades. Durante la Restauración, se impulsó aún más la idea conservadora de una España única, católica y castellana. Esta reacción frente a la involución centralista de 1874 vino acompañada de otra causa: la diferenciación creciente de las estructuras sociales y económicas. Estos movimientos se radicalizaron desde 1900.
B. El Catalanismo
El centralismo frustró las aspiraciones de los catalanes y les llevó a replegarse hacia su propio país, su cultura y su pasado histórico, dando origen primero al renacer cultural llamado Renaixença, y después, a la emergencia de una pluralidad de grupos con aspiraciones políticas. Al llegar la Restauración, y frustradas las posibilidades federales, emergieron una pluralidad de grupos, personalidades y asociaciones, como el exrepublicano federal Valentí Almirall y su Diari Català. Entre los sectores conservadores y más burgueses aparecen: Joan Mañé i Flaquer, Prat de la Riba, Duran i Ventosa, Puig i Cadafalch. Al finalizar el siglo, era todavía un sentimiento regionalista, y se aceptaba pasivamente la pertenencia a España, aunque se reivindicaba un poder político para Cataluña dentro del Estado español. El Desastre de 1898 hizo entrar en crisis las relaciones del Estado con los regionalismos periféricos e hizo mutar los regionalismos en nacionalismo, y el catalanismo adquirió fuerza política. La burguesía catalana se alió con los defensores del catalanismo, lo que sería el núcleo del primer partido catalán conservador, la Lliga Regionalista, dirigida por Francesc Cambó y cuyo fin era conseguir la autonomía dentro del Estado español. Fue importante Pompeu Fabra para las normas de la ortografía catalana.
C. El Nacionalismo Vasco
En el territorio vasco, partimos de la existencia de Fueros. Muchos de estos derechos no se perdieron con la Paz de Vergara, y la situación de privilegio se mantuvo hasta 1876; en ese momento, la derrota en la Tercera Guerra Carlista sí supuso la definitiva pérdida de la autonomía administrativa para el País Vasco y Navarra. Los vascos vieron frustradas sus aspiraciones foralistas y eso generó un sentimiento de resentimiento hacia el gobierno de Madrid. Su componente social se basó en la clase media y el campesinado. Podemos afirmar su carácter profundamente confesional y conservador. Este sentimiento se aceleró por el crecimiento económico y el cambio social y se plasmó en una pluralidad de grupos, personalidades y asociaciones. El más destacado fue el de Vizcaya, de características más radicales y promotor de ruptura social, con Sabino Arana. Sabino Arana redactó una declaración de carácter confesional, racista y radical. Luego se creó el primer partido vasco, el Bizkai-Buru-Batzar (1895), que es la forma inicial del Partido Nacionalista Vasco (PNV). Desde este año, comenzaron a participar en las elecciones municipales, a la Diputación y al Congreso.
D. Galleguismo
El movimiento de reactivación cultural, el Rexurdimento gallego, tuvo sus figuras centrales en Rosalía de Castro y Manuel Murguía. La conciencia del resurgir político se activó con la República Federal y continuó con escritores federalistas como Moreno Barcia y su proyecto de Constitución galaica. Hacia finales del siglo XIX, el interés por conseguir una política específicamente gallega ganó defensores, destacando los nombres de Valentín Lamas Carvajal y Alfredo Brañas. Este último publicó en el año 1889 El Regionalismo, de pensamiento conservador y descentralizador, y de lucha contra el caciquismo y por la redención de los foros. Esta lucha se transformó en rechazo del parlamentarismo. Manuel Martínez Murguía atrajo a los sectores de clase media, creando la Asociación Regionalista Gallega.
E. Valencianismo y Andalucismo
Se fundamentan en el fenómeno cultural de la Renaixença. Hay una línea conservadora definida por Teodoro Llorente, propiamente literaria y burguesa, que se desentiende del movimiento político y defiende la unidad de España. Constantí Llombart se preocupó por la proyección política valencianista. En este tiempo de la Renaixença, solo algunos escritos y publicaciones trataron el tema del resurgir de la identidad valenciana. Solo a principios del siglo XX aparecieron algunas entidades de carácter ya regionalista y minoritarias. En Andalucía, Blas Infante promovió la apertura de Centros Andaluces y publicó El Ideal Andaluz, en el que se reivindicaba la personalidad única de Andalucía y la creación de la Mancomunidad Andaluza.